Tres meses antes de su muerte, cuando le escribe a Maurice Bellière, el seminarista que era su hermano espiritual,Teresa da su testimonio más poderoso de su experiencia del Sagrado Corazón de Jesús:
"Cuando veo a Magdalena adelantarse, en presencia de los numerosos invitados, y regar con sus lágrimas los pies de su Maestro adorado, a quien toca por primera vez, siento que su corazón ha comprendido los abismos de Amor y de Misericordia del Corazón de Jesús y que, por más pecadora que sea, Ese Corazón de Amor está dispuesto, no sólo a perdonarla, sino incluso a prodigarle los favores de Su intimidad divina y a elevarla hasta las cumbres más altas de la contemplación.
Querido hermanito, desde que se me ha concedido a mí también comprender el amor del Corazón de Jesús, le confieso que él ha desterrado todo temor de mi corazón. El recuerdo de mis faltas me humilla y me lleva a no apoyarme nunca en mi propia fuerza, que no es más que debilidad; pero sobre todo, ese recuerdo me habla de Misericordia y de Amor."
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