¿Habéis pensado alguna vez en esta frase, insondable en el Misterio de Caridad que entraña: "Jesús cautivo, Jesús encarcelado por amor en el Sagrario?".
Miradle a través de esa reja, tras los muros del Tabernáculo, está Jesús prisionero, vencido por Su propio Corazón... Así, hace veinte siglos, el Jueves Santo, por la noche, se dejó conducir maniatado, del Huerto de la agonía, a la prisión en que le arrojó el inicuo juez...Y esa noche afrentosa, horrenda en soledad y desamparo del Maestro, y lejos, muy lejos de todos los que Él amaba, se prolongaba en todos los Sagrarios de la tierra...
La blasfemia, la negación, la indiferencia, la impureza, la soberbia, el sacrilegio... todo ese clamoreo deicida, todo ese torrente de fango y de ignominia tiene el triste privilegio de llegar hasta sus plantas, de subir hasta Su Rostro y profanarlo como el beso del traidor...
¡Y Jesucristo no se va!... ¡Es el Cautivo del Amor, Su Corazón Le ha traicionado! ¡Está ahí, envuelto en el ultraje humano...; está ahí, sentado en el banquillo de reos...; tiene un gran delito: haber amado con pasión de Dios, al hombre!...¡Vedlo, así le paga éste...con olvido y soledad!..
El Apostolado interior es ya muy grande, pero hay una nota todavía más divina. El amor se paga con sangre: la sangre de los Mártires es semilla de Cristianos. Predicad el Amor en el sufrimiento; sed Apóstoles: tenéis el deber de sufrir para hacer amar al Amor que no es amado; debéis predicarle con la Cruz en un Martirio de Amor. No es posible hacer de otro modo. La nota dominante del Apostolado es la Cruz...
Padre Mateo Crawley- Boevey
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