La fe es el obsequio de la razón a la verdad revelada por Dios. Dios, Jesucristo-Dios, ha revelado y enseñado esta altísima verdad, que de suyo supera el entender humano, pero que tiene grandísimas razones y pruebas del mismo Dios para ser creída. Dios la ha confirmado con milagros.
Jesucristo, como Persona, la segunda de la Santísima trinidad, Dios y hombre verdadero, ha dado su poder a las palabras del sacerdote, y por ese poder se convierte la sustancia del pan y del vino en el Cuerpo vivo de Jesucristo. Sin dejar el lugar glorioso del Cielo, se hace presente, Él mismo en el pan consagrado por la transustanciación.
El Catecismo Romano dice claramente: “Es la conversión admirable, en virtud de la cual se convierte toda la sustancia del pan en toda la sustancia del Cuerpo de Cristo, y toda la sustancia del vino, en toda la sustancia de la Sangre de Cristo, sin ningún cambio o mutación de Nuestro Señor. Porque Cristo no es engendrado ni sufre cambio ni aumento, sino que permanece íntegro en sustancia.” (Cat.Rom.q.35).
Padre Valentín de San José, Carmelita Descalzo
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