miércoles, 10 de septiembre de 2025

SAN NICOLÁS DE TOLENTINO, Patrón de las Almas del Purgatorio

  

“El corazón que una vez gustó de Dios, ya nada 
encuentra en la tierra que le plazca; no hay que 
amar la vida, sino porque nos conduce a la muerte; 
en poco tiempo podemos ganar la Eternidad”

San Nicolás de Tolentino



                     San Nicolás de Tolentino nació en San Angelo, pueblo que queda cerca de Fermo, en la Marca de Ancona, hacia el año 1245. Sus padres, muy pobres pero sumamente cristianos, lo bautizaron con ese nombre en honor a San Nicolás de Bari, al que se había encomendado la madre para quedarse embarazada. Desde niño fue un alma mortificada, que ayunaba tres veces por semana a base de pan y agua, que en no pocas ocasiones compartía con los pobres, por los que sentía especial afecto.

                    Siendo muy joven, San Nicolás fue escogido para el cargo de canónigo en la Iglesia de Nuestro Salvador. Esta ocupación iba en extremo de acuerdo con su inclinación de ocuparse en el servicio a Dios. No obstante, el santo aspiraba a un estado que le permitiera consagrar directamente todo su tiempo y sus pensamientos a Dios, sin interrupciones ni distracciones.

                    Con estos deseos de entregarse por entero a Dios, escuchó en cierta ocasión un sermón, de un fraile o ermitaño de la orden de San Agustín, sobre la vanidad del mundo, el cual lo hizo decidirse a renunciar al mundo de manera absoluta e ingresar en la Orden de aquel santo predicador. Esto lo hizo sin pérdida de tiempo, entrando como religioso en el convento del pequeño pueblo de Tolentino.

                    Nicolás hizo su Noviciado bajo la dirección del mismo predicador e hizo su Profesión Religiosa antes de haber cumplido los 18 años de edad. Lo enviaron a varios conventos de su orden en Recanati, Macerata y otros. En todos tuvo mucho éxito en su misión. En 1271 fue ordenado Sacerdote por el Obispo de Osimo, en el Convento de Cingole.

                    Su aspecto en el Altar era angelical. Las personas devotas se esmeraban por asistir a su Misa todos los días, pues notaban que era un Sacrificio ofrecido por las manos de un Santo. Nicolás parecía disfrutar de una especie de anticipación de los deleites del Cielo, debido a las comunicaciones secretas que se suscitaban entre su alma tan pura y Dios en la contemplación, en particular cuando acababa de estar en el Altar o en el confesionario.

                    Durante los últimos treinta años de su vida, Nicolás vivió en Tolentino y su celo por la salvación de las almas produjo abundantes frutos. Predicaba en las calles casi todos los días y sus sermones iban acompañados de grandiosas conversiones. Solía administrar los Sacramentos en los ancianatos, hospitales y prisiones; pasaba largas horas en el confesionario. Sus exhortaciones, ya fueran mientras confesaba o cuando daba el catecismo, llegaban siempre al corazón y dejando huellas que perduraban para siempre en quienes lo oían.

                    También, con el Poder del Señor, realizó innumerables milagros, en los que les pedía a los recipientes: "No digan nada sobre esto. Denle las gracias a Dios, no a mí." Los fieles estaban impresionados de ver sus poderes de persuasión y su espiritualidad tan elevada por lo que tenían gran confianza en su intercesión para aliviar los sufrimientos de las Almas en el Purgatorio; por sus oraciones, penitencias y por la Santa Misa que con tanta piedad celebrara, muchas Almas fueron libradas del Purgatorio, como fue el caso de su primo Gentil de Guidiani, el cual llevaba una vida culpable; fue muerto por un rival en el Castillo de Aperana, y San Nicolás rogó por él: "¡Ay, cuánto temo que el desgraciado se haya perdido para siempre", luego no contentándose con esto, aumentó sus penitencias, oraciones y celebró la Santa Misa por el alma de su pariente. Transcurridas apenas dos semanas, San Nicolás oyó de repente una voz que decía: "Hermano mío, hermano mío, da gracias al Señor Jesús. Él ha mirado con ojos de benevolencias tus oraciones y tus lágrimas; yo debería estar condenado, pero me han salvado tus oraciones". 

                    En otra ocasión Nicolás estaba durmiendo en su celda cuando oyó la voz de uno de sus compañeros frailes, fallecido recientemente. El fraile le dijo a Nicolás que estaba en el Purgatorio y le pidió que celebrara la Santa Misa por él y por otras almas que estaban allí, para que fueran liberadas por la Misericordia de Cristo. Después de que Nicolás celebrara la Santa Misa por esta intención durante siete días, el fraile volvió a manifestársele, esta vez para darle las gracias y asegurarle que muchas almas, incluyendo la suya, ya gozaban de la Visión Beatífica.

                    Hacia los últimos años de su vida, cuando estaba pasando por una enfermedad prolongada, sus superiores le ordenaron que tomara alimentos más fuertes que las pequeñas raciones que acostumbraba ingerir, pero sin éxito, ya que, a pesar de que el santo obedeció, su salud continuó igual. Una noche se le apareció la Virgen María, le dio instrucciones de que pidiera un trozo de pan, lo mojara en agua y luego se lo comiera, prometiéndole que se curaría por su obediencia. Como gesto de gratitud por su inmediata recuperación, Nicolás comenzó a bendecir trozos de pan similares y a distribuirlos entre los enfermos. Esta práctica produjo favores numerosos y grandes  sanaciones.

                    En conmemoración de estos milagros, el Santuario del Santo conserva una distribución mundial de los "Panes de San Nicolás" que son bendecidos y continúan concediendo favores y gracias.

                    La última enfermedad del Santo duró un año, al cabo de la cual murió el 10 de Septiembre de 1305. Su Fiesta Litúrgica se conmemora el mismo día. San Nicolás fue enterrado en la iglesia de su convento en Tolentino, en una capilla en la que solía celebrar la Santa Misa.

                    A los cuarenta años de su muerte, su cuerpo fue hallado incorrupto y fue expuesto a los fieles. Durante esta exhibición los brazos del santo fueron removidos, y así se inició una serie de extraordinarios derramamientos de sangre que fueron presenciados y documentados.

                    El Santuario no tiene pruebas documentadas respecto a la identidad del individuo que le amputó los brazos al Santo, aunque la leyenda se ha apropiado del reporte de que un monje alemán, Teodoro, fue quien lo hizo; pretendiendo llevárselos como reliquias a su país natal. Sin embargo, sí se sabe con certeza que un flujo de sangre fue la señal del hecho y fue lo que provocó su captura. Un siglo después, durante el reconocimiento de las reliquias, encontraron los huesos del santo, pero los brazos amputados se hallaban completamente intactos y empapados en sangre. Estos fueron colocados en hermosas cajas de plata, cada uno se componía de un antebrazo y una mano.

                    San Nicolás de Tolentino fue canonizado por el Papa Eugenio IV, en el año 1446. Hacia finales del mismo siglo XV, hubo un derramamiento de sangre fresca de los brazos, evento que se repitió veinte veces; el más célebre ocurrió en 1699, cuando el flujo empezó el 29 de Mayo y continuó hasta el 1 de Septiembre. El monasterio agustino y los archivos del Obispo de Camerino (Macerata) poseen muchos documentos en referencia a estos sangramientos.

                    San Nicolás fue uno de los Santos (junto a San Juan Bautista y San Agustín), que vinieron del Cielo para llevar a Santa Rita al convento; fue proclamado Patrón de las Almas del Purgatorio en 1884 por el Papa León XIII.



martes, 9 de septiembre de 2025

NOVENA DE LOS 24 GLORIAS, con el doble fin de honrar y pedir una gracia a SANTA TERESITA DEL NIÑO JESÚS Y DE LA SANTA FAZ

 



"Tengo la confianza de que no voy a estar inactiva en el Cielo.
 Mi deseo es seguir trabajando por la Iglesia y por las almas.
 Así se lo he pedido a Dios y estoy segura de que me va a escuchar"

(Carta autógrafa número 254 de Santa Teresita) 

   
                El Padre Anton Putigan, Sacerdote Jesuita (1), comenzó una Novena en honor a Santa Teresita del Niño Jesús; era entonces el 3 de Diciembre de 1925 y Santa Teresita había sido canonizada por el Papa Pío XI, el 17 de Mayo de ese mismo año; el buen Sacerdote se encomendó a la Santa Carmelita pidiendo una gracia importante.

                Con esta intención comenzó a rezar durante la Novena 24 Glorias, en acción de gracias a la Santísima Trinidad por los favores y gracias concedidos a Santa Teresita del Niño Jesús en los 24 años de su existencia terrenal. El Padre Putigan pidió entonces una prueba de que su Novena era escuchada; esta señal sería recibir una rosa fresca y entreabierta. En el tercer día del rezo de la Novena, una persona amiga busca al Sacerdote y le ofrece una rosa encarnada: alguien le había regalado un precioso ramo por su cumpleaños y sintió la necesidad de compartir una con él... ¿casualidad?. Los Católicos le llamamos Providencia.

                  El día 24 de Diciembre del mismo año, el Padre Putigan, comenzó una segunda Novena y pedía ahora como señal una rosa blanca. En el cuarto día de la Novena, la Hermana Vitalis, enfermera en un hospital, le trajo una rosa blanca diciendo:

                     - Aquí está una rosa blanca que Santa Teresita envía a su Paternidad.

                  Sorprendido, pregunta el Padre Putigan: 

                     - ¿De dónde viene esta rosa?

                  La Hermana Vitalis le comenta:

                     - Fui a la Capilla donde se encuentra adornada una imagen de Santa Teresita, y al aproximarme al Altar de la Santita, cayó a mis pies esta rosa. Quise colocarla de nuevo en el jarrón pero me acordé de traerla a Vd.



Toca sobre la imagen para verla en su tamaño original;
se recomienda imprimirla a doble cara, sin fines comerciales


                  El Padre Putigan alcanzó las gracias pedidas en la Novena; resolvió propagarla formando una cruzada de oraciones en honor a Santa Teresita.

                  La Novena de los 24 Glorias se suele hacer desde el día 9 al 17 de cualquier mes, participando así en la comunión de oraciones de los que la rezan esos días, pero se puede hacer igualmente en cualquier otra fecha; los más devotos de Santa Teresita preferimos dedicarle a diario los 24 Glorias...


NOTA

                    1) El Padre Anton Putigan ingresó en la Compañía de Jesús en 1879 y sería ordenado Sacerdote en 1893. Por su profundo conocimiento sobre Los Balcanes llegó a convertirse en asesor personal del Archiduque Francisco Fernando de Austria, a quien le administró el Sacramento de la Extremaunción tras el atentado de Sarajevo, en 1914. El Padre Putigan moriría en Viena, el 4 de Septiembre de 1926, a los 67 años de edad y 33 de Sacerdocio, dejando un legado de fundaciones marianas, la edición de dos revistas católicas y la Novena de los 24 Glorias en honor de Santa Teresita, plegaria que se ha extendido por diversos países y que ha ayudado a dar conocer la figura de la Santa de las Rosas.



lunes, 8 de septiembre de 2025

LA NATIVIDAD DE LA VIRGEN MARÍA: BENDITO EL MOMENTO EN QUE VINO AL MUNDO LA CRIATURA VIRGINAL DESTINADA A SER MADRE DEL SALVADOR

   


                       El Nacimiento de la Virgen María aportó a la humanidad algo desconocido hasta ahora: una criatura exenta de cualquier mancha, un lirio de incomparable hermosura que debería alegrar a los Coros Angélicos y a la tierra entera. En medio del destierro del género humano corrompido, aparecía un ser inmaculado, concebido sin pecado original.

                       Traía Consigo todas las riquezas naturales que pueden caber en una mujer. Dios le concedió una personalidad valiosísima y Su Presencia entre los hombres representaba, también a ese título, un tesoro verdaderamente incalculable.

                       Ahora bien, si a los dones naturales le añadimos los inconmensurables tesoros de la gracia que la acompañaban -los más grandes que jamás hayan sido concedidos por Dios Nuestro Señor- podremos entender el enorme significado de Su venida al mundo. El nacimiento del sol es una pálida realidad en comparación con la resplandeciente aurora que fue la aparición de María Santísima en esta tierra.

                       La entronización más solemne de un rey o de una reina o los fenómenos más grandiosos de la naturaleza no son nada ante el nacimiento de la Virgen. En ese bendito momento, ciertamente saludado por la alegría de todos los Ángeles del Cielo, se puede conjeturar que hayan surgido inusuales sentimientos de júbilo en las almas rectas esparcidas por el Orbe; los cuales bien podrían ser expresados con una paráfrasis de las palabras de Job: «¡Bendito el día que vio nacer a Nuestra Señora, benditas las estrellas que la contemplaron pequeñita, bendito el momento en que vino al mundo la criatura virginal destinada a ser Madre del Salvador!».

                       Si es posible decir que la Redención de los hombres comenzó con el Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, lo mismo se puede afirmar, guardadas las debidas proporciones, con relación a la Natividad de María, pues todo lo que el Salvador nos trajo empezó con aquella que lo daría al mundo.

                       Entonces se entienden las esperanzas de salvación, indulgencia, reconciliación, perdón y misericordia que se le abrieron a la humanidad en aquel bendito día en que María nació en esta tierra de exilio. Momento feliz y magnífico, fue el marco inicial de la existencia insondablemente perfecta, pura y fiel de quien estaba destinada a ser la mayor gloria del género humano de todos los tiempos, por debajo de Nuestro Señor Jesucristo, el Verbo de Dios encarnado.

                       Muchos teólogos afirman que la Virgen, al haber sido concebida sin pecado original, fue dotada de uso de razón desde el primer instante de su ser. En el seno de Santa Ana, donde vivía como en un sagrario, ya tendría, por tanto, altísimos y sublimísimos pensamientos.

                       Se puede trazar un paralelismo entre esa situación y lo que narra la Sagrada Escritura con respecto a San Juan Bautista. Éste, que había sido engendrado en el pecado original, al oír la voz de Nuestra Señora mientras saludaba a Santa Isabel se estremeció de alegría en el vientre de su madre.

                       Por consiguiente, es probable que la Bienaventurada Virgen, con la altísima ciencia que había recibido por la gracia de Dios, hubiera comenzado a pedir ya en el seno materno la venida del Mesías y que se estableciera en Su espíritu el elevadísimo objetivo de llegar a ser, algún día, la Servidora de la Madre del Redentor.

                       De cualquier manera, su mera Presencia en la tierra era una fuente de gracias para los que se acercaban a Ella y a Santa Ana y lo sería aún más después de Su Nacimiento. Si de la túnica de Nuestro Señor, como narra el Evangelio, irradiaban virtudes curativas para quien la tocara, ¡cuánto más de la Madre de Dios, Vaso de elección!.

                       Si la Venida del Salvador derrotó al mal en el género humano, la Natividad de la Santísima Virgen marcó el inicio de la Victoria del bien y del aplastamiento del Demonio; él mismo percibió que parte de su cetro se habría roto irremediablemente. Nuestra Señora empezaba a influir en los destinos de la humanidad.

                       El mundo de entonces se hallaba hundido en el paganismo más radical, en una situación muy parecida a la de nuestros días: los vicios imperaban, las más variadas formas de idolatría habían dominado la tierra y la decadencia amenazaba a la propia religión judía, prenuncio de la Católica. En todas partes el error y el Demonio eran victoriosos.

                       Sin embargo, en el momento decretado por Dios en Su Misericordia Él derrumbó la muralla del mal, haciendo que María viniera al mundo. Del tronco de Jesé brotaría el Divino Lirio, Nuestro Señor Jesucristo. Con Su nacimiento había comenzado la irreversible destrucción del reino de Satanás.

                        Ese primer triunfo de Nuestra Señora sobre el mal nos sugiere otra reflexión. ¡Cuántas veces, en nuestra vida espiritual, nos vemos inmersos en la lucha contra las tentaciones, contorciéndonos y revolviéndonos en dificultades!. Y ni siquiera tenemos idea de cuándo vendrá el bendito día en que una gran gracia, un insigne favor, pondrá fin a nuestros tormentos y luchas, proporcionándonos, por fin, un gran progreso en la práctica de la virtud.

                       En ese momento se verificará como un nacimiento de la Santísima Virgen en nuestras almas. Surgirá en la noche de las mayores pruebas y de las tinieblas más espesas, venciendo desde el inicio las dificultades a las que nos estuviéramos enfrentando. Se levantará como una aurora en nuestra existencia, pasando a representar en nuestra vida espiritual un papel hasta entonces desconocido por nosotros.



                       Ese pensamiento nos debe llenar de alegría y de esperanza, y darnos la certeza de que Nuestra Señora nunca nos abandona. En las horas más difíciles, como que irrumpe entre nosotros, resolviendo nuestros problemas, aliviando nuestros dolores y dándonos la combatividad y el coraje necesarios para que cumplamos nuestro deber hasta el final, por más arduo que éste sea. El mayor consuelo que Ella nos trae es precisamente ese fortalecimiento de la voluntad, que nos permite emprender la lucha contra los enemigos de nuestra salvación.

                       La Virgen también nos da fuerzas para que nos convirtamos en celosos hijos de la Iglesia y defensores de la Religión Católica. Existen elementos históricos para afirmar que todas las grandes almas que combatieron las distintas herejías a lo largo de los siglos fueron especialmente suscitadas por Ella. Así lo insinúa de un modo muy bonito el blasón de los Claretianos, donde, además del Inmaculado Corazón de María, figuran San Miguel Arcángel y la divisa: «Sus hijos se levantarán y la proclamarán Bienaventurada».

                       ¿Ese levantarse de los devotos de la Santísima Virgen para glorificarla no es también una forma de Su Nacimiento, como magnífica aurora, en la trama de la Historia?

                       Así pues, los verdaderos hijos de Nuestra Señora deben desear y pedirle a Ella la gracia de ser indomables e implacables contra el Demonio y sus secuaces que, en nuestros días, tratan de cubrir de inmundicias la Gloria de la inmortal Iglesia de Cristo.



TERESITA HACE SU PROFESIÓN. Centenario de la Canonización de Santa Teresita del Niño Jesús y de la Santa Faz, 1925-2025

 


               "En la mañana del 8 de Septiembre, me sentí inundada por un río de paz. Y en medio de esa paz, "que supera todo sentimiento", emití los Santos Votos... Mi unión con Jesús no se consumó entre rayos y relámpagos -es decir, entre gracias extraordinarias-, sino al soplo de un ligero céfiro parecido al que oyó en la montaña nuestro Padre San Elías... ¡Cuántas gracias pedí aquel día...! Me sentía verdaderamente reina, así que me aproveché de mi título para liberar a los cautivos y alcanzar favores del Rey para Sus súbditos ingratos. En una palabra, quería liberar a todas las Almas del Purgatorio y convertir a los pecadores...

               Pedí mucho por mi madre, por mis hermanas queridas..., por toda la familia, pero sobre todo por mi papaíto, tan probado y tan santo. Me ofrecí a Jesús para que se hiciese en mí con toda perfección Su Voluntad, sin que las criaturas fuesen nunca obstáculo para ello...

               Pasó por fin ese hermoso día, como pasan los más tristes, pues hasta los días más radiantes tienen un mañana. Y deposité sin tristeza mi corona a los pies de la Santísima Virgen. Estaba segura de que el tiempo no me quitaría mi felicidad..."


Santa Teresita de Lisieux, "Historia de un alma"



domingo, 7 de septiembre de 2025

LA VIDA ESPIRITUAL ( I ) por la Madre María de los Ángeles Sorazu, Concepcionista Franciscana. Almas de Dios. Diversidad de almas. La hora de Dios. Procedimientos diversos.



1. Cuatro clases de almas

                    En general, puede decirse que hay cuatro clases de almas: A) privilegiadas o enriquecidas con dones especiales desde su nacimiento, las cuales no pierden la gracia bautismal; B) las que sin estos dones especiales conservan toda su vida la inocencia bautismal; C) las que favorecidas con gracias especiales en el Santo Bautismo, pierden la inocencia al llegar al uso de la razón, o más tarde, y se extravían; D) las que sin haber recibido estos dones especiales se extravían igualmente al llegar al uso de la razón y viven algunos años entretenidas en las vanidades del mundo y hasta manchan su alma con faltas graves.

                    Las nombradas en tercero y cuarto lugar, durante su extravío, apenas se distinguen, porque, dejándose arrastrar de la corriente del mundo, lo mismo unas que otras corren hacia su perdición. Si se las observa de cerca, se ve que difieren mucho, no en sus procederes, sino en los sentimientos y aspiraciones que abrigan. Las almas singularmente favorecidas por Dios en la fuente bautismal, aun después de haber perdido la gracia y en el periodo de su extravío, son tan nobles y generosas, conservan un no sé qué tan divino, que revelan las gracias singulares que recibieron al venir a la vida; sus aspiraciones son tan elevadas y realizan a veces obras de caridad tan superiores que admiran a las mismas almas piadosas que no han perdido la inocencia. Me refiero a las de la letra B.

                    Las almas indicadas con las letras A y B no se confunden con tanta facilidad. Las privilegiadas o enriquecidas con gracias especiales antes de su vocación definitiva, por regla general, reciben favores tan singulares de Dios Nuestro Señor, que no pueden ocultarlos y son notorios a las personas que las tratan, por el ardiente amor divino que informa sus obras exteriores. Las segundas, que no han recibido ninguno de estos favores, su vida se confunde con la de un buen cristiano, que cumple con los deberes de tal.


2. La hora venturosa del llamamiento para cada una de ellas

                    Para las almas indicadas en las letras C y D, que abandonan a Dios por seguir sus inclinaciones, o que una influencia perniciosa las impulsa hacia el pecado, hay una hora venturosa: la Hora de Dios que las visita con su gracia, ora por los suaves y vehementes golpes de Su Misericordia, ora por las aterradoras amenazas de Su Justicia, ora por una súbita y soberana ilustración que las llama a penitencia e impulsa a convertirse al Señor. Si estas almas aceptan los medios de salvación que Dios pone a su disposición, resucitan a la vida sobrenatural, dando así el primer paso en el camino de la Santidad.

                    Detallar las condiciones requeridas por Dios y por su Iglesia Santa para la perfecta y aun ventajosa rehabilitación del alma que perdió la gracia bautismal, no hay necesidad, porque las sabe todo fiel cristiano.

                    Esto no obstante, se ha de tener muy presente que muchas veces Dios Nuestro Señor liga sus gracias de predilección a las disposiciones con que el alma pecadora da este primero y trascendental paso de su vida espiritual.

                    También hay una hora feliz para las almas inocentes, que conservan la gracia bautismal: la hora de la Gracia y de la Misericordia Divina.

                    Dios permite que estas almas caigan en algunas faltas y se desvíen más o menos del sendero de la perfección, aunque no son faltas graves. Lo permite Dios así, para fundamentarlas en la santa humildad, en la propia desconfianza y en el reconocido amor al mismo Dios, quien, como dice San Pablo, todas las cosas encerró en la incredulidad para usar con todos de misericordia [Rom 11, 32], y quiso que lleváramos el tesoro de Su Gracia en vasos de barro frágil y quebradizo, para que se reconozca que la grandeza del poder que se ve en nosotros es de Dios y no nuestra [2 Cor 4, 7]. Por esta razón, estas almas inocentes tienen también su hora de arrepentimiento y conversión, aunque en ellas no quepa resucitar del pecado a la vida de la gracia.

                    Que Dios permite pequeños extravíos, aun en las almas más privilegiadas y amadas de Su Corazón, lo vemos en las vidas de Santa Gertrudis, Santa Catalina de Sena, Santa Teresa y de otras mil que pudieran citarse. Santa Gertrudis, esposa privilegiada del Señor y singularmente favorecida desde su infancia, después de su ingreso en la Orden Benedictina se dejó llevar de la curiosidad y pasó veinte años nada menos ocupada en leer libros sagrados y no sagrados, abandonando sus prácticas piadosas, hasta que Jesús, compadecido de ella, la arrancó del matorral de su vida disipada y la atrajo a Sí para reanudar sus relaciones divinas. El día en que se le apareció Jesús y extendió Su mano hacia ella para unirla nuevamente Consigo, fue la Hora de la Gracia y de la Misericordia Divina para Santa Gertrudis y, por consiguiente, la hora de su conversión. 

                    Cosa parecida aconteció a Santa Catalina de Sena. También se desvió de la senda de la perfección - aunque no tanto como Santa Gertrudis- ataviándose contra la Voluntad de Jesús y con perjuicio de sus prácticas piadosas, por complacer a una de sus hermanas. Esta murió con muerte prematura y su alma fue llevada al Purgatorio donde expió la influencia perniciosa que había ejercidos en su santa hermana. Esta, iluminada por Dios, conoció su defecto y lo lloró toda su vida con amargura y contrición tanta que asombraba a sus confesores. El día en que renunció a las galas y puso el mundo debajo de sus pies para conculcarlo y pertenecer solo a Jesucristo en el tiempo y en la eternidad, fue la hora de su conversión o de su vocación definitiva, llámesele como quiera, pero siempre resultará el momento decisivo de su vida y de mayor trascendencia para ella.

                    Lo propio pudiéramos decir de todos los Santos, pues, aunque no siempre debemos creerlos cuando hablan de sí mismos afirmando que son grandes pecadores, sí debemos creerlos alguna que otra vez, porque todos cayeron en alguna faltas por permisión de Dios, para altísimos fines de Su Gloria, utilidad de los mismos, consuelo y aliento de las pobrecitas almas pecadoras. Omito tratar de los frutos y efectos de la conversión de estas almas inocentes, que, más que conversión, es desarrollo y perfeccionamiento de su vida espiritual, porque estos están comprendidos en los progresos del alma penitente y en la purgación activa y pasiva de la misma para la unión con Dios.


3. Diversa Conducta Divina


                    Dios Nuestro Señor en sus relaciones con las almas santas guarda diverso procedimiento, no solamente en cuanto a lo esencial de las gracias que les comunica, sino también en lo accidental. A unas almas concede mayor número de gracias y superiores en calidad que a otras, y en esto consiste la diversidad de procedimiento en lo esencial. A otras concede idénticas gracias, pero se comunica a ellas de diferente manera; he aquí lo accidental y de lo de que trataré ahora, dejando a Dios Nuestro Señor que en su día nos explique lo esencial de los favores a Sus escogidos y las razones que lo mueven a favorecer más a unas almas que a otras.

                    De veinte almas que siguen la misma vía y han recibido la misma vocación e idénticas gracias, a una, dos, tres o cuatro Dios se comunica en medio de luces o claridades divinas, como en pleno día, a otro corto número, a través de las sombras, y a las demás, en tinieblas. 

                    Las primeras conocen la naturaleza de la comunicación que reciben y pueden precisar las operaciones de la gracia hasta en sus menores detalles, porque se reflejan en la parte inferior las divinas comunicaciones que tienen lugar en la región superior del espíritu. 

                    Las segundas tienen noticia confusa de los favores que les prodiga el Señor, pero gozan sus efectos y conservan las huellas que imprime en ellas la Divina Presencia en el mismo grado que las primeras. 

                    Las terceras perciben a Dios en oscuridad y tiniebla divina, que tiene algo de inefable, como el mismo Dios que las favorece con su presencia. Sienten el paso del Señor por su alma, entienden que las ama y se comunica a ellas y gozan sus regalos y los efectos que en ellas produce la gracia, con la misma evidencia que las primeras y segundas, pero no conocen la naturaleza de la comunicación que han recibido, porque se ha consumado en la oscuridad, sin reflexión a la parte inferior. 

                    A algunas almas Dios se comunica de las tres maneras dichas, y no en distintos periodos de vida o grados de perfección, sino dentro del mismo estado, pues se trata de favores de la misma calidad. 

                    Esta diversidad de procedimiento por parte de Dios crea diferencias accidentales en las almas igualmente amadas y favorecidas de Su liberalidad, diferencias que notan las personas que las tratan, las cuales, si no tienen experiencia de las vías de Dios, forman y emiten juicios equivocados acerca del mérito y santidad de las mismas. Juzgan las obras de Dios por las apariencias, por los fenómenos accidentales que observan en ellas, y más de una vez, de dos almas que han recibido idénticas gracias, tan santa la una como la otra y excepcionales ambas, a una la identifican con el Santo que estiman más grande delante de Dios, y a la otra la confunden con el vulgo devoto, siendo la causa de su desprecio por esta y diferencia con aquella la reflexión e invisibilidad de las comunicaciones que reciben. 

                    Nada más temerario e injurioso a Dios que estos juicios y apreciaciones del vulgo ignorante, que se arroga el derecho de juzgar a los escogidos y medir su mérito y santidad por los fenómenos accidentales que en ellos observan. Para no caer en el mismo error y que nuestro criterio en este punto sea recto, tengamos presente que el Señor es Dios escondido y verdaderamente escondido: "Vere tu es Deus absconditus" [Is 45, 15], y amante del secreto, el cual no exteriorizará sus relaciones íntimas con las almas santas sin motivos especiales relacionados con Su Gloria y el bien de la sociedad. 

                    Podemos creer, sin temor de equivocarnos, que Dios Nuestro Señor se comunica secretamente en tinieblas a la inmensa mayoría de las almas que favorece con su predilección, y que consuma en la oscuridad del espíritu, sin reflexión a la parte inferior, los misterios de amor que obra en ellas. Y lejos de nosotros el pensar que no hay más Santos en la Iglesia de Dios que aquellos cuya intimidad con Dios se exterioriza. Mas Dios Nuestro Señor, al propio tiempo que Dios escondido, es Dios de Israel, Salvador: "Deus Israel, Salvator" [Is 45, 15], y cuando ve que la revelación de las gracias de predilección que concede a Sus favoritos contribuirá a la santificación de las almas, les concede la reflexión, para que vean las misericordias que obra a su favor y lo comuniquen al Director, y por los medios prudenciales que este les sugiere las pongan en conocimiento de las almas que quiere atraer a sí y santificar por este medio. Esta es la razón primera y principal de la iluminación y claridades divinas con que Dios rodea las gracias que comunica a algunas almas -mientras en otras, igualmente santas, las consuma en la oscuridad- cuya noticia nos evitará la sorpresa que pudiera causarnos la descripción detallada de las relaciones divinas que harán el asunto del presente tratado. Sea todo para mayor Honra y Gloria de Dios y de Su Verbo Encarnado. Así sea.


¿QUIÉN FUE LA MADRE MARÍA ÁNGELES SORAZU?


                    Florencia Sorazu Aizpurua nació el 22 de Febrero de 1873, en Zumaya (Guipúzcoa, España),  fue bautizada al día siguiente, en la Parroquia de San Pedro, en su pueblo natal. Desde su más tierna infancia Florencia se vio adornada de gracias sobrenaturales, que de algún modo anunciaban una predilección por parte de Dios. 

                    Creció humana y espiritualmente, venciendo las dificultades y luchas propias de su edad; el 26 de Agosto de 1891 ingresó en la Orden de la Inmaculada Concepción, en la ciudad de Valladolid. Al recibir el hábito blanco de la Orden tornó su nombre por el Sor María de los Ángeles: "María" por su amor a Nuestra Señora y "de los Ángeles" por la devoción que siempre tuvo a los Espíritus Celestiales. Realizó la Profesión solemne de votos el 6 de Octubre de 1892, y desde entonces se entregó con todo su ser a Jesucristo y a María Inmaculada. 

                    En Julio de 1907 el Señor permitió que comenzara una purificación interior, que la dispuso interiormente para el Matrimonio Espiritual, gracia que finalmente recibió el 10 de Junio de 1911. La Madre Sorazu, por obediencia a su Director, fue dejando constancia escrita de los aspectos de la vida de unión con Dios, su contemplación de la vida humana y divina de Jesucristo, los atributos divinos, la lectura y comentario de diversos pasajes bíblicos, destacando sus escritos referentes a la Virgen María.

                    En la Navidad de 1920 hace unos Ejercicios Espirituales de cuarenta días con la intención de prepararse para la Vida del Cielo. El 28 de Agosto de 1921, la Madre María Ángeles Sorazu expiraba tras haber compartido los padecimientos de Cristo, que según ella tanto deseó y pidió en su oración.



sábado, 6 de septiembre de 2025

TEN COMPASIÓN DEL CORAZÓN DE TU SANTÍSIMA MADRE... Primer Sábado de Mes



                      "Mira, hija Mía, Mi Corazón cercado de espinas que los hombres ingratos me clavan sin cesar con blasfemias e ingratitudes. Tú, al menos, procura consolarme y di que a todos los que, durante cinco meses, en el primer Sábado, se confiesen, reciban la Sagrada Comunión, recen el Rosario y me hagan compañía durante quince minutos, meditando en los Misterios del Rosario con el fin de desagraviarme les prometo asistir en la hora de la muerte con las gracias necesarias para su salvación". 

                       De esta manera se dirigía Nuestra Señora a Sor Lucía Dos Santos; acontecía la celestial revelación en la ciudad gallega de Pontevedra, era el 10 de Diciembre de 1925 -en tres meses se cumplirá el Centenario de esta Revelación- y entonces, la que había sido vidente de la Virgen en Fátima junto a sus primos Jacinta y Francisco, se preparaba ahora para ser Esposa de Cristo, como Religiosa Dorotea. 

                       Años atrás, en la aldea de Fátima, cuando Lucía y sus primos eran unos niños, habían sido bendecidos con las visitas de la Madre de Dios; en la Aparición del 13 de Junio de 1917, Nuestra Señora les mostró la terrible visión del lugar de penas eternas... "Habéis visto el Infierno -les dijo la Virgen- a donde van las almas de los pobres pecadores; para salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la Devoción a Mi Inmaculado Corazón." Fiel a la Voluntad de Dios, la Virgen Santa se manifiesta a una Lucía ya adulta para hacerle cumplir con el pedido que otrora le formulara en Fátima, "Para impedir la guerra vendré a pedir la Consagración de Rusia a Mi Inmaculado Corazón y la Comunión Reparadora de los Primeros Sábados..." (13 de Julio de 1917). 

                        Era el 26 de Diciembre de 1957, cuando el Postulador de la Causa de Canonización de Francisco y Jacinta, el Padre Agustín Fuentes Anguiano, obtuvo permiso para hablar con Sor Lucía; el encuentro sería en un modesto locutorio de la clausura del Monasterio de San José de Coimbra, donde Sor Lucía -después de abandonar la Congregación de las Religiosas Doroteas- se había consagrado como Carmelita Descalza desde 1948; en el transcurso de aquel encuentro, la vidente de Fátima volvería a reafirmar su Misión de propagar la Devoción al Inmaculado Corazón de María.

                       Sor Lucía explicó al Padre Fuentes que, "mis primos Francisco y Jacinta se sacrificaron porque vieron siempre a la Santísima Virgen muy triste en todas sus apariciones. Nunca se sonrió con nosotros, y esa tristeza y angustia que notábamos en la Santísima Virgen, a causa de las ofensas a Dios y de los castigos que amenazaban a los pecadores, nos llegaban al alma..." También aseguró Sor Lucía que "el Demonio está librando una batalla decisiva con la Virgen y una batalla decisiva, es una batalla final en donde se va a saber de qué partido es la victoria, de qué partido es la derrota. Así que ahora, o somos de Dios, o somos del Demonio; no hay término medio."

                       El Padre Agustín Fuentes dijo que Sor Lucía le aclaró que la Virgen "me dijo, tanto a mis primos como a mí, que dos eran los últimos remedios que Dios daba al mundo; el Santo Rosario y la devoción al Inmaculado Corazón de María. Y, al ser los últimos remedios, quiere decir que son los últimos, que ya no va a haber otros."


¿Cómo practicar la Devoción 
de los Cinco Primeros Sábados del Mes?

                1) Confesarse, dentro de los ocho días anteriores, con la intención de desagraviar las ofensas al Inmaculado Corazón de María. 

               2) Recibir la Comunión en el primer Sábado del mes, en gracia de Dios, con la misma intención de consolar y reparar al Doloroso Corazón de María. La Confesión y la Comunión deben repetirse durante cinco meses consecutivos, sin interrupción, de lo contrario se debe comenzar de nuevo.

               3) Rezar el Santo Rosario, al menos cinco Misterios, con la misma intención de desagraviar al Corazón de María.

               4) Hacer compañía a la Virgen durante quince minutos, meditando los Misterios del Rosario. Esto se puede hacer leyendo un pasaje de la Sagrada Escritura alusivo a los Misterios del Santo Rosario (por ejemplo la Anunciación del Arcángel San Gabriel a la Virgen Purísima). 



jueves, 4 de septiembre de 2025

DINA BÉLANGER de la Música a la Mística


                    "…Mis Sacerdotes… ¡oh, cuánto los amo!… Los llamo a ser otros Cristos. A ser réplicas de Mí […] Ofrezcan a Mi Padre, por Mis Sacerdotes, el espíritu de oración de Mi Corazón, Mi espíritu de oración, la perfecta unión de Mi Corazón con Él. Esto es lo que les falta a la mayoría de Mis Sacerdotes: el espíritu de oración, de intensa vida interior. […] Demasiadas almas religiosas y sacerdotales no comprenden que los sacrificios que les pido son llamas de amor que emanan de Mi Divino Corazón para atraer y santificar su corazón humano".

                    "Ninguna invocación responde mejor al inmenso deseo de Mi Corazón Eucarístico de reinar en las almas que: Corazón Eucarístico de Jesús, venga Tu Reino por el Inmaculado Corazón de María; y a Mi no menos infinito deseo de comunicar Mis gracias a las almas que: Corazón Eucarístico de Jesús, ardiendo de amor por nosotros, inflama nuestros corazones de amor por Ti".


De las Revelaciones de Nuestro Señor a Sor María de Santa Cecilia de Roma 
de la Congregación de Jesús-María (en el siglo Dina Bélanger)



                    Dina Bélanger nació el 30 de Abril de 1897, en la ciudad de Quebec, Canadá. Sus padres se llamaban Octavio Bélanger y Serafina Matte. Fue bautizada el mismo día de su nacimiento en la iglesia de San Roque, con los nombres de María, Margarita, Dina, Adelaida. Hizo su Primera Comunión y recibió el Sacramento de la Confirmación el 2 de Mayo de 1907.

                    De su autobiografía extraemos: "Desde el comienzo de mi vida, la Virgen me ha protegido de un modo especial. Mis ojos vieron la luz del día cuando comenzaba el mes dedicado a Ella. Ese mismo día recibí el Bautismo. Dios tomó posesión de mi alma para que fuese toda de Él. ¡Qué dicha tan grande ser hija de Dios y de María, mi dulce Madre!".

                    Asistió al Colegio Jacques Cartier, recibiendo desde pequeña clases de piano; a los once años obtuvo su primer diploma. A los trece años fue admitida en el colegio en la Asociación de las Hijas de María.

Amor por Jesús Eucarística....

                    En la autobiografía de Dina Bélanger leemos: "Jesús fue mi Maestro de oración enseñándome a comunicarme con Él. Un día, ante el Sagrario, leí estas palabras en un libro de oración: “Señor, Dios mío”. Ya no leí más. Sumergida en el silencio, en la paz y en la soledad, sentía estar con Él saboreando estas palabras. Olvidé el tiempo... Otra vez, ante el Santísimo expuesto, fijos los ojos en la Sagrada Forma, le pedía verle con los ojos del cuerpo: ¡Deseo tanto veros!. El Señor respondió a mis ingenuidades con un aumento de fe en Su Presencia Eucarística".

                    A lo largo de toda su vida Dina Belanger practicó y fomentó la devoción de La Hora Santa; un Jueves, antes de que iniciara este momento de oración íntima, Jesús Nuestro Señor le mostró una multitud de almas al borde del Infierno; concluída La Hora Santa, Jesús le mostró las mismas almas en las manos de Dios: le reveló entonces que mediante las Horas Santas de oración, multitud de almas van al Cielo, quienes de otro modo habrían ido al Infierno, ya que una persona puede contribuir a lo que falta en la vida de otros, al obtener gracias preciosas y eficaces para su salvación.

Entrega a la Virgen Purísima

                    De nuevo leemos en la autobiografía de Dina: "Me entregué totalmente a la Virgen por la práctica de la devoción perfecta, según el espíritu del Beato Luis de Montfort. Este abandono total de mí misma y de mis cosas a la Reina del Cielo me atrajo muchas consolaciones. Sólo en el Cielo comprenderé las ventajas de abandonarme a su sabia guía. Quisiera consagrarle toda la humanidad. Hay que dejarla vivir en nosotras para que Cristo se sustituya en nuestra pequeñez. Ella es el camino más seguro, más corto, más idóneo para elevarnos hasta el Infinito, para unirnos al Amor increado hasta perdernos en Él, abismarnos en la fuente de la felicidad eterna".

                    En 1911, comenzó a asistir al internado de Bellevue. En ese mismo año hizo voto privado de castidad y le pidió al Señor la gracia del martirio, el día primero de Octubre. Concluidos los estudios en 1913 regresó a la casa de sus padres; se involucró entonces en la Parroquia, ayudando con los ornamentos litúrgicos y participando del Apostolado de la Oración. En 1914 Dina habla a sus padres del deseo que tiene de ser religiosa, pero éstos no le concedieron el permiso, alegando que con 17 años aún era demasiado joven.

                    Pese a la oposición paterna, Dina se consagró al Señor de alguna manera, como dejó escrito en su autobiografía:"El primer Viernes de Octubre estando con las demás alumnas en la capilla para la visita al Santísimo, me sentí impulsada a consagrar al Señor mi virginidad. Y así lo hice añadiendo: si esta Consagración es de Tu agrado. Y debió agradarle porque me sentí más Suya, con una pertenencia más profunda, y mi sed de entrega total a Su Amor en la vida religiosa, más colmada. Ardía en deseos de ser Mártir y decía: Jesús, Tú has muerto por mí. Pues bien, mi amor no quedará satisfecho si no muero Mártir por Ti"

Por fin Esposa de Cristo

                    Dina también profesó sincero amor al Padre putativo de Cristo, en el que confiaba las necesidades materiales: "En mi vida interior me ha ayudado siempre el bendito San José. Lo quiero mucho, y sobre todo en su fiesta, le obsequiaba con pequeños sacrificios". En la contemplación de la vida de entrega y sacrificio de San José, Dina encontraría el ánimo para continuar luchando por la vocación religiosa.

                    Desde 1916 hasta 1918 residió en Nueva York, donde completaría sus estudios de piano y música en la Residencia Nuestra Señora de la Paz, que estaba dirigida por la orden de las Religiosas de Jesús-María. De regreso a su ciudad natal se inscribió en la Tercera Orden de Santo Domingo, y una vez obtenido el permiso de sus padres, ingresó en la Congregación de Jesús-María situada en Québec. Según la costumbre, cambió su nombre de pila por uno religioso: Sor María de Santa Cecilia de Roma. Emitió sus votos temporales el día 15 de Agosto de 1923, Solemnidad de la Asunción de María; los votos perpetuos los emitiría el 15 de Agosto de 1928, un año antes de su muerte.

                    Esos días de entrega gozosa al Divino Esposo los dejaría reflejados en pocas y sentidas palabras: "Al fin ya llevaba el hábito religioso; lo besaba con piedad y amor pero no en vano se dice que ‘el hábito no hace al monje’ y tenía que trabajar por hacerme menos indigna de él... Ya era por fin Religiosa de Jesús-María. Recibí la Cruz y el Rosario. Ya pertenecía a la Congregación que tanto amaba. La Mano Divina allí me había conducido. Qué deuda de gratitud hacia mi Congregación Religiosa. Modela Señor mi alma según su espíritu de caridad y de humildad, de obediencia y de alabanza, que no es otro que el espíritu de Tu Amor. Obra en mí junto con María, para que alabe por siempre vuestros benditos nombres".

Gracias del Señor en su alma

                    El amor que Dina sentía por Jesús en la Sagrada Eucaristía sería premiado con iluminaciones y revelaciones celestiales, que ella guardaría para sí misma entonces, pero que por obediencia recogió fielmente en la autobiografía: "Un día recibí esta luz que me consoló mucho: el Cielo es la posesión de Dios; Dios vive en mí, yo lo poseo, luego gozo del Cielo en la tierra. Desde este dichoso momento, me escondía por más tiempo en el Corazón de Cristo y en Él encontraba las delicias de la Bienaventuranza, con el privilegio añadido de ser capaz de sufrir por Él. Si los Ángeles pudiesen tener algún deseo, creo que, además de la Eucaristía, envidiarían este don del sufrimiento por amor".

                    Entre las diferentes revelaciones privadas que recibió Dina Bélanger, destacamos la hermosa visión que tuvo en acerca de la unión entre los Sagrados Corazones de Jesús y de María y Su Presencia en el Santísimo Sacramento: "...Nuestro Señor, Hombre-Dios, me ha hecho ver Su Corazón en la Sagrada Hostia. Yo no miraba Su Santo Rostro; me cautivaban Su Corazón y la Hostia. Los dos estaban perfectamente unidos, de tal manera el uno en la otra, que no puedo explicar cómo me fue posible distinguirlos. De la Hostia se difundían innumerables rayos de luz; de Su Corazón salía una inmensidad de llamas que corrían como torrentes impetuosos. La Santísima Virgen estaba allí, tan cerca del Señor que parecía estar como absorbida por Él. Todos los rayos luminosos de la Hostia y todas las llamas del Corazón de Jesús pasaban a través del Corazón Inmaculado de María".



                    A través de la pluma de Dina, Jesús Nuestro Señor se muestra a una humanidad que ha olvidado Su Amor: "Mi Corazón tiene tantas gracias para conceder y la mayoría de las almas ni siquiera piensa en aceptarlas"... "Mi Corazón Eucarístico se complace mucho en hacer confidencias a las almas pero encuentro pocas almas puras que lo comprendan"... "Mi Corazón desea unir constantemente a Sí todos los corazones por medio de la Eucaristía, como Él mismo está unido a Mi Padre por el Amor, en la unidad y caridad perfecta".

                    "Mi Corazón rebosa de gracias para las almas. Tráelas a Mi Corazón Eucarístico"... "Las almas solo son infelices en la medida en que se alejan de Dios. El gran deseo de Mi Padre, y el Mío, sería ver felices a todas las almas, incluso en la tierra".

                    Desde la Profesión Religiosa Dina Bélanger sufriría graves enfermedades; convaleciente, desde la cama solía hacer traducciones y despachaba correspondencia. Tuvo una tuberculosis pulmonar que se agravó el 30 de Abril de 1929, a tal punto que tuvo que ser trasladada a la enfermería. Murió el 4 de Septiembre de 1929, a las 4 de la tarde.




miércoles, 3 de septiembre de 2025

EL PAPA DE LA INTEGRIDAD CATÓLICA



                                        ...esta perversión de las almas es como una muestra, como el prólogo de los males que debemos esperar en el fin de los tiempos; o incluso pensará que ya habita en este mundo el "hijo de la perdición" de quien habla el Apóstol. De lo cual se concluye que instaurar todas las cosas en Cristo y hacer que los hombres vuelvan a someterse a Dios es la misma cosa. Así, pues, es ahí donde conviene dirigir nuestros cuidados para someter el género humano al poder de Cristo: con Él al frente, pronto volverá la humanidad al mismo Dios.


Encíclica "E Supremi Apostolatus", Papa San Pío X, 4 de Octubre de 1903



INFANCIA Y SACERDOCIO

               Giuseppe Melchiorre Sarto, quien luego sería el Papa Pío X nació el 2 de Junio de 1835 en Riese, provincia de Treviso, en Venecia. Sus padres fueron Giovanni Battista Sarto y Margarita Sanson. Su padre fue un cartero y murió en 1852, pero su madre vivió para ver a su hijo llegar a Cardenal. Luego de terminar sus estudios elementales, recibió clases privadas de Latín por parte del Arcipreste de su pueblo, Don Tito Fusarini, después de lo cual estudió durante cuatro años en Castelfranco Veneto, caminando de ida y vuelta diariamente.

               En 1850 recibió la tonsura de manos del Obispo de Treviso y obtuvo una beca de la Diócesis de Treviso para estudiar en el Seminario de Padua, donde terminó sus estudios filosóficos, teológicos y de los clásicos con honores. Fue ordenado Sacerdote en 1858, y durante nueve años fue Capellán de Tómbolo, teniendo que asumir muchas de las funciones del Párroco, puesto que éste ya era anciano e inválido. 



               Buscó perfeccionar su conocimiento de la Teología a través de un estudio asiduo de Santo Tomás y el Derecho Canónico; al mismo tiempo estableció una escuela nocturna para la educación de los adultos, y siendo él mismo un ferviente predicador, constantemente era invitado a ejercer este ministerio en otros pueblos.


OBISPO DE MANTUA 

               En 1867 fue nombrado Arcipreste de Salzano, un importante municipio de la Diócesis de Treviso, en donde restauró la iglesia y ayudó a la ampliación y mantenimiento del hospital con sus propios medios, en congruencia con su habitual generosidad hacia los pobres; especialmente se distinguió por su abnegación durante una epidemia de cólera que afectó a la región. Mostró una gran solicitud por la instrucción religiosa de los adultos. En 1875 creó un reglamento para la catedral de Treviso; ocupó varios cargos, entre ellos, el de director espiritual y rector del seminario, examinador del clero y vicario general; más aún, hizo posible que los estudiantes de escuelas públicas recibieran instrucción religiosa. En 1878, a la muerte del Obispo Zanelli, fue elegido Vicario Capitular. El 10 de Noviembre de 1884 fue nombrado Obispo de Mantua, en ese entonces una sede muy problemática, y fue consagrado el 20 de Noviembre de ese mismo año.



               Su principal preocupación en su nuevo cargo fue la formación del clero en el Seminario, donde, por varios años, enseñó Teología Dogmática y, durante un año, Teología Moral. Deseaba seguir el método y la teología de Santo Tomás, y a muchos de los estudiantes más pobres les regaló copias de la “Summa Theologica”; a la vez, cultivó el Canto Gregoriano en compañía de los seminaristas. La administración temporal de la sede le impuso grandes sacrificios. En 1887 celebró un sínodo diocesano. Mediante su asistencia en el confesonario, dio ejemplo de celo pastoral.


PATRIARCA DE VENECIA

             En el Consistorio Secreto celebrado en Junio de 1893, León XIII lo creó Cardenal, con el título de San Bernardo de las Termas; y en el Consistorio Público, tres días más tarde, fue preconizado Patriarca de Venecia, conservando mientras tanto el título de Administrador Apostólico de Mantua. El Cardenal Sarto fue obligado a esperar dieciocho meses, antes de tomar posesión de su nueva Diócesis, debido a que el gobierno italiano se negaba a otorgar el exequatur, reclamando que el derecho de nominación había sido ejercido por el Emperador de Austria. Este asunto fue tratado con amargura en periódicos y panfletos; el Gobierno, a manera de represalia, rehusó extender el exequatur a los otros obispos que fueron nombrados durante este tiempo, por lo que el número de sedes vacantes creció a treinta.

               Finalmente, el Ministro Crispi, habiendo regresado al poder, y la Santa Sede, habiendo elevado la misión de Eritrea a la categoría de Prefectura Apostólica en atención a los Capuchinos Italianos, motivaron al Gobierno a retractarse de su posición original. Esta oposición no fue causada por ninguna objeción contra la persona de Sarto. En Venecia el Cardenal encontró un estado de cosas mucho mejor que el que había hallado en Mantua.

               También allí puso gran atención en el Seminario, donde logró establecer la facultad de derecho canónico. En 1898 celebró el sínodo diocesano. Promovió el uso del Canto Gregoriano y fue gran benefactor del gran compositor Lorenzo Perosi; favoreció el trabajo social, especialmente los bancos en las Parroquias rurales; se dio cuenta de los peligros que entrañaban ciertas doctrinas y conductas de algunos Cristiano-Demócratas y se opuso enérgicamente a ellas. El Congreso Eucarístico Internacional de 1897, en el Centenario de San Gerardo Sagredo (1900), la Bendición de la primera piedra del nuevo campanario de San Marcos y la Capilla conmemorativa en el Monte Grappa (1901) fueron eventos que dejaron una profunda impresión en él y en su gente.



LA CRUZ DEL PONTIFICADO

               A la muerte del Papa León XIII, los Cardenales se reunieron en Cónclave y, después de varias votaciones, Giuseppe Sarto fue elegido el 4 de Agosto, al obtener 55 de 60 votos posibles. Su coronación tuvo lugar el siguiente Domingo, 9 de Agosto de 1903.

              Sus esfuerzos se dirigieron a promover la Piedad entre los Fieles, y a fomentar la recepción frecuente de la Sagrada Comunión, y, si era posible, hacerla diariamente, dispensando a los enfermos de la obligación de ayunar para poder recibir la Sagrada Comunión dos veces al mes, o incluso más. Finalmente, mediante el Decreto “Quam Singulari” (15 de Agosto de 1910), recomendó que la Primera Comunión en los niños no se demorara demasiado tiempo después de que alcanzaran la edad de la discreción. Por eso se le conoce con el sobrenombre de "el Papa de la Eucaristía".

               El 22 de Noviembre de 1903, promulgó un Motu Proprio sobre música sacra en las iglesias, y, al mismo tiempo, ordenó que el auténtico Canto Gregoriano se utilizara en todas partes, mientras dispuso que los libros de cantos se imprimieran con el tipo de fuente del Vaticano bajo la supervisión de una comisión especial. En la Encíclica “Acerbo nimis” (15 de Abril de 1905), planteó la necesidad de que la instrucción catequética no se limitara a los niños, sino que también fuera dirigida hacia los adultos, dando para ello reglas detalladas, especialmente en lo referente a escuelas adecuadas para la impartición de la instrucción religiosa a los estudiantes de escuelas públicas, y aun de Universidades. Promovió la publicación de un nuevo Catecismo para la Diócesis de Roma.

               Pero por sobre todas las cosas, la principal preocupación del Papa era la pureza de la Fe Católica. Por esta razón, en 1907, publicó el Decreto “Lamentabili” (llamado también el Syllabus de Pío X), en el que sesenta y cinco proposiciones modernistas fueron condenadas. La mayor parte de estas se referían a las Sagradas Escrituras, su inspiración y la Doctrina de Jesús y los Apóstoles, mientras otras se relacionaban con el Dogma, los Sacramentos, la Primacía del Obispo de Roma. Inmediatamente después de eso, el 8 de Septiembre de 1907, apareció la famosa Encíclica “Pascendi”, que exponía y condenaba el sistema filosófico del Modernismo.

              Una necesidad sentida durante mucho fue la de codificar la Ley Canónica, y con la intención de llevarla a cabo, el 19 de Marzo de 1904, Pío X creó una congregación especial de Cardenales; así las más eminentes autoridades en derecho canónico de todo el mundo, colaboraron en la formación del nuevo Código, que sería terminado en el Pontificado de su sucesor, Benedicto XV. En 1910 promulgó el Motu Proprio "Sacrorum Antistitum", conocido como "Juramento Antimodernista", que debía ser pronunciado por cualquiera que quisiera conservar o acceder a un oficio eclesiástico, incluida la docencia en teología.


MUERTE Y CANONIZACIÓN 

               Profundamente afectado por el estallido de la Gran Guerra -que el había intentado por todos los medios evitar-, y debilitado por una crisis bronquial, su corazón cedió tras rápida enfermedad cuando contaba 79 años.

               Cuando el Padre Pío de Pietrelcina se enteró de la muerte de San Pío X, empezó a llorar como un niño diciendo: “Esta guerra se ha llevado a la víctima más inocente, más pura y más santa: el Papa”, pues corrían rumores que el Santo Padre había ofrecido su vida para salvar a sus hijos del flagelo de la Guerra Mundial.



               El 3 de Junio de 1951 el Romano Pontífice Pío XII inscribía al Papa de la Eucaristía entre los Bienaventurados de la Iglesia; casi tres años después, el 29 de Mayo de 1954, Pío X era elevado a la Gloria de los Altares por el mismo Papa. Ese día, Pío XII recordaría la eterna condena al Modernismo: “Cualquier teoría, como el Modernismo, que separa la Fe y la Ciencia, en su fuente y en su objeto, oponiéndose una a la otra, produce en estas dos áreas vitales de un cisma, que es tan perniciosa “que un poco es más que la muerte”. (…) Con mirada vigilante Pío X observó la llegada de esta calamidad espiritual del mundo moderno, esta amarga desilusión que afectaba sobre todo a las clases cultas. Se dio cuenta de cómo una fe tan evidente, es decir, una fe no fundada sobre la revelación de Dios, sino que estén arraigadas en un terreno puramente humano, atraería a muchos al ateísmo. Así mismo, reconoció el destino fatal de una ciencia, que contrario a la naturaleza y en la limitación voluntaria, interceptó el camino a la verdad absoluta y el Bien, dejando al hombre, privado de Dios y se enfrentan a la oscuridad invisible en la que se encuentra en todo ser vestirte, sólo la actitud de la angustia o la arrogancia”.