sábado, 29 de abril de 2017

LA TRISTEZA DE NUESTRA SEÑORA POR LAS ALMAS QUE NO REZAN


De la entrevista del Padre Agustín Fuentes
 con la Hermana Lucía,
 vidente Nuestra Señora de Fátima, 
el 26 de diciembre de 1957


Cuenta el Padre Agustín Fuentes cuando la visitó en el Convento Carmelita de Coimbra:

     "La encontré en su convento muy triste, pálida y demacrada; y me dijo: ‘Padre, la Santísima Virgen está muy triste, porque nadie hace caso a Su Mensaje, ni los buenos ni los malos. Los buenos, porque prosiguen su camino de bondad; pero sin hacer caso a este Mensaje. Los malos, porque no viendo el castigo de Dios actualmente sobre ellos, a causa de sus pecados, prosiguen también su camino de maldad, sin hacer caso a este Mensaje. Pero, créame, Padre, Dios va a castigar al mundo, y lo va a castigar de una manera tremenda. El castigo del cielo es inminente.’”




     “Dígales también, Padre, que mis primos Francisco y Jacinta se sacrificaron porque vieron siempre a la Santísima Virgen muy triste en todas sus apariciones. Nunca se sonrió con nosotros, y esa tristeza y angustia que notábamos en la Santísima Virgen, a causa de las ofensas a Dios y de los castigos que amenazaban a los pecadores, nos llegaban al alma; y no sabíamos qué idear para encontrar en nuestra imaginación infantil medios para hacer oración y sacrificio (...).”

     "...la Santísima Virgen me dijo, tanto a mis primos como a mí, que dos eran los últimos remedios que Dios daba al mundo; el Santo Rosario y la devoción al Inmaculado Corazón de María; y , al ser los últimos remedios, quiere decir que son los últimos, que ya no va a haber otros”.



Con respecto al Santo Rosario, la Hermana Lucía dijo, “Mire, Padre, la Santísima Virgen, estos últimos tiempos en que estamos viviendo, ha dado una nueva eficacia al rezo del Santo Rosario. De tal manera que ahora no hay problema, por más difícil que sea, sea temporal o sobre todo espiritual, que se refiera a la vida personal de cada uno de nosotros; o a la vida de nuestras familias sean familias del mundo o Comunidades Religiosas; o la vida de los pueblos y naciones; no hay problema, repito, por más difícil que sea, que no podamos resolver ahora con el rezo del Santo Rosario. Con el Santo Rosario nos salvaremos, nos santificaremos, consolaremos a Nuestro Señor y obtendremos la salvación de muchas almas.”

Al fin de esta entrevista, la Hermana Lucía habla sobre la devoción al Inmaculado Corazón de María. Dirigiéndose todavía al Padre Fuentes, ella dice, “(Y finalmente consideremos), la devoción al Corazón Inmaculado de María, Santísima Madre, poniéndonosla como Sede de la Clemencia, de la Bondad y el Perdón; y como puerta segura para entrar al Cielo.”







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