jueves, 19 de abril de 2018

"...LO QUE CONSUELA Y GLORIFICA MI CORAZÓN."


   Continuando con el habitual esquema de LA SEMANA DEL BUEN CRISTIANO dedicamos este día jueves a acompañar a Jesús Sacramentado, oculto en el Sagrario, donde se halla con Su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, según enseña la Doctrina Católica; aquellos que no tengan la gracia de tener cerca un templo, pueden viajar con el espíritu y la imaginación a aquél sagrario de su infancia o a otro que les movió al fervor... y una vez allí, situados de rodillas ante el tabernáculo, meditemos el gran Misterio Eucarístico y recemos para que nunca falten sacerdotes que nos traigan a Cristo Nuestro Señor al Altar...

   Para ayudarnos a meditar acerca del Misterio Eucarístico, usemos algunos extractos de "Un Llamamiento al Amor"; que te sirvan de provecho y de apostolado entre los tuyos si lo das a conocer...


          Yo soy el Amor. Mi Corazón no puede contener la llama que constantemente le devora. Yo amo a las almas hasta tal punto, que he dado la vida por ellas. Por su amor he querido quedarme prisionero en el Sagrario, y hace veinte siglos que permanezco allí noche y día, oculto bajo las especies de pan, escondido en la Hostia, soportando, por amor, el olvido, la soledad, los desprecios, blasfemias, ultrajes y sacrilegios. 




          El amor a las almas me impulsó a dejarles el sacramento de la Penitencia, para perdonarles, no una vez ni dos, sino cuantas veces necesiten recobrar la gracia. Allí las estoy esperando; allí deseo que vengan a lavarse de sus culpas, no con agua sino con Mi propia Sangre. En el transcurso de los siglos, he revelado de diferentes modos Mi Amor a los hombres y el deseo que me consume de su salvación. Les he dado conocer Mi propio Corazón. Esta devoción ha sido como una luz que ha iluminado al mundo y hoy es el medio de que se valen para mover los corazones la mayor parte de los que trabajan por extender Mi Reino.

           Ahora quiero algo más; sí, en retorno del amor que tengo a las almas, les pido que ellas me devuelvan amor; pero no es éste Mi único deseo; quiero que crean en Mi Misericordia, que lo esperen todo de Mi Bondad, que no duden nunca de Mi perdón.

           Esto es lo que quiero explicar a las almas; Yo enseñaré a los pecadores que la misericordia de Mi Corazón es inagotable; a las almas frías e indiferentes, que Mi Corazón es fuego y fuego que desea abrasarlas porque las ama; a las almas piadosas y buenas, que Mi Corazón es el camino para avanzar en la perfección y por él llegarán con seguridad al término de la Bienaventuranza. Por último, a las almas que me están consagradas, a los sacerdotes, a los religiosos, mis almas escogidas y preferidas, les pediré una vez más, que me den su amor y no duden nunca del Mío; pero, sobre todo, que me den su confianza y no duden de Mi Misericordia. 

           ¡Es tan fácil esperarlo todo de Mi Corazón! Yo daré a conocer que Mi Obra se funda sobre la nada y la miseria; éste es el primer eslabón de la cadena de amor que preparo a las almas desde toda la Eternidad. Haré que las almas conozcan hasta qué punto las ama y perdona Mi Corazón. Penetro el fondo de las almas, sus deseos de darme gusto, de consolarme y de glorificarme: y el acto de humildad que sus faltas les obligan a hacer, viéndose tan débiles, es precisamente lo que consuela y glorifica Mi Corazón. No importa que las almas sean débiles, Yo suplo lo que les falta.


Un Llamamiento al Amor
Revelaciones del Sagrado Corazón de Jesús a Sor Josefa Menéndez






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