martes, 7 de enero de 2014

EL CUARTO DE HORA DE ORACIÓN, según Santa Teresa de Jesús ( II )




Instrucción que Santa Teresa de Jesús
 da a un alma acerca de la oración

DIÁLOGO ENTRE SANTA TERESA ( T ) Y UN ALMA ( A )


Alma: ¿Es, pues, muy necesario perseverar en la oración? 

Santa Teresa: Tanto como el salvarse. Yo te lo aseguro, hija mía, y Dios sabe que no miento; aunque seas gran pecadora, y estés llena de vicios y defectos, te corregirás de ellos y te salvarás si no dejas la oración. Una de dos: o dejarás la oración o el pecado. lo sé por experiencia, pues mi alma era mejor así que se daba a la oración, y se volvía ruin tan luego como aflojaba en ella. El cuarto de hora de oración es de todas las devociones la más útil y necesaria: no excluye las demás, pero debe ser preferida a todas ellas, porque encierra en sí misma el medio de salvación más eficaz, más fácil, más indispensable y más universal. Pruébalo, y lo verás por consoladora experiencia, y comprenderás entonces con cuánta verdad afirmaba: "Dadme cada día un cuarto de hora de oración mental o meditación, y yo os daré el Cielo." Es cosa que te va la vida el tener oración; por eso en nada hallarás tanta repugnancia y dificultad: el mundo, demonio y tu propia sensualidad te moverán cruda guerra así que vean que te das a la oración. Todas las prácticas de piedad te dejarán sin inquietarte en su ejercicio, menos la oración. Es lo que más teme el demonio; porque alma que persevera en la oración esta salvada, lo que no puede decirse de los otros ejercicios de piedad. 

A: ¿Por qué, Madre mía? 

T: Porque cabe ser muy devoto, y muy malo: confesar, comulgar y rezar muchas oraciones, y vivir en pecado mortal; mas no hacer la oración mental diaria, y perseverar en el pecado, porque dejarás la oración o el pecado; pecado y oración no se compadecen. Por eso, hija mía, te repito que en ninguna cosa hallarás tantos estorbos como en el ejercicio de la oración. Pero yo te indicaré los medios de superarlos y de burlar los ataques de los enemigos de tu salvación, por lo que sé por experiencia. 

A: Decídmelos, Madre mía, porque yo quiero todos los días no faltar al cuarto de hora de oración que prescribe mi Reglamento, cueste lo que cueste, pues estoy resuelta a salvar mi alma. 

T: Has de hacer, pues, cuenta, hija mía, al comenzar oración, que comienzas a hacer un huerto en tierra muy infructuosa y que lleva muy malas hierbas, para que se deleite el Señor, y que su Majestad ha de arrancar las malas hierbas y plantar las buenas; y tener cuidado de regarlas para que no se pierdan, sino que vengan a echar flores que den de sí muy gran olor, para dar recreación a este gran Señor; y así se venga a deleitar a este huerto y a holgarse entre estas virtudes. 
   Hagamos cuenta que está ya hecho esto, cuando tu alma se ha determinado a tener oración, y la ha comenzado a usar. Mas advierte que si quieres perseverar y llegar a beber del agua de la vida eterna (y esto digo que importa mucho y es el todo), has de tener una grande y resuelta determinación de no parar hasta llegar a ella, venga lo que viniere, suceda lo que sucediere, trabájese lo que se trabajare, murmure quien murmurare, siquiera llegue allá, siquiera se muera en el camino, siquiera no tenga devoción en los trabajos que hay en él, siquiera se hunda el mundo. Porque son tantas las cosas que el demonio pone delante a los principios para que no comience el alma a tener el cuarto de hora de oración, que es menester grande ánimo. Hace él esto, como quien sabe el daño que de aquí le viene, no sólo en perder aquella alma, sino 
muchas que por su medio se ganan. 

A: Pues, Madre mía, aunque flaca y débil criatura, con la ayuda de Dios y la protección de mi Inmaculada Madre María, de San José y vuestra, resuelta estoy a no volver atrás.


Jesús    María   José

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