Penúltima de veinticinco hermanos, Terciaria Dominica, analfabeta hasta los 30 años, cuando le enseña a leer y escribir Jesucristo. Muere a los treinta y tres años; gran Mística. Su Director Espiritual, el dominico Beato Raimundo de Capua (+1399), escribió su vida, la «Legenda maior».
Santa Catalina nació en Siena en 1347; fue la menor del prolífico hogar de Diego Benincasa. Allí crecía la niña en entendimiento, virtud y santidad. A la edad de cinco o seis años tuvo la primera visión, que la inclinó definitivamente a la vida virtuosa. Cruzaba una calle con su hermano Esteban, cuando vio al Señor rodeado de ángeles, que le sonreía, impartiéndole la bendición.
Su padre, tintorero de pieles, pensó casarla con un hombre rico. La joven manifestó que se había prometido a Dios. Entonces, para hacerla desistir de su propósito, se la sometió a los servicios mas humildes de la casa. Pero ella caía frecuentemente en éxtasis y todo le era fácil de sobrellevar.
Finalmente, derrotados por su paciencia, cedieron sus padres y se la admitió en la Tercera Orden de Santo Domingo y siguió, por tanto, siendo laica. Tenía dieciséis años. Sabía ayudar, curar, dar su tiempo y su bondad a los huérfanos, a los menesterosos y a los enfermos a quienes cuidó en las epidemias de la peste. En la terrible peste negra, conocida en la historia con el nombre de "la gran mortandad", pereció más de la tercera parte de la población de Siena.
A su alrededor muchas personas se agrupaban para escucharla. Ya a los veinticinco años de edad comienza su vida pública, como conciliadora de la paz entre los soberanos y aconsejando a los príncipes. Por su influjo, el Papa Gregorio XI dejó la sede de Aviñon para retornar a Roma. Este pontífice y Urbano VI se sirvieron de ella como embajadora en cuestiones gravísimas; Catalina supo hacer las cosas con prudencia, inteligencia y eficacia.
Aunque analfabeta, como gran parte de las mujeres y muchos hombres de su tiempo, dictó un maravilloso libro titulado "Diálogo de la Divina Providencia", donde recoge las experiencias místicas por ella vividas y donde se enseñan los caminos para hallar la salvación. Sus trescientas setenta y cinco cartas son consideradas una obra clásica, de gran profundidad teológica. Expresa los pensamientos con vigorosas y originales imágenes. Se la considera una de las mujeres más ilustres de la edad media, maestra también en el uso de la lengua Italiana.
Santa Catalina de Siena, quien murió a consecuencia de un ataque de apoplejía, a la temprana edad de treinta y tres años, el 29 de Abril de 1380. El Papa Pío II la canonizó en 1461. Sus restos reposan en la Iglesia de Santa María sopra Minerva en Roma, donde se la venera como Patrona de la ciudad; en 1939, el Papa Pío XII la declaró Patrona Principal de Italia, junto a San Francisco de Asís.
VIDA MÍSTICA DE SANTA CATALINA
Algunos hechos sobrenaturales de su vida mística
LAS DOS CORONAS
Una vez estaba Catalina rezando y llorando en su habitación porque había sufrido una grave calumnia, y le pedía a Cristo, su Esposo, que defendiera su inocencia. «Entonces se le apareció el Salvador del mundo sosteniendo en la mano derecha una corona de oro adornada con perlas y piedras preciosas y en la izquierda una corona de espinas y le dijo: “querida hija, has de saber que es necesario que tú, en ocasiones diferentes y en tiempos distintos, seas coronada primero con una y luego con otra de estas dos coronas. Elige la que prefieras”…
«Ella respondió: “Señor, desde hace mucho tiempo he renunciado a mi voluntad y he preferido seguir sólamente la Tuya; por lo tanto, la elección no la he de hacer yo. Pero ya que quieres que responda, te digo ahora mismo que en esta vida elijo conformarme siempre según Tu Santísima Pasión y abrazar por Tu Amor las penas como refrigerio”. Dicho esto, con ambas manos tomó fervorosamente de la mano del Salvador la corona de espinas y se la metió tan fuertemente en la cabeza que las espinas se la perforaron por todas partes»
LOS SAGRADOS ESTIGMAS
Estando Catalina de viaje en Pisa, cuenta el Beato Raimundo, «la virgen me hizo llamar y, con voz queda, me dijo: “sabed, padre, que por la Misericordia del Señor llevo ya en mi cuerpo sus estigmas… He visto al Señor clavado en la cruz viniendo hacia mí en medio de una gran luz… Entonces, de las cicatrices de sus sacratísimas llagas he visto bajar hacia mí cinco rayos sangrientos, dirigidos a las manos, a los pies y al corazón… Es tal el dolor que siento en estos cinco puntos, en especial en el corazón, que si el Señor no hace otro milagro, no me parece posible que pueda seguir adelante y que he de morir en pocos días». Le fue concedido que sus estigmas no fueran visibles.
LETANÍAS
EN HONOR DE SANTA CATALINA DE SIENA
Señor, ten piedad de nosotros
Cristo, ten piedad de nosotros
Señor, ten piedad de nosotros
Cristo, óyenos, (se repite) Cristo, óyenos
Dios Padre celestial, ten piedad de nosotros
Dios Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros
Dios, Espíritu Santo ten piedad de nosotros
Santa Trinidad, un solo Dios ten piedad de nosotros
(Ahora, después de cada invocación se repite "Ruega por nosotros")
Santa María, nuestra Madre
Santo Domingo, Glorioso Patriarca
Santa Catalina de Siena
Santa Catalina, benévola madre de los pobres
Santa Catalina, dulce madre de los que sufren
Santa Catalina, misericordiosa madre de los enfermos
Santa Catalina, refugio de los que sufren
Santa Catalina, intercesora de los pecadores
Santa Catalina, rosa de paciencia,
Santa Catalina, modelo de humildad,
Santa Catalina, modelo de castidad,
Santa Catalina, recipiente de gracias
Santa Catalina, ardiente promotora del honor de Dios
Santa Catalina, espejo de santidad
Santa Catalina, ejemplo de clemencia
Santa Catalina, gloria de la Orden de Predicadores
Santa Catalina, fecunda madre espiritual
Santa Catalina, promotora de la paz
Santa Catalina, discípula de Jesús
Santa Catalina, sierva
Santa Catalina, bendecida con sus Santas Llagas
Santa Catalina, recompensada ampliamente por
sus esfuerzos y méritos,
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo perdónanos, Señor
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros, Señor
Ruega por nosotros oh gloriosa virgen, Santa Catalina, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.