Con el rezo de Las Tres Avemarías la Virgen ha dicho que le veneramos en su relación con Dios Trino y le ayudamos a agradecer a la Santísima Trinidad los privilegios que le han sido otorgados (Poder Sabiduría Amor, ya que como se revelo a Santa Gertrudis:"Después del Poder del Padre, la Sabiduría del Hijo, y la Ternura misericordiosa del Espíritu Santo, nada se aproxima al Poder, la Sabiduría y la Ternura misericordiosa de María."), Maria es nuestra Madre, que alegria la Reina del Cielo, la Madre de Dios es también nuestra Madre porque así lo quiso Jesucristo (Juan:19.25-27) cada vez que le saludamos con estas tres avemarias “palabras que vienen de Dios” también le estamos instando que del Poder, Sabiduría y Amor con que Dios la ha colmado haga uso de ellos en auxilio nuestro.
La Virgen Nuestra Señora nos insta a que recemos: “La devoción de las tres Avemarias siempre me fue muy grata… No dejéis de rezarlas y de hacerlas rezar cuanto podáis. Cada día tendréis pruebas de su eficacia…”
La Santa Madre de Dios le dijo a Santa Gertrudis que:
“Quien la venerase en su relación con la Beatísima Trinidad, experimentaría el poder que le ha comunicado la Omnipotencia del Padre como Madre de Dios; admiraría los ingeniosos medios que le inspira la sabiduría del Hijo para la salvación de los hombres, y contemplaría la ardiente caridad encendida en su corazón por el Espíritu Santo” En otra ocasión la Virgen Maria le dijo a esta Santa, refiriéndose a todos los que la invocamos diariamente conmemorado el Poder, la Sabiduría y el Amor que le fueron comunicados por la Santísima Trinidad: “a la hora de su muerte me mostraré a él con el brillo de una belleza tan grande, que mi vista le consolará y le comunicará las alegrías celestiales”.
Según el llamado apóstol de la Santísima Trinidad (el Bienaventurado Fray Diego José de Cádiz, capuchino que vivió en el siglo XVIII) la Madre de Dios le reveló que:
“Una de las más agradables devociones que se le pueden ofrecer, es la de ayudarle a dar gracias a la Augusta Trinidad por el Poder que recibió del Padre Eterno, por la Sabiduría con que la enriqueció su Hijo y por la Caridad de que la llenó el Espíritu Santo”
Cuando Sor Maria Villani, religiosa Dominica del siglo XVI rezaba un día Las Tres Avemarías, oyó de labios de la Virgen Maria estas estimulantes palabras:
“No solo alcanzarás las gracias que me pides, sino que en la vida y en la muerte prometo ser especial protectora tuya y de cuantos como tu practiquen esta Devoción”
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