"Cuando María tiene por bien formar algunos hijitos de Su Corazón, se vale de éste, Su Espíritu, esto es, del Espíritu de Jesús, que les infunda sus virtudes, su misma índole, su proceder, sus mismas inclinaciones, con que vienen como a transformarse en María y el Espíritu de María a vivir en ellos, o mejor digamos, el Espíritu de Jesús vive y obra en ellos, así como vive y obra en María.
¿Será, pues, mucho que estos hijos carísimos se hagan conformes en todo con su Amable Madre y que impriman en su ánimo su misma índole? Esto es lo que acontece a los buenos hijos y a esto atienden las madres amantes.
Entonces se manifiesta en ellos la vida de María al igual de la de Jesús; entonces se cumple en ellos que, así como dijo dijo el Apóstol "Yo vivo ahora, mas bien no soy yo el que vivo sino que Cristo vive en mí" (Gál. 2, 20 ), esto es, sino que vive en mí María, así también ellos puedan decir: No vivo yo, sino que vive en mí María, como quiera que ha sido en ellos cercenado cuanto era contrario al Espíritu de María y alentado con la vida cuanto a Ella conforma.
El Espíritu de María conjunto con el de Jesús, el mismo indivisible Espíritu de María y de Jesús actúa, anima y gobierna sus acciones, así como animó, gobernó y trajo a efecto todas las obras de María.
Por esta traza ya no son ellos quienes viven, sino que vive en ellos María, actuando, inclinando y dirigiendo sus potencias, para que vivan de nuevo modo en Dios. De esta suerte su vivir está en María, a quien justamente aclaman con alegría "Vida, Dulzura y Esperanza nuestra."
Padre Miguel de San Agustín, Carmelita
VIDA DE UNIÓN CON MARÍA
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