viernes, 1 de julio de 2011

SOLEMNIDAD DEL SACRATÍSIMO CORAZÓN DE JESÚS




***Amor del Sagrado Corazón ***

Nuestro Señor, en la Sagrada Escritura te dice: “Aprended de Mí que soy manso y humilde de Corazón”. En el transcurso de su vida, nos va descubriendo las numerosas manifestaciones de ese Divino Corazón.

Así, verás el principio, donde el Sagrado Corazón de Jesús, se forma en el seno virginal de la Virgen María, por el Espíritu Santo. Después, en la vida de Nuestro Señor, observarás como este Corazón se alegra, se admira, teme y hasta se aflige, como el tuyo y el mío.

Pero por encima de todo, entenderás que el Sacratísimo Corazón de Jesús, ama apasionadamente a los hombres, pero no como un mero conjunto, sino que Él ama infinitamente a cada alma, con sus virtudes, debilidades y pecados…“habiendo amado a los suyos… los amó hasta el extremo” (Jn.13,1).

La última y quizás más simbólica manifestación de ese amor de Cristo por ti y por mi, es la de Su Sagrado Corazón traspasado por la lanza del soldado romano, cuando su Bendito Cuerpo ya había sido entregado en la Cruz y había derramado su Preciosa Sangre en rescate de nuestros pecados.

Incluso, ya resucitado, Nuestro Señor se mostrará con sus Llagas y con el Costado abierto, donde invita a Tomás a introducir sus dedos, no sólo para comprobar su Resurrección, sino para llenarle del Amor que éstas desprenden. ¡Cuántas veces hemos necesitado escondernos en esas Llagas de Amor…!.

***Ruegos al Corazón de Jesús ***

Sí, repitamos con San Ignacio “intra tua vulnera absconde me”; dentro de tus llagas escóndeme, Buen Jesús, para dejarme beber tu Preciosa Sangre en ellas. Que te consuele y me consuele, mirando con cariño las heridas de tu muerte; déjame besar una a una tus Cinco Llagas y que las limpie con mis lágrimas de arrepentimiento.¡Cómo quejarme, por qué sufrir y protestar por los problemas cotidianos, después de contemplarte llagado por mí…!
En especial, permíteme ahora, pero especialmente cuando llegue el fin de mi vida, que bese una y otra vez la Llaga de tu Divino Corazón, traspasado por la lanza de mi ingratitud y de mi indiferencia hacia Ti…

*** Mi corazón latiendo con el Tuyo ***

Un último ruego te hago, Señor mío: que mi corazón esté siempre unido y metido en el tuyo, para negarme a mí mismo, no para anularme, sino para sobrenaturalizarme; acepta Jesús, esta entrega que quiero hacerte de mi pobre alma.
 
Juan Diego Ortega, Tertio Ordine Carmelitarum.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.