jueves, 2 de octubre de 2025

LOS SANTOS ÁNGELES CUSTODIOS, PROTECTORES ANGELICALES



               Es una Verdad de Fe que los Ángeles, todo benditos que son, reciben una misión de Dios ante los hombres; las palabras de Nuestro Señor, la enseñanza de los Doctores y los Santos, la Autoridad de la Iglesia, no nos permiten dudar de esta realidad. 

               Si los demonios, en legiones innumerables, merodean a nuestro alrededor como leones dispuestos a devorarnos, según la palabra de San Pedro, es consolador para nosotros pensar que Dios nos ha dado defensores más numerosos y más poderosos que los demonios.

                A más tardar desde su nacimiento, todo hombre que viene al mundo es confiado a la Custodia de una mente celestial; los paganos, los herejes, los pecadores mismos no están privados de este beneficio de Dios. Incluso es cierto que varios personajes, debido a su situación, como los Reyes, los Pontífices, algunos Sacerdotes, o debido a las vistas especiales de Dios sobre ellos, como muchos Santos, a veces tienen varios Ángeles guardianes. Sin duda, no sólo los individuos, sino las Sociedades y las Instituciones, son confiados especialmente a la Custodia de los Ángeles; la Santa Iglesia, los Reinos, las Provincias, las Diócesis, las Parroquias, las familias, las Órdenes Religiosas, las Comunidades, tienen sus Protectores Angelicales.

                Los Ángeles nos preservan de una multitud de males y peligros, alejan de nosotros las ocasiones del pecado; nos inspiran en pensamientos santos y nos llevan a la virtud, nos sostienen en las tentaciones, nos fortalecen en nuestras debilidades, nos animan en nuestros desánimos, nos consuelan en nuestras aflicciones. Ellos luchan con nosotros contra el demonio y nos protegen contra sus trampas; si caemos, por fragilidad o por malicia, nos levantan por el remordimiento, por los pensamientos de la fe, por el temor a los juicios de Dios, y nos proporcionan varios medios de conversión: llevan nuestras buenas obras y oraciones a Dios, reparan nuestras faltas, interceden por nosotros ante la Divina Misericordia, suspenden la venganza celestial sobre nuestras cabezas; finalmente, nos iluminan y nos apoyan en la enfermedad y en la hora de la muerte, nos presencian el Juicio de Dios, visitan las almas del purgatorio.

               San Bernardo resume nuestra tarea en tres palabras: "Qué respeto, qué amor, qué confianza de nosotros no merecen los Ángeles: respeto a su presencia, amor por su benevolencia, confianza en su protección." Añadimos un cuarto deber, docilidad a su inspiración.


Abad L. Jaud, "Vida de los Santos para todos los días del año", Tours, 1950



miércoles, 1 de octubre de 2025

EL SANTO ÁNGEL CUSTODIO DE ESPAÑA



                    "Hoy se celebra en España la Festividad del Santo Ángel Custodio del Reino, con rezo propio y rito doble de segunda clase con octava. La Santidad de León XII concedió al Católico Rey Don Fernando VII y le asignó este día, para tributar las debidas gracias al Señor por los grandes y continuos beneficios que recibe la nación española por medio de su Santo Ángel tutelar. La Misa, a excepción de la Oración propia, es como la del día siguiente". 


("Año Cristiano", P. Juan Croisset, S.I., Barcelona, 1882)


                   La imagen del Santo Ángel Custodio de España se encuentra en la iglesia de San José de Madrid. La fiesta del Ángel Custodio del Reino fue concedida a España en el siglo XIX por el Papa León XII.

                   En el año 1897 el Obispo Manuel Domingo y Sol fundó la “Pía Unión de Oraciones al Santo Ángel de España", que años después estuvo presidida por la infanta Isabel de Borbón, hija de la Reina Isabel II de España.

                   Esta Pía Unión de Oraciones tenía en proyecto construir un gran monumento al Santo Ángel de España, y con esa finalidad se confeccionó una preciosa imagen como boceto del monumento. Esa imagen se encuentra en un altar lateral en la iglesia de San José, en calle Alcalá, 43, de Madrid.

                   Mons. Leopoldo Eijo Garay, primero Obispo de las diócesis de Tuy y Vitoria, y luego Obispo de Madrid-Alcalá, publicó en 1917 una extensa “Novena al Santo Ángel Custodio de España” de 105 páginas. (Puedes acceder a dicha Novena tocando AQUÍ)



Imagen tomada de la página elsayon.blogspot.com. Allí podrás
ver más detalles de la imagen del Santo Ángel Custodio de España


                    En el escudo del Santo Ángel de España se pueden ver representados los antiguos Reinos de Castilla, León, Navarra y Aragón. En el centro del escudo, y en la pared, la flor de lis de la casa de Borbón.

                    El altar del Santo Ángel Custodio de España fue inaugurado el 12 de mayo de 1920, en la iglesia de San José de Madrid, con asistencia de la Familia Real española. Ese mismo día el rey Alfonso XIII propuso la creación de la Asociación Nacional del Santo Ángel Custodio del Reino, que pronto se extendió en 40 provincias.

                     En la parte de abajo del Altar hay numerosos escudos de provincias y ciudades de España. La iglesia de San José fue de los pocos templos católicos que no fueron asaltados durante la Guerra Civil Española.



lunes, 29 de septiembre de 2025

ARCÁNGEL SAN MIGUEL, vencedor del Demonio


Enemigo de la mentira y del orgullo, 
San Miguel venció al Demonio cuando éste, 
a pesar de ser un espíritu elevadísimo, 
se reveló contra Dios. Tal lucha se perpetúa 
y, por tanto, esa parte de su misión 
es permanentemente actual

Doctor Plinio Corrêa de Oliveira




San Miguel, Modelo de humildad

                    La Santa Iglesia venera a San Miguel Arcángel, principalmente, como modelo de la humildad cristiana. Lucifer rechazó el homenaje que el Altísimo le exigía. San Miguel, acompañado de los ángeles que permanecieron fieles, prestó ese homenaje. Mientras que Lucifer personifica a la Revolución, San Miguel personifica el espíritu de jerarquía y de disciplina que es la quintaesencia de la humildad cristiana. 

                    En una época profundamente socavada por el espíritu de la revolución, cuando todos los poderes legítimos, sea en el orden espiritual, sea en lo político, social, económico o familiar, son objeto de un odio y de una desconfianza generalizada, es especialmente difícil para un católico conservar intacto el espíritu de jerarquía que, en todos los campos de la actividad, es la nota distintiva de un verdadero cristiano. Sin embargo, la alternativa es inexorable. O tenemos el espíritu de jerarquía que caracterizó a San Miguel, o nuestro espíritu es el de Lucifer. El patronazgo de San Miguel es, pues, singularmente precioso para quienes quieren permanecer fieles a la Ortodoxia, a la genuina Doctrina de la Iglesia Católica, en todos los puntos atacados por el espíritu de revuelta.

San Miguel, Modelo de combatividad

                    San Miguel es asimismo el modelo del guerrero cristiano, por la fortaleza que demostró al arrojar al Infierno a las legiones de espíritus malditos. Es el Guerrero de Dios, que no tolera que la Majestad Divina sea contestada u ofendida en su presencia, y que está dispuesto en todo momento a empuñar la espada para aplastar a los enemigos del Altísimo. Él nos enseña que al católico no le basta con hacer el bien: también tiene el deber de combatir el mal. Y no solo un mal abstracto, sino el mal tal y como existe en los impíos y pecadores. 

                    Pues San Miguel no arrojó al Infierno el mal como un principio, una mera concepción de la inteligencia, ni los principios y concepciones meramente intelectuales son susceptibles de ser quemados por el fuego eterno. Fue a Lucifer y a sus secuaces a quienes arrojó al Infierno, pues odiaba el mal como existente en ellos, amado por ellos. 

                    Vivimos en una época de profundo liberalismo religioso. Pocos son los cristianos que tienen la idea de pertenecer a una Iglesia Militante, tan militante en la tierra como lo fueron San Miguel y los Ángeles fieles en el Cielo. También nosotros debemos saber aplastar la insolencia de la impiedad. También nosotros debemos oponer al adversario una resistencia tenaz, atacarlo en sus posiciones, expulsarlo y reducirlo a la impotencia. San Miguel, en esta lucha, no debe ser solamente nuestro modelo, sino nuestro auxilio. La lucha entre San Miguel y Lucifer no ha cesado, sino que se extiende a lo largo de los siglos. Él ayuda a todos los Cristianos en los combates que emprenden contra el poder de las tinieblas.

San Miguel, Protector de la Santa Iglesia

                    No es de extrañar, por lo tanto, que San Miguel haya sido considerado patrono de la antigua Sinagoga. Esta fue una prefigura de la Iglesia Católica. Y a ese título era la organización militante de todos los hijos de Dios. Por ello, los que luchan por la Iglesia hoy en día pueden venerar a San Miguel como su Patrono, al igual que lo hacían los antiguos judíos. 

                    Este patrocinio es especialmente sensible en un punto. Es en la lucha contra la Masonería. En efecto, la Masonería no es más que la anti-Iglesia, constituida por el poder de las tinieblas para socavar y destruir la Civilización Cristiana, como medio para reducir al mínimo la influencia de la Iglesia y perder el mayor número de almas. Está bien visto que la Masonería es satánica en su espíritu, su programa, sus métodos. Y así, San Miguel es por excelencia el Patrono de los que luchan contra esta secta infernal.

San Miguel, Protector de los moribundos

                    Se admite generalmente que el Demonio, deseoso de perder las almas, descarga contra ellas tremendas tentaciones en el momento de la muerte. Por eso, en la oración por los agonizantes, la Santa Iglesia incluye una invocación a San Miguel, pidiéndole que abra las puertas del Cielo para el moribundo. Así pues, San Miguel Arcángel debe ser invocado a este título, y muy asiduamente, por todos los fieles, y en especial por aquellos que tienen algún motivo más particular para sentir que su vida está en peligro.

San Miguel, Modelo de los adoradores eucarísticos

                    En nuestros días, la piedad eucarística ha alcanzado un grado de desarrollo admirable (1). Las asociaciones destinadas a promover la adoración al Santísimo Sacramento se multiplican por doquier. En varias ciudades existe la obra de la Adoración Perpetua, organizada por los beneméritos Padres Sacramentinos. De este modo, se presta a Dios un culto que le es sumamente grato y, al mismo tiempo, se repara la inmensa cantidad de pecados y de ultrajes que se cometen constantemente contra la Majestad Divina. 

                    Ahora bien, aún a este título San Miguel Arcángel tiene una relación especial con la Piedad de nuestro tiempo. En efecto, es el modelo de los adoradores eucarísticos. Conocemos por la Sagrada Escritura que San Miguel asiste perpetuamente junto al Trono de Dios, presidiendo el culto de adoración que se le tributa al Altísimo y ofreciéndole las oraciones de los Santos, simbolizadas por el incienso cuyo humo asciende a los cielos. Por lo tanto, es muy justo ver en él al Modelo de los adoradores eucarísticos.

San Miguel, Patrono de la lucha contra el Comunismo

                    Estos comentarios sobre la devoción a San Miguel Arcángel serían incompletos si no contuvieran una referencia a la magnífica oración en alabanza suya, que León XIII quiso que se recitara en todo el Orbe Católico, después de la Misa, por el celebrante arrodillado a los pies del Altar. 

                    Es sabido que el propósito de esta oración era obtener una solución a la cuestión romana, que mantenía en litigio a la Santa Sede y a Italia desde la conquista de Roma por las tropas garibaldinas. Lo que parecía imposible para la sabiduría humana fue obtenido gracias a las oraciones de toda la Iglesia. El Tratado de Letrán (1929) puso término a la espinosa cuestión. 



Como ocurre con muchas imágenes de este blog, la presente estampa se puede
imprimir a doble cara, para uso personal o hacer apostolado, gratuito, sin fines de lucro


                    Después de esto, Pío XI dispuso que esta oración se rezara por la conversión de Rusia y la derrota mundial del Comunismo. El Comunismo constituye, en nuestros días, un tremendo peligro que pone en sobresalto a todas las naciones de la tierra. Por su ateísmo radical, por el espíritu de revuelta que preside toda su concepción de la sociedad, de la cultura, de la economía y de la vida en general, es nítidamente diabólico. Por ello, San Miguel Arcángel es el Patrono naturalmente indicado para la lucha contra el comunismo.

                    Así debemos hacer nuestro el propósito expresado en el himno que la Sagrada Liturgia canta en alabanza a San Miguel en su Fiesta: “Contra ducem superbiae sequamur hunc nos Principem, ut detur ex Agni Throno nobis corona Gloriae”: en la lucha contra el jefe del orgullo, sigamos al Príncipe San Miguel, para que del Trono del Cordero nos llegue la corona de Gloria.


Doctor Plinio Corrêa de Oliveira, 
revista "Catolicismo", nº. 9, Septiembre de 1951


NOTA

                    1) Debe tener en cuenta el lector que el Doctor Plinio escribió este artículo cuando empezaba la década de 1950, los últimos años de gloria de la Iglesia Romana, hoy tomada por el Modernismo; esa época, otrora cargada de Piedad y Temor de Dios ya pasó: los católicos íntegros permanecemos en catacumbas, muy lejos de la "Iglesia del Concilio" que desterró para siempre todo aquello que santificara a nuestros abuelos.



sábado, 27 de septiembre de 2025

MARÍA NUESTRA SEÑORA y MADRE, Estrella de la mañana


"Sus cimientos están en los montes santos; 
el Señor ama las puertas de Sión 
más que todas las tiendas de Jacob"

Salmo 86:1,2



                    Cuando llegó el momento señalado por Dios para enriquecer a la humanidad con nuevas gracias de salvación, la Santísima Virgen María fue dada a la tierra. El mundo estaba entonces sumido en la oscuridad del paganismo: incluso el pueblo elegido, ingrato a Dios y olvidado de las promesas divinas, mantenía solo ciertas observancias externas de la Ley, completamente inadecuadas para dar vida espiritual. Entonces, ¡he aquí!, como el amanecer, la Virgen Inmaculada apareció en la tierra para iluminarla con una nueva luz de Fe y Amor. Pues el Nacimiento de María anunció la proximidad del Sol de Justicia, que disiparía las tinieblas de la muerte y mostraría al hombre el camino al Cielo.

                    María, al nacer, no solo era Inmaculada, sino que también poseía una gracia muy superior a la que Adán y Eva recibieron en el primer momento de su formación en el paraíso terrenal. La gracia de la santificación con la que María fue entonces adornada superó incluso la gracia consumada del más alto Serafín, pues estaba destinada a concebir y dar a luz a Jesucristo, el verdadero Hijo de Dios.

                    Incluso podemos decir de María que comenzó su vida mortal en un grado de Santidad superior al alcanzado por los más altos Santos al final de su carrera: “Sus cimientos están sobre los santos montes”.

                    Es bastante defendible la opinión de que María, en el primer instante de Su Concepción, recibió el uso de razón para que, por un movimiento espontáneo de Su Voluntad, pudiera volverse hacia Dios y así consentir libremente la Obra de la Gracia en su alma. En consecuencia, María conoció a Dios desde Su primera llegada a este mundo: pudo, por tanto, ofrecerse en ese momento por completo a la Divina Majestad, consagrándose en cuerpo y alma al servicio del Altísimo.

                    Jesucristo, al venir a este mundo, se dirigió así a Su Padre Eterno: «Sacrificio y oblación no quisiste; pero me preparaste un cuerpo; los holocaustos por el pecado no te agradaron. Entonces —dije—, he aquí que vengo; en la cabecera del libro está escrito de mí, para que haga Tu voluntad, oh Dios».

                    De igual manera, María, antes de conocer su elección a la dignidad de Madre de Dios, se ofreció sin reservas al Señor para que Él hiciera con Ella lo que le placiera y se dignara aceptarla como víctima de expiación por los pecados de los hombres. De esta manera, María trazó los lineamientos de una vida que sería en perfecta semejanza con la de Jesucristo, pues la clave de toda Su existencia sería la semejanza con Su Divino Hijo.

                    ¡Oh, cuán grata a Dios fue esta ofrenda! ¡Con qué complacencia contemplaron las Tres Personas de la Santísima Trinidad a este Niño Celestial, que un día les procuraría tal Gloria!.

                    Esfuérzate, alma mía, por imitar a María en la oblación de ti mismo a Dios; renueva con frecuencia esta ofrenda, diciendo con el Profeta Real: «Mi corazón está dispuesto, Dios mío, mi corazón está dispuesto». «Enséñame a hacer Tu Voluntad, porque Tú eres mi Dios».

                    La gracia con que María fue enriquecida desde Su entrada en este mundo, y la dote de virtudes sobrenaturales con que entonces fue adornada, son motivo suficiente para compararla con una hermosa ciudad, donde las Tres Divinas Personas se deleitaron en morar: «Cosas gloriosas se dicen de ti, oh ciudad de Dios». El Espíritu Santo se agradó de esta morada, mucho más que del Templo de Jerusalén hecho por manos humanas; por eso nunca cesó de llenarlo de gracias nuevas y preciosas.

                    La gracia continuó creciendo en el Alma de María desde el primer uso de la razón hasta su última acción mortal. Correspondiendo incesantemente a la inspiración del Espíritu Santo con todas Sus fuerzas, duplicó e incluso triplicó una y otra vez la gracia que había en Ella. ¿Cómo, entonces, podemos estimar la suma de Su riqueza espiritual acumulada cuando llegó el momento en que Su Divino Esposo se complació en llamarla a sí?.

                    El Beato Joaquín Piccolomini, figura destacada de la Orden de los Siervos de María, nació en Siena en el seno de una familia noble. Desde pequeño cultivó una tierna devoción a la Santísima Virgen, y era su gran deleite rezar el Avemaría. A los trece años, la misma Virgen lo llamó a la vida religiosa. En consecuencia, dejando el hogar paterno, pidió ser admitido en la Orden de los Siervos de María, y fue recibido y revestido por San Felipe Benizi.

                    Gracias a la protección especial de Nuestra Señora, se mantuvo inmune de todo pecado grave y, en especial, evitó todo lo contrario a la santa pureza. Se esforzó por ejercitarse en la penitencia y la mortificación; pero la virtud que más brilló en él fue su ardiente caridad hacia el prójimo, y en esto dio a todos un ejemplo notable. Un día se encontró con un epiléptico a quien hizo todo lo posible por consolar, pero el enfermo no escuchó sus amables palabras, sino que reprendió a Joaquín, diciendo: «Mejor toma esta enfermedad sobre ti y Yo te consolaré».

                    Al oír esto, el santo hombre se arrodilló de inmediato ante el crucifijo y rogó a Nuestro Señor que le transfiriera la aflicción del infeliz. En ese instante, el enfermo sanó por completo y Joaquín contrajo la terrible enfermedad que soportó con paciencia hasta su muerte.

                    Pero este sufrimiento no satisfizo su caridad, y oraba continuamente para parecerse cada vez más a su Señor Crucificado. Su deseo se cumplió, pues todo su cuerpo comenzó a cubrirse de llagas que le consumían la carne hasta los huesos. Soportó todo esto con gran alegría y paciencia, y a pesar de las súplicas de sus hermanos, no pidió ser liberado mediante una curación milagrosa.

                    Hacia el final de Su vida, Nuestra Señora lo honró con una visión en la que le mostró dos coronas preparadas para él en el Cielo: una por su martirio voluntario y la otra por sus grandes virtudes. Pidió la gracia de morir el Viernes Santo y su oración fue escuchada. Pues cuando sus hermanos se reunieron a su alrededor ese día y se leía la Pasión en la iglesia, al oír estas palabras: «En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu», expiró en paz. Esto fue el 16 de Abril de 1305. Nuestro Señor se complació en glorificar a Su Siervo con muchos milagros, que se obtuvieron y se siguen obteniendo por su intercesión.


Extraído de "La más bella flor del Paraíso" 
escrito por el Cardenal Alexis-Henri-Marie Lépicier, 
de la Orden de los Siervos de María



viernes, 26 de septiembre de 2025

CONSEJOS ESPIRITUALES DE SOR CONSOLATA BETRONE ( I )


                    "Esta tarde, abracé en mi pensamiento a las Pequeñísimas de todos los siglos y las consagré por adelantado al Corazón de Jesús. Dado que la primera de estas almas se consagró hoy, primer Viernes de Septiembre, en la Novena de la Natividad de María, el 8 de Septiembre los abrazaré a todas, consagrándolas a la Niña María. Y las Pequeñísimas amarán tanto a Nuestra Señora porque el Acto incesante que ofrecen a Jesús es también para María Santísima. Jesús, María, os amo, salvad almas". (Sor Consolata Betrone, 4 de Septiembre de 1936)

                    La "Obra de las Pequeñísimas" tiene por fin mantener viva en el mundo y desarrollar el Caminito de la Infancia Espiritual que enseñó Santa Teresita del Niño Jesús y que aceptó continuar Sor Consolata Betrone: hacer todo con amor y por amor, repitiendo el Acto de Amor. Podemos asegurar que María Santísima fue la primera y más perfecta "Pequeñísima", ya que Su vida entera fue real y efectivamente un Acto incesante de Amor y de Caridad en la aceptación continua de la Divina Voluntad.



CARTA DE SOR CONSOLATA BETRONE
A LAS PEQUEÑÍSIMAS 


                    Querida Pequeñísima: 

                    En la noche, cuando vayas a descansar, ruega a tu buen Ángel Custodio que mientras tú duermas, esté él amando a Jesús en tu lugar y que te despierte a la mañana siguiente inspirándote el Acto de Amor. Si tú eres fiel para rezar así cada noche, él será fiel cada mañana para despertarte con un ¡Jesús, María os amo, salvad almas!. Comienza así tu jornada, prosigue amando hasta tu encuentro con Jesús Eucaristía. Eso no quiere decir que tú debas dejar tu oración. No, continúa también con tus acostumbradas prácticas de Piedad, pero no agregues ninguna otra; deja que tu Acto de Amor absorba cada parte del tiempo libre y, si Jesús te lo inspira, también alguna de tus plegarias vocales. 

                    En la Santa Comunión confía, abandona en Jesús a ti misma, tus preocupaciones, tus proyectos, deseos, tus penas y no pienses más; porque toda la vida de una Pequeñísima se basa sobre la promesa divina: “Tú piensa sólo en amarme, Yo pensaré en ti y en todas tus cosas hasta en los más mínimos detalles”. (Copia estas palabras en el reverso de una imagen del Sagrado Corazón, para tenerlas siempre presentes; eso te ayudará mucho para liberar tu espíritu de todas las preocupaciones y experimentarás cómo Jesús es fiel para mantener esta promesa). 

                    Después de haber abandonado todo a Jesús en la Santa Comunión, renueva tu promesa del incesante Acto de Amor, del “sí” a todo lo que Él te pedirá a lo largo del día y el propósito de verlo, hablarle y servirle con amor en todas las criaturas con las cuales te encontrarás. 

                    Pon de una vez para siempre la intención de que cada Acto tuyo de Amor suba al Cielo como súplica para que te obtenga la fidelidad de continuarlo ininterrumpidamente hasta la siguiente Comunión y sea como una reparación por cada una de tus infidelidades. 

                    Dejarás la iglesia comenzando tu Acto de Amor que continuarás por el camino a casa y en la realización de cada uno de tus deberes. Fíjate que Jesús ha prometido que, cuando tú escribas, ores, medites o hables por necesidad o Caridad, el Acto de Amor continúa igualmente... 



jueves, 25 de septiembre de 2025

VISITA A JESÚS SACRAMENTADO por medio de los Santos Ángeles


...y ¿que haremos, preguntáis algunas veces, en la presencia de Dios Sacramentado? Amarle, alabarle, agradecerle y pedirle. ¿Que hace un pobre en la presencia de un rico? ¿Que hace un enfermo delante del médico? ¿Que hace un sediento en vista de una fuente cristalina?”

San Alfonso María de Ligorio, "Visitas al Santísimo Sacramento"


                Ángeles del Cielo, que rodeáis el Santo Tabernáculo del Altísimo, me uno a vosotros en los homenajes y adoraciones que rendís día y noche a Jesús Sacramentado. Quisiera amarle con un amor tan puro, tan verdadero, tan ardiente como el vuestro; pero soy tan ruin y pecador que nada puedo hacer que sea digno de Su Divina Majestad. Dignaos suplir mi cortedad, y alcanzadme las gracias que necesito para recoger los frutos de tan santa devoción. Feliz el alma que encuentra sus delicias en vivir junto al Tabernáculo del Señor, y allí conversar con su Amado y pasar las horas en su compañía. ¡Oh Ángeles del Cielo! Venid en mi auxilio, inflamad mi alma con el fuego del amor que os abrasa, para que mi corazón sea digno de adorar a Jesús Sacramentado. Amén.


                    Vengo, Jesús mío, a visitarte. Te adoro en el Sacramento de Tu Amor. Te adoro en todos los Sagrarios del mundo. Te adoro, sobre todo, en donde estás más abandonado y eres más ofendido. Te ofrezco todos los actos de adoración que has recibido desde la institución de este Sacramento y recibirás hasta el fin de los siglos. Te ofrezco principalmente las adoraciones de Tu Santa Madre, de San Juan, Tu discípulo amado, y de las almas más enamoradas de la Eucaristía. Ángel de mi Guarda, ve y visita en mi nombre todos los Sagrarios del mundo. Di a Jesús cosas que yo no sé decirle, y pídele su bendición para mí. 

 

ORACIÓN A JESÚS SACRAMENTADO
compuesta por Santa Teresita de Lisieux

                    “¡Oh Dios escondido en la prisión del Sagrario!, todas las noches vengo feliz a Tu lado para darte gracias por todos los beneficios que me has concedido y para pedirte perdón por las faltas que he cometido en esta jornada, que acaba de pasar como un sueño…

                    ¡Qué feliz sería, Jesús, si hubiese sido enteramente fiel! Pero, ¡ay!, muchas veces por la noche estoy triste porque veo que hubiera podido responder mejor a Tus gracias… Si hubiese estado más unida a Ti, si hubiera sido más caritativa con mis hermanas, más humilde y más mortificada, me costaría menos hablar Contigo en la oración.

                    Sin embargo, Dios mío, lejos de desalentarme a la vista de mis miserias, vengo a Ti confiada, acordándome de que «no tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos». Te pido, pues, que me cures, que me perdones, y yo, Señor, recordaré que «el alma a la que más has perdonado debe amarte también más que las otras…» Te ofrezco todos los latidos de mi corazón como otros tantos actos de amor y de reparación, y los uno a Tus Méritos infinitos.

                    Y Te pido, Divino Esposo mío, que seas Tú mismo el Reparador de mi alma y que actúes en mí sin hacer caso de mis resistencias; en una palabra, ya no quiero tener más voluntad que la Tuya. Y mañana, con la ayuda de Tu gracia, volveré a comenzar una vida nueva, cada uno de cuyos instantes será un acto de amor y de renuncia.

                    Después de haber venido así, cada noche, al pie de Tu Altar, llegaré por fin a la última noche de mi vida, y entonces comenzará para mí el día sin ocaso de la eternidad, en el que descansaré sobre Tu Divino Corazón de las luchas del destierro… Amén”.



miércoles, 24 de septiembre de 2025

BAJO LA DULCE REGLA DEL AMOR. Santa Teresita recibe el velo del Carmelo

  


                El 24 de Septiembre tuvo lugar la ceremonia de mi Recepción del Velo. Esta fiesta fue, de hecho, velada por las lágrimas. Papá estaba demasiado enfermo para venir a bendecir a su pequeña reina; en el último minuto Mons. Hugonin, que debería haber presidido, no pudo hacerlo y, también por otras razones, el día fue doloroso. Y, sin embargo, en medio de todo eso, mi alma estaba profundamente en paz. 

               Ese día agradó a Nuestro Señor que no pudiera contener mis lágrimas, y esas lágrimas no fueron entendidas. Es cierto que había soportado pruebas mucho más duras sin derramar una lágrima; pero luego me habían ayudado gracias especiales, mientras que en este día Jesús me dejó sola, y pronto mostré mi debilidad.

               Ocho días después de haber recibido el velo, mi prima, Jeanne Guérin, se casó con el Dr. La Néele. Cuando vino a vernos después y escuché de todas las pequeñas atenciones que prodigaba a su esposo, mi corazón se emocionó y pensé: “Nunca se dirá que una mujer en el mundo hace más por su esposo que yo por Jesús, mi Amado." Y, llena de nuevo ardor, me dediqué más fervientemente que nunca a complacer a mi Esposo celestial, el Rey de reyes, que se había dignado honrarme con una alianza divina.

               Habiendo visto la carta que anunciaba el matrimonio, me divertí componiendo la siguiente invitación, que leí a las novicias para traerles a casa lo que me había golpeado con tanta fuerza: que la gloria de todas las uniones terrenales no es nada comparada con la títulos de Esposa de Nuestro Divino Señor.

              "Dios Todopoderoso, Creador del Cielo y de la Tierra, Soberano Gobernante del Universo, y la Gloriosa Virgen María, Reina de la Corte Celestial, os anuncian los Desposorios Espirituales de su Hijo Augusto, Jesús, Rey de Reyes y Señor de Señores, con la pequeña Teresa Martin, ahora Princesa y Señora de Sus Reinos de la Santa Infancia y la Pasión, le fue asignada como dote, por su Divino Esposo, de cuyos Reinos ostenta sus títulos de nobleza, del Niño Jesús y de la Santa Faz. No fue posible invitarlo a la Fiesta de Bodas que tuvo lugar en la Montaña del Carmelo, el 8 de Septiembre de 1890 - la Corte Celestial fue admitida sola - pero se le solicita que esté presente en la Fiesta de Bodas que tendrá lugar para mañana, el día de la Eternidad, cuando Jesús, el Hijo de Dios, vendrá en las nubes del Cielo, en el esplendor de Su Majestad, para juzgar a vivos y muertos. Siendo aún incierta la hora, se les pide que se mantengan preparados y velen".

               Y ahora, Madre, ¿qué más puedo decir? Fue a través de tus manos que me entregué a Nuestro Señor, y tú me conoces desde la infancia, ¿necesito escribir mis secretos? Perdóname si acorto la historia de mi vida religiosa.

               Durante el Retiro General posterior a mi Profesión recibí grandes gracias. Como regla, encuentro los retiros predicados más difíciles, pero este fue una gran excepción. Anticipé tanto sufrimiento que me preparé con una ferviente Novena. 

               Se decía que el buen Sacerdote entendía mejor cómo convertir a los pecadores que dirigir el alma de las monjas. Pues bien, debo ser un gran pecador, porque Dios se valió de este santo religioso para traerme mucho consuelo. En ese momento tuve todo tipo de pruebas interiores que me resultó imposible explicar a nadie; de repente, pude dejar abierta toda mi alma. El Padre me entendió de una manera maravillosa; pareció adivinar mi estado y me lanzó a toda vela sobre ese océano de confianza y amor en el que había anhelado avanzar, pero hasta ahora no me había atrevido. Me dijo que mis faltas no lastimaban al Buen Dios, y agregó: "En este momento ocupo Su lugar, y de Él te aseguro que Él está muy complacido con tu alma". ¡Qué feliz me hicieron estas consoladoras palabras!. Nunca antes me habían dicho que era posible que las faltas no lastimaran al Sagrado Corazón; esta seguridad me llenó de alegría y me ayudó a soportar con paciencia el destierro de esta vida. También fue el eco de mis pensamientos más íntimos. 

               En verdad, sabía desde hacía mucho tiempo que el Señor es más tierno que una madre, y he sondeado las profundidades del corazón de más de una madre. Sé que una madre siempre está dispuesta a perdonar las pequeñas faltas irreflexivas de su hijo. ¡Cuántas veces no he tenido esta dulce experiencia! Ningún reproche podría haberme tocado más que un solo beso de mi madre. Mi naturaleza es tal que el miedo me hace encoger, mientras que, bajo la dulce regla del Amor, no sólo avanzo, sino que vuelo. “En este momento ocupo Su lugar, y te aseguro de Él que Él está muy complacido con tu alma”. 


Santa Teresita de Lisieux, "Historia de un alma"



LA CRUZ DE JESÚS ES LA GRAN MERCED QUE NUESTRA SEÑORA NOS HACE



                    Hoy es la Fiesta de Nuestra Señora de la Merced. Originalmente, este festivo era parte de la Orden Religiosa y Militar de la Virgen de la Merced, que se fundó, a pedido expreso de la Santísima Virgen, para liberar a los cristianos de la esclavitud islámica. Como resultado, esta devoción se convirtió en propia de toda la Iglesia y, por lo tanto, aparece en el calendario litúrgico.

                    Esta Fiesta se presta a algunos comentarios. El primero es el hecho de que Nuestra Señora pide fundar una Orden de Caballería. Esto es muy significativo, porque es el contrario de cierto tipo de devoción inclinada a la idea de que la Virgen en ningún caso querría armar a alguien contra otra persona. Esto debe hacernos reflexionar y ayudarnos a comprender la mentalidad de la Virgen.

                    ¿Cómo fue esta orden religiosa y militar?

                    En la Edad Media había una gran cantidad de prisioneros cristianos, especialmente en las naciones musulmanas del norte de África, debido a los hábitos piratas y la inseguridad de la navegación en el Mediterráneo.

                    Por lo tanto, era común que los barcos piratas capturaran barcos cristianos y los vendieran a musulmanes. También era común que en las guerras entre musulmanes y católicos, se capturaran barcos cristianos y se los llevaran al norte de África. Tan pronto como llegaban a esas tierras, esos desafortunados eran vendidos como esclavos. Como resultado, se mantuvieron distantes de los sacramentos y expuestos a las peores tentaciones morales, y sobre todo al muy grave riesgo de perder la fe. Podemos imaginar la desesperación de cada uno de ellos. Por ejemplo, un hombre tomado prisionero y esclavo, que comete un pecado mortal y no tiene un sacerdote para absolverlo; aunque le tiene miedo al infierno, en ausencia de la absolución siente la duda de tener suficiente contrición para ir al Cielo.

                    De hecho, cuando alguien lamenta un pecado, por el amor de Dios, aunque no hay sacerdote, puede estar seguro de ir al Cielo. Pero cuando se arrepiente por miedo al infierno, sin la absolución sacramental, no hay perdón.

                    Y aquí la Virgen despertó una Orden Religiosa que tuvo el siguiente efecto: por medio de la espada, buscó a tientas la liberación de esos cristianos. Además, cuando un miembro de esta Orden estaba en condiciones de hacerlo, o si fuera el caso, pronunció el voto de ofrecerse a cambio, como esclavo, en lugar de otro católico, para restaurar su libertad.

                    De modo que el mercedario, apoyado por una vocación especial para ese gesto, teniendo más fe en su propia vida espiritual, liberaba a un prisionero sometido a esa esclavitud. Todo esto significaba un acto de amor heroico, digno de las mejores tradiciones de Caballería: convertirse en esclavo para que otro pudiera ser libre. No se conoce mayor prueba de amor.

                    Esta prueba de amor no procede así: “Pobre hombre… quién sabe cuánto le duele el brazo por las esposas … con el pie arrastra una bola de hierro tan pesada y está cubierto de azotes … Entonces yo, filantrópicamente hablando, lo reemplazaré”.  Esta sería una razón secundaria. De hecho, la razón principal por la que un caballero de la Orden de la Virgen de la Merced se movió para hacer este sacrificio fue el peligro en la Fe en el que incurrieron esas personas.En realidad, la merced es una gracia, es un favor. No conozco un título de la Santísima Virgen más conmovedora. Es Nuestra Señora de las Gracias, la Virgen de los favores, regalos inesperados, misericordias repentinas. De la que, considerada como madre, nos prepara hermosas sorpresas y nos brinda, inesperadamente, aquella con la que no podíamos contar.

                    ¿Qué padre y madre, siendo realmente cariñosos, no tienen el placer, de vez en cuando, de darle a su hijo un regalo con el que no contaba? A veces es un pensamiento pequeño, una pequeña cosa insignificante.

                    Podemos encontrarnos con situaciones complicadas; pero de vez en cuando, goteando en medio de la aflicción, llega una merced. O a veces, al final de una aflicción viene una gran merced. Y al final de nuestras vidas, cuando cerremos los ojos, vendrá la merced más grande de todas: Nuestra Señora nos mostrará a Nuestro Señor Jesucristo, Su Hijo.

                    Entonces, podemos recurrir a Ella diciendo: “Madre mía, hoy es la Fiesta de Tu Merced; recuerda que durante mucho tiempo he estado en una memorable ausencia de Misericordia. Sé que probablemente sea mi culpa, porque no sé cómo pedir, porque soy un hijo gruñón que no puede despertar la sensibilidad de mi Madre. Y si me das la Cruz de Tu Hijo, ¡será mucho mejor que todo lo demás! ”, porque la Cruz de Jesús es la gran Merced que Nuestra Señora nos hace.


De la Conferencia que el Doctor Plinio Corrêa de Oliveira 
pronunciara para los Socios de la TFP, el 24 de Septiembre de 1965, 
de ahí que el texto conserve el estilo coloquial y hablado




martes, 23 de septiembre de 2025

PADRE PÍO DE PIETRELCINA, VÍCTIMA POR LOS PECADORES Y POR LAS ALMAS DEL PURGATORIO


              El Padre Pío nació el 25 de Mayo de 1887, en una aldea llamada Pietrelcina, al sur de Italia, en la provincia de Benevento; sus padres, Horacio Forgione y Giuseppa de Nunzio unos humildes agricultores, encomendaron su protección al Seráfico San Francisco de Asís, por eso le bautizaron con su nombre. Con el pasar de los años, el Padre Pío se configuraría con aquél santo no sólo por pertenecer a su Orden, sino por llevar en su cuerpo los estigmas de la Pasión. 




                  Desde muy niño fue profundamente sensible y espiritual; así a la corta edad de cinco años, se ofreció al Señor como víctima y comenzó a tener frecuentes visiones de su ángel custodio, de Nuestra Señora la Virgen y del mismo Jesucristo, visiones estas que le acompañarían el resto de su vida.

                  Pero también el demonio se le representaría de distintas maneras; cuando esto ocurría, nunca le falló la ayuda su ángel de la guarda o incluso de Nuestro Señor, que ponían al diablo en fuga.

                  "Cada Misa escuchada con devoción, produce en nuestra alma efectos maravillosos, abundantes gracias materiales y espirituales que no alcanzamos a comprender. A tal fin, no malgastes tu dinero, sacrifícalo y ven a escuchar Misa. El mundo puede existir sin el sol, pero no puede existir sin la Misa."

                  Siendo apenas un adolescente, Francisco manifestó su deseo de ser franciscano capuchino. Ya que la familia era sumamente pobre, su padre se vio obligado a emigrar a Estados Unidos y Jamaica, en busca de medios económicos con los que sustentar la carrera eclesiástica de su hijo.

                  La víspera de su entrada en el Noviciado Capuchino de Morcone, el futuro santo recibió la visita de Nuestro Señor, que le animó a seguirle; también la Virgen Santa le consoló y prometió ayuda en el camino que iba a comenzar. Al tomar el hábito, cambió el nombre de Francisco por el de Pío.

                  Años más tarde, el 10 de Agosto de 1910, Fray Pío es ordenado sacerdote en la Catedral de Benevento; como recuerdo de aquél día, el ya Padre Pío escribió: “Oh Jesús, mi suspiro y mi vida, te pido que hagas de mí un sacerdote santo y una víctima perfecta”.

                  Aquejado por su débil salud, pasó algún tiempo en su pueblo natal, donde vivía retirado en una pequeña choza; fue precisamente allí donde sufrió los síntomas de unos estigmas aún invisibles, pero que de cierto le hacían padecer como un auténtico crucificado. Aturdido, confundido por semejante gracia, rogó al Señor que nunca se hicieran visibles aquellas heridas que ya sufría.

                  Continuaba su convalecencia en Pietrelcina, pero el demonio no dejaba de molestarle; se le manifestaba de diversas maneras, unas veces con forma de animales, otras de mujeres en actitudes lascivas… sin embargo, era después consolado por aquellas visiones celestiales que desde su infancia le acompañaban. Su Santo Ángel Custodio, San Francisco, la Purísima Virgen María, le sostenían y aumentaban el sentido del continuo sufrimiento que iba a padecer pronto, cuando se asemejase con Cristo en los sufrimientos de la Pasión.

                  El 12 de Agosto de 1912, sufrió -a semejanza de Santa Teresa de Jesús y de Santa Verónica Giuliani- lo que era tener herido el corazón por el Amor de Dios. Así mismo lo narró él en una carta a su director espiritual: “Estaba en la iglesia haciendo la acción de gracias tras la Misa, cuando de repente sentí mi corazón herido por un dardo de fuego, hirviendo en llamas, y yo pensé que iba a morir”.

                  Tras un largo período en su Pietrelcina natal, el Padre Pío, casi recuperado de sus dolencias físicas y por orden de sus superiores, se dirige a Foggia el 17 de Febrero de 1916, para pocos meses después, entrar en el convento de San Giovanni Rotondo, donde probaría si salud mejoraba por el particular clima de la región. Los superiores del Padre Pío, al comprobar que era aquel el lugar donde más alivio encontraría para sus dolencias, se resolvieron a enviarle definitivamente allí. Desde que entró, el 4 de Septiembre de 1916 hasta su muerte, jamás volvió a salir de aquel convento.

                  Durante la Primera Guerra Mundial, el Padre Pío sería llamado a filas hasta en tres ocasiones, pero siempre sería devuelto al convento por su pésima salud.





                  Cuando apenas había pasado un mes de la transverberación, una nueva gracia espiritual marcaría el resto de la vida del Padre Pío. De nuevo, tenemos conocimiento exacto de los hechos a través de una carta que él mismo escribió a su director espiritual:

                  “Era la mañana del 20 de Septiembre de 1918. Yo estaba en el coro, haciendo la acción de gracias de la Misa y sentí que me elevaba poco a poco siempre a una oración más suave, de pronto una gran luz me deslumbró y se me apareció Cristo, que sangraba por todas partes. De su cuerpo llagado salían rayos de luz, que más bien parecían flechas que herían las manos, los pies y el costado.

                  Cuando volví en mí, me encontré en el suelo y llagado. Las manos, los pies y el costado me sangraban hasta hacerme perder las fuerzas para levantarme. Me sentía morir, y hubiera muerto si el Señor no hubiera venido a sostenerme el corazón que sentía palpitar fuertemente en mi pecho. A gatas me arrastré hasta la celda. Me recosté y recé, miré otra vez mis llagas y lloré, elevando himnos de agradecimiento a Dios.”

                  Pero a estas dolorosas experiencias, se le sumaría la de la incomprensión humana; el Padre Agustín Gemelli, franciscano, doctor en medicina, se acercó al convento de San Giovanni Rotondo para examinar los estigmas del Padre Pío, que se negó, ya que el P. Gemelli no traía consigo autorización alguna. Eso fue el detonante para que el médico franciscano publicase un artículo calificando al Padre Pío de neurótico y se ser él mismo el que se había autolesionado.

                  Por tal motivo, la Santa Sede, confiando en el juicio del Padre Gemelli, tomó la decisión de “aislar” al Padre Pío durante casi diez años, entre 1923 y 1933, donde se le requisaba hasta la correspondencia epistolar. Durante todo ese período no dejó de sufrir la Pasión de Nuestro Señor.

                  Al estar tan configurado con Nuestro Señor, el Padre Pío vivía la Santa Misa como en lo que en realidad es: un Sacrificio. Por eso, su Misa duraba unas dos horas, tiempo en el cual se sumergía en los dolores no sólo de Cristo, sino de la Virgen Santa. Conformo avanzaba la Santa Misa, era como si subiese al Monte Calvario. De hecho sufría la misma agonía que el Crucificado y sangraba abundantemente durante la Consagración. 

                  El mismo Padre Pío explicaba así lo que es el Santo Sacrificio de la Misa: “la Misa es Cristo en la Cruz, con María y San Juan a los pies de la misma y los ángeles en adoración. Lloremos de amor y adoración en esta contemplación”.

                  Una vez alguien le preguntó cómo es que podía pasar tanto tiempo de pie durante la Santa Misa, a lo que el Padre Pío contestó: “Hija mía, no estoy de pie, estoy suspendido con Cristo en la Cruz”.

                  Y como resumen de su amor por la Sagrada Eucaristía, cerramos este artículo con una de sus advertencias:

                  "En estos tiempos tristemente faltos de Fe, de impiedad triunfante, donde todos los que nos rodean tienen siempre el odio en el corazón, y la blasfemia en los labios, el mejor medio de mantenerse libre del mal es fortificarse con el Alimento Eucarístico."

                A partir del 16 de Julio de 1933 la Santa Sede levanta las restricciones al Padre Pío y éste puede volver a celebrar Misa en público; a partir del año siguiente se le permitiría de nuevo confesar. 

               Con el dinero de los donativos que sus devotos hacían llegar al Convento de San Giovanni Rotondo, el Padre Pío proyecta la creación de un Hospital, "la Casa Sollievo della Sofferenza", que sería inaugurada el 5 de Mayo de 1956.

                 A raíz de la Segunda Guerra Mundial, el mismo Padre funda los "Grupos de Oración del Padre Pío". Los Grupos se multiplicaron por toda Italia y el mundo. A la muerte del Padre los Grupos eran 726 y contaban con 68.000 miembros.

               Desde 1959, periódicos y semanarios empezaron a publicar artículos y reportajes mezquinos y calumniosos contra la "Casa Alivio del Sufrimiento". Para quitar al Padre los donativos que le llegaban de todas partes del mundo para el sostenimiento de la Casa, sus enemigos envidiosos planearon una serie de documentaciones falsas y hasta llegaron, sacrílegamente, a colocar micrófonos en su confesionario para sorprenderlo en error.

               Algunas oficinas de la Curia Romana condujeron investigaciones, le quitaron la administración de la Casa Alivio del Sufrimiento y sus Grupos de Oración fueron dejados en el abandono. A los fieles se les recomendó no asistir a sus Misas ni confesarse con él.

               El Padre Pío sufrió mucho a causa de esta última persecución que duró hasta su muerte, pero su fidelidad y amor intenso hacia la Santa Madre Iglesia fue firme y constante. En medio del dolor que este sufrimiento le causaba, solía decir: "Dulce es la mano de la Iglesia también cuando golpea, porque es la mano de una madre".

               El Viernes 20 de Septiembre de 1968, el Padre Pío cumplía 50 años de haber recibido los estigmas del Señor; celebró la Santa Misa a la hora acostumbrada. Alrededor del altar había 50 grandes macetas con rosas rojas para sus 50 años de sangre... De la misma manera milagrosa como los estigmas habían aparecido en su cuerpo 50 años antes, ahora, 50 años más tarde y unos días antes de su muerte, habían desaparecido sin dejar rastro alguno de cinco décadas de dolor y sangre, con lo cual el Señor ha confirmado su origen místico y sobrenatural. Tres días después, el 23 de Septiembre, murmurando por largas horas "¡Jesús, María!", entregó su alma al Altísimo.



lunes, 22 de septiembre de 2025

LIBRARNOS COMPLETAMENTE DEL PURGATORIO


                    "Todos debemos hacer penitencia por nuestros pecados. Si no lo hacemos, tendremos largos años de sufrimiento en los horribles fuegos del Purgatorio. Este fuego es justamente el mismo fuego del Infierno.

                    Ahora, si ofrecemos nuestros sufrimientos tanto los muy pequeños como los grandes, en unión con los sufrimientos de Jesucristo, estamos haciendo la penitencia mejor y más fácil que podemos realizar. Podemos así librarnos completamente del Purgatorio, mientras que al mismo tiempo ganamos la mayor de las gracias y bendiciones".

P. Paul O’Sullivan, O.P.



              En LA SEMANA DEL BUEN CRISTIANO dedicamos el día Lunes a orar de manera especial por nuestros difuntos, aquellas Benditas Almas que están a la espera de alcanzar el Paraíso mientras se purifican de sus faltas terrenales en el Purgatorio.

              Mientras permanezcan en aquél estado, las Almas retenidas en el Purgatorio nada pueden hacer para ganar méritos a fin de obtener su liberación, por lo que son mendigas y demandantes de nuestras oraciones y sacrificios por Ellas. Rezar por los Difuntos es cuestión grave ya que nos obliga el Mandamiento de Nuestro Señor, "amarás al Señor por encima de todas las cosas... y al prójimo como a tí mismo".

              La gratitud de las Almas liberadas es infinita, pues de aquella Cárcel de Amor que es el Purgatorio, tan sólo se sale para ir derecho al Cielo; allí serán compañeras de los Santos y demás Bienaventurados, a los cuales se unirán para interceder por nosotros.

              Para conseguir muchos favores, según Santa Catalina de Bolonia, suele ser más poderosa la intercesión de un Alma del Purgatorio que la de los Bienaventurados del Cielo.

              Cuando se ruega a un Alma del Purgatorio suplicándole una gracia, son dos los beneficiados: el mortal, que consigue lo que ha pedido, y el alma que purgaba, pasa a ser un ciudadano más del Cielo.

              En el Purgatorio hay Almas tan santas como en el Cielo. La santidad se basa en el aumento de gracia y de ésta nacen las virtudes; muchas de esas almas acaudalaron más gracia y virtud que muchos Bienaventurados, por lo que son más gratas a los ojos de Dios.

              Dios Misericordioso desea con vehemencia la libertad de las Almas del Purgatorio, ya que son redimidas con el precio de la Sangre de Su Hijo. Seamos corredentores con Jesús, cooperando con Él en la salvación de esas almas que esperan nuestras oraciones y sacrificios para gozar eternamente de la Presencia de Dios.


PRÁCTICAS 
para alivio y liberación de las Almas del Purgatorio

          - Ofrece en sufragio de las Benditas Almas del Purgatorio todos los inconvenientes, molestias, contradicciones que puedas padecer a lo largo del día de hoy, así como todas las indulgencias que logres por medio de oraciones u otros actos de piedad (usar agua bendita, besar el escapulario, recitar jaculatorias...)

          - Si tienes la gracia de asistir a la Santa Misa, encomienda en ante el Altar a aquellas Almas que están en el Purgatorio por las que mayor obligación tengas: familiares, amigos, personas a las que diste un mal ejemplo...

          - No dejes de rezar el Santo Rosario hoy, pidiendo a la Virgen Nuestra Señora que se apiade de aquellas Santas Almas que ya nada pueden hacer por salir del Purgatorio, pues dependen de continuo de nuestras oraciones.



domingo, 21 de septiembre de 2025

LA VIDA ESPIRITUAL ( II ) por la Madre María de los Ángeles Sorazu, Concepcionista Franciscana. Estado del alma penitente inmediatamente después de su conversión o justificación



1. Cambio radical


                    Las almas que, arrastradas por la corriente del mundo, siguieron sus vanidades y vivieron por algún tiempo bajo el dominio de satanás (1), cuando de veras se convierten a Dios, siéntense libres del enorme peso que las oprimía, henchidas de gozo, fuerte y suavemente atraídas por Dios y dispuestas a inmolar en sí mismas todo lo que se opone a su divina Voluntad y al cumplimiento de sus deberes. El inmenso y triste vacío que experimentaban en las diversiones mundanales y placeres terrenos desaparece; las negras tinieblas que envolvían su alma y cegaban su inteligencia se disipan o desvanecen; su conciencia, que parecía haberse muerto, revive; y sus potencias, antes embotadas para comerciar con el mundo superior de los espíritus y ejercitarse en las virtudes, quedan como revestidas de cierta facultad para el ejercicio de sus nobles funciones; adquiere de nuevo los dones y virtudes que recibió en la fuente bautismal, especialmente la fe, esperanza y caridad, cuya presencia siente visiblemente, y halla energías hasta entonces desconocidas en el fondo de su ser para practicar el bien, venciendo los obstáculos que se le presentan en su nueva vidas.

                    Por el momento sus viciadas pasiones quedan como dormidas, porque todo la arrastra hacia Dios, que la atrae con la infinita dulzura de su amor, superior a todo deleite terreno. Maravillada de verse favorecida con la amistad y amor de un Dios a quien creía enojado y con espada en mano para vengar los agravios que le ha hecho con sus pecados, liquídase toda de gratitud y amor, lo estima sobre todas las cosas e incondicionalmente se pone a su servicio. El cielo le sonríe y promete franquear sus puertas cuando llame a ellas, si persevera en el servicio del Señor, a quien ha consagrado su vida. Con tal firmeza espera la gloria del paraíso, que primero se dejaría cortar la cabeza que desconfiar de su salvación. Su confianza es hija de su ciega y ardiente fe en la fidelidad, amor y méritos de Jesús, que la Iglesia pone a su disposición en los santos sacramentos, y de su sincero deseo de servirle con fidelidad hasta la muerte.


2. Ejercicios de Piedad


                    Ama con cariño filial a la Santísima Virgen, en quien, después de Jesús, deposita toda su confianza, invócala con frecuencia con la salutación angélica y se impone el deber de obsequiarla con todas las prácticas piadosas que conoce y se le ocurren, singularmente con el santo Rosario, que empieza a recitar diariamente desde el día de su conversión —si ya no lo hacía—, y quisiera, si fuera posible, recitarlo en todas las horas del día. ¡Tal es la necesidad que experimenta de testimoniarle su filial cariño y franca adhesión, honrándola por todos los medios que puede! Tiene fe vivísima en la protección de los santos, a quienes ama con relativo fervor, invoca y obsequia con triduos, novenas, etc. Entre estos elige por patronos a los que le inspiran mayor devoción y con fianza y les invoca una o varias veces todos los días, antes o después del ángel tutelar, por quien siente igualmente especial amor.

                    Siente la feliz necesidad de frecuentar los sacramentos, oír una o varias misas, visitar al Santísimo, practicar el ejercicio del Via Crucis, asistir a los sermones y funciones religiosas que se practican en los templos y de alistarse en una o varias cofradías. Lo realiza, y en dichas prácticas halla consuelos celestiales, que quisiera compartir con los pecadores que viven lejos de Dios y de su santo templo, para atraerlos por este medio al conocimiento y amor de su Dios Redentor. Ruega mucho para que se conviertan y consagren al servicio de un Dios infinitamen-te amante, porque le inspiran mucha compasión, viéndoles sacrificarse a toda hora por agradar y servir al mundo que ella tan justamente abandonó y conculcó bajo sus pies.


3. Práctica de las virtudes


                    Agradece en gran manera el amor misericordioso de Dios, que generosamente le perdonó sus muchos y graves pecados y le promete el paraíso celestial para su día. Pero ama igualmente su Verdad y Justicia, amor que la impulsa a resarcir el detrimento causado a su gloria con las faltas que cometió en su vida pasada, haciendo la penitencia debida por ellas y practicando con singular esmero las virtudes contrarias a las mismas, sin perdonarse nada en este punto. Si fue vanidosa, callejera y amiga de diversiones y pasatiempos, practica la humildad, el retiro, desprecio y abstracción del mundo en tanto grado, que admira a cuantos la conocieron antes de su conversión y los mueve a lástima. Si fue regalona y amiga de comodidades, cultiva la virtud de la abstinencia y mortificación de la carne cuanto pueden sufrir sus fuerzas, ayudadas de la divina gracia. 

                    Para que su sacrificio resulte provechoso para su prójimo, entrega a los pobres los regalos que niega a su cuerpo, procurando que quede tan en secreto que ni los mismos socorridos con su diaria limosna, si fuera posible, conocieran su caridad; y para revelar su mortificación y caridad al confesor que dirige su conciencia, con el fin de obtener su permiso, tiene que hacerse suma violencia. Si alguna vez agravió al prójimo directa o indirectamente -aun en materia leve— es tal el remordimiento que siente y su deseo de resarcir el doble agravio inferido a Dios y a la criatura, que no se aquieta mientras no visita a las personas agraviadas y les da una satisfacción que resarza ventajosamente la ofensa, sin reparar en lo bochornoso que será para ella la revelación de una falta conocida sólo de Dios y la manifestación asimismo de su amor a la Justicia que la mueve a reparar su falta de un modo tan costoso para el amor propio.

                    De esta manera practica las virtudes contrarias a los vicios que la dominaron y pecados que cometió en su vida pasada, satisfaciendo por ellos a la Justicia divina con tanto mayor gusto cuanto más generosamente la perdona su amor misericordioso. Practica la virtud sin gran dificultad, merced a las energías que le presta la gracia sensible y las consolaciones que experimenta en los ejercicios de piedad y en el trato amoroso de su Dios. Diríase que Jesús se ha constituido Padre, Madre y Nodriza de esta afortunada oveja que, después de su extravío, volvióse a su aprisco, y que por sí mismo y en sus brazos la conduce de justicia en justicia y de virtud en virtud, para que no tropiece en alguna dificultad y retroceda, y para mejor sustraerla a la influencia diabólica y mundanal.


4. Lucha contra las tentaciones 


                    Alguna que otra vez se acerca a ella satanás, le pone delante los placeres terrenales que abandonó y las cruces espinosas que le esperan en su nueva vida, y la observa para ver si vacila; pero viéndola firme en su resolución, se retira desesperado de conseguir por el momento su pretensión, porque no ve ningún portillo abierto para penetrar en su corazón. El mundo, astuto cazador de las almas, apenado de haber perdido a esta que sedujo con mentidas promesas, hace los últimos y supremos esfuerzos para conquistarla de nuevo, y lo procura por medio de sus amadores, quienes ponen en juego todos los resortes de su falsa ciencia y profano querer para conseguirlo, aunque en vano, porque, fuerte con la conciencia del deber cumplido y de la fidelidad del divino Amante a quien ha consagrado su amor, contesta negativamente a todas las solicitaciones del mundo con acento que revela la firmeza de su resolución, lo feliz que se siente desde que pertenece a Dios y la compasión que le inspiran las almas que, arrastrando las cadenas de su esclavitud e insensibles a la propia y suprema desgracia, dicen que se compadecen de los que gozan la dichosa libertad de los hijos de Dios.

                    El mundo admira la transformación obrada en ella y su heroísmo desde que en realidad de verdad milita en las banderas de Cristo —no en apariencia ni a medias, como muchos cristianos— pero no la cree, porque no se explica cómo puede sentirse feliz quien, renunciando a los placeres terrenales, consagra su vida a la penitencia y al retiro, y calificando de fatuidad y fanatismo su cambio de vida, y de obstinación sus negativas respuestas, la deja seguir su camino.


5. Meditando la Pasión de Jesús


                    Habiéndose ejercitado algún tiempo en las prácticas piadosas que hemos insinuado, la fervorosa penitente -tránsfuga del mundo-siéntese llamada a la oración mental y trato íntimo y familiar con Dios, y empieza por la meditación de los novísimos y de la Pasión del Señor, dedicando a esta todos los días varios ratos y a aquella breves momentos. Al principio siente alguna dificultad en orar con la mente y, alguna que otra vez, siente repugnancia grande a dicho ejercicio cuando se acerca la hora de emplearse en él, tanto que con gusto vería sustituida la oración por sangrientas disciplinas u otras penitencias. ¡Tanta es la repugnancia que siente! Conoce que es tentación y procura vencerla, y venciéndola, lo mismo que los demás obstáculos, un día y otro día, logra adquirir el hábito de la oración, que cada vez se perfecciona más y más.

                    Jesús Paciente la atrae dulcemente y subyuga su corazón con su bondad y su amor, de tal manera que muy pronto siente la imperiosa necesidad de consagrar a la meditación de su santísima Pasión todas las horas del día y parte de la noche, si puede, y así lo practica. Lo que principalmente contempla en Jesús Paciente son sus afrentas y tormentos corporales o externos —pues de sus penas interiores solo tiene una idea vaga—, pero en todos los sufrimientos que contempla ve el Corazón de Cristo abrasado de amor y celo por la salvación de las almas; ve en Jesús un Padre, una Madre que ama al hombre con infinita ternura, un Amante divino que no rehúsa sacrificios y que agota todos los recursos de su amor omnipotente para conquistarla. Agradecida a tanta fineza y amor, procura corresponderle, amándole con todo el ardor de que es capaz, y este mismo amor que por Él siente le hace llorar sus penas con amargura misteriosa que sabe a cielo, y le obliga a reproducir en su cuerpo, en la forma que sufre su flaqueza, los tormentos que le ve padecer.

                    El sentimiento de la Pasión la penetra y rodea continuamente, la abstrae del mundo y de todo lo que pertenece a la tierra, y no le permite gozarse en ninguna cosa fuera de Jesús, y muchas veces le impone sacrificios y privaciones de cosas necesarias a la naturaleza, verbigracia, el alimento y el sueño. Dolorosamente impresionada a la vista de los sufrimientos de su Dios, no se atreve a sonreír siquiera, y el bullicio y alegría exterior que observa en las criaturas acrecienta su pena y la hace gemir y llorar, como igualmente cuando oye tocar instrumentos musicales, cual si estuviera de duelo por la muerte de su padre muy querido.

                    Pasado algún tiempo, su meditación se confunde a ratos con la contemplación y contemplación muy subida, pues queda su mente como enajenada y fija en Dios, cuya bondad saborea sin comprenderla. Esta noticia sabrosa de Dios la sorprende cuando menos lo espera, aunque de ordinario recibe este favor mientras lee, recita alguna oración, hace su meditación o contempla el cielo.


6. Ansias de perfección 


                    Si esta alma es de las nombradas en el capítulo anterior en la letra C, o sea enriquecida por Dios en el bautismo con dones especiales, desde el principio de su conversión conoce que Dios la destina a un alto grado de santidad, y un impulso superior e irresistible la lleva hacia la perfección más alta por la práctica de la virtud sólida y de la fidelidad a las inspiraciones que continuamente recibe. Casi habitualmente siente deseos de practicar actos heroicos, a veces irrealizables. Ya quiere abandonar las delicias del hogar paterno y retirarse a un desierto para consagrar el resto de su vida a la oración y penitencia; ya pasar sus días en medio del mundo, pero como peregrina y pordiosera, en absoluta pobreza y desnudez, sin hogar propio donde refugiarse y desamparada de todos; ya también recorrer los pueblos, iniciando en el conocimiento de Jesús a los que no le conocen o viven lejos de Él; y ya que no ve el medio de realizar sus aspiraciones, hace de su cuarto un desierto, lo convierte en oratorio, y retirada en él hace vida de ermitaña, practicando la oración y penitencias. De este retiro solamente sale para ir donde la llama el deber, para asistir a las funciones de iglesia o para ejercitar su celo en bien de las almas, cuando la oportunidad se presenta.

                    Entiende que Dios la llama a su divina unión y que tiene designios especiales que cumplir en ella, y esta noticia —aunque vaga— de sus futuros destinos la obliga a consagrar a la oración todas las horas del día, incluso las que dedica a la labor, y lamenta no poder continuarla durante el sueño. Su oración es devota, reverente y fervorosa, manifestando su profundo respeto y viva fe en la presencia de Dios en la composición exterior y reverente postura del cuerpo, pues ora de rodillas, siempre que no se lo impida alguna indisposición grave, aunque prolongue su oración y le duelan las rodillas. Me refiero a la oración que hace en las horas libres del trabajo manual u ocupaciones exteriores.


7. Faltas e imperfecciones


                    La pureza de conciencia, abstracción de criaturas y la perfección de la vida no es la misma en todas las almas penitentes o principiantes en esta primera etapa de su vida espiritual, sino que varía según la diversidad de sus respectivas vocaciones, de su carácter y de los vicios que contrajeron en su vida pecadora, por lo que no se puede precisar el mayor o menor número de faltas que cometen o pueden cometerse, ni el grado de perfección en que practican las virtudes, pues acontece que en los ejercicios piadosos, mientras algunas almas sensuales, o que lo fueron, de naturaleza ardiente y mal inclinada, cometen muchas faltas e imperfecciones, otras más espirituales y mejor equilibradas no cometen ninguna, y así en todo lo demás. Sin embargo, no hay ninguna tan perfecta y pura que no cometa algún pecado venial o muchos, por lo menos indeliberadamente, y todas sienten los primeros movimientos de una o de varias pasiones y la rebelión de la carne contra el espíritu, cuando éste las arrastra a la inmolación de sus apetitos desordenados.

                    Algunas almas suelen padecer frecuentes y fortísimas tentaciones contra una o varias virtudes, y aun puede suceder que, vencidas de la tentación, cometan algún pecado grave y vuelvan a levantarse, para proseguir su marcha hacia la perfección. Laus Deo.


NOTA

            1) "satanás", aunque sea nombre propio la Madre Sorazu siempre lo escribía con minúsculas.


¿QUIÉN FUE LA MADRE MARÍA ÁNGELES SORAZU?


                    Florencia Sorazu Aizpurua nació el 22 de Febrero de 1873, en Zumaya (Guipúzcoa, España),  fue bautizada al día siguiente, en la Parroquia de San Pedro, en su pueblo natal. Desde su más tierna infancia Florencia se vio adornada de gracias sobrenaturales, que de algún modo anunciaban una predilección por parte de Dios. 

                    Creció humana y espiritualmente, venciendo las dificultades y luchas propias de su edad; el 26 de Agosto de 1891 ingresó en la Orden de la Inmaculada Concepción, en la ciudad de Valladolid. Al recibir el hábito blanco de la Orden tornó su nombre por el Sor María de los Ángeles: "María" por su amor a Nuestra Señora y "de los Ángeles" por la devoción que siempre tuvo a los Espíritus Celestiales. Realizó la Profesión solemne de votos el 6 de Octubre de 1892, y desde entonces se entregó con todo su ser a Jesucristo y a María Inmaculada. 

                    En Julio de 1907 el Señor permitió que comenzara una purificación interior, que la dispuso interiormente para el Matrimonio Espiritual, gracia que finalmente recibió el 10 de Junio de 1911. La Madre Sorazu, por obediencia a su Director, fue dejando constancia escrita de los aspectos de la vida de unión con Dios, su contemplación de la vida humana y divina de Jesucristo, los atributos divinos, la lectura y comentario de diversos pasajes bíblicos, destacando sus escritos referentes a la Virgen María.

                    En la Navidad de 1920 hace unos Ejercicios Espirituales de cuarenta días con la intención de prepararse para la Vida del Cielo. El 28 de Agosto de 1921, la Madre María Ángeles Sorazu expiraba tras haber compartido los padecimientos de Cristo, que según ella tanto deseó y pidió en su oración.