MEDITACIÓN: En Nazareth, Jesús y María tienen casa, están en la propia tierra, tienen algunas comodidades. ¡Qué alegría para San José que amaba tanto a Jesús y María!
La casa donde viven es la misma donde Dios hizo el gran Miterio de la Encarnación. ¡Qué recuerdos tan vacilantes!
En esa casa podrá San José dedicarse con tranquilidad a tratar de sus queridos Jesús y María.
FRUTO: Aprovechar los momentos de paz de la conciencia para progresar en la virtud.
JACULATORIA: ¡Oh providentísimo Guardián de Jesús, conservad en mi corazón la tranquilidad del espíritu.
ORACIÓN: Oh Dios, que por inefable providencia te dignaste escoger a San José por esposo de tu Madre Santísima; concédenos, te pedimos, que merezcamos tener por intercesor en el cielo, aquel que veneramos en la tierra como protector. Vos que vivís y reináis por todos los siglos de los siglos. Amén.
TERMINAMOS rezando el Avejosefino:
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