En 1683, el Papa Inocencio XI formó una alianza con el Emperador Leopoldo I, el Rey Juan III Sobieki de Polonia y tropas húngaras para repeler a los mahometanos que amenazaban con invadir Europa.
Los ejércitos cristianos conseguirán vencer a los turcos a las puertas de Viena en 1683 y reconquistar Budapest tres años más tarde, con lo que Hungría se verá libre de la presión turca. Como recuerdo por la victoria en Viena, Inocencio XI proclamó la festividad del Nombre de María, el 12 de septiembre.
Oh tú que te sientes lejos de la tierra firme,
arrastrado por las olas de este mundo,
en medio de las borrascas y de las tempestades, si no quieres zozobrar,
no quites los ojos de la luz de esta Estrella, invoca a María!.
Si se levantan los vientos de las tentaciones, si tropiezas
en los escollos de las tribulaciones, mira a la Estrella, llama a María.
Si eres agitado por las ondas de la soberbia, si de la detracción,
si de la ambición, si de la emulación, mira a la Estrella, llama a María.
Si la ira, o la avaricia, o la impureza impelen violentamente
la navecilla de tu alma, mira a María.
Si, turbado a la memoria de la enormidad de tus crímenes,
confuso a la vista de la fealdad de tu conciencia, aterrado a la idea
del horror del juicio, comienzas a ser sumido en la sima del suelo de la tristeza,
en los abismos de la desesperación, piensa en María.
En los peligros, en las angustias, en las dudas, piensa en María, invoca a María.
No se aparte María de tu boca, no se aparte de tu corazón;
y para conseguir los sufragios de su intercesión,
no te desvíes de los ejemplos de su virtud.
No te extraviarás si la sigues, no desesperarás si la ruegas,
no te perderás si en Ella piensas. Si Ella te tiende su mano, no caerás; si te protege, nada tendrás que temer; no te fatigarás, si es tu guía;
llegarás felizmente al puerto, si Ella te ampara.
San Bernardo
San Bernardo
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