sábado, 30 de julio de 2011

NUESTRA SEÑORA Y EL PADRE PÍO


   El Padre Fray Paolo Covino, sacerdote capuchino que administró la Extremaunción al Padre Pío, nos cuenta el enorme amor que el Santo Estigmatizado profesaba a la Virgen Nuestra Señora:


   “El Padre Pío era un hombre de Dios. Rezaba por quien no rezaba. Apenas comía ni bebía. Llevaba siempre en la mano el Santo Rosario, su arma más poderosa contra el enemigo, la cual empleaba sin descanso. Llegaba a rezar quince o veinte rosarios completos al día. Él decía: “Haced amar a la Virgen. Ella os escuchará. Rezad el Rosario todos los días y Ella lo pensará todo”.


   El Padre Pío guardaba rosarios por todas partes: bajo al almohada, en la mesilla de noche, en los bolsillos… Una tarde, estando enfermo en la cama, como no encontraba el suyo, exhortó al Padre Honorato de San Giovanni Rotondo: “¡Muchacho, búscame el arma!, ¡dame el arma!.


   Al Obispo italiano Pablo Corta, que le visitó acompañado de un amigo suyo, oficial del ejército transalpino, le respondió sonriente cuando aquél le pidió en broma un billete al Cielo para el militar: “¡Para entrar en el Paraíso se requiere algo muy importante! Hay que contar con el billete de acceso a la Santísima Virgen. Si esto se logra, lo habremos conseguido todo. Ella es la Puerta del Cielo. El billete que te permite ingresar en el Paraíso es el Santo Rosario.”

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.