martes, 27 de septiembre de 2022

LA SÁBANA SANTA: EL SUDARIO DE LA REDENCIÓN



               Probablemente la Sábana Santa fue obtenida durante las Cruzadas y traída a Europa. La documentación histórica demuestra que la Sábana Santa se exhibió en las ciudades de Jerusalén, Edesa (año 500) y Constantinopla (año 1092). El rey Luis VII de Francia veneró la Sábana Santa en Constantinopla en 1147. En Agosto de 1203, Robert de Clari, un cruzado francés, informó haber visto la Sábana Santa en Constantinopla. 

               Aunque aparecen algunas lagunas en su paradero histórico, la Sábana Santa ha mantenido una presencia constante. Tras el testimonio de Robert de Clari, la siguiente cita histórica sitúa la Sábana Santa en Francia, habiendo pasado a posesión de la familia De Charny de Lirey.

               En Marzo de 1453, Margarita de Charny entregó la Sábana Santa a la Casa de Saboya, y se conservó en la Capilla de Castillo de Chambéry. La Sábana Santa sobrevivió al incendio del 4 de Diciembre de 1532, pero las esquinas dobladas se quemaron cuando su relicario de plata comenzó a derretirse; hasta la fecha, se pueden ver los parches aplicados a la Sábana Santa debido a las marcas de quemaduras. La Sábana Santa fue trasladada a la Catedral de Turín el 14 de Septiembre de 1578, donde permanece desde entonces en la Capilla Real.

               La Sábana Santa está hecha en lino tejido, de alta calidad, realizada por un tejedor profesional, por lo que probablemente perteneciera a un hombre rico (por ejemplo, ¿José de Arimatea?). Las fibras de lino se remontan al Mediterráneo Oriental o al Medio Oriente.

               Las pruebas químicas y biológicas prueban que hay manchas de sangre en la Sábana Santa, del tipo de sangre AB y del grupo de antígenos MNS. Además, no hay pigmentos de pintura de ningún tipo en la Sábana Santa, lo que elimina la posibilidad de que la Sábana Santa sea una especie de falsificación artística supremamente inteligente.

               La Sábana Santa lleva la imagen de un varón adulto, de 1.81 cms. de altura, de firme complexión atlética, en torno a los 80 kilos de peso, con cabello hasta los hombros y barba; un hombre que había sufrido la crucifixión a la manera romana; así, la víctima fue clavada por las muñecas, entre el radio y el cúbito, para que pudiera colgar de forma segura en la cruz. El clavo en la muñeca habría penetrado en un nervio y habría provocado que el pulgar se clavara en la palma de la mano. Los pulgares del hombre de la Sábana Santa están ocultos debido a este clavado.

                La Víctima de la Sábana Santa muestra una herida en el costado; esta lesión atravesó las costillas quinta y sexta, y perforó el pericardio y la aurícula derecha, provocando el flujo de sangre y líquido pericárdico. Las manchas de sangre alrededor de la frente y la nuca podrían atribuirse a múltiples laceraciones en la cabeza... la corona de espinas.

               También aparecen manchas de sangre en la espalda, alternando los hombros derecho e izquierdo, y en las nalgas debidas a la flagelación. Las heridas del flagelo se abren en abanico, lo que tiene sentido ya que el flagelo que usaban los romanos tenía dos o tres tiras de cuero con pequeñas bolas de plomo o ganchos en el extremo para perforar la carne. Claramente, la Víctima fue azotada muy metódicamente y hay más de 120 heridas.

               No se han encontrado pigmentos, pinturas, o colorantes en las fibrillas. La fluorescencia de rayos X y la microquímica en las fibrillas eliminan la posibilidad de que se utilice pintura como método para crear la imagen, y la evaluación ultravioleta e infrarroja ha confirmado estos estudios. Si se hubiera usado pintura, habría penetrado a través de las fibras superiores hacia las fibras inferiores del tejido en espiga; sin embargo, la imagen está solo en las fibras superiores y las fibras inferiores no se tocan. Además, la imagen era resistente a la decoloración y otros agentes químicos estándar que habrían reaccionado con la pintura o algún otro medio.


La imagen de la Sábana Santa: 
algunas claves

por el escritor Juan José Benítez


               • La ciencia no sabe cómo, pero la imagen del Hombre muerto responde a una degradación física de la celulosa que forma las fibras de lino.

               • No hay pintura. Jamás se encontró vestigio alguno de los pigmentos.

               • El color es similar al de las quemaduras producidas en el siglo XVI en la misma tela de lino. Los científicos hablan de estabilidad térmica.

               • Conforme el espectador se acerca a la imagen, ésta desaparece, y se convierte en una mancha informe. Sólo a cuatro o cinco metros se aprecia en toda su belleza. Este fenómeno óptico se registra como consecuencia de la falta de definición en los perfiles.

              • No existen huellas laterales del cuerpo.

              • La imagen es superficial: sólo afecta a las dos o tres primeras fibras (un hilo está integrado por casi doscientas fibras).



              • El oscurecimiento de la imagen es igual en la parte frontal y en la dorsal. ¿Cómo puede ser si esta última experimentó un mayor peso?

              • La ciencia no sabe cómo, pero la imagen dispone de estabilidad hídrica y química (el agua utilizada para sofocar el incendio que la afectó en Chambéry, y que hirvió en el interior de la urna de plata, no afectó a la pureza de la figura. Ninguno de los reactivos químicos conocidos la disuelven o la decoloran).

              • ¿A qué obedecen las claras deformaciones anatómicas en algunas regiones de la imagen? Por ejemplo: caderas y longitud del antebrazo.

             • No hay direccionalidad. Si se tratase de una pintura, aparecería la inevitable dirección de la mano del artista.

             • La imagen presenta manchas de sangre, independientes de la formación de dicha figura. ¿Por qué los coágulos y reguerillos no están lógicamente desflecados?

             • La ciencia no sabe cómo, pero la Sábana Santa es un «negativo» fotográfico.

             • La ciencia no sabe cómo, pero la intensidad de la imagen varía en función de la distancia del lienzo al cuerpo. Cuanto más cerca, menos intensidad.

             • La imagen -según los especialistas- se transfiere al lino en sentido vertical.



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