El ilustre Patriarca, el Bienaventurado José, fue escogido por Dios prefiriéndolo a cualquier otro Santo para que fuera en la tierra el castísimo y verdadero esposo de la Inmaculada Virgen María, y el padre putativo de Su Hijo único. Con el fin de permitir a José que cumpliera a la perfección un encargo tan sublime, Dios lo colmó de favores absolutamente singulares, y los multiplicó abundantemente. Por eso, es justo que la Iglesia Católica, ahora que José está coronado de gloria y de honor en el cielo, lo rodee de magníficas manifestaciones de culto, y que lo venere con una íntima y afectuosa devoción».
(Papa Pío IX Inclytum Patriarcham 7 de julio de 1871)
La Virgen Santísima, por ser la Madre de Jesucristo, es la madre de todos los cristianos, a los que engendró en el Calvario entre los tormentos del Redentor, y también porque Jesucristo es el Primogénito de los cristianos, que son sus hermanos por adopción y redención.
De aquí que el Bienaventurado Patriarca San José, tenga confiada así, por una razón singular, toda la multitud de los cristianos de que la Iglesia consta, a saber, esta familia innumerable extendida por toda la Tierra sobre la cual goza como de una autoridad paterna, en cuanto Esposo de María y Padre de Jesucristo.
Conviene, por consiguiente, que el Bienaventurado José, que en otro tiempo cuidó santamente de la Familia de Nazaret en sus necesidades, así ahora defienda y proteja con su celeste patrocinio a la Iglesia de Cristo.
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