PARA LOS PROGRESISTAS NO EXISTE LA CIVILIZACIÓN CRISTIANA
Pero no está en estos errores lo más característico del progresismo moderno. El error fundamental consiste en negar la necesidad de un orden social cristiano o lo que el magisterio eclesiástico llama, desde los días de León XIII hasta el Pontífice reinante, la civilización cristiana o la ciudad católica; los progresistas niegan que haya tal civilización cristiana o tal orden social público- cristiano. En París se ha llegado a afirmar en audiciones públicas de radio, que tal concepto no existe en el Magisterio de la Iglesia; cuando se hace evidente que hay por lo menos cerca de 50 documentos que hacen referencia explícita a la civilización cristiana. También califican los progresistas de nacional - catolicismo el intento de llevar a la práctica el programa de la ciudad católica.
EL PROGRESISMO RECHAZA A CRISTO REY
Al rechazar los progresistas la civilización cristiana, rechazan los derechos de la Realeza de Cristo sobre el orden temporal de la vida pública; es decir, sobre las familias, los grupos sociales, los sindicatos, las empresas, las naciones y el mundo internacional. Derecho de la Realeza de Cristo, a que el orden temporal se conforme a las enseñanzas y a la legislación de la enseñanza cristiana. El progresismo rechaza el orden social público cristiano y lo tacha de catolicismo constantiniano, gregoriano, sociológico, a fin de presentarle con un aspecto odioso. No faltan sacerdotes, como el dominico Liégé, que afirman que trabajar para el orden social cristiano, para la civilización cristiana, es hacer obra más negativa y nefasta que el mismo comunismo.
EL MÁS PÉRFIDO ERROR: LA ALIANZA DE LA IGLESIA CON LA MODERNIDAD
Al rechazar la necesidad de trabajar para la implantación de un orden social cristiano, los progresistas vense obligados a aceptar la ciudad laicista, liberal, socialista o comunista, de la civilización moderna. Aquí radica el verdadero error y desviación del progresismo cristiano, en buscar la alianza de la Iglesia con el mundo moderno. Al calificar de mundo moderno, no hacemos calificación de tiempo, sino una calificación de la naturaleza de la sociedad moderna, y sobre todo del espíritu de dicha sociedad. La sociedad moderna, que comienza en el Renacimiento y se continúa con el naturalismo, el liberalismo, el socialismo y el comunismo de la vida pública, es una sociedad que tiende a rechazar a Dios y a hacer del hombre un dios que con su esfuerzo creador va a lograr su destino y su felicidad. Por ello, como veremos más adelante, el humanismo que comienza en el Renacimiento, termina con el comunismo, en que el hombre se constituye en el creador exclusivo de su propio destino, que no sólo no necesita de Dios sino a quien Dios le estorba y le molesta, por cuanto la creencia en Dios le mueve a no poner en sí mismo el esfuerzo de su obra creadora. Por ello para Marx la religión es una alienación que disminuye al hombre.
Esta alianza de la Iglesia con el mundo moderno que promueve el cristianismo progresista, le lleva a dar categoría de ciencias supremas, a la psicología y a la sociología; a la psicología que analiza y dirige los condicionamientos internos del hombre; y a la sociología que dirige y conduce los condicionamientos externos. El hombre así alejado del orden social cristiano, trabaja en el orden laicista de la psicología bajo la influencia de Freud; y en la sociología bajo la influencia de Marx.
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