Esta Madre divina reveló a Santa Brígida que ella era la Madre de todas las Almas que se hallan en el Purgatorio, porque todas las penas que merecen por las culpas que cometieron en vida, en cierto modo se van mitigando de hora en hora por sus ruegos (Lib. 4, Rev. c. 132). Ni se desdeña la piadosa Madre de entrar también a veces en aquella Santa Cárcel para visitar y consolar a sus afligidas hijas. «Yo penetré en lo profundo del abismo» dice ella, como se lee en los Proverbios, capítulo XLIX, y le aplica San Buenaventura añadiendo: «del abismo, esto es, del purgatorio, para aliviar con mi presencia aquellas Almas Santas». ¡Oh cuán afable y bondadosa, dice San Vicente Ferrer,es la Santísima Virgen, con las Almas que padecen en el Purgatorio, pues por su medio reciben continuamente alivios y consuelos. (Serm. I de Nat. Virg.)
Y ¿que consuelo y socorro les queda en sus penas sino el de esta Madre de Misericordia? Oyó un día Santa Brígida que Jesús decía a Su Madre: «Tú eres Mi Madre, Tú la Madre Misericordiosa, el Consuelo de los que se hallan en el Purgatorio» (Lib.I Rev.) Y la Bienaventurada Virgen dijo también a Santa Brígida que así como a un pobre enfermo, afligido y abandonado en su lecho, le complacen las palabras de consuelo que se le dirigen, así también aquellas Almas consuelan con solo oír su nombre. (Ap. B. Dion. Cart. 1, 3, de Laud. Virg.) El nombre, pues, de María, nombre de esperanza y de salvación es el que invocan con frecuencia en aquella cárcel sus hijas queridas, les sirve de grande alivio. Y la Amorosa Madre, dice Novarino, al ver que la invocan, dirige sus ruegos a Dios, y con los que son socorridas dichas Almas, y así quedan refrigeradas como de un celestial rocío en sus grandes sufrimientos (Nov. cit. 25, exc. 86).
Pero no solamente consuela y socorre María a sus devotos en el Purgatorio, sino que también les saca de él y les libra de las penas por Su intercesión. Desde el instante de Su Gloriosa Asunción, en el que dice quedó vacía aquella Cárcel, como escribió Gersón y lo confirma Novarino, diciendo que graves autores refieren, que estando María para subir al Cielo, pidió a Jesucristo la gracia de poderse llevar consigo todas las Almas que gemían entonces en el Purgatorio, (Cit. exc. 86), desde entonces, dice Gersón, la Santísima Virgen obtuvo el privilegio de librar a todos sus siervos, de aquellas penas, lo que también afirma San Bernardino de Siena, diciendo que la Bienaventurada Virgen, con sus súplicas y la aplicación de sus méritos tiene la facultad de libertar a las Almas del Purgatorio y principalmente las de sus más devotos.
San Alfonso María de Ligorio
LAS GLORIAS DE MARÍA
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