Tal día como hoy, el 3 de Marzo del año 1322, el Papa Juan XXII firmaba la conocida como "Bula Sabatina", para refrendar a través de ella, aquella disposición del Cielo que a él mismo le fuese revelada por Nuestra Señora; consiste en la Promesa de la Virgen Purísima de liberar del Purgatorio el Sábado siguiente a la muerte de cuantos devotos Suyos, hayan sido fieles en vestir el Santo Escapulario, que además hayan observado la Santa Ley de Dios, aparte de rezar a diario el Santo Rosario y cumplir con la castidad según el estado.
JUAN, OBISPO, SIERVO DE LOS SIERVOS DE DIOS:
A TODOS Y A CADA UNO DE LOS FIELES CRISTIANOS PRESENTES Y POR VENIR,
QUE VEAN ESTAS LETRAS, SALUD Y BENDICIÓN APOSTÓLICA
Así como en la sagrada cumbre del Paraíso se oye la dulce y suave armonía de los Ángeles en el cántico de la Visión, cuando se contempla a Jesús unido a la Divinidad Paterna, en estas palabras: Señor, Yo y el Padre somos una misma cosa, y el que me ve a Mí, ve también a Mi Padre, y como los Coros Angélicos no cesan de cantar: Santo, Santo, Santo; del mismo modo la Iglesia militante dirige incesantemente alabanzas a la excelsa Virgen, exclamando: Virgen, Virgen, Virgen, sed nuestro espejo, y juntamente nuestro modelo.
Ella está, en efecto, llena de gracia, como lo canta la Iglesia: "María, llena de gracia y Madre de Misericordia." Por eso se hace recomendable la Orden del Monte Carmelo, ensalzando con himnos y engrandeciendo a esta Madre de Gracias diciendo: "Salve, Reina, Madre de Misericordia y Esperanza nuestra. »
Orando así de rodillas, se me apareció la Virgen Carmelita, la cual me habló en estos términos: «¡Oh Juan, oh Juan, Vicario de Mi amado Hijo ! Así como yo te libré de tu adversario, y por un favor señalado te hago Papa, gracia que he alcanzado de Mi Hijo dulcísimo, así tú debes conceder gracia y amplia confirmación a Mi Santa y Devota Orden de Carmelitas, comenzada en el Monte Carmelo por Elías y Elíseo, y como Vicario de Mi Hijo debes confirmar en la tierra lo que Él ha determinado en el Cielo:
"Que cualquiera que profese, observe y guarde inviolablemente la Regla de Mi siervo Alberto, Patriarca, aprobada por Mi amado hijo Inocencio, y persevere en santa obediencia, pobreza y castidad, o entrare en esta Santa Religión llevando la insignia del Santo Hábito (Escapulario), llamándose hermanos de Mi Orden ya dicha, que desde el día que entraren sean libres y absueltos de la tercera parte de sus pecados; si en la viudez prometen continencia, si en el celibato guardan castidad virginal, si en el matrimonio conservan inviolablemente la fidelidad conyugal, como la Santa Madre Iglesia lo manda.
Que los hermanos profesos de dicha Orden sean absueltos de culpa y pena, y el día que estos salgan de este mundo y vayan apresurados al Purgatorio, Yo, Su Madre, bajaré a él graciosamente el Sábado después de su muerte y libraré a cuantos allí hallare, y los llevaré al Monte Santo de la Vida Eterna.
Mas estos cofrades están obligados a rezar las Horas Canónicas como conviniere, según la Regla dada por Alberto: los que no sepan rezarlas, deben ayunar los días que manda la Iglesia, si no es que la necesidad lo impida, y guardar abstinencia de carne los Miércoles y Sábados, excepto cuando en alguno de estos días cayere la Natividad de Mi Hijo."
Documento original de 1697, por el cual se recordaba a los fieles
la veracidad de la Bula Sabatina, escrita por por el Padre
Ignacio Ponce Vaca, del Carmelo de la Antigua Observancia
Dicho esto, estando yo espantado y admirado, la Virgen, cercada de Su resplandor admirable y celestial, desapareció de mi vista y subió a los Cielos. Y yo, Juan, Siervo de los Siervos de Dios, di orden de que se cumpliesen con toda presteza y cuidado los mandatos de la Virgen Sacrosanta; y luego, por la mañana , delante de mis hermanos los Cardenales, confirmé el Sagrado Orden de los Carmelitas, lleno de toda santidad y resplandor, fundado en el Monte Carmelo por los santísimos Patriarcas Elías y Eliseo, y asimismo le hice libre y exento y le haré con muchos otros privilegios, y de nuevo otra vez lo confirmo y corroboro en la tierra, como Jesucristo lo confirmó y corroboró en el Cielo por el amor de Su Gloriosísima Madre.
Por tanto, a ninguno le sea lícito el irritar o con temeraria osadía contravenir a esta Bula de nuestra indulgencia o Estatuto de ordenación, confirmación y aprobación de este Sagrado Orden; y si alguno temerariamente intentare hacerlo, sepa que ha incurrido en la indignación de Dios Todopoderoso y de los Bienaventurados Apóstoles San Pedro y San Pablo.
Dado en Avignon , a 3 de Marzo de 1322 (1)
NOTAS ACLARATORIAS
1- La Sede de Pedro permaneció en la ciudad francesa de Avignon entre los años 1309 y 1377
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