De la unión con Cristo Rey deriva, en María Reina,
tan esplendorosa sublimidad, que supera la excelencia
de todas las cosas creadas; de esta misma unión
nace su poder regio,
por el que Ella puede dispensar
los tesoros del Reino del Divino Redentor;
en fin, en la misma unión con Cristo
tiene origen la eficacia inagotable
de su materna intercesión
con su Hijo y con el Padre
( Papa Pío XII, Enc. Mystici corporis , 29-VI1943 )
El uno de Noviembre de 1954, al final del Año Mariano, el Venerable Pontífice Pío XII colocó una corona enjoyada sobre la pintura de Nuestra Señora, Protectora de Roma. En ese momento, se levantó un fuerte llanto de entre la gran multitud congregada en Santa María La Mayor: "¡Viva la Reina!"
El Papa nombró a la Virgen Reina de cielos y tierra, y decretó que se celebrara
una fiesta especial para honrarla bajo ese título.
"...para coronar estos testimonios todos de Nuestra piedad mariana, a los que con tanto entusiasmo ha respondido el pueblo cristiano, para concluir útil y felizmente el Año Mariano que ya está terminando, así como para acceder a las insistentes peticiones que de todas partes Nos han llegado, hemos determinado instituir
la fiesta litúrgica de la "Bienaventurada María Virgen Reina".
Cierto que no se trata de una nueva verdad propuesta al pueblo cristiano, porque el fundamento y las razones de la dignidad real de María, abundantemente expresadas en todo tiempo, se encuentran en los antiguos documentos de la Iglesia
y en los libros de la sagrada liturgia.
Mas queremos recordarlos ahora en la presente Encíclica para renovar las alabanzas de nuestra celestial Madre y para hacer más viva la devoción en las almas,
con ventajas espirituales."
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