miércoles, 7 de febrero de 2024

LA FE PURA E INMACULADA: LA IGLESIA ESCONDIDA EN CATACUMBAS

 

Y muchos falsos profetas 
se levantarán, y engañarán a muchos; 
y por haberse multiplicado la maldad, 
el amor de muchos se enfriará. 
Mas el que persevere hasta el fin, 
éste será salvo.

Evangelio de San Mateo, cap. 24, vers. 1-13


               En estos tiempos oscuros en que estamos viviendo, somos testigos directos de la ruina moral de la "Iglesia del Concilio"; a diario, sus jerarcas y teólogos parecen inmersos en la misión de desmontar la Fe de los Apóstoles, negando la Sana Doctrina, negando lo escrito en la Sagrada Escritura, desnudando de Poder a Dios, negando los Dogmas de Fe, contaminando el "culto" en base a experiencias personales, muchas veces llenas de una soberbia increíble y descalificando la Fe bimilenaria de la Iglesia para implantar su propia doctrina como objeto de verdad. 



               Esta Apostasía es tan evidente como contagiosa, ya que lo que empezó a principios del siglo XX con un grupúsculo de "modernistas", perseguidos y condenados por los Papas, se ha convertido en un ejército, que actuando desde los resortes de la "Curia Romana", valiéndose de la infraestructura eclesiástica, han creado una nueva religión, "Católica" sólo de nombre, ya que se nutre de viejas, nuevas y falsas doctrinas, anatemizadas ayer y ensalzadas hoy, señalando así a Nuestro Señor como mentiroso, que nos aseguró que Él es "el mismo ayer, hoy y por los siglos" (San Pablo a los Hebreos, cap. 13, vers. 8).

               La Apostasía, manifestada sin disimulo desde el inicuo "Concilio Vaticano II", en los últimos años ha envenenado a Roma con enseñanzas relativistas en cuanto al bien y al mal, como las recientes "bendiciones" a homosexuales y adúlteros, propuestas y firmadas por el "Papa" Bergoglio, el mismo que asegura que la salvación es para "todos, todos y todos", en un claro apostolado del indiferentismo religioso, herejía condenada por la Iglesia Católica... claro que en esa falsa iglesia no les preocupa demasiado el destino de las almas: en el peor de los casos, el Infierno, si existe, "está vacío", según sentencia del individuo que mancha la sotana blanca.

               En estas últimas décadas hemos visto que si no se predica del pecado, el hombre pierde la conciencia del bien y del mal, entrando de esta manera el alma en la conocida como Apostasía Moral; así ocurre en la "Iglesia del Concilio", donde se impone el no hablar sobre el mal -tampoco se predica sobre la virtud- renunciando así a la conversión del pecador y aceptando que es mejor que el hombre permanezca como está, en base a una falsa misericordia que sólo arrastra al alma a una ciénaga, de lodo herético y ruina moral de la que es muy difícil salir. 

               Un buen Católico, que quiera conservar y perseverar en la Fe de Nuestro Señor Jesucristo, ha de abstenerse completamente de participar o tener colaboración alguna con la neo religión que predica la "Iglesia del Concilio", ya sea en Parroquias, Catequesis, Cofradías, Órdenes Terceras, grupos de oración, etc. 

               Si hay posibilidad de tener la asistencia de algún Sacerdote (válidamente ordenado) debemos acogernos a su guía para recibir los Sacramentos y tener la dicha de asistir al Santo Sacrificio de la Misa.

               En caso contrario, si no podemos tener acceso a un Sacerdote íntegro, que profese la genuina Fe Católica, debemos mantenernos en Catacumbas, esto es, vivir al modo de los primeros Cristianos; en Catacumbas nada nos impedirá existir en continua oblación de nuestro día, en la observancia de la Santa Ley de Dios, rezando con piedad y a diario: desde por la mañana con el Ofrecimiento de Obras,  buscando oportunamente un tiempo para el Santo  Rosario (al menos el rezo y contemplación de cinco Misterios), también realizando frecuentes Comuniones Espirituales, o elevando el alma al Cielo con la recitación frecuente de jaculatorias o con la práctica de alguna devoción particular, como al Sagrado Corazón de Jesús, o las Santas Llagas; en Catacumbas nunca dejemos de asirnos de la mano de Nuestra Santa Madre, usando Su Escapulario del Carmelo como prenda de consagración a Ella y arma efectiva en las luchas espirituales. 

               En Catacumbas, donde somos perseguidos, calumniados, marginados, pero en donde nos mantenemos Católicos al fin, apartados de la connivencia con el mundo y sus vanidades, libres de la herejía y del engaño modernista de crear un dios a nuestro acomodo, guerreros que afilan las armas del combate con la piedra de la Doctrina y del Magisterio Católicos, aguardando el pronto Regreso de Cristo como Justo Juez, que ha de separar, para siempre, la cizaña del trigo, que bendecirá a los que le han servido en espíritu y en verdad y que maldecirá eternamente a los que lo han negado delante de los hombres.


ALGUNOS TEXTOS ALUSIVOS
A LA APOSTASÍA ACTUAL


                Porque llegará el tiempo en que los hombres no soportarán más la sana doctrina; por el contrario, llevados por sus inclinaciones, se procurarán una multitud de maestros que les halaguen los oídos, y se apartarán de la Verdad para escuchar cosas fantasiosas. Tú, en cambio, vigila atentamente, soporta todas las pruebas, realiza tu tarea como predicador del Evangelio, cumple a la perfección tu ministerio.

II Timoteo, cap. 4, vers. 3-5


               ...habrá entre vosotros falsos maestros que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina. Y muchos seguirán sus disoluciones... 

2 Carta de San Pedro, cap. 2, vers. 1-2


               Por lo que respecta a la Venida de Nuestro Señor Jesucristo y a nuestra reunión con él, os rogamos, hermanos, que no os dejéis alterar tan fácilmente en vuestro ánimo, ni os alarméis por alguna manifestación del Espíritu, por algunas palabras o por alguna carta presentada como nuestra, que os haga suponer que está inminente el Día del Señor. 

               Que nadie os engañe de ninguna manera. Primero tiene que venir la Apostasía y manifestarse el Hombre impío, el Hijo de perdición, el Adversario que se eleva sobre todo lo que que lleva el nombre de Dios o es objeto de culto, hasta el extremo de sentarse él mismo en el Santuario de Dios y proclamar que él mismo es Dios.

San Pablo en II Tesalonicenses, cap. 2, vers. 1-4


               Como los impíos no prevalecieron contra Él (Cristo), aun cuando lo amarraron con cuerdas, lo arrastraron al juicio, le vendaron los ojos, se burlaron de Él como un rey falso, lo hirieron en la cabeza como un falso Profeta, le arrastraron, y lo crucificaron, y en el ejercicio de su poder parecían tener un dominio absoluto sobre Él, de modo que Él cayó en tierra y casi fue aniquilado bajo sus pies; y como en el mismo tiempo en que estaba muerto y sepultado fuera de sus ojos, fue conquistador de todos, resucitó al tercer día y ascendió al Cielo, y fue coronado, glorificado e investido con Su Realeza y reina Rey de reyes y Señor de señores, así será con su Iglesia: aunque por un tiempo perseguida y, a los ojos del hombre, derrocada y pisoteada, destronada, despojada, burlada y aplastada, incluso en ese gran tiempo de triunfo las puertas del Infierno no prevalecerán. 

               En la Iglesia de Dios hay una resurrección y una ascensión, una realeza y un dominio, una recompensa de Gloria por todo lo que ha soportado. Como Jesús, necesita sufrir en el camino a su corona; así será coronada eternamente con Él. 

               Que nadie, entonces, se escandalice si la profecía habla de los sufrimientos por venir. Nos encanta imaginar triunfos y glorias para la Iglesia en la tierra, que el Evangelio sea predicado a todas las naciones, y que el mundo se convierta, y todos los enemigos sometidos, y no sé qué, hasta que algunos oídos se impacientan al oír que hay dispuesto, para la Iglesia, un tiempo de terrible juicio. Y así hacemos como los judíos de antaño, que buscaban un conquistador, un rey y la prosperidad; y cuando su Mesías vino en humildad y pasión, no lo conocieron. Así que, me temo, muchos de nosotros con nuestras mentes intoxicadas con visiones de éxito y victoria, no podemos soportar la idea de que hay un tiempo de persecución por venir para la Iglesia de Dios....

               Los Santos Padres que han escrito sobre el tema del Anticristo y de las profecías de Daniel, sin una sola excepción, hasta donde yo sé, y son los Padres tanto del Oriente como del Occidente, los griegos y los latinos, todos ellos unánimemente, dicen que en los Últimos Tiempos del mundo, durante el reinado del Anticristo, el Santo Sacrificio del Altar cesará. En la obra sobre el Fin del Mundo, atribuida a San Hipólito, después de una larga descripción de las aflicciones de los últimos días, leemos lo siguiente: 

               "Las iglesias se lamentarán con gran lamentación, porque no se ofrecerá más Oblación, ni incienso, ni adoración aceptable a Dios. Los edificios sagrados de las iglesias serán como chozas; Y el precioso Cuerpo y Sangre de Cristo no se manifestará en aquellos días; la Liturgia se extinguirá; Cesará el canto de los salmos; la lectura de la Sagrada Escritura ya no será escuchada. Pero habrá tinieblas sobre los hombres tinieblas, lamentación tras lamentación, y aflicción tras aflicción.

               Entonces la Iglesia será dispersada, echada al desierto, y será por un tiempo, como era al principio, invisible, escondida en Catacumbas, en cuevas, en montañas, en lugares de escondite; Por un tiempo será barrida, por así decirlo, de la faz de la tierra. Tal es el testimonio universal de los Padres de los primeros siglos....".

               La Palabra de Dios nos dice que hacia el Final de los Tiempos el poder de este mundo se volverá tan irresistible y tan triunfante que la Iglesia de Dios se hundirá bajo su mano, que la Iglesia de Dios no recibirá más ayuda de los emperadores, reyes, príncipes, legislaturas, naciones, pueblos, para resistir en contra de la fuerza y el poderío de su antagonista. Se le privará de protección. Se debilitará, desconcertará y se postrará, y estará sangrando a los pies de las potencias de este mundo.

Cardenal Henry Edward Manning, 1861


               La primera de las consecuencias de la apostasía de los Estados es la condenación eterna de una multitud de almas. Porque cuando el error está encarnado en fórmulas legales y en las prácticas administrativas, él penetra en los espíritus en profundidades donde se torna casi imposible extirparlo.

Cardenal Louis-Édouard Pie


              

               ...ya no hay almas generosas ni persona digna de ofrecer la Víctima sin mancha al Eterno a favor del mundo. 

               Esta será la hora de las tinieblas. La Iglesia tendrá una crisis espantosa... Roma perderá la Fe y se convertirá en la sede del Anticristo...  La Iglesia será eclipsada, el mundo quedará consternado... 

               Abolirán la Fe poco a poco, aún entre las personas consagradas a Dios; las cegarán de tal manera que, a menos de una gracia particular, esas personas tomarán el espíritu de sus malos ángeles: muchas casas religiosas perderán completamente la Fe y perderán a muchísimas almas. 

               ...llamo a los Apóstoles de los Últimos Tiempos, los fieles Discípulos de Jesucristo que han vivido en el menosprecio del mundo y de sí mismos, en la pobreza y en la humildad, en el desprecio y en el silencio, en la oración y en la mortificación, en la castidad y en la unión con Dios, en el sufrimiento y desconocidos del mundo.

Del Secreto de Nuestra Señora de La Salette, 1879



martes, 6 de febrero de 2024

MI ÁNGEL ME ABRAZÓ Y ME BESÓ MUCHAS VECES. El Ángel Custodio de Santa Gema

 


               Siguiendo las indicaciones de LA SEMANA DEL BUEN CRISTIANO dedicamos este día de Martes a recordar a nuestro Ángel Custodio; siempre vela por nosotros, desde que nacemos, durante nuestra vida, en el momento que nos tengamos que presentar ante el Juicio de Dios, en el el Purgatorio... no podrás encontrar amigo y defensor más fiel. Si de veras quieres su ayuda y protección, empieza desde hoy a encomendarte cada mañana a tu Custodio, como lo han hecho tantos Santos, como es el caso de Santa Gema Galgani.

               Santa Gema Galgani (1878-1903) gozó de la compañía constante de su Ángel Custodio, con quien siempre mantuvo una relación familiar: agraciada con una clara visión de él, rezó en su celestial compañía en multitud de ocasiones. 

               Santa Gema consideraba a su Ángel de la Guarda como un amigo siempre presente, leal compañero que le prestó todo tipo de ayuda, incluso llevando mensajes a su Confesor en Roma; este Sacerdote, el Padre Germán de San Estanislao, de la Orden de los Pasionistas, dejó el relato de esta íntima amistad de Santa Gema con su celestial protector.

               Nos cuenta la Santa en su Diario: "Jesús no me deja estar sola un instante, sino que hace que esté siempre en mi compañía el Ángel de la Guarda… El Ángel, desde el día en que me levanté, comenzó a hacer conmigo las veces de maestro y guía; me reprendía siempre que hacía alguna cosa mal y me enseñaba a hablar poco". 

               A veces, el Ángel le amenazaba de no hacerse ver más, si no obedecía al confesor en todo. Y le llamaba seriamente la atención, cuando hacía algo mal y la corregía constantemente para que fuera perfecta en todo. En ocasiones, le daba ciertas normas: "Quien ama a Jesús, habla poco y soporta mucho. Obedece puntualmente y en todo al confesor sin replicar. Cuando cometas alguna falta, acúsate de inmediato y pide disculpas. Acuérdate de guardar tus ojos y piensa que el ojo mortificado verá las maravillas del Cielo" (28 de Julio de 1900).

               Cuando Gema, aún muy joven, decidió un día ponerse unas joyas de oro, con cierta satisfacción, para visitar a un familiar de quien las había recibido como regalo, escuchó una saludable advertencia de su Ángel, al regresar a casa, que la miró con severidad: "Recuerda que los collares preciosos, para embellecer a la novia de un Rey crucificado, sólo pueden ser sus espinas y su cruz".

               Muchos días, cuando se despertaba por la mañana, lo encontraba cuidándola a su lado, la bendecía y desaparecía de su vista. Y le insistía mucho en que "el camino más corto y verdadero (para llegar a Jesús) es el de la obediencia" (9-8-1900). Un día le dijo: "Yo seré tu guía y tu compañero inseparable".

               El Ángel le dictaba cartas: "Muy pronto escribiré a la M. Josefa, pero necesito esperar a que venga el Ángel de la Guarda y me la dicte, porque yo no se qué decirle". Le escribía a su director: "Después de su partida he quedado con mis queridos Ángeles, pero sólo dos, el suyo y el mío, se dejan ver. El suyo ha aprendido a hacer lo que hacía Usted. Por la mañana viene a despertarme y por la noche me da su bendición… Mi Ángel me abrazó y me besó muchas veces… Él me levantó del lecho, me acarició tiernamente y besándome me decía: Jesús te ama mucho, ámale tú también. Me bendijo y desapareció…"

               "Después de comer me sentí mal, entonces el Ángel me trajo una taza de café al que echó unas gotas de un líquido blanco. Estaba tan rico que, inmediatamente, me sentí curada. Después me hizo descansar un rato. Muchas veces, le hago pedir permiso a Jesús para que esté en mi compañía toda la noche; va a pedírselo y vuelve, no abandonándome, si Jesús le autoriza, hasta la mañana siguiente" 
(20-8-1900).

                El Ángel Custodio le hacía de enfermero y le llevaba cartas al correo. "La presente, le escribe a su Director, el Padre Germán de San Estanislao, se la entrego a su Ángel Custodio, que me ha prometido entregársela, haga usted otro tanto y se ahorra unos céntimos… El Viernes por la mañana expedí una carta por medio de su Ángel Custodio, que me prometió llevársela, así que supongo la habrá recibido. La tomó él con sus propias manos"

               A veces llegaban a su destino en la boca de un pajarito, como lo vio su director, que escribe: "Ella le daba encargos a su Ángel para el Señor, la Santísima Virgen y sus Santos protectores, entregándole cartas cerradas y selladas para ellos con el encargo de traerle la contestación, que efectivamente llegaba… ¡Cuántas veces estando hablando con ella y preguntándole, si su Ángel estaba en su puesto para hacerle guardia, Gema dirigía con encantadora desenvoltura la mirada hacia el lugar y, mirándole, quedaba extasiada y sin sentidos todo el tiempo que lo contemplaba!".


Comienza desde hoy a ser devoto de tu Santo Ángel;
un buen método es invocarlo muy a menudo mediante 
el siguiente Acto de entrega...





lunes, 5 de febrero de 2024

LA GRAN VERDAD DEL PREMIO DEL CIELO; "YO EN DIOS o EL CIELO", por el Padre Valentín de San José, Carmelita Descalzo de Las Batuecas, capítulo 5, puntos 25-28



               25- Cada época de la Historia tiene su especial apreciación de las cosas, y según la apreciación son los gustos y los modos de obrar. Pudieran asemejarse las épocas a los caracteres, cualidades y modos de ser de los hombres. Todos somos hombres, pero cada hombre tiene su especial carácter, su modo de ver y de ser y su propio gusto; todos parecidos, pero todos distintos aun entre los mismos hermanos de una familia. 

               En los hombres de Fe, y mucho más en los Santos, se ve brillar hermosa y atrayente, como estrella de segura orientación, la gran verdad del premio del Cielo. En proporción del fulgor que irradia esa esclarecedora verdad, son las acciones y el esfuerzo personal para practicar las obras rectas y dignas de la recompensa que Dios ha de dar en el Cielo. 

               Cuando se anubla la estrella de la esperanza del Cielo, se busca el paraíso en la tierra, con menosprecio de las obras buenas. Se pospone la virtud a la utilidad y al gusto. Como en lo misterioso de la soledad y en la noche serena se ve más fulgente el brillo de las estrellas, también cuando el alma reflexiona a solas con Dios o en silencio, impresiona más agradable y fuertemente el premio del Cielo. La noticia de la proximidad de la muerte, que a casi todos llena de pavor, alegra a muchas almas que han procurado agradar a Dios en su vida, porque ven acercarse el día del premio de sus obras en el Cielo y van a convivir con el Padre sumamente bueno y a ser ya felices con Él en toda delicia. 

               En boca del alma retirada en soledad con Dios se han puesto estas palabras: Aquí Dios "es mi gloria hasta que me llame, como se lo suplico y deseo no tarde. ¿Qué hago entre estos árboles sino estar con el pensamiento en el Cielo y, al mismo tiempo que amo a Dios y me ofrezco a Él, recordarle que le estoy esperando?... Dios llena mi corazón y estos riscos y quebradas cubiertas de verdura. Le canto al Señor el himno del deseo y de la alabanza unido a Sus Ángeles. Le digo que desfallezco por Él y jubiloso estoy esperándole. Creo que de un momento a otro ha de llegar, y, entre tanto, gusto de repetir con David: Todo mi gozo es vivir en el Señor (Salmo 103). Como brama el sediento ciervo por la fuente de aguas vivas, así, ¡oh Dios!, clama por Ti el alma mía" (Salmo 4. 1, 2) (1). 

               26- Hijo -decía Santa Mónica a su hijo Agustín-, no sé qué hago ya en la tierra. Siempre me da especial contento cuando en muchas vidas de Santos leo que, al comunicarles la inminencia de su muerte, exclamaron con David las palabras que tenían muy grabadas en el alma: "¡Qué hermosa noticia se me comunica! ¡Que me voy a la casa del Señor!" (Salmo 121, 1). Iban ya a recibir de las manos del Padre Amado en su palacio del Cielo el premio de todas sus obras buenas. Tenían ya prisa por ir a la Casa gloriosa del Padre, que es el Cielo, como la tiene la novia por celebrar el codiciado matrimonio. 

               Aunque la muerte siempre impone, tenían confianza en Dios, como Padre suyo, a quien siempre habían amado. Muchas son las almas ofrecidas a Dios, y fieles en su ofrecimiento, que han pedido a Dios abreviara su destierro, viniendo por ellos para llevarlos a la Patria a verle y gozarle y recibir el premio. 

               Cuando alguno ha sentido temor de presentarse a Dios como Juez, poniendo la confianza en Él, decían, como San Victoriano de Asán en sus últimos momentos: "Esta es la invitación del Señor de todas las cosas. Es forzoso pagar la deuda de la vida. Temo ciertamente la presencia del Juez, pero, confiando en la piedad del Padre, voy alegre a las bodas" (2). 

               Se ha de pasar por el túnel de la muerte; detrás está el Cielo. Muy santa vida hizo San Fructuoso en la soledad, y fundó numerosos monasterios para la multitud de jóvenes que le seguían; confiado, exclamaba en su última despedida: "No temo a la muerte, pues, aunque pecador, voy a la presencia divina" (3). Su aspiración había sido el Cielo, y del Cielo su conversación; tras de una vida de virtudes, penitencias y trato con Dios en retiro, se iba al deseado Cielo, al Palacio del Padre celestial, a la Patria de la Felicidad. 

               Los Santos eran sinceros y humildes. Dejaron escritos los dolores de las pruebas y purificaciones con que Dios acrisoló sus almas y las ansias que sentían de salir de la tierra, y también dijeron el gozo tan inefable que algunas veces, muy de corrida, experimentaron cuando el Señor quiso alentarlos a mayor perfección con alguna merced extraordinaria muy regalada. Nos dicen que los gozos terrenos que se puedan disfrutar o soñar no pueden compararse con los que Dios les dio a gustar, y con un solo momento que se gusten se ven las almas sobrepagadas de todos los sufrimientos y angustias que habían pasado y pudieran pasar. 

               27- Después del sobrenatural conocimiento y gozo que Dios le comunicó a San Pablo y de la celestial delicia con que envolvió e iluminó su espíritu, nos dijo el Apóstol muy alta y lacónicamente, lo más que se puede decir, explicando que "no es posible expresar lo que vio, gustó y oyó, porque ni ojo alguno vio, ni oreja oyó, ni pasó a hombre por pensamiento cuáles cosas tiene Dios preparadas para aquellos que le aman" (1 Cor. 2, 9). 

               No comparó gozos y alegrías de la tierra con los gozos y alegrías del cielo, porque no hay comparación posible, pues en nada se parecen; pero exaltó la excelencia y deslumbramiento del premio insospechado e insoñable que Dios dará por las virtudes y sacrificios vividos por Su amor, diciendo: "A la verdad, estoy firmemente persuadido de que los sufrimientos o penas de la vida presente no son de comparar con aquella gloria venidera que se ha de manifestar en nosotros" (Rom. 8, 18). 

               Esta vida de la tierra es de sombra, y la del Cielo es de luz. El vivir de aquí ha de ser un continuo sembrar con trabajo y en noche para recoger en el Cielo con inefable y perdurable gozo. San Pablo no era feliz aquí, pero esperaba confiado lo sería sobre toda ilusión en el Cielo, y decía: "Mi única mira es... ir corriendo hacia el hilo para ganar el premio a que Dios me llama desde lo alto por Jesucristo" (Filip. 3, 13-14). 

               Los Santos tampoco eran felices, como no lo es hombre alguno sobre la tierra, pero no se cambiaban por nadie y sembraban para el Cielo, donde lo serían. San Agustín expresó sobre esta verdad, como sobre otras muchas, el sentimiento del corazón humano cuando escribe: "No sé cómo, pero todos tenemos conocimiento de lo que es la felicidad. Que si mi cuerpo vive de mi alma, mi alma vive de Ti, Dios mío. Hay quienes son felices en esperanza. Es un modo de ser felices muy inferior a serlo en realidad, pero es muy superior a aquellos que no son felices ni en la realidad ni en la esperanza" (4). 

               Algunas almas de grandes virtudes y mucho trato con Dios han recibido en la tierra mercedes sobrenaturales como caricias de brisas de Cielo, y experimentaron tan íntimo y regalado gozo, aunque sólo un momento, que se sentían con ellas llenas de felicidad. Estas mismas caricias de las brisas del Cielo en rapidísima mirada de Dios, aumentaban en ellas las ansias de ir al Cielo, a ver y poseer y gozar de Dios, que es la felicidad; de ir a "aquella vida de arriba, que es la vida verdadera" (5). 

               Y son mujeres santas la mayoría de los que han dejado escritas más detalladamente algunas mercedes muy íntimas y sobrenaturales, gozosas o penosas, que el Señor las comunicó. Las mujeres han sido más comunicativas y explícitas que los hombres en sus intimidades con Dios. Será por su mayor ternura o afecto natural o por su más perfecta entrega y confianza en Dios, o porque lo escribían y comunicaban para que sus Directores examinaran si eran o no mercedes de Dios, o porque los mismos Directores se lo mandaban. Pero el número de mujeres que nos han dejado descritas las intimidades inefables vividas de gozos o de pruebas, de comunicaciones y de hablas divinas es muy superior al de hombres. El hombre es de suyo más reservado -lo fuera para todo- y por eso lo habrá sido también en consignar las luces extraordinarias recibidas de Dios o las expone a modo doctrinal. 

               De sí misma escribe Santa Gertrudis que, aun cuando hubiera andado todo el mundo de Oriente a Occidente no hubiera nunca podido comprender la luz y el gozo que Dios, en un momento, la dio a gustar en tan subido grado que parecía hasta la médula de los huesos se la transformaba en dulzura (6)

               28- Santa Francisca Romana y Santa Brígida salían como de sí mismas para alabar a Dios y darle a conocer a todos, transportadas por la magnificencia de la comunicación divina, y crecían con ellas las ansias de ir al Cielo a verle ya con la luz de la gloria en Su Esencia y perfecciones. 

                 Más conocidas y admirables son las impresionantes manifestaciones de Santa Catalina de Siena y de Santa María Magdalena de Pazzis. Y Santa Catalina de Génova decía que una sola chispa del Amor Divino que recibía bastaba para convertir el Infierno en delicia, y a sus moradores en Bienaventurados. 

               Santa Teresa de Jesús, como la representación más expresiva y llena de luz de las mujeres santas que han manifestado regalos sobrenaturales, describe maravillosamente los gozos que su alma sentía, tan intensos y deliciosos, que llena de agradecimiento, dijo al Señor: "O ensanchase su flaqueza o no la hiciese tanta merced, porque cierto no parecía lo podía sufrir el natural" (7). ¡Y era sólo una gota de este río abundoso! ¿Cómo serán los gozos que experimenta el alma a quien Dios quiere dárselo? ¿Y cómo serán en el Cielo? Es imposible tener idea ni imaginarlos. A nada se parecen. Son gozos de otra especie de los que recibimos por los sentidos. Ni aun los que los recibieron podrán no decirlo, que es imposible; pero ni aun darnos una noción o comparación, aunque muy lejana, de la dulcísima realidad y de los súbitos deseos que despertaban en ellos. Son regalos especialísimos de Dios, y tan regalados que les hacían exclamar: ¿Qué dejáis, Dios mío, para el Cielo? 

                Santa Teresa escribe: "Un momento de aquel gusto no se puede haber acá, ni riquezas, ni honras ni deleites que basten a dar un cierra ojo y abre de este contentamiento, porque es verdadero y contento que se ve que nos contenta" (8). Y de los efectos de cierto modo de oración escribe: "Es tanto el gozo que parece algunas. veces no queda un punto para acabar el ánima de salir del cuerpo" (9), del deleite experimentado.


NOTAS

1) Un Carmelita Descalzo: Alegría de morir, cap. VIII
2)  Fray Justo Pérez de Urbel: Año Cristiano, 12 de Enero
3) Isabel Flores de Lemus: Año Cristiano Ibero Americano, 16 de Abril
4) San Agustín: Las Confesiones, lib. X, cap. 20. Ya citado en el cap. III, núm. 6
5)  Santa Teresa de Jesús: Poesías
6)  Santa Gertrudis: Libro de las Revelaciones, lib. II, capítulo XXIII
7) Santa Teresa de Jesús: Cuentas de conciencia, 25
8)  Id., Vida, 14, 5
9)  Id.: Vida, 17, 1





domingo, 4 de febrero de 2024

EL ÁNGEL DEL SEÑOR SE LE APARECIÓ EN SUEÑOS. Los Siete Domingos de San José. Primer Domingo


               En este tradicional septenario dedicado a Nuestro Padre y Señor San José, recordaremos sus principales siete Dolores y Gozos; en este año, 2024, comenzaremos el Domingo 4 de Febrero y concluiremos el Domingo 17 de Marzo. 

                El Papa Pío IX se dignó conceder el 1 de Febrero de 1847, una Indulgencia Plenaria para cada uno de los Siete Domingos de San José, si se observan las condiciones de Confesión, Comunión y visita en cualquier templo, rogando por las necesidades del Sumo Pontífice y/o de la Santa Iglesia. No hay época señalada para practicar la devoción de los Siete Domingos, pero sí se exige que sean seguidos, sin interrupción.



PREPARACIÓN

               Este ejercicio piadoso en honra del Glorioso San José apenas te llevará unos minutos; procura hacerlo teniendo cerca una imagen suya, que bien puede ser la que acompaña este artículo. Luego, recogido de las preocupaciones cotidianas, intenta adentrarte en espíritu en la casa de Nazareth, y situado en medio de la Sagrada Familia, contempla la figura paternal de San José, que cuida al Niño, lo besa, lo educa, lo mima... ¿qué podrá negar Jesús Nuestro Señor al que así lo acunó en Su Santa Infancia?


El Ángel del Señor 
se le apareció en sueños... 



INICIO

               Por la señal + de la Santa Cruz, etc.

               En el Nombre del Padre, y del Hijo + y del Espíritu Santo. Amén

               Señor mío, Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío, por ser Vos quien sois, Bondad infinita y porque os amo sobre todas las cosas, (se golpea el pecho 2 veces) a mí me pesa, pésame, Señor, de todo corazón haberos ofendido; yo os propongo firmemente la enmienda de nunca más pecar, y apartarme de todas las ocasiones de ofenderos; confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.

              Os ofrezco, Señor, mi vida, obras y trabajos, en satisfacción de todos mis pecados, y, así como os lo suplico, así confío en Vuestra Divina Bondad y Misericordia infinita, me los perdonaréis, por los merecimientos de Vuestra Preciosísima Sangre, Pasión y Muerte, y me daréis gracia para enmendarme y perseverar en Vuestro santo servicio hasta el fin de mi vida. Amén.


OFRECIMIENTO

               Glorioso Patriarca San José, eficaz consuelo de los afligidos y seguro refugio de los moribundos; dignaos aceptar el obsequio de este Ejercicio que voy a rezar en memoria de vuestros Siete Dolores y Gozos. Y así como en vuestra feliz muerte, Jesucristo y Su Madre María os asistieron y consolaron tan amorosamente, así también Vos, asistidme en aquel trance, para que, no faltando yo a la fe, a la esperanza y a la caridad, me haga digno, por los méritos de la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo y vuestro patrocinio, de la consecución de la vida eterna, y por tanto de vuestra compañía en el Cielo. 


DOLORES Y GOZOS DE SAN JOSÉ

          -Primer Dolor: Cuando San José estaba dispuesto a repudiar a su Inmaculada Esposa 

"Estando desposada su madre María con José, antes de vivir juntos se halló que había concebido en su seno por obra del Espíritu Santo" (Evangelio de San Mateo, cap.1, vers.18).

          -Primera Alegría: Cuando el Arcángel le reveló a San José el sublime Misterio de la Encarnación 

"El Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, pues lo concebido en Ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús" (Evangelio de San Mateo, cap.1, vers. 20-21).




ORACIÓN

          Glorioso San José, Esposo de María Santísima. Como fue grande la angustia y el dolor de tu corazón, en la duda de abandonar a tu Purísima Esposa, así fue inmensa la alegría cuando te fue revelado por el Ángel el soberano Misterio de la Redención.

          Por este Dolor y aquella Alegría, te rogamos nos consueles en las angustias de nuestra última hora y nos concedas una santa muerte, después de haber vivido una vida semejante a la tuya junto a Jesús y María. 

         Ahora, reza con piedad un Padrenuestro, un Avemaría, el Ave de San José y un Gloria, para terminar diciendo

         Jaculatoria: San José, Modelo y Patrono de aquellos que aman al Sagrado Corazón de Jesús, ruega por nosotros.

        Y terminamos este ejercicio piadoso signándonos en el Nombre del Padre, y del Hijo + y del Espíritu Santo. Amén.



sábado, 3 de febrero de 2024

SOBRE LA INMACULADA CONCEPCIÓN, en el 170 Aniversario del Dogma

 




                ...nada puede conducir más eficazmente a este fin, que, con la práctica de la Religión y la piedad hacernos propicia a la excelsa Madre de Dios, la Virgen María, que es la que puede alcanzarnos la paz y dispensarnos la gracia, colocada como está por Su Divino Hijo en la cúspide de la Gloria y del poder, para ayudar con el socorro de su protección a los hombres que en medio de fatigas y peligros se encuentran en la Ciudad Eterna. 

          En tiempos críticos y angustiosos siempre el principal y constante cuidado de los católico refugiarse bajo la égida de María y ampararse a su maternal bondad, lo cual demuestra que la Iglesia católica ha puesto siempre y con razón en la Madre de Dios toda su confianza. En efecto, la Virgen, exenta de la mancha original, escogida para ser la Madre de Dios y asociada por lo mismo a la obra de la salvación del género humano, goza cerca de su Hijo de un favor y poder tan grande, como nunca han podido ni podrán obtenerlo ni los hombres ni los Ángeles. 

          Así, pues, ya que le es sobremanera dulce y agradable conceder su socorro y asistencia a cuantos la pidan, desde luego es de esperar que acoja cariñosa las preces de la Iglesia universal.


Papa León XIII, Encíclica "Supremi Apostolatus Officio", 
1 de Septiembre 1883




viernes, 2 de febrero de 2024

LA REINA DE LAS VICTORIAS Y MADRE DEL BUEN SUCESO




               El Convento de la Inmaculada Concepción fue el primer convento de religiosas en la ciudad de Quito, Ecuador. La Nobleza Católica del lugar había pedido al Rey Felipe II esta fundación, para que las mujeres de la Provincia española pudieran disfrutar de los beneficios de la vida religiosa.

               Cinco hermanas profesas de la Orden de la Inmaculada Concepción fueron enviadas desde la Península Ibérica, como Madres Fundadoras del nuevo y primer Convento de la Orden de la Inmaculada Concepción en América. Les  acompañaba una muchacha de apenas 13 años de edad, Mariana de Jesús Torres Berriochoa, sobrina de la Madre Superiora. Mariana era de aristocrática familia de Vizcaya, al norte de España, pero desde niña quiso consagrarse por entero a Dios y desde que supo de la fundación del Convento, insistió a sus padres que le permitiesen unirse al grupo fundador; con el tiempo se convertiría en la más conocida de las Madres Fundadoras, pero permaneció casi desconocida fuera de Ecuador hasta el siglo XX.  

               Las Madres Fundadoras llegaron a Quito el día 30 de Diciembre de 1576; en Enero de 1577, se fundó el Monasterio entregándose al Reverendo Padre Antonio Jurado, franciscano, el gobierno temporal y espiritual de las religiosas quien recibió los votos de obediencia de las religiosas concepcionistas.

               La joven Mariana hizo un rápido avance en la vida espiritual y disfrutó de muchos favores del Cielo y gracias sobrenaturales. También practicaba la penitencia severa y fue elegida por Dios para sufrir como alma víctima. 

              Muchos de sus sufrimientos fueron ocasionados por sus Hermanas de Religión, que eran poco estrictas, y que se rebelaban contra la forma austera de vida insistida por la Beata Beatriz de Silva y las Madres Fundadoras españolas y exigido por la Santa Regla de la Comunidad. En el año 1592 la Madre Mariana fue elegida para ser Abadesa en lugar de su tía, muy enferma entonces y que murió poco después.

               Tal día como hoy, coincidiendo con la Fiesta de la Presentación de la Virgen, en la mañana del 2 de Febrero de 1594, con un corazón lleno de amargura y dolor, la Madre Mariana se hallaba en profunda oración, postrada en el suelo en el coro alto del Convento; suplicaba a Nuestro Señor, por intercesión de Su Madre Santísima, que terminara aquellas duras pruebas por las que pasaba la Comunidad y pusiera fin a los muchos pecados que se cometen en el mundo. 

APARICIÓN DE NUESTRA SEÑORA

               Durante este largo acto penitencial, la Madre Mariana de Jesús se percató de la presencia de alguien delante de ella. Su corazón estaba perturbado, pero una voz dulce la llamaba. Se levantó rápidamente y vio delante de ella una Dama muy bella que llevaba al Niño Jesús en su brazo izquierdo y, en su derecho, un pulido báculo de oro adornado con preciosas piedras de sobrenatural belleza.




               Con el corazón lleno de alegría y felicidad, se dirigió a la aparición: "Bella Señora, ¿quién eres Tú y ¿qué quieres que haga? ¿No sabes que no soy yo más que una pobre hermana, llena de amor a Dios, pero sin duda también desbordada de dolor?"

               La Señora respondió: "Yo Soy María del Buen Suceso, la Reina del Cielo y la Tierra. Porque eres un alma religiosa llena de Amor de Dios y de Su Madre es que estoy hablando contigo ahora. He venido del Cielo para consolar tu corazón afligido. Tus oraciones, lágrimas y penitencias son muy agradables a Nuestro Padre Celestial. El Espíritu Santo que consuela tu espíritu y te sostiene en tus tribulaciones formó con tres gotas de la sangre de Mi corazón al Niño más hermoso de la humanidad. Durante nueve meses, Yo, Virgen y Madre, lo llevé en Mi seno purísimo. En el establo de Belén, le di a luz y lo acosté a descansar en la paja fría.

               Como tu Madre, le traigo aquí, en Mi brazo izquierdo, para que juntas podamos restringir la Mano de la Divina Justicia, que está siempre dispuesta a castigar a este desdichado mundo criminal. En Mi brazo derecho llevo el báculo que ves, por el cual deseo gobernar este Convento como Abadesa y Madre.

              Yo Soy la Reina de las Victorias y la Madre del Buen Suceso, y es bajo esta invocación que deseo ser conocida en todo tiempo... Mi Santísimo Hijo desea darte todo tipo de sufrimientos. Y para infundirte el valor que necesitarás, Me lo quito de Mis brazos. Recíbele en los tuyos. Mantenlo en tu corazón imperfecto..."

               La Santísima Virgen puso el Divino Niño en los brazos de la feliz religiosa, que Le abrazó y acarició con cariño. Mientras lo hacía, sintió en su interior un fuerte deseo de sufrir. 

LA VIRGEN LE PIDE QUE HAGA UNA IMAGEN SUYA

               Más adelante, en una nueva Aparición que tuvo lugar el 16 de Enero de 1599, la Santísima Virgen le dio a conocer diversos hechos futuros. Al despedirse de la madre Mariana de Jesús, Nuestra Señora le manifestó:

               “Es Voluntad de Mi Hijo Santísimo que tú misma mandes a trabajar una estatua Mía, tal como Me ves y la coloques encima de la Silla de la Prelada, para desde allí gobernar Mi Convento [...] para que entiendan los mortales que Yo Soy poderosa para aplacar la Justicia Divina, alcanzar piedad y perdón a toda alma pecadora que acuda a Mí con corazón contrito, porque Soy la Madre de Misericordia y en Mí no hay sino Bondad y Amor”.

              En los años siguientes, la religiosa sufrió un terrible calvario. Sólo el 5 de Febrero de 1610 se pudo contratar al escultor designado por Nuestra Señora.

              La Madre Mariana, comunicó entonces al Obispo el pedido de Nuestra Señora de mandar a elaborar la imagen. El Prelado quedó profundamente conmovido y entró en contacto con Francisco del Castillo.

               El escultor apenas podía contener su sorpresa, alegría y gratitud por haber sido nombrado para este santo  proyecto y rechazó cualquier pago en vista de que ya se consideraba completamente compensado al haber ser elegido por la misma Santísima Virgen. Pidió solamente que su familia y descendientes permanezcan siempre en los rezos de la comunidad.

              Se confesó, comulgó y empezó la elaboración de su obra, siempre bajo la orientación de la Madre Mariana, que le indicaba las facciones y la postura de Nuestra Señora, recibiendo también las medidas exactas con las que tenía que ser entallada la imagen, esto es, cinco pies y nueve pulgadas de alto.

              Cinco meses le llevarían al artista para realizar la obra. Faltándole algunas pulidas, salió de viaje fuera de Quito en búsqueda de las mejores pinturas y los más finos barnices para concluir su trabajo.






CONFECCIÓN MILAGROSA DE LA IMAGEN DE NUESTRA SEÑORA

               Aquello sucedió en Enero de 1611, cuando la imagen estaba casi terminada, y solamente le faltaban los toques finales de tintura; entonces Francisco del Castillo informó a la Madre Mariana que como el acabado era lo más importante, deseaba contar con los más pulcros materiales que existieran. Fue a buscarlos en otro sitio, prometiendo regresar en dos semanas, suspendiendo así el trabajo después de recibir la Santa Comunión.

               Durante esos días en la Comunidad sólo se hablaba de la Santa Imagen que estaba a punto de ser acabada, bendecida e instalada como Reina y Superiora del Convento.

              En la mañana del 16 de Enero, mientras las Hermanas se acercaban al Coro Alto para rezar el Oficio Matinal, oyeron una hermosa melodía.

               Al entrar al Coro contemplaron la Imagen, bañada por una luz celestial, mientras que ecos de voces angelicales aun resonaban y cantaban el “Salve Sancta Parens

               Vieron que la Imagen había sido exquisitamente acabada y que su rostro emitía rayos brillantes de luz.

               Días después, el escultor se presentó en el Convento trayendo consigo los mejores esmaltes y listo para terminar su creación.

               Sin contarle nada, fue invitado por las Madres y llevado al Coro Alto donde, sorprendido por tal maravilla, exclamó emocionado:

               “Madres, qué es lo que veo? Esta Imagen preciosa no es el trabajo de mis manos! No puedo describir lo que siento en mi corazón! Esto es obra de manos angelicales! Es imposible en la tierra para cualquier escultor, por más hábil que sea, imprimir tal perfección y tal extraordinaria belleza!”. Y llorando, en medio de sentimientos profundos de Fe y Piedad, cayó a los Pies de la Sagrada Imagen.

               Enseguida, pidiendo papel y lápiz, testimonió por escrito y bajo juramento, que aquella Bendita Imagen no era obra suya, sino más bien de los Ángeles, pues la encontró totalmente distinta a su regreso.

               Don Francisco del Castillo, presuroso, salió del Convento, llegando donde el Obispo y emocionado le narró lo que sus ojos acababan de ver por lo que el Prelado acudió de inmediato donde las Madres, encontrando la Imagen transformada pero mucho más perfecta de lo que se desprendía del relato del escultor, y arrodillándose ante Ella, reconoció el prodigio mientras que de sus grandes ojos brotaban lágrimas. Atestiguó que la Imagen había sido modificada y enriquecida por manos no humanas. Conmovido y extasiado proclamó a los Pies de la misma:

               “María, Madre de Gracia y Madre de Misericordia, en la vida y sobre todo en la hora de la muerte, amparadnos, Grande Señora!”

               Luego, llamando a la Madre Mariana, electa nuevamente Abadesa, le pidió que entrara en el confesonario. Intuía que ella debía saber sobre lo ocurrido.

               La Santa Fundadora le relató entonces que en el día 15 de Enero de 1611, Dios le previno acerca de las Misericordias que presenciaría en la madrugada del día 16, pidiéndole además, se prepare con penitencias y mucha oración.

               Haciendo esto, ya en la madrugada, vio al Coro Alto y a toda la Iglesia iluminarse con luces celestiales. Luego se abrieron las puertas del Sagrario y en la Santa Hostia aparecía la Santísima Trinidad, conociendo en ese instante, el Misterio de la Encarnación del Verbo así como el Amor Infinito de las Tres Divinas Personas a María Santísima, la cual era aclamada como Reina y Señora por los Nueve Coros Angelicales.

               De inmediato, los tres Arcángeles se aproximaron ante la Imagen y San Miguel, reverenciándola, le decía:

               "María Santísima, Hija de Dios Padre!"
  
               Le seguía San Gabriel, diciendo:

               "María Santísima, Madre de Dios Hijo!"

               Finalmente, era San Rafael quién decía:

              "María Santísima, Esposa Purísima del Dios Espíritu Santo!"

              Luego apareció el Padre Seráfico San Francisco y junto a los tres Arcángeles se aproximaron a la Imagen semi-concluida por Don Francisco del Castillo y en un instante la rehicieron.

               "No tuve luz para percibir cómo se operó la transformación instantánea, pero fue tan linda como la vio Vuestra Reverencia" le relató la Madre Mariana al Obispo, acrecentando que "la Reina de los Ángeles, en medio de estas alegrías se acercó a la Imagen y penetró en ella, a manera de rayos de sol que inciden en hermosos cristales. En ese momento la Imagen adquirió vida y entonó con celestial armonía el Magníficat. Esto aconteció a las tres de la mañana".

               La Madre Mariana recuperó luego sus sentidos, viendo en su delante a la Bendita Imagen, bellísima y llena de luz como si estuviese en medio del sol.

              Por la mañana y al entrar al Coro, las Hermanas del Convento, contemplaron que la Imagen reflejaba una mirada majestuosa, serena, dulce, amable y atrayente. Comprendieron así que otras manos, otra inspiración, habían modelado aquella maravilla.




jueves, 1 de febrero de 2024

LOS CORAZONES EUCARÍSTICOS DE JESÚS Y MARÍA, de las Revelaciones al Hno. Estanislao José.



               En Junio de 1922 tuvo el Hermano Estanislao una Visión extraordinaria que llenó su alma de santas ilusiones: se le presentaron los Corazones Eucarísticos sentados en magníficos tronos; el Señor tenía a Su derecha a Su Bendita Madre, como se lee en el Libro I de los Reyes (2, 19): "Sentado el Rey en el trono e hizo poner otro para la Madre del Rey y la sentó a su derecha".

              Aparecían vestidos como Soberanos del Cielo con vestiduras bordadas en oro purísimo y perlas más resplandecientes que la misma luz, y ambos llevaban el corazón al descubierto y sobre él la Sagrada Hostia envuelta en llamas de amor inmenso a los hombres. Los Arcángeles San Miguel, San Gabriel y San Rafael les adoraban e incensaban igualmente a los dos. 

               La Aparición fue realmente grandiosa y decía él que era imposible describir, ni siquiera imaginar… era en verdad una visión apoteósica, que jamás habría de olvidar. Vienen pidiendo que Les honren con este glorioso título y él trabajó todo lo que pudo por extender esta preciosa invocación de Corazones Eucarísticos; nueva, es verdad, sobre todo para el Corazón Eucarístico de María, asunto que le trajo una contrariedad que no acabó hasta su muerte. 

              Por obediencia dejó de llamarlo así, pero en su interior sentía que la Madre quería que La honrase no sólo Su hijito, como le llamaba, sino todos los Cristianos. Me parece, no sólo conveniente sino muy provechoso aclarar esta especialidad de Corazón Eucarístico de María, que la Madre de Dios pide con tanta insistencia: 

               1º Con la palabra Corazón se quiere expresar la persona misma de la Virgen Santísima que hasta ahora, tanto en la liturgia como en las encíclicas de los papas y en el lenguaje común de los fieles, al nombrar Corazón de María se ha dicho Corazón Purísimo, Inmaculado, Doloroso, etc. Y por una intuición filial, al representar los artistas el Corazón de la Madre, suelen presentarlo con un lirio de pureza impoluta, símbolo de la pureza más que angélica; o con una espada bien hundida en el corazón, o con un zuncho de agudas espinas, como el de Fátima… Pues bien, al nombrarle con el título de Corazón Eucarístico, pide la Madre pongan una Hostia sobre Su Corazón encendido en llamas de amor al Divino Sacramento.

               Esta revelación al Hno. Estanislao, ya se la habían hecho antes a otros santos, a Santa Gertrudis en el siglo XIII, a la V.M. Ágreda en el siglo XVII, asegurándoles que desde la primera Comunión en la noche de Jueves Santo, permaneció siempre en Su Corazón la Divina Eucaristía, conservando las Sagradas Especies de una a otra Comunión. Este favor eucarístico, gran privilegio concedido primero a la Divina Señora, lo ha prodigado en el correr de los siglos a otras personas, y la Iglesia lo ha admitido ya, al canonizar a San Antonio Mª. Claret, como consta en la Bula de Canonización de este gran Santo español. 

                 También se ha asegurado tenerlo Santa Teresita del Niño Jesús, el Hno. Benjamín Antonio, nuestro mismo Hno. Estanislao José, y otras muchas almas que él vio en las distintas filas y que se pudo comprobar, como ya dijimos. 

               Quede bien señalado que la Madre de Dios se apareció muchas veces al Hno. Estanislao, presentándose con la Sagrada Hostia en Su Corazón, rodeada de luz y de fuego, símbolos de la Verdad y del Amor, diciéndole: "Hijo Mío, este Corazón es el Tesoro que tienes que revelar al mundo y mostrarle que en Él está Jesús Sacramentado y en Él quiere ser adorado".

                 2º Pide más la Divina Madre: "...pide que se Le venere junto con el Corazón de Su Hijo porque son inseparables, pide que en ambos Corazones se ostente la Sagrada Hostia y se extienda por doquier esta devoción". 

                3º Pide todavía más la Reina de los Cielos: "...pide que se La honre en la Divina Eucaristía con Su Divino Hijo, donde se encuentra espiritualmente, pero real y verdaderamente con Su Amado Hijo y porque Este así lo ha dispuesto". 

               4º "Pide que se extienda por todas partes la Devoción a los Corazones Eucarísticos de Jesús y María, y se consagren a Ellos, viviendo una vida de intimidad por la Comunión diaria, la visita al Sagrario, etc.". 

               5º Promete a todos los que se afanen por honrarles "ricos tesoros" de gracias y favores sobrenaturales, incluso el gran favor eucarístico, gran don del Cielo, que se prodigará a muchas almas en los próximos tiempos de gracia y redención".

               No seamos fríos ni indiferentes con nuestros amadísimos Soberanos, antes acudamos a Ellos con humildad pidiendo aumentos de Fe, Piedad, Pureza y Caridad y estemos seguros, que si cumplimos sus deseos, vendrán sobre nuestras almas esos "ricos tesoros" prometidos a esta nueva devoción la más espléndida y ubérrima de todas las devociones. 


"Hermano Estanislao José, un joven heroico desconocido"

Hno. Ginés de María Rodríguez f.s.c.


               Olimpio Fernández Cordero nació el 23 de Septiembre de 1903; vio la vida en Bustillo de la Vega, una pedanía de la provincia de Palencia (España). Desde muy pequeño dio claras muestras de una sincera piedad y de gran temor de Dios. Cuando estaba próximo a cumplir los 18 años ingresó en el Noviciado de Los Hermanos de La Salle de Bujedo (Burgos). Tornó su nombre por el de Estanislao José; según sus coetáneos siempre se comportó como un perfecto religioso. 

               Nuestro Señor y la Virgen Purísima se manifestarían a este joven consagrado para sumergirlo en una gran realidad sobrenatural: la Presencia de María Virgen en el Santísimo Sacramento del Altar, unida mística y realmente a Su Divino Hijo, desde que lo llevó en Sus entrañas virginales, hasta que los sostuvo entre Sus brazos tras el descendimiento de la Cruz, actuando así como Sagrario, Corredentora y Víctima junto a Nuestro Señor. 

               El Hermano Estanislao José murió en Griñón (Madrid), el 28 de Marzo de 1927, tras haberse ofrecido incesantemente como Víctima por el Reinado Eucarístico de los Sagrados Corazones.