viernes, 31 de enero de 2020

SAN JUAN BOSCO, Padre y Maestro de la Juventud




               Juan Melchor Bosco nació en 1815, junto a Castelnuovo, en la Diócesis de Turín, Reino del Piamonte-Cerdeña. Era el menor de los hijos de un campesino piamontés. Su niñez fue muy dura. Su padre murió cuando Juan tenía apenas dos años y medio. La madre, Margarita, analfabeta y muy pobre, pero santa y laboriosa mujer, que debió luchar mucho para sacar adelante a sus hijos, se hizo cargo de su educación.

               A los nueve años de edad, un sueño que el niño no olvidó nunca, le reveló su vocación. Más adelante, en todos los períodos críticos de su vida, una visión del Cielo le indicó siempre el camino que debía seguir.



VISIÓN PROFÉTICA EN SU INFANCIA

              En aquel primer sueño, se vio rodeado de una multitud de chiquillos que se peleaban entre sí y blasfemaban; Juan Bosco trató de hacer la paz, primero con exhortaciones y después con los puños. Súbitamente apareció Nuestro Señor y le dijo: "¡No, no; tienes que ganártelos con la mansedumbre y el amor!" Le indicó también que su Maestra sería la Santísima Virgen, quien al instante apareció y le dijo: "Toma tu cayado de pastor y guía a tus ovejas". Cuando la Señora pronunció estas palabras los niños se convirtieron primero, en bestias feroces y luego en ovejas.

               El sueño terminó, pero desde aquel momento Juan Bosco comprendió que su vocación era ayudar a los niños pobres, y empezó inmediatamente a enseñar el catecismo y a llevar a la iglesia a los chicos de su pueblo. Para ganárselos, acostumbraba ejecutar ante ellos toda clase de acrobacias, en las que llegó a ser muy ducho. Un Domingo por la mañana, un acróbata ambulante dio una función pública y los niños no acudieron a la iglesia; Juan Bosco desafió al acróbata en su propio terreno, obtuvo el triunfo, y se dirigió victoriosamente con los chicos a la Misa.

              Los muchachos de la calle lo llamaban: ‘Ese es el Padre que siempre está alegre. El Padre de los cuentos bonitos’. Su sonrisa era de siempre. Nadie lo encontraba jamás de mal humor y nunca se le escuchaba una palabra dura o humillante. Hablar con él la primera vez era quedar ya de amigo suyo para toda la vida. El Señor le concedió también el don de consejo: Un consejo suyo cambiaba a las personas. Y lo que decía eran cosas ordinarias.

              Durante las semanas que vivió con una tía que prestaba servicios en casa de un sacerdote, Juan Bosco aprendió a leer. Tenía un gran deseo de ser sacerdote, pero hubo de vencer numerosas dificultades antes de poder empezar sus estudios. A los dieciséis años, ingresó finalmente en el seminario de Chieri y era tan pobre, que debía mendigar para reunir el dinero y los vestidos indispensables.

              El alcalde del pueblo le regaló el sombrero, el párroco la chaqueta, uno de los parroquianos el abrigo y otro, un par de zapatos. Después de haber recibido el Diaconado, Juan Bosco pasó al seminario mayor de Turín y ahí empezó, con la aprobación de sus superiores, a reunir los domingos a un grupo de chiquillos y mozuelos abandonados de la ciudad.

              San José Cafasso, sacerdote de la parroquia anexa al Seminario Mayor de Turín, confirmó a Juan Bosco en su vocación, explicándole que Dios no quería que fuese a las misiones extranjeras: "Desempaca tus bártulos --le dijo--, y prosigue tu trabajo con los chicos abandonados. Eso y no otra cosa es lo que Dios quiere de ti".

              El mismo Don Cafasso le puso en contacto con los ricos que podían ayudarle con limosnas para su obra, y le mostró las prisiones y los barrios bajos en los que encontraría suficientes clientes para aprovechar los donativos de los ricos.




EL PADRE DE LOS NIÑOS ABANDONADOS

              El primer puesto que ocupó Don Bosco fue el de capellán auxiliar en una casa de refugio para muchachas, que había fundado la Marquesa di Barola, la rica y caritativa mujer que socorrió a Silvio Pellico cuando éste salió de la prisión. Los Domingos, Don Bosco no tenía trabajo de modo que podía ocuparse de sus chicos, a los que consagraba el día entero en una especie de escuela y centro de recreo, que él llamó "Oratorio Festivo".

              Pero muy pronto, la Marquesa le negó el permiso de reunir a los niños en sus terrenos, porque hacían ruido y destruían las flores. Durante un año, Don Bosco y sus chiquillos anduvieron de "Herodes a Pilatos", porque nadie quería aceptar ese pequeño ejército de más de un centenar de revoltosos muchachos.

                En esos momentos críticos, le sobrevino una pulmonía, cuyas complicaciones estuvieron a punto de costarle la vida. En cuanto se repuso, fue a vivir en unos cuartuchos miserables de su nuevo oratorio, en compañía de su madre, y ahí se entregó, con toda el alma, a consolidar y extender su obra. Dio forma acabada a una escuela nocturna, que había inaugurado el año precedente, y como el oratorio estaba lleno a reventar, abrió otros dos centros en otros tantos barrios de Turín.

                 Por la misma época, empezó a dar alojamiento a los niños abandonados. Al poco tiempo, había ya treinta o cuarenta chicos, la mayoría aprendices, que vivían con Don Bosco y su madre en el barrio de Valdocco. Los chicos llamaban a la madre de Don Bosco "Mamá Margarita".

                Con todo, Don Bosco cayó pronto en la cuenta que todo el bien que hacía a sus chicos se perdía con las malas influencias del exterior, y decidió construir sus propios talleres de aprendizaje. Los dos primeros: el de los zapateros y el de los sastres, fueron inaugurados en 1853.

               El siguiente paso fue construir una iglesia, consagrada a San Francisco de Sales. Después vino la construcción de una casa para la enorme familia. El dinero no faltaba, a veces, por verdadero milagro. Don Bosco distinguía dos grupos entre sus chicos: el de los aprendices, y el de los que daban señales de una posible vocación sacerdotal. Al principio iban a las escuelas del pueblo; pero con el tiempo, cuando los fondos fueron suficientes, Don Bosco instituyó los cursos técnicos y los de primeras letras en el oratorio.


TALLERES, IMPRENTA, CLASES...

               En 1856, había ya 150 internos, cuatro talleres, una imprenta, cuatro clases de latín y diez sacerdotes. Los externos eran quinientos. Con su extraordinario don de simpatía y de leer los corazones, Don Bosco ejercía una influencia ilimitada sobre sus chicos, de suerte que podía gobernarles con aparente indulgencia y sin castigos, para gran escándalo de los educadores de su tiempo.

                Veía en sueños el estado exacto de la conciencia de sus discípulos y después los llamaba y les hacía una descripción tan completa de los pecados que ellos habían cometido, que muchos aclamaban emocionados: "Si hubiera venido un ángel a contarle toda mi vida no me habría hablado con mayor precisión" .

               Se gana de tal manera el cariño de los jóvenes, que es difícil encontrar en toda la historia de la humanidad, después de Jesús, un educador que haya sido tan amado como Don Bosco. Los jóvenes llegaban hasta pelear unos contra otros afirmando cada uno que a él lo amaba el santo más que a los demás.

               Además de este trabajo, Don Bosco se veía asediado de peticiones para que predicara; la fama de su elocuencia se había extendido enormemente a causa de los milagros y curaciones obradas por la intercesión del santo. Otra forma de actividad, que ejerció durante muchos años, fue la de escribir libros para el gusto popular, pues estaba convencido de la influencia de la lectura.

               Él decía que Dios lo había enviado al mundo para educar a los jóvenes pobres y para propagar buenos libros, los cuales, además eran sumamente sencillos y fáciles de entender. "Propagad buenos libros --decía Don Bosco-- sólo en el Cielo sabréis el gran bien que produce una buena lectura". Unas veces se trataba de una obra de apologética, otras de un libro de historia, de educación o bien de una serie de lecturas católicas. Este trabajo le robaba gran parte de la noche y al fin, tuvo que abandonarlo, porque sus ojos empezaron a debilitarse.

              El mayor problema de Don Bosco, durante largo tiempo, fue el de encontrar colaboradores. Muchos jóvenes sacerdotes entusiastas, ofrecían sus servicios, pero acababan por cansarse, ya fuese porque no lograban dominar los métodos impuestos por Don Bosco, o porque carecían de su paciencia para sobrellevar las travesuras de aquel tropel de chicos mal educados y frecuentemente viciosos, o porque perdían la cabeza al ver que el santo se lanzaba a la construcción de escuelas y talleres, sin contar con un céntimo.

               Aun hubo algunos que llevaron a mal que Don Bosco no convirtiera el oratorio en un club político para propagar la causa de "La Joven Italia". En 1850, no quedaba a Don Bosco más que un colaborador y esto le decidió a preparar, por sí mismo, a sus futuros colaboradores. Así fue como Santo Domingo Savio ingresó en el oratorio, en 1854.


LOS SALESIANOS

              Por otra parte, Don Bosco había acariciado siempre la idea, más o menos vaga, de fundar una congregación religiosa. Después de algunos descalabros, consiguió por fin formar un pequeño núcleo. "En la noche del 26 de enero de 1854 --escribe uno de los testigos-- nos reunimos en el cuarto de Don Bosco. Se hallaban ahí además, Cagliero, Rocchetti, Artiglia y Rua. Llegamos a la conclusión de que, con la ayuda de Dios, íbamos a entrar en un período de trabajos prácticos de caridad para ayudar a nuestros prójimos.

              Al fin de ese período, estaríamos en libertad de ligarnos con una promesa, que más tarde podría transformarse en voto. Desde aquella noche recibieron el nombre de Salesianos todos los que se consagraron a tal forma de apostolado. Naturalmente, el nombre provenía del gran obispo de Ginebra, San Francisco de Sales (el "Santo de la amabilidad"). El momento no parecía muy oportuno para fundar una nueva congregación, pues el Piamonte no había sido nunca más anticlerical que entonces.

              Los Jesuitas y las Damas del Sagrado Corazón habían sido expulsados; muchos conventos habían sido suprimidos y, cada día, se publicaban nuevas leyes que coartaban los derechos de las órdenes religiosas. Sin embargo, fue el ministro Rattazzi, uno de los que más parte había tenido en la legislación, quien urgió un día a Don Bosco a fundar una congregación para perpetuar su trabajo y le prometió su apoyo ante el rey".

              En Diciembre de 1859, Don Bosco y sus veintidós compañeros decidieron finalmente organizar la congregación, cuyas reglas habían sido aprobadas por Pío IX. Pero la aprobación definitiva no llegó sino hasta quince años después, junto con el permiso de ordenación para los candidatos del momento. La nueva congregación creció rápidamente: en 1863 había treinta y nueve salesianos; a la muerte del fundador, eran ya 768, y en la actualidad se cuentan por millares: Diecisiete mil en 105 países, con 1,300 colegios y 300 parroquias, y se hallan establecidos en todo el mundo.




LAS HIJAS DE MARÍA AUXILIADORA

                El siguiente paso de Don Bosco fue la fundación de una congregación femenina, encargada de hacer por las niñas lo que los Salesianos hacían por los niños. La congregación quedó inaugurada en 1872, con la toma de hábito de veintisiete jóvenes, entre ellas, Santa María Dominga Mazzarello, que fue la cofundadora, a las que el santo llamó Hijas de Nuestra Señora, Auxilio de los Cristianos (o Hijas de María Auxiliadora).

               Para completar su obra, Don Bosco organizó a sus numerosos colaboradores del exterior en una especie de tercera orden, a la que dio el título de Colaboradores Salesianos. Se trataba de hombres y mujeres de todas las clases sociales, que se obligaban a ayudar en alguna forma a los educadores salesianos.

               Los métodos de Don Bosco consistían en desarrollar el sentido de responsabilidad, en suprimir las ocasiones de desobediencia, en saber apreciar los esfuerzos de los chicos, y en una gran amistad. En 1877 escribía: "No recuerdo haber empleado nunca un castigo propiamente dicho. Por la gracia de Dios, siempre he podido conseguir que los niños observen no sólo las reglas, sino aun mis menores deseos". Pero a esta cualidad se unía la perfecta conciencia del daño que puede hacer a los niños un amor demasiado indulgente, y así lo repetía constantemente Don Bosco a los padres.


MUERTE Y CANONIZACIÓN

               Pero sus días tocaban a su fin; los médicos habían declarado que el santo estaba completamente agotado y que la única solución era el descanso; pero el reposo era desconocido para Don Bosco. A fines de 1887, sus fuerzas empezaron a decaer rápidamente; la muerte sobrevino el 31 de Enero de 1888, cuando apenas comenzaba el día, de suerte que algunos autores escriben, sin razón, que Don Bosco murió al día siguiente de la Fiesta de San Francisco de Sales.

               Su cuerpo permanece incorrupto en la Basílica de María Auxiliadora en Turín, Italia.

               Sus últimas recomendaciones fueron: "Propagad la Devoción a Jesús Sacramentado y a María Auxiliadora y veréis lo que son milagros. Ayudad mucho a los niños pobres, a los enfermos, a los ancianos y a la gente más necesitada, y conseguiréis enormes bendiciones y ayudas de Dios. Os espero en el Paraíso".

               Fueron tantos los milagros conseguidos al encomendarse a Don Bosco, que el Sumo Pontífice, Pío XI lo canonizó cuando apenas habían pasado cuarenta y seis años de su muerte, el 1 de Abril de 1934 y lo declaró Patrono de los que difunden buenas lecturas y "Padre y Maestro de la Juventud".






"PORQUE YO TE AMO..."


              

               Sor Benigna Consolata Ferrero entró en la Historia de la Mística Católica por ser un alma confidente del Divino Corazón de Jesús, gracia muy especial de la que han gozado sólo pocos Santos. Desde el anonimato de la clausura, escribía cuanto le dictaba el Sagrado Corazón de Jesús, como lo hiciera el Señor con Santa Gertrudis, de modo semejante a Santa Margarita María de Alacoque y como volverá a pasar con Sor Josefa Menéndez.



De los Dictados de Jesús 
a Sor Benigna Consolata


               "Un alma que vive de amor, pasa sobre la tierra rozando, como los pájaros, que cuando vuelan se aproximan a la tierra, pero no la tocan...

               ...esto que te digo es para el bien de las almas. Escribe que el horno del Amor es el horno divino en el que Yo purifico, Yo perfecciono y Yo formo a Mis Santos. Como para ablandar el hierro se le mete en el fuego y estando caliente se le da la forma que se quiere, así en el fuego de Mi Amor las almas se acomodan a todas las formas de la Santidad. Hay santidades austeras, éstas me honran con este género de santidad. Hay santidades más suaves, más accesibles, y éstas Me honran con su suavidad...

              ...lo que más me agrada es en lo que encuentro más amor. Prefiero menos austeridad y más caridad. Prefiero un corazón que palpite únicamente por Mí, que un cuerpo macerado por los ayunos, pero que aún conserve un resto de amor propio. El amor propio daña todo: es como la hiel, que con una gota basta para producir amargura...

               El Amor hace muertos a la naturaleza para hacer resucitados a la gracia. Un solo acto de amor repara miles de blasfemias.

              Cuando se quiere hacer crecer una planta, se le quitan las hierbas que la rodean; así, si quieres que crezca en ti el Amor de Dios, es preciso que arranques el amor que tienes de ti misma.

               El fuego quema; así un alma llena de amor de Dios, quema sin saberlo. Un alma regocijada en Dios, es como un arpa armoniosa tocada, no por la mano de un Ángel, sino por el Amor de un Dios... Toda alma religiosa es un santuario mío; porque la profesión religiosa es una consagración; pero esto no basta; es menester que el Amor renueve esta consagración cada día, cada momento, cada segundo...

               En un segundo puede producirse un pensamiento de amor que dure toda la eternidad...

              Esposa mía, Yo te amo. Lee estas palabras "Yo te amo" en el pan que comes, en el gua que bebes, en la cama que duermes. Porque Yo te amo, te he preparado este pan; porque te amo, te he preparado esta cama para que duermas; en todo lo que Yo he puesto entre tus manos debes leer siempre "Alma mía, Yo te amo".






jueves, 30 de enero de 2020

ORACIONES POR EL PADRE ANTHONY CEKADA




               Desde hace unos días, nuestro amigo y hermano el Padre Cekada, Profesor en el Seminario de la Santísima Trinidad (Florida), se encuentra delicado de salud; ha sufrido una isquemia y permanece en cuidados intensivos. 

           Rogamos a nuestros amigos y seguidores tengan la caridad de rezar por su pronta recuperación. 

          Corazón Sacerdotal de Jesús, escóndelo dentro de Ti.

          Santa María, Salud de los enfermos, ruega por él.

          San José, Custodio de los Sacerdotes, intercede por él.



VISITAS DE AMOR AL SANTÍSIMO SACRAMENTO. VISITA CUARTA. Por San Alfonso María de Ligorio


          Señor mío Jesucristo, que por amor a los hombres estás día y noche en este Santo Sacramento, lleno de Amor y de Piedad, esperando, llamando y recibiendo a todos los que te vienen a visitar, creo que estás presente en este Sacramento; te adoro desde el abismo de mi nada, y te doy gracias por tantos beneficios como me has hecho, especialmente por haberme dado en ese Sacramento Tu Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, y por haberme concedido por Abogada a Tu Santísima Madre, la Virgen María, y haberme ahora llamado a visitarte en este Lugar Santo. 





          Adoro Tu Amantísimo Corazón y deseo adorarlo por tres fines: el primero, en agradecimiento de esta preciosa dádiva; el segundo para desagraviarte por todos los ultrajes que recibes en este Sacramento, y el tercero, porque deseo en esta visita adorarte en todos los lugares de la tierra, donde estás Sacramentado con menos culto y más olvido.

         ¡Jesús mío! Te amo con todo mi corazón; me pesa de haber ofendido tantas veces Tu Infinita Bondad; propongo ayudado de tu gracia, enmendarme en lo venidero, y ahora, miserable como soy, me consagro todo a Ti, y pongo en Tus divinas manos mi voluntad, afectos y todo cuanto soy y puedo.

          En adelante, haz de mí y de todas mis cosas lo que te agrade. No te pido y no quiero más que Tu Santo Amor, la perseverancia final y el cumplimiento perfecto de Tu Santísima Voluntad.

          Te recomiendo las Almas del Purgatorio, y en particular las más devotas del Santísimo Sacramento y de la Santísima Virgen María. También te ruego por los pobres pecadores. En fin, Salvador mío y mi bien, yo uno todos mis afectos a los de Tu Corazón Amantísimo, y así reunidos los ofrezco a Tu Eterno Padre, pidiéndole por Tu Amor y en Tu Nombre, se digne aceptarlos y oírlos. Amén. (1)


SÚPLICA A JESÚS OCULTO EN EL SAGRARIO

          Si hacemos la Visita a Jesús Sacramentado en compañía, uno dirigirá la primera parte de las oraciones y los otros la segunda, alternando, siendo I (inicio) y R (respuesta)

          - I     Soberano Señor Sacramentado  

          - R    Sea por siempre bendito y alabado

A continuación se reza un Padrenuestro
un Avemaría y un Gloria 


Esta fórmula se repite tres veces -en Honor a la Santísima Trinidad- 
o bien, si se quiere emplear más tiempo, un total de cinco 
-para honrar a la vez las Santas Llagas de Nuestro Señor.


MEDITACIÓN CUARTA


               Es tanto el gusto que experimentan los amigos del siglo en su trato, que pierden días enteros departiendo juntos. Con Jesús Sacramentado sólo sienten fastidio los que no le aman; mas los Santos han hallado la gloria ante el Santísimo Sacramento. Santa Teresa, después de su muerte, dijo desde el Cielo a una de sus Religiosas: Los de acá del Cielo, y los de allá de la tierra, hemos de ser unos en el amor y pureza; los de acá viendo la esencia divina, y los de allá adorando al Santísimo Sacramento, con el cual habéis de hacer vosotros lo que nosotros con la esencia divina: nosotros gozando, y vosotros padeciendo, que en esto nos diferenciamos. He aquí, pues, nuestro paraíso en la tierra: el Santísimo Sacramento. 

               ¡Oh, Cordero inmaculado y sacrificado por nosotros en la Cruz! Acuérdate que yo soy una de aquellas almas que redimiste con tantos dolores y con Tu muerte. Haz que te posea siempre y que no te pierda jamás, ya que te has dado y te das a mí todos los días, sacrificándote por mi amor en los altares; y haz también que yo sea todo Tuyo. 

               A Ti me entrego para que hagas de mí cuanto Te agrade. Te doy mi voluntad; aprisiónala con los dulces lazos de Tu Amor, para que sea eternamente esclava de Tu Voluntad Santísima. Ya no quiero vivir para satisfacer mis deseos, sino para contentar a Tu Bondad. Destruye en mí todo lo que no Te agrade; concédeme la gracia de no tener otro pensamiento que el de complacerte ni otro deseo que el de conformarme con los Tuyos. Te amo, carísimo Salvador mío, con todo mi corazón; Te amo porque deseas que Te ame; Te amo porque eres infinitamente digno de mi amor; siento no amarte cuanto mereces. Quisiera, Señor, morir por amor Tuyo. Acepta mi deseo, y dame Tu Amor.




                      Reina en mí Tu solo, amado Redentor mío; toma sólo Tú, posesión de todo mi ser; y si alguna vez no te obedezco perfectamente, castígame con rigor, para que en adelante sea más diligente en complacerte como Tú quieres. Haz que nada desee, ni busque otro deleite que agradarte a Ti, visitarte con frecuencia en Tus altares, conversar contigo y recibirte en la Santa Comunión. 

               Busque quien quisiere otros bienes, que yo no quiero ni deseo otra cosa que el tesoro de Tu Santo Amor. Éste solamente quiero pedirte al pie del altar. Haz que me olvide de mí para acordarme únicamente de Tu Bondad. 

              Serafines Bienaventurados, no os envidio vuestra gloria, sino el amor que tenéis a vuestro Dios y Dios mío. Enseñadme, pues, lo que he de hacer para amarle siempre y cada día con más fervor.



Oración a María Santísima

          Inmaculada Virgen y Madre mía, María Santísima! A Ti, que eres la Madre de mi Señor, la Reina del mundo, la Abogada, la Esperanza y el Refugio de los pecadores, recurro en este día yo, que soy el más miserable de todos. Te venero, oh gran Reina, y te agradezco todas las gracias que hasta ahora me has hecho, especialmente la de haberme librado del infierno, que tantas veces he merecido. Te amo, Señora amabilísima, y por el amor que te tengo, te prometo servirte siempre y hacer todo lo posible para que de los demás seas también amada.

              En Ti pongo todas mis esperanzas, toda mi salvación. Oh, Madre de misericordia, acéptame por Tu siervo, y acógeme bajo Tu manto. Y ya que eres tan poderosa para con Dios, líbrame de todas las tentaciones o, al menos, alcánzame fuerza para vencerlas hasta la muerte. Te pido el verdadero amor a Jesucristo, y de Ti espero la gracia de una buena muerte.

             ¡Oh, Madre mía! Por el amor que tienes a Dios, te ruego que siempre me ayudes; pero mucho más en el último instante de mi vida. No me desampares, mientras no me veas salvo en el Cielo, bendiciéndote y cantando Tus misericordias por toda la Eternidad. Amén. Así lo espero, así sea.



Oración a San José

               Acuérdate, purísimo Esposo de la Santísima Virgen María, dulce protector mío San José, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a Tu protección y reclamando Tu auxilio, haya quedado sin consuelo. Con esta confianza vengo a Tu presencia y me encomiendo fervorosamente a Ti. No desprecies mi súplica, ¡oh Padre Adoptivo del Redentor!, antes bien, acógela benignamente. Amén.



NOTAS ACLARATORIAS


              1- Si se reza esta oración delante del Santísimo Sacramento podemos ganar una Indulgencia de 5 años cada vez. Plenaria, una vez al mes, si la hemos rezado todos los días, confesando y comulgando y rogando por las intenciones de la Santa Madre Iglesia (Penitenciaria Apostólica, 25 de Febrero de 1933)




miércoles, 29 de enero de 2020

LA AMISTAD QUE PUEDE TERMINAR...







SAN FRANCISCO DE SALES, Obispo, Fundador y Doctor de la Iglesia


Breve síntesis biográfica del Santo Fundador de la Orden de la Visitación

                Nació el 22 de Agosto de 1567 en el Castillo de Thorens, Ginebra, en el seno de una Noble familia de Saboya. A los catorce años fue enviado a París, en donde fue discípulo de los jesuitas durante siete años. Después estudió jurisprudencia en Padua, doctorándose en Derecho en 1592. 

                 Entregado a una vida de ardiente piedad, en 1586 sufrió una terrible tentación de desesperación al pensar que estaba destinado a manifestar eternamente la Justicia de Dios en el infierno. Recobrada la tranquilidad por intercesión de la Virgen María, abandonó el brillante porvenir humano que le esperaba y se hizo sacerdote. 

                 Sus primeros años de sacerdocio (1593-98) los dedicó preferentemente a la evangelización de la provincia de Chablais, que había sido arrastrada por el protestantismo, y que logró, tras grandes esfuerzos, recuperar para el catolicismo. En 1599 fue nombrado coadjutor del Obispo de Ginebra (Annecy), monseñor de Gránier, y poco después le sucedió como obispo de la diócesis. Es admirable la actividad que desplegó como obispo. Es él uno de los más insignes representantes de la maravillosa reforma pastoral que se llevó a cabo en la Francia de su época. 




                 Dios puso en su camino a un alma de talla excepcional: Santa Juana Francisca Fremiot de Chantal. Ambos fundaron el 6 de Junio de 1610 la Congregación de la Visitación para hacer accesible la vida religiosa a quienes por su salud, su educación o sus compromisos en el mundo no tenían acceso a las formas hasta entonces existentes. No cabe un conocimiento más profundo de la psicología humana —y en concreto de la femenina— que la de las constituciones visitandinas. 

                Sin austeridades espectaculares, se logra deshacer por completo la propia voluntad y sumergir al alma en un ambiente de caridad, de amor de Dios, de continua oración y mortificación. La máxima favorita del Santo, que procuró inculcar a sus hijas, era: «No pedir nada, no rehusar nada, a ejemplo del Niño Jesús en la cu-na». Después de un viaje a París —donde conoció a San Vicente de Paúl, a quien confió el cuidado espiritual del recién creado monasterio de la Visitación— Turín y Avignon, llegó a Lyón, donde pocos días después, el 28 de Diciembre de 1622, murió santamente. 

               Tenemos otras obras maestras que brotaron de su pluma. Así, por ejemplo, el soberbio tratado de Teología, modelo acabado de controversia dogmática, digno de quien hoy ostenta el título de Doctor de la Iglesia: el primer título del Codex Fabrianus. San Francisco de Sales escribió el espléndido Tratado del amor de Dios. Y sobre todo contamos con la maravillosa colección de sus cartas. Escribió sin cansarse, a gentes de toda clase, de cualquier condición y cultura. En ellas brilla de manera maravillosa el celo pastoral, el profundo conocimiento de la psicología humana, la caridad sin límites del santo.

                Sus restos mortales fueron trasladados al Monasterio de la Visitación de Annecy, donde se veneran todavía junto a los de Santa Juana de Chantal. San Francisco de Sales fue Beatificado por Alejandro VII en 1661, Canonizado por el mismo Papa en 1665, que fijó su celebración para el 29 de Enero y declarado Doctor de la Iglesia por el Papa Pío IX, el 16 de Noviembre de 1877. Ha sido declarado también Patrono de los periodistas católicos por el Papa Pío XI en 1923.






martes, 28 de enero de 2020

EL GRAVÍSIMO ERROR de pensar en la salvación sin la Fe Católica


“… en Nombre de Jesucristo Nazareno (…) 
En ningún otro hay salvación, 
pues ningún otro nombre 
se nos ha dado bajo el Cielo, 
entre los hombres, 
por el cual podamos ser salvos” 

(Hechos de los Apóstoles, cap. 4, vers. 12)




EL ODIO DEL MUNDO POR LA FE CATÓLICA

               ...la corrupción de las costumbres que nunca puede deplorarse suficientemente, va en aumento por todas partes estimulada por los escritos antirreligiosos, vergonzosos y obscenos, por espectáculos teatrales, el establecimiento casi por doquiera de casas de prostitución y se promueve también con otras malas artes; los más monstruosos errores se difunden por doquiera; crece el nefando aluvión de todos los vicios y crímenes; el mortífero veneno de la incredulidad y del indiferentismo se propaga intensamente; displicentemente se desprecia la potestad Eclesiástica, las cosas sagradas y las Leyes; injusta y violentamente se despoja a la Iglesia de sus bienes; feroz e ininterrumpidamente se persigue a los Ministros Sagrados, a los Religiosos y a las Vírgenes consagradas a Dios; se odia con odio perfectamente diabólico a Cristo, a la Iglesia, su Doctrina, a esta Sede Apostólica.

LA ETERNA SALVACIÓN: SÓLO POR MEDIO DE LA FE CATÓLICA 

               Pero, aunque el Padre celestial permita que Su Santa Iglesia, que milita en esta misérrima y mortal peregrinación sea atormentada y con muchas penalidades e infortunios afligida, sin embargo, estando fundada por Nuestro Señor Jesucristo sobre firmísima e inconmovible roca, no sólo ningún poder ni ningún embate puede jamás derribarla ni echarla por tierra, sino que lejos de disminuir con las persecuciones, aumenta y el campo del Señor se viste de una mies tanto más abundante cuanto que los granos, que caen uno a uno, nacen multiplicados.   

               Es menester recordar y reprender nuevamente el gravísimo error en que míseramente se hallan algunos Católicos, al opinar que hombres que viven en el error y ajenos a la Verdadera Fe y a la Unidad Católica pueden llegar a la Eterna Salvación. Lo que ciertamente se opone en sumo grado a la Doctrina Católica.




LA VERDADERA CARIDAD: SACAR DE LAS TINIEBLAS DEL ERROR

               Lejos, sin embargo, de los hijos de la Iglesia Católica ser jamás en modo alguno enemigos de los que no nos están unidos por los vínculos de la misma Fe y Caridad; al contrario, si aquellos son pobres o están enfermos o afligidos por cualesquiera otras miserias, esfuércense más bien en cumplir con ellos todos los deberes de la Caridad Cristiana y en ayudarlos siempre y, ante todo, pongan empeño por sacarlos de las tinieblas del error en que míseramente yacen y reducirlos a la Verdad Católica y a la Madre Amantísima, la Iglesia, que no cesa nunca de tenderles sus manos maternas y llamarlos nuevamente a su seno, a fin de que, fundados y firmes en la Fe, Esperanza y Caridad y fructificando en toda obra buena (1), consigan la Eterna Salvación.


Papa Pío IX, 
Encíclica "Quanto Conficiamur", 1863



NOTAS ACLARATORIAS

      Carta de San Pablo a los Colosenses, cap. 1, vers. 10



lunes, 27 de enero de 2020

EL ESCAPULARIO VERDE... Regalo del Inmaculado Corazón de María






              El Escapulario Verde es un sacramental, aprobado por el Papa Pío IX en 1870. Debe ser bendecido por un sacerdote católico, si bien no necesita de ninguna imposición para recibirlo; se recomienda llevarlo al pecho o prendido entre la ropa, así como colocarlo en medio de otras pertenencias que usemos habitualmente (cartera, tarjetero, monedero, etc). La Virgen Nuestra Señora aseguró la conversión de aquellos pecadores que lo llevasen consigo.

             Nueve años después que a Santa Catalina Labouré, se apareció la Santísima Virgen María a la Hermana Justina Bisqueyburu, en el mismo convento de la Rue du Bac, sosteniendo el Inmaculado Corazón en sus manos, resplandeciente con las más intensas y deslumbrantes llamas que salían de él, y le entregó el Escapulario Verde…

              En La Rue du Bac de París se encuentra el Convento de las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paúl. Personas de todo el mundo van a allí para orar en la Capilla y pedir la intercesión de la Virgen Inmaculada.

               La historia del Escapulario Verde empieza en la misma Capilla, pero nueve años después, y con otra Hermana, Justina Bisqueyburu. Es a ella a quien Nuestra Señora del Escapulario Verde se le apareció.







LAS VISIONES DE LA HERMANA JUSTINA

               La Hermana Justina Bisqueyburu nació el 11 de Noviembre de 1817, en el pueblo de Mauleon, en los bajos Pirineos de Francia. Pasó sus primeros años con la hermana de su madre.

               Su vida en ese momento era simple, como la de cualquier niña de su edad.

               Cuando cumplió los 22 años, Justina se unió a las Hermanas de Caridad de San Vicente de Paúl, una Congregación muy popular y extendida en Francia, y fundada en los grandes principios de espiritualidad y caridad del gran ‘Monseñor Vicente’, que era como a él se le refería. El Convento de la Congregación estaba en la Rue du Bac, en París, una calle bulliciosa en el corazón del sector comercial de la ciudad.

               Después de su llegada al Convento, Justina comenzó a experimentar gracias místicas y manifestaciones sobrenaturales.


PRIMERAS MANIFESTACIONES DE LA VIRGEN

                El 28 de Enero de 1840, durante su retiro de Noviciado, estando orando en silencio en la Capilla del convento, se le apareció, sobresaltándola, la Santísima Virgen María. La Madre de Dios tenía un vestido largo de seda blanca dejando al descubierto sus pies. Encima del vestido tenía un manto del más pálido azul. Su cabello caía suavemente sobre sus hombros y no estaba cubierto por un velo. La Hermana observó que las manos de la Santísima Virgen estaban dobladas hacia su pecho y sosteniendo el Inmaculado Corazón, del cual salían llamas resplandecientes. La Madre de Dios no dijo nada.

               Esta visión se repitió al final del retiro de la Hermana Justina y en otras cinco ocasiones durante el curso de su noviciado. En cada ocasión, la Santísima Virgen no decía nada y los detalles de cada visión eran idénticos.

               Después de hacer sus primeros votos, Sor Justina fue enviada al pueblo de Blangy, para trabajar allí con las Hermanas de su Congregación. Al poco tiempo de su llegada, las Hermanas se reunieron para celebrar la fiesta del Nacimiento de la Santísima Virgen María. Sor Justina se encontraba en oración meditando en esta celebración. De pronto tuvo una nueva visión, esta vez diferente a la de ocasiones anteriores.

               La Santísima Virgen se le aparece vestida igual que en las otras ocasiones: con un vestido de seda blanca cubierto por el manto azul pálido, y en sus manos sosteniendo el Inmaculado Corazón, resplandeciente con las más intensas y deslumbrantes llamas que salían de él. Pero, tenía algo diferente: en su mano izquierda sostenía lo que parecía ser un Escapulario o insignia de alguna clase.


Estampa para hacer Apostolado del Escapulario Verde. 
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PARA CONVERTIR A LOS ALEJADOS DE DIOS

               Durante esta visión se le dio a conocer por una revelación interior el significado de esta Aparición. Se le reveló que este Escapulario del Inmaculado Corazón sería un poderoso instrumento para la conversión de almas, particularmente aquellas que no tienen Fe, y que por medio de él, la Santísima Virgen obtendría para ellos, mediante Su Hijo, la gracia de una muerte en gracia de Dios.

               Se le hizo también saber a la religiosa el deseo de la Madre de Dios de que el Escapulario fuese propagado por todas partes para que estas gracias particulares, lleguen a todas las almas que abracen esta devoción.

               La Hermana Justina mantuvo un velo de silencio sobre estas manifestaciones y sólo hablo de ellas con aquéllas personas directamente responsables de su preparación espiritual. Y así, la Hermana Justina era vista únicamente como una Hermana religiosa humilde y fiel, como tantas otras, fiel a la Regla, obediente a aquellos cuya autoridad estaba por encima de ella, y compasiva con aquellos que necesitaran de su ayuda. Al finalizar su formación religiosa, Sor Justina dedicó calladamente la mayoría de sus años en varios hospitales de la Congregación en Francia, y se le recordó después como una Hermana diligente, capaz, compasiva y gentil; murió en olor de Santidad en 1903. 


DISEÑO DEL ESCAPULARIO VERDE

               A diferencia de otros Escapularios, éste tenía un sólo cuadrado de tela en lugar de dos. El cuadrado de tela estaba atado con cordones verdes.

               En él estaba una imagen de la Virgen de la misma forma en que se la había aparecido a Sor Justina en sus anteriores visiones, sosteniendo en Su mano derecha Su Inmaculado Corazón.

               Al voltear la imagen, la religiosa vio “un Corazón ardiendo con rayos más deslumbrantes que el sol y tan transparente como el cristal.” El Corazón fue perforado por una espada y rodeado por una oración en forma oval, y en la parte superior de óvalo, una Cruz de oro. En la oración se lee: “Inmaculado Corazón de María, ruega por nosotros, ahora y en la hora de nuestra muerte.”

               El Escapulario Verde no requiere ninguna fórmula particular de investidura sino una simple bendición de cualquier Sacerdote católico. A diferencia de otros Escapularios que hacen necesario llevarlos puestos, el Escapulario Verde puede llevarse puesto o estar con uno, e incluso tenerlo entre las pertenencias de uno.

               La oración encontrada en el Escapulario debe orarse al menos diariamente. Si la persona para quien estas gracias se buscan no dice la oración, entonces debe hacerla la persona que le haya entregado el Escapulario o se lo haya puesto en su alcance.

               Por varias razones la ejecución del plan de difusión del Escapulario sufrió largas dilaciones, por lo que la Santísima Virgen se quejó a Sor Justina en varias manifestaciones entre los años 1840 y 1846. Por fin, vencidos todos los obstáculos, la insignia fue distribuyéndose, obteniéndose por su medio admirables conversiones y aún curaciones corporales.

               Finalmente, los Escapularios se empezaron a fabricar y a ser distribuidos por las Hermanas en París, luego por toda Francia y fuera de ella. Con este fin, las Hermanas habían recibido la aprobación formal y el impulso necesario de Su Santidad, Papa Pío IX, en 1870.





domingo, 26 de enero de 2020

PROFÉTICA ADVERTENCIA SOBRE LA APOSTASÍA; los enemigos internos de la Iglesia


               Poco antes de estallar la Gran Guerra, el Papa Sarto, San Pío X, supo percibir los males que rondaban a la Iglesia; las semillas de las viejas herejías volvían a florecer en una Europa que se preparaba para un baño de sangre; el que fuera Patriarca de Venecia conocía bien de la existencia de sociedades secretas, en las que -tristemente- no faltaban sacerdotes e incluso altos prelados, que por ambición, poder o simplemente por odio a la Iglesia su Madre, no dudaron en coaligarse con el único fin de destruir la Santa Religión Católica en pro de una nueva religión donde el hombre y no Dios, sería el centro y donde su capricho y no la Ley del Todopoderoso, sería su norma. 

                Aquellas viejas aspiraciones, se encontraron de frente con el dique de la Doctrina y la Piedad de siempre; no obstante, tras la muerte del último Pontífice Católico, Angelo Roncalli usurpa el Trono de San Pedro y convoca el  "Concilio Vaticano II",  donde los herejes que ayer fueron excomulgados, serían ahora  encumbrados y propuestos como maestros de la neo religión del Vaticano...




               "Pero con no menor severidad y dolor Nos vemos obligados a denunciar y reprimir otro género de guerra, interna y doméstica, pero tanto mas funesta, cuanto que se lleva a cabo más solapadamente. Esta guerra, movida por algunos hijos desnaturalizados, que viven en el seno de la Iglesia para desgarrarlo sigilosamente, se dirige en primer término a la raíz, al alma de la Iglesia; TRATA DE ENTURBIAR LOS MANANTIALES DE LA PIEDAD y de la vida cristianas, de ENVENENAR LAS FUENTES DE LA DOCTRINA, de DISIPAR EL SAGRADO DEPÓSITO DE LA FE, de conmover LOS MISMOS FUNDAMENTOS DE LA INSTITUCIÓN

               ...Pretende dar nueva forma a la Iglesia, prescribirle nuevas leyes y nuevos derechos, según lo exigen los monstruosos sistemas ellos sostienen; en suma, QUIEREN DEFORMAR TODA LA BELLEZA DE LA ESPOSA DE CRISTO, movidos por el vano resplandor de una nueva cultura, a la que falsamente se da el título de ciencia, y sobre la cual nos previene muchas veces el Apóstol con estas palabras: "Mirad nadie os engañe con una filosofía sin sustancia y capciosa, según los principios humanos y mundanos, y no según Cristo" (San Pablo a los Colosenses, cap. 2, vers. 8)."

               "Algunos, seducidos con esta vana filosofía y con engañosa y afectada erudición, unida una extremada audacia en la crítica, "extraviaron en sus ideas (San Pablo a los Romanos, cap. 1, vers. 21), y dejando de lado... la buena conciencia, naufragaron en la fe" (1ª Carta a Timoteo, cap. 1, vers. 19); otros, en fin, entregándose exageradamente al estudio se perdieron en causas, y se alejaron del estudio de las cosas divinas y de las verdaderas fuentes de la ciencia."

               "Por otra parte, esta mortal corrupción, tomó el nombre de "Modernismo", debido a su morboso afán de novedad, aunque denunciada muchas veces y desenmascarada por los mismos excesos de sus fautores no deja de ser un mal gravísimo y profundo para la república cristiana. Se oculta el veneno en las venas y en las entrañas de nuestra sociedad que se apartó de Cristo y de la Iglesia, y "como un cáncer", va carcomiendo las nuevas generaciones, más inexpertas y más audaces. 

               No se debe ciertamente esta manera de proceder a los estudios profundos y a la verdadera ciencia, pues es evidente que entre la Fe y la razón no puede existir contradicción alguna; sino que ello se debe al orgullo de su entendimiento y a la atmósfera malsana que se respira en todas partes, de ignorancia o de conocimiento confuso y erróneo de cosas de la Religión, unido a la vanidosa presunción de hablar y discutir de todo

               Esta peste malsana es fomentada por el espíritu de incredulidad y rebelión contra Dios, de tal manera que los que son arrastrados por este ciego frenesí de novedad, creen fácilmente que se bastan a sí mismos, y que pueden prescindir, abierta o hipócritamente, del yugo de la Divina Autoridad, y crearse una religión que se mantenga dentro del derecho natural, y que se acomode al carácter y manera de ser individuales, la cual toma las apariencias y nombre del cristianismo, pero en realidad se halla muy alejada de vida y de su verdad."



COMMUNIUM RERUM 
Extractos de la Carta Encíclica de San Pío X, 
con motivo del Jubileo Sacerdotal del Papa, 
21 de Abril de 1909



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