jueves, 25 de septiembre de 2025

VISITA A JESÚS SACRAMENTADO por medio de los Santos Ángeles


...y ¿que haremos, preguntáis algunas veces, en la presencia de Dios Sacramentado? Amarle, alabarle, agradecerle y pedirle. ¿Que hace un pobre en la presencia de un rico? ¿Que hace un enfermo delante del médico? ¿Que hace un sediento en vista de una fuente cristalina?”

San Alfonso María de Ligorio, "Visitas al Santísimo Sacramento"


                Ángeles del Cielo, que rodeáis el Santo Tabernáculo del Altísimo, me uno a vosotros en los homenajes y adoraciones que rendís día y noche a Jesús Sacramentado. Quisiera amarle con un amor tan puro, tan verdadero, tan ardiente como el vuestro; pero soy tan ruin y pecador que nada puedo hacer que sea digno de Su Divina Majestad. Dignaos suplir mi cortedad, y alcanzadme las gracias que necesito para recoger los frutos de tan santa devoción. Feliz el alma que encuentra sus delicias en vivir junto al Tabernáculo del Señor, y allí conversar con su Amado y pasar las horas en su compañía. ¡Oh Ángeles del Cielo! Venid en mi auxilio, inflamad mi alma con el fuego del amor que os abrasa, para que mi corazón sea digno de adorar a Jesús Sacramentado. Amén.


                    Vengo, Jesús mío, a visitarte. Te adoro en el Sacramento de Tu Amor. Te adoro en todos los Sagrarios del mundo. Te adoro, sobre todo, en donde estás más abandonado y eres más ofendido. Te ofrezco todos los actos de adoración que has recibido desde la institución de este Sacramento y recibirás hasta el fin de los siglos. Te ofrezco principalmente las adoraciones de Tu Santa Madre, de San Juan, Tu discípulo amado, y de las almas más enamoradas de la Eucaristía. Ángel de mi Guarda, ve y visita en mi nombre todos los Sagrarios del mundo. Di a Jesús cosas que yo no sé decirle, y pídele su bendición para mí. 

 

ORACIÓN A JESÚS SACRAMENTADO
compuesta por Santa Teresita de Lisieux

                    “¡Oh Dios escondido en la prisión del Sagrario!, todas las noches vengo feliz a Tu lado para darte gracias por todos los beneficios que me has concedido y para pedirte perdón por las faltas que he cometido en esta jornada, que acaba de pasar como un sueño…

                    ¡Qué feliz sería, Jesús, si hubiese sido enteramente fiel! Pero, ¡ay!, muchas veces por la noche estoy triste porque veo que hubiera podido responder mejor a Tus gracias… Si hubiese estado más unida a Ti, si hubiera sido más caritativa con mis hermanas, más humilde y más mortificada, me costaría menos hablar Contigo en la oración.

                    Sin embargo, Dios mío, lejos de desalentarme a la vista de mis miserias, vengo a Ti confiada, acordándome de que «no tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos». Te pido, pues, que me cures, que me perdones, y yo, Señor, recordaré que «el alma a la que más has perdonado debe amarte también más que las otras…» Te ofrezco todos los latidos de mi corazón como otros tantos actos de amor y de reparación, y los uno a Tus Méritos infinitos.

                    Y Te pido, Divino Esposo mío, que seas Tú mismo el Reparador de mi alma y que actúes en mí sin hacer caso de mis resistencias; en una palabra, ya no quiero tener más voluntad que la Tuya. Y mañana, con la ayuda de Tu gracia, volveré a comenzar una vida nueva, cada uno de cuyos instantes será un acto de amor y de renuncia.

                    Después de haber venido así, cada noche, al pie de Tu Altar, llegaré por fin a la última noche de mi vida, y entonces comenzará para mí el día sin ocaso de la eternidad, en el que descansaré sobre Tu Divino Corazón de las luchas del destierro… Amén”.



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