miércoles, 27 de marzo de 2024

NO CELEBRAN LOS DOLORES DE MI CORAZÓN



               La Madre María Encarnación Rosal había nacido en Octubre de 1820 en Quetzaltenango, Guatemala. Se convirtió en la Reformadora de la Orden Bethlemita (iniciada en 1668 según la espiritualidad del canario Hermano Pedro de San José de Betancur). La ejemplar religiosa extendió la nueva Orden por Costa Rica, Colombia y en Ecuador, donde murió el 24 de Agosto de 1886. 

                Su cuerpo incorrupto se encuentra en el Colegio del Sagrado Corazón de Jesús, Bethlemitas de Pasto. Sus coetáneos la llamaron "la confidente del Sagrado Corazón" por la Visión que ella misma describiría siguiendo órdenes de sus Superiores:

               "Cierta noche, del Miércoles al Jueves Santo de 1857, (10 de Abril) estando en oración en la Capilla, entre las dos y tres de la mañana, sentí que alguien me halaba el velo que me cubría… Así mismo oí sonar una campanilla de oro o metal fino porque el tañido era muy suave… Pero no hice caso. Y cuando meditaba la pérfida traición de Judas escuché en mi interior una clara Voz del Señor que me decía: "No celebran los Dolores de Mi Corazón".  

               Estas palabras parecía que, con un buril o diamante me las grababan en el alma. Como me causaron tanta admiración, di cuenta de ellas a mis Directores Espirituales, los cuales no hicieron mucho caso por entonces. 

               Pasando unos días, acabando de comulgar, teniéndole aún, oí la misma Voz interior que me decía: "No celebran los Dolores de Mi Corazón". 

               Como estas palabras me sumergían en el abismo de mi miseria, le dije al Señor: "Dios mío, si quieres que los Dolores de Tu Amante Corazón se celebren, como yo soy incapaz de promover esta Devoción, ¿por qué no Te vales de  una  religiosa teresa, capuchina o catalina?".  

               Me dijo el Señor: "He puesto en ti Mis Ojos, atendiendo a tu gran miseria… porque no hay otra más baja que tú…" 

               Con esto sentí tal amor a mi Jesús que quedé bañada en dulce llanto…



               Aquellas manifestaciones de Nuestro Señor fueron para la Madre una llamada particular a honrar y desagraviar el Corazón de Cristo por la maldad, ingratitud y pecados de los hombres.

               En Julio de ese año se desató una epidemia del cólera. Murieron dos hermanas del Beaterio de Belén y otras estuvieron muy graves. Sor Encarnación Rosal sintió amargura en su corazón, como una agonía de muerte. Pensó en esos momentos en promover la devoción de los dolores del Corazón de Jesús y se lo ofreció. Todo volvió a la calma.

               La amargura y agonía volvió a la noche siguiente. Le prometió a Jesús comunicarlo a su Confesor. Volvió a sentir paz. Comenzó a sentir los síntomas del cólera y lo tomó como un castigo por haber dudado. Pidió perdón al Señor y le prometió cumplir con lo ofrecido. La enfermedad cesó.

               Basada en lo que había sucedido, la Madre Encarnación obtuvo licencia del Arzobispo, Fray Francisco de Paula García y Peláez y también de los Padres Taboada y Miguel Muñoz y empezó a pedir limosnas para organizar las actividades en Honor de los Dolores del Corazón de Jesús.

              El Arzobispo le otorgó la licencia el 25 de Agosto y la amplió para los días 25 de cada mes. Fue cuando la madre dijo que el Señor le había inspirado la imagen que debería llevar un corazón con 10 dardos, siete alrededor y tres al fondo. Éstos significaban los 10 Mandamientos quebrantados y 10 particulares dolores que sentía el amante Corazón de Jesús.

               Los diez dardos que afligen al Sagrado Corazón, según las revelaciones de la Madre María Encarnación Rosal son:

   -por el escándalo y sacrilegio de los malos Sacerdotes

   -por violar sus votos las Esposas de Cristo

   -por la persecución a los justos

   -por ver a Su Eterno Padre gravemente ofendido

   -por la herejía esparcida por todo el mundo

   -por la Apostasía de los malos Cristianos

   -por el olvido de Sus beneficios

   -por el desprecio de Sus Gracias y Sacramentos

   -por la frialdad e indiferencia de los Suyos

   -por la idolatría



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