martes, 11 de diciembre de 2018

EL DESEO DE SER APROBADOS...


"Jesús, manso y humilde de Corazón, óyeme... 
del deseo de ser lisonjeado, líbrame Jesús..."


               Así comienza sus "Letanías de la Humildad", el Cardenal Merry del Val, Secretario de Estado del Papa San Pío X. Con todos los honores que tenía este gran Prelado y... ¡sabía hablar de humildad!.

                ¿Por qué no agregar "DEL DESEO DE SER APROBADO, ¡ LÍBRAME SEÑOR !", según el espíritu de sus letanías ?

                ¿Cuántas veces el ser humano se queda tan ancho, satisfecho y hasta orgulloso en exceso solo por haber recibido una aprobación puramente humana, oficial y burocrática ?

               ¿Acaso eso nos justifica definitivamente para siempre?. ¿Entonces qué decir de tantos Santos y Mártires que fueron perseguidos, ya no solamente por los enemigos de la Fe, sino también por hombres de la Iglesia, por sus Obispos, como San Juan Bosco, Santa Juana de Arco, el Padre Pío, la Madre Maravillas y tantos más que en su tiempo no fueron "aprobados", sino más bien difamados...y ahora resulta que están en los altares? 





               La historia de las vidas de estos Santos debería hacernos reflexionar profundamente para comprender que ellos YA ESTABAN APROBADOS POR DIOS Y LA IGLESIA que es lo que realmente vale, si no, no estarían en los altares y en el cielo actualmente. Pero no aprendemos de la historia y todo se vuelve a repetir.

                San Benito, cuando decide irse a la cueva en que instaló su casa para rezar el resto de su vida, no tuvo la idea de ir antes a pedir un papel solicitando permiso para hacerlo, ni una 'aprobación', lleno del Espíritu Santo sabía que lo más importante es servir a Dios con corazón sincero aunque sea en el anonimato, en el olvido y la discreción. Gracias a ese espíritu triunfó y fueron otros los que le vinieron a rogar los aceptase como sus discípulos y les transmitiese ese coraje y espiritualidad verdaderas, no aparentes, no para aparentar si no para realmente "ser auténtico monje".

                ¿Cuántos monjes o religiosas vemos en la historia de la Iglesia y aún en la actualidad, que viven en sus monasterios en sus conventos sin vivir la Regla, sin ser fieles al origen de su Orden, que tienen más horas de televisión que de oración, más fiestas y calle que adoración y sin embargo se sienten ya realizados y justificados porque tienen un papel burocrático que dice que están "aprobados"?

                San Francisco de Asís se va al monte, decide dejarlo todo, sus riquezas, familia, comodidades y la aprobación de la sociedad de su tiempo. Fue considerado como un loco, un fanático un desequilibrado, pero todo eso nada o poco le importó y se entregó totalmente a la vocación a la que fue llamado. Se marchó sin 'aprobación' al medio del monte entre las cabras sin más bendición que la de Dios. La historia ya la sabemos, pero no la aprendemos, después serían los Obispos los que fueron a buscar a San Benito, a San Francisco para que fuesen a fundar en sus ciudades, en sus diócesis. La historia bendita de esos humildes y grandes Fundadores, de esas Órdenes, comenzó con sacrificio, humildad, pobreza, oración sólida y profunda y deseos de agradar a Dios no a los hombres: no con un simple papel burocrático que dijese "estáis aprobados".

                La propia Madre Maravillas de Jesús tuvo que ser humillada y perseguida en España por algunos Obispos y su propio Superior que estando ella en vida el General de los Carmelitas, para todo el país escribió en carta pública afirmando: "La Madre Maravillas es un ejemplo de desobediencia para la Iglesia y un caso de inadaptación para los tiempos modernos". Sin embargo, ella ya está ahora en los altares y ellos no.





                En el siglo IV San Atanasio fue cruelmente perseguido y calumniado por la mayoría de los Obispos, incluso fue excomulgado. Su amigo San Aurelio, sufrió una persecución tan cruel de parte de los Obispos y sacerdotes arrianos que la Iglesia lo cuenta entre los Mártires aunque no haya derramado su sangre, a tal punto fue inhumana su persecución. Así, que no estar 'aprobado por la mayoría' no significa no estar aprobado por Dios. "Dios juzga según el corazón y no como los hombres que juzgan por la apariencia".

                Si el hecho de sentirnos aprobados 'legalmente' nos lleva a sentirnos más que los otros, "Yo no soy como los demás...", a ignorar a los otros, a sentirnos más que los otros, a despreciar a los demás y finalmente a llenarnos de vanagloria.. todo ello es una prueba de que no estamos siendo guiados ni por el Espíritu Santo, ni por el espíritu de los santos, ni mucho menos por el espíritu de la Iglesia y que ese 'papel de aprobados' no nos llevará al cielo por muchos sellos que tenga, porque lo dice San Pablo "LA LETRA MATA Y EL ESPÍRITU VIVIFICA", Santiago Apóstol lo dice con otras palabras: "MUÉSTRAME TU FE SIN LAS OBRAS; QUE YO TE MOSTRARÉ MI FE POR MIS OBRAS".





                Así que la historia nos demuestra que muchos grandes Fundadores y Santos, antes de ser reconocidos y aprobados, fueron perseguidos, calumniados y desaprobados por mucho tiempo, porque Dios así lo tenía preparado en sus designios. Cuidémonos por lo tanto de precipitarnos y aplaudir, admirar y elogiar a alguien solo por el hecho de tener un 'papel de aprobado' que podría ser que ante los ojos de Dios no lo esté; pero sobre todo, cuidémonos de no juzgar, despreciar ni difamar a alguien que no esté 'aprobado', porque no sea que nos encontremos con la sorpresa de que ante los ojos de Dios, sí estaba aprobado. 

                "Cuántas sorpresas nos llevaremos el día del Juicio Final cuando todo será visible; nos sorprenderemos de haber juzgado mal a muchos que hacían el bien, y por la apariencia, de haber juzgado bien a otros que parecían ser buenos y no lo eran..."  Santa Teresa de Lisieux.



               

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