sábado, 25 de julio de 2020

APÓSTOL SANTIAGO, GLORIOSO PATRÓN DE ESPAÑA


                    “...después del Tabernáculo, donde Nuestro Señor Jesucristo se halla verdaderamente presente, aunque invisible, después de Palestina que conserva con el Santo Sepulcro los restos de su estancia en la tierra, después de Roma que conserva las tumbas de los Gloriosos Apóstoles, Pedro y Pablo, quizá no haya otro lugar en donde se haya congregado a lo largo de los siglos un número de devotos tan grande como la capital histórica de Galicia, Santiago de Compostela, lugar, en que de acuerdo con la Tradición Antigua, yacen las Reliquias del Apóstol Santiago”


Papa Pío XII, 24 de Julio de 1940




              Santiago aparece como uno de los Apóstoles más apasionados, lleno de arrojo y decisión, capaz de ponerlo todo en juego; arrasa por su empuje y no se para en echar cálculos y medir consecuencias. Santiago forma parte del grupo inicial de la Iglesia Primitiva de Jerusalén. 

               Estuvo presente en momentos muy importantes de la Vida de Nuestro Señor y se ha considerado uno de Sus Discípulos predilectos. Asistió, junto con San Juan y San Pedro, a la resurrección de la hija de Jairo. Fue testigo en la Transfiguración de Jesús en el Monte Tabor y estuvo también en el Huerto de Getsemaní. 

               El Evangelista San Lucas (cap. 9, vers. 33) nos relata uno de sus momentos: junto a su hermano Juan solicitó de Jesús que hiciese bajar fuego del Cielo para arrasar a inhospitalarios samaritanos que se negaban a dar albergue al Maestro. 

               Piadosamente se cree que llegó a España en el año 36 y permaneció en ella hasta fines del año 42. Recorrió los caminos de Itálica, Mérida, Coimbra, Braga, Iria, Lugo, Astorga, Palencia, Horma, Numancia y Zaragoza, donde se le apareció la Virgen en el Pilar. Después, por el Ebro, pudo tomar la Vía Augusta de Tortosa a Valencia, Chinchilla y Cazlona para regresar desde un puerto murciano o andaluz a Palestina.

               Herodes Agripa, Rey de Judea (Hechos, cap. 12, vers. 2), nieto de Herodes El Grande,  lo hace decapitar con la espada hacia el año 44, convirtiéndose en el primer Apóstol en verter su sangre por Jesucristo. 

               Su cuerpo fue trasladado por los Apóstoles a la Península Hispánica, llevado en un bajel hasta Iria Flavia. Desembarcaron y caminaron unas cuatro leguas hacia septentrión por la antigua via romana de Iria a Brigatium llegando a Liberodonum sepultando el cadáver. Elevaron un mausoleo, "Arca marmorica", según diplomas de Alfondo III, Ordoño II, Ordoño III y Sancho el Craso. Según la tradición, junto al sepulcro de Santiago reposaban los cuerpos de sus discípulos Atanasio y Teodoro.

                  El Rey Alfonso II manda edificar sobre el sepulcro una sencilla iglesia y comienzan a llegar visitantes a la tumba del Apóstol. 

                 Durante la época de la Reconquista , Santiago se convierte en el Santo al que se invoca para obtener la protección divina en la lucha frente al infiel. Y en las ensangrentadas luchas contra los moros , en muchas ocasiones la victoria se atribuía a la ayuda e intervención divina merced a la invocación a Santiago.

               El 23 de Mayo del año 844, cerca de Logroño, el Rey Ramiro I de Asturias se enfrenta a las tropas musulmanas de Abderramán II en clara desventaja numérica. En pleno fragor de la batalla el Apóstol Santiago aparece espada en mano a lomos de su famoso caballo blanco repartiendo tajos entre los infieles. Nace el apelativo de Santiago Matamoros. 

                Allá por el siglo XVI, el Arzobispo de Santiago, Juan San Clemente, ocultó el cuerpo por temor a los ingleses que se aproximaban a la ciudad. Cuando mas tarde el Cardenal Payá ocupó la sede de Compostela, descubrió nuevamente las Reliquias del Santo Apóstol. Inició entonces un minucioso proceso que envió a Roma y finalmente la Bula del Papa León XIII " Deus omnipotens", del 1 de Noviembre de 1884 ratificó y confirmó como auténticas las Reliquias de Santiago y de sus discípulos Atanasio y Teodoro (1).


                             

               La figura de Santiago, como Patrón de España, ha sido acogida a o largo de toda nuestra historia de reconquista y conquista. El Apóstol ha ostentado a lo largo de la Historia de España el Patronato principal. Sin embargo, no se sabe con certeza cuando comenzó a hacerse realidad este título. Sí se conocen los motivos: era un Apóstol de Cristo, la tradición lo situaba como evangelizador de la península y, además, estaba enterrado en suelo hispano.  

               La mención más antigua que se conoce al Patronato de Santiago es la incluida en un Himno del reino asturiano O Dei verbum, de finales del siglo VIII, donde se le cita como Protector y Patrono. Numerosos reyes medievales inciden posteriormente en esta consideración.

               La presencia milagrosa de Santiago apoyando y alentando a los ejércitos de los distintos reinos cristianos peninsulares en su lucha contra los musulmanes, difundida interesadamente desde Compostela y con gran eco entre los soldados y el pueblo llano, además de contar con la devoción de diversos monarcas, no hará más que reforzar la idea del patronazgo santiaguista. Los Reyes Católicos se refieren a él a finales del siglo XV como “luz e Patrón de las Españas, espejo e guiador de los Reyes dellas”.

               Ahora comienza el Descubrimiento de América y de nuevo la figura de Santiago se hace notar: la intervención de Santiago es decisiva, en la mente de los descubridores y conquistadores:

               "Y como cayó en tierra se espantaron los yndios y dijeron que abia caído yllapa, trueno y rayo del cielo,... Y asi bajó el señor Santiago a defender a los cristianos. Dizen que vino encima de un cavallo blanco,... y el santo todo armado y su bandera y su manta colorado y su espada desnuda y que venía con gran destrucción y muerto muy muchos yndios y desbarató todo el cerco de los indios a los cristianos que había ordenado Manco Inca y que llevaba el santo mucho ruido y de ellos se espantaron los indios. (..) Y desde entonces los indios al rayo lo llaman y le dicen Santiago... (F. Guaman Poma, 1615) 

               En 1760, el Rey Carlos III acepta la propuesta de las Cortes de nombrar patrona de España a la Inmaculada Concepción. La iniciativa será mantenida en el tiempo por diversos sectores pero nunca acabará de consolidarse. Es así como durante la Guerra de la Independencia, las Cortes de Cádiz proponen la supresión del Patronato de Santiago y proclaman el de Santa Teresa, considerada de nuevo una Patrona más acorde con las nuevas ideas. Con la derogación de los acuerdos de Cádiz por el Rey Fernando VII, de nuevo Santiago recupera un Patronato.

              La supresión del Patronato durante la II República (1931-1939) hará que se alcen diversas voces de protesta, aunque sin lograr la capacidad de influencia que los sectores afines habían demostrado a lo largo del siglo XVII. Tendrá que ser el Caudillo Franco quien en 1937 declare otra vez la oficialidad del Patronato de Santiago.


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NOTAS ACLARATORIAS

      1- La Bula Deus Omnipotens, otorgada por el Papa León XIII en 1884, informaba del redescubrimiento, el 28 de Enero de 1879, de los restos del Apóstol Santiago tras las obras emprendidas por el Arzobispo Miguel Payá y Rico bajo el Altar Mayor de la Catedral compostelana. La Bula Papal declaraba además un Jubileo extraordinaro en Santiago  para aquel 1885 y realizando un llamamiento global a todo el catolicismo para volver a peregrinar a Compostela; efectos que comenzaron a notarse ya de inmediato.





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