jueves, 17 de marzo de 2016

VIERNES DE DOLORES; NUESTRA SEÑORA, REINA DE LOS MÁRTIRES






“La Santísima Virgen María, 
por el amor que nos dedicaba,
 estaba dispuesta a ver Su Hijo 
sacrificado a la Justicia Divina
 por la barbaridad de los hombres. 

Este gran tormento, pues, que María 
soportó por nosotros, 
un tormento mayor de que mil muertes,
 merece nuestra compasión
 y nuestra gratitud. 

Si no podemos corresponder más a un tal gran amor, 
al menos dediquemos algunos momentos 
en este día de hoy para considerar 
cuan grandes fueron los sufrimientos 
por los cuales María 
se hizo Reina de los Mártires; 
porque los sufrimientos de Su gran martirio 
excedieron los de todos los mártires, 
en primer lugar por ser los más largos, 
y en segundo lugar por ser
 los mayores en intensidad"

San Alfonso María de Ligorio, Doctor de la Iglesia

 



LAS CONSOLADORAS PROMESAS
A LOS DEVOTOS DE LOS DOLORES
DE NUESTRA SEÑORA 

 Nuestra Señora reveló a Santa Brigida de Suecia 
que todo el que rezara 7 Avemarías diariamente
 mientras se meditan sus Dolores, 
recibiría las siguientes gracias:

1-Paz en su familia

2-Esclarecimiento de los misterios de Dios

3-Cumplimiento de todos sus deseos siempre y cunado estos, 
esten dentro de la voluntad de Dios y sean buenos para la salud de su alma.

4-Para los que propaguen esta devoción, seran trasladados de esta vida terrena
 a la felicidad eterna directamente, sin el Purgatorio.

5-Consuelo en sus penas y acompañamiento en sus trabajos

6-La defensa directa de la Virgen Santisima en los combates espirituales
contra el enemigo infernal y protección constante en todos los momentos de la vida

7-Asistencia directa de Nuestra Señora en el momento de la muerte: 
verán el rostro de la Virgen.





 LAS INDULGENCIAS
 A LOS DEVOTOS DE LOS DOLORES 
DE NUESTRA SEÑORA 


El Papa Clemente XII, concedió en 1734, una Indulgencia Plenaria 
y remisión de todos los pecados a quienes recen 
la Corona de los Siete Dolores de Nuestra Señora diariamente por un mes continuo
  y luego confesado y comulgado, rogase por la Santa Iglesia; 
al que verdaderamente arrepentido y confesado, 
o al menos con firme propósito de confesarse,
 rezare esta Corona, por cada vez 100 años de indulgencia


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