miércoles, 24 de diciembre de 2025

LA NOVENA DE LA SANTA NAVIDAD, DÍA 9º

 

La Novena de la Santa Navidad
 
tomada del Primer Volumen de los escritos de la mística italiana 
Luisa Piccarreta, “la pequeña Hija de la Divina Voluntad” 




                    Esta hermosa Novena sobre la Encarnación y el Nacimiento del Niño Jesús es la  experiencia espiritual de la mística Luisa Picarreta, alma especialísima a quien fue revelada la espiritualidad de la Divina Voluntad.

                    A través de esta Novena conoceremos más íntimamente a Jesús Nuestro Señor, desde el momento bendito de Su Encarnación en el vientre la Santísima Virgen María.

                    La Novena de la Santa Navidad se puede hacer en cualquier época del año, es una tierna y santa manera de preparar nuestros corazones para que Jesús nazca en ellos.



                    En el Nombre del Padre y del Hijo  y del Espíritu Santo. 

                    ¡Oh Jesús, oh Esposo, oh fortaleza mía! A Ti me dirijo, a Ti vengo, en Tus brazos me introduzco, me abandono, me reposo. ¡Ah, consuélame en mi aflicción y no me dejes sola y abandonada!. Mírame y vuelve a mirarme, oh Esposo Santo en estos Tus brazos, mira de cuántas tinieblas estoy circundada, son tan densas que no dejan entrar ni siquiera un átomo de luz en mi alma. 

                    ¡Oh! Mi místico Sol Jesús, resplandezca esta Luz en mi mente, a fin de que haga huir las tinieblas y pueda libremente recordar las gracias que has hecho a mi alma. 

                    ¡Oh! Sol Eterno, manda otro rayo de Luz a lo íntimo de mi corazón y lo purifique del fango en el cual yace, lo incendie, lo consuma en Tu Amor, a fin de que Él, que más que todo ha probado las dulzuras de Tu Amor, pueda claramente manifestarlas a quien está obligado.Tú que tanto me amas, continúa mandándome Luz. 

                    ¡Oh! Mi Sol, mi bello, propiamente quiero entrar en el centro, a fin de quedar toda abismada en esta Luz purísima. Haz, oh Sol Divino, que esta Luz me preceda delante, me siga junto, me circunde por doquier, se introduzca en los más íntimos escondites de mi interior, a fin de que consumiendo mi ser terreno, lo transformes todo en Tu Ser Divino. 

                    Mi amable y dulce Jesús, perdóname, no te retires de mí, continúa derramando en mí Tu gracia, a fin de que puedas hacer de mí un triunfo de Tu Misericordia.

                    Virgen Santísima, Madre amable, ven en mi auxilio, obtenme de Tu y mi dulce Jesús gracia y fuerza... 

                    San José, amado protector mío, asísteme en esta circunstancia. 

                    Arcángel San Miguel, defiéndeme del enemigo infernal, que tantos obstáculos me pone en la mente... 

                    Arcángel San Rafael y tú mi Ángel custodio, venid a asistirme y a acompañarme... 



Novena Meditación: 
Amor agonizante que 
quiere ser vencedor

        
                    “Hija Mía, Mi estado es siempre más doloroso, si Me amas, tu mirada tenla fija en Mí, para que veas si puedes dar a tu pequeño Jesús algún consuelo, una palabrita de amor, una caricia, un beso, que dé tregua a Mi llanto y a Mis aflicciones. 

                    Escucha hija Mía, después de haber dado ocho excesos de Mi Amor, y que el hombre tan malamente Me correspondió, Mi Amor no se dio por vencido, y al octavo exceso quiso agregar el noveno, y esto fueron las ansias, los suspiros de fuego, las llamas de los deseos de que quería salir del Seno materno para abrazar al hombre, y esto reducía a Mi pequeña Humanidad aún no nacida a una agonía tal que estaba a punto de dar Mi último respiro. Y mientras estaba por darlo, Mi Divinidad que era inseparable de Mí, Me daba sorbos de vida, y así retomaba de nuevo la vida para continuar Mi agonía y volver a morir nuevamente. Este fue el noveno exceso de Mi Amor, agonizar y morir continuamente de amor por la criatura. 

                    ¡Oh, qué larga agonía de nueve meses! ¡Oh, cómo el amor Me sofocaba y Me hacía morir! Y si no hubiera tenido la Divinidad Conmigo, que me daba continuamente la vida cada vez que estaba por morir, el Amor Me habría consumado antes de salir a la luz del día”. 

                    Después agregaba: “Mírame, escúchame como agonizo, como Mi pequeño Corazón late, se afana, arde; mírame, ahora muero”. Y hacía un profundo silencio. Yo me sentía morir, se me helaba la sangre en las venas y temblando le decía: “Amor mío, Vida mía, no mueras, no me dejes sola, Tú quieres amor y yo Te amaré, no Te dejaré más, dame Tus llamas para poderte amar más y consumarme toda por Ti”.



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