Un día después de la Estigmatización del Seráfico San Francisco de Asís, quiso la Divina Providencia que tuviera lugar la muerte de este mundo, para entrar a la Vida Eterna, de Teresa Neumann, Mística e hija de San Francisco en calidad de Terciaria de la Orden Franciscana Capuchina.
Teresa Neumann nació el 8 de Abril de 1898 en Konnersreuth, en la región norte de Baviera, Alemania; hija de un modesto sastre, siendo la primogénita de once hermanos. Teresa se empleó desde los catorce años en una granja para aliviar la maltrecha economía familiar.
SU PARTICULAR AMISTAD CON SANTA TERESITA
Era muy devota de Santa Teresita del Niño Jesús y por eso se encomendaba con frecuencia a la Santa de Lisieux, a quien tomó por compañera y madrina espiritual, sintiendo su intercesión en varias ocasiones; cuando Teresa Neumann era una muchacha sufrió dos graves caídas que la dejarían prácticamente inválida, pero justo en los días en que Santa Teresita era sucesivamente beatificada y canonizada, Teresa Neumann, por su intercesión era sanada.
Durante un incendio en un granero efecto Teresa se empeñó a fondo junto a sus vecinos para ayudar a extinguir el fuego, pero la joven sufrió una caída que le causaría una extraña enfermedad provocada por una luxación en la espina dorsal. Tenía veintiún años de edad y aquello solo era el comienzo de todos sus padecimientos posteriores que la tuvieron postrada en la cama muchísimos años, como una perfecta Alma Víctima: quedó casi inválida, ciega y hasta sorda; sus familiares la trasladaron a la buhardilla de la casa, esperando un fatal desenlace en cualquier momento.
Sin embargo, el Cielo tenía otros planes para la joven Teresa; el día de la Beatificación de Santa Teresa de Lisieux (29 de Abril de 1923) tiene una aparición de la Santa. Cinco días más tarde recobra la vista después de transcurridos cuatro años sin poder ver.
Dos años más tarde, el 17 de Mayo de 1925, mientras en Roma el Pontífice canonizaba a Santa Teresita del Niño Jesús, la joven Teresa Neumann vuelve a tener otra visión de la Santa de las rosas y es capaz de sentarse en la cama para luego echar a andar ante la mirada de su familia, que solo supo dar gracias a Dios ante el evidente Milagro, que fue comprobado por el Padre Naber, Párroco, y demás amigos de Teresa que habían sido testigos de su enfermedad.
Unos meses más tarde, en Noviembre de 1925, Teresa cae nuevamente enferma, siendo una apendicitis el motivo de sus sufrimientos. Una vez más la intercesión de Santa Teresita la libera de una operación quirúrgica que los médicos veían necesaria para no morir. Santa Teresita le revelará que mediante sus continuos padecimientos salvará muchas almas, preparándola así para el sacrificio mayor que se aproximaba.
LOS SAGRADOS ESTIGMAS
En la noche del Jueves al Viernes, del 4 al 5 de Marzo de 1926, vio Teresa a Cristo arrodillarse en el Huerto de los Olivos y lo oyó orar. Jesús la miró fijamente y en ese momento ella sintió en la región del corazón un dolor tan vivo que creyó morir. Al mismo tiempo fluyó sangre caliente de esa zona que continuó saliendo hasta el mediodía del Viernes. Teresa había sentido como si una espada puntiaguda le hubiera atravesado el corazón.
Del Jueves Santo al Viernes Santo, del 1 al 2 de abril de ese año 1926, revivió la Pasión desde el Huerto de los Olivos hasta la Muerte de Jesús en la Cruz. Ese día aparecieron por primera vez las llagas de las manos y los pies, pero en la parte externa. Sus padres las vieron y se asustaron, llamando al Padre Naber, Párroco del lugar, que también quedó impresionado.
El día de Pascua, Teresa estaba radiante de felicidad, viendo a Jesús Resucitado. El 15 de Abril de 1927, las llagas se hicieron visibles también en la parte interna de manos y pies. Los médicos intentaron con todos los medios posibles tratar de curarlas, pero todo fue inútil. Cuanto más el Doctor Seidl le ponía ungüentos y vendas, más dolor sentía y se le hinchaban más las manos y pies; de modo que terminaron por dejarla tranquila, pues, sin curaciones, las llagas no se hinchaban ni supuraban.
Para evitar la curiosidad de la gente, se puso unos mitones - o medio guantes - para ocultar las llagas que tenían forma cuadrada. Estas llagas persistieron en Teresa Neumann hasta el fin de su vida y pudieron verse hasta en el lecho de muerte.
A lo largo de 1927 Teresa Neumann recibió las llagas de la corona de espinas alrededor de su frente. Durante la Cuaresma de 1928 recibió la llaga de la espalda derecha. El 29 de Marzo de 1929 recibió por primera vez las llagas de la flagelación, que se reproducían cada año. A estas llagas hay que añadir las lágrimas de sangre que vertía en los éxtasis de los Viernes; especialmente de Cuaresma. Los exámenes médicos no podían reconocer ninguna causa justificada para estas lágrimas de sangre, pues no había ninguna erosión en sus ojos.
El Padre Gemelli, Sacerdote franciscano y Rector de la Universidad de Milán había examinado los estigmas del Padre Pío, y fue enviado por orden de la Santa Sede, a estudiar el caso de Teresa Neumann, certificando poco después que no había en ella ningún rasgo histérico y que aquellos fenómenos no tenían explicación natural.
VISIONES MÍSTICAS DE LA VIDA DE CRISTO
Además de las Visiones semanales de la Pasión y Muerte de Nuestro Señor, Teresa Neumann fue favorecida con estas otras: la del Nacimiento de Jesús la tuvo durante la noche de Navidad del año 1926; la de la Encarnación, el día 25 de Marzo de 1927; el día 6 de Agosto de 1926, tuvo la Visión de la Transfiguración del Señor en el Monte Tabor...
LOS DONES DE LA HIEROGNOSIS Y LA INEDIA EN TERESA NEUMANN
Desde 1922 su única comida consistía en la Sagrada Eucaristía (rechazando instintivamente la muchas formas no consagradas que le ponían delante para probarla, y donde quedó manifiesto que el Señor la había bendecido con el don de la hierognosis, mediante el cual se puede distinguir lo divino, lo bendito de lo profano).
No fueron pocas las ocasiones en que al recibir la Sagrada Comunión entraba en éxtasis, incluso desde el momento en que el Sacerdote rezaba la fórmula Ecce Agnus Dei; en esos momentos, el rostro de Teresa se transformaba, iluminándose e impregnándola de una belleza angelical.
El Obispo Diocesano de Ratisbona nombró una comisión formada por médicos y religiosas bajo juramento y las muchas comisiones laicas que le hicieron seguimientos exhaustivos, y que confirmaron punto por punto que no había trampa alguna, siendo absolutamente cierto que vivía exclusivamente de la Sagrada Eucaristía. Teresa, en contra de toda lógica científica, mantuvo siempre su peso normal, alrededor de 60 kilogramos; su tez aparecía siempre sonrosada y su carácter desenfadado y bromista hacía reír con frecuencia a cuantos la visitaban.
TERESA NEUMANN Y LOS NAZIS
El fenómeno de la inedia fue también confirmado por la misma burocracia del Tercer Reich Alemán: en 1939 estalló la II Guerra Mundial e impusieron a la población un racionamiento que acabaría durando hasta finales de 1947. A partir de aquel momento, todos los alemanes tuvieron que adaptar el ritmo de sus vidas a una cartilla anual... excepto una persona: Teresa Neumann, a quien - ante la evidencia de que ni bebía ni comía- le fue inmediatamente retirada la cartilla por las autoridades nazis. Obtuvo en cambio la asignación de doble ración de jabón, dada la cantidad de ropa ensangrentada que había que lavar tras sus azarosos fines de semana. La GESTAPO, policía secreta alemana, la vigiló de cerca, e ella, su familia y al Párroco y Confesor de Teresa.
El fenómeno de la inedia, que se caracteriza por el sostenimiento del cuerpo sin necesidad de ingerir alimentos, tan sólo la Sagrada Comunión, se prolongó en Teresa Neumann durante cuarenta años, siendo constatado por diversos facultativos del Reich alemán, que no eran precisamente simpatizantes con la figura de la Estigmatizada de Baviera.
MUERTE E INCORRUPCIÓN
El 15 de Septiembre de 1962 Teresa sufrió un ataque al corazón que le hizo sufrir fuertes dolores; entregaría su alma a Dios tres días después, el 18 de Septiembre, tras una vida llena de fenómenos místicos, relacionados en su mayoría con la estigmatización. Tras cinco días de ser expuesto su cadáver, sin tratamiento alguno para preservarlo, éste no mostraría síntomas de descomposición ni rigidez. Los seminaristas del Seminario para vocaciones tardías que Teresa había podido construir, cargaron el ataúd hasta el cementerio. Todo el pueblo de Konnersreuth estuvo presente en la despedida de la estigmatizada. Teresa sería sepultada cerca de la tumba de su hermana Otilia; a su costado sería enterrado en 1967 el Padre Naber, su Párroco y Director Espiritual.