viernes, 2 de noviembre de 2018

CONMEMORACIÓN DE LOS FIELES DIFUNTOS, las Almas retenidas en el Bendito Purgatorio


            Hoy es un día de maternal y amorosa solicitud de la Santa Iglesia Católica por sus Difuntos. También el pensamiento de un día consagrado al recuerdo de los muertos es muy antiguo; ya San Isidoro de Sevilla , hacia el año 600 escribiendo su regla monástica, señalaba un día concreto, el que sigue a Pentecostés, para ofrecer Misas y sacrificios por todos los hermanos desaparecidos. Cuando los Cluniacenses entraron en España a finales del siglo X, encontraron en estas tierras hispánicas la hermosa tradición de rezar por los Fieles Difuntos, y así, el Abad de Cluny, San Odilón, que murió en 1048, la extendió a todos los monasterios de la Orden Benedictina y de ahí a todas las iglesias de Occidente.

                Entremos nosotros en el espíritu de nuestra Madre la Santa Iglesia y recordemos este día a nuestros Difuntos con un amor afectivo y efectivo; Ellos sufren ahora en el lugar de la purificación, tienen que expiar por medio del dolor la pena de sus pecados. La Iglesia conoce la necesidad, el desamparo y la impotencia en que se encuentran y llena de compasión por estas pobres Almas, quiere que nosotros nos asociemos cordialmente a esta compasión suya.



               
                 Pero esta compasión ha de ser como decimos, efectiva; podemos ayudar a nuestras Hermanas del Purgatorio con la oración, con la limosna, con el ofrecimiento de nuestras obras y sobre todo, con el Santo Sacrificio de la Misa. Por esta razón, la Iglesia ha dispuesto que cada sacerdote pueda celebrar hoy hasta tres Misas, a las que cualquier seglar se puede asociar, presente o no en donde se celebren estas Misas, a fin de que esa unión espiritual sea como un verdadero torrente de gracias y consuelos en el Bendito Purgatorio.

                 Esta unión con nuestras Hermanas las Almas del Purgatorio se basa en una Verdad de Fe, en un Dogma que todo católico está obligado a creer: el Dogma de la Comunión de los Santos; vemos continuamente esa trabazón misteriosa que existe entre la Iglesia Triunfante (El Cielo), la Militante (Visible en la tierra) y la Iglesia Purgante, y nos sentimos envueltos en la red de ese doble deber de Caridad y de Justicia, que fluye naturalmente de nuestra misma incorporación al Cuerpo Místico mediante el Santo Bautismo.




                 No olvidemos pues, en este Mes del Purgatorio, a todas aquellas personas que un día pasaron por nuestra vida y que ya partieron...¿cuántos estarán aún penando en el Purgatorio por sus culpas que no expiaron? Ten la caridad de hacer memoria de aquellas buenas personas, de tus familiares, amigos, conocidos... ¡cuántos habrán muerto sin total arrepentimiento, sin pagar sus culpas!. De ti depende su descanso eterno o que su castigo cese y vayan pronto a la Presencia de Dios, donde ten por seguro tendrán un recuerdo hacia ti. 



LOS TRES CONSUELOS 
que podemos ofrecer desde este mundo
por las Benditas Ánimas del Purgatorio


PRIMER CONSUELO: 
EL SANTO SACRIFICIO DE LA MISA 

                Para las Benditas Ánimas del Purgatorio, una sola Misa es de infinito valor. Los teólogos dividen en tres partes el fruto espiritual del Sacrificio del Altar:

- Una parte va en beneficio de todos los miembros.

- Otra parte va en ventaja del Sacerdote que celebra.

- La tercera parte va en provecho de por quien se celebra, y esta parte es aplicable a las Almas Purgantes. Pero no basta celebrar una sola Misa por los difuntos, es necesario hacer celebrar muchas.


        

               Procura a lo largo de este mes de Noviembre destinar cierta cantidad de dinero, según tus posibilidades, como estipendios para celebrar Misas por tus Difuntos y por las Almas del Purgatorio en general; es un dinero bien invertido, pues el valor del dinero es nada frente a la multitud de gracias que podemos conseguir para las Almas del Purgatorio y para nosotros que le hacemos la caridad de ayudarlas.

SEGUNDO CONSUELO: 
LA ORACIÓN

        Es como un refrigerio que de nuestra alma sube al Cielo. También una simple invocación, una jaculatoria, un sacrificio, un acto breve de amor a Dios, tienen una eficacia extraordinaria de sufragio. Entre las oraciones que podemos rezar prevalecen: el “Oficio de los Difuntos”, el Salmo 50, el Vía Crucis, y sobre todo, el Santo Rosario. A todas estas u otras oraciones hay que agregar la Santa Confesión y Comunión Sacramental ( o espiritual, que se puede hacer siguiendo el modelo de la estampa "Comunión Espiritual, de este blog); es necesario además, que en ocasión de la muerte de una persona querida, todos los parientes se confiesen y comulguen por el alma.




TERCER CONSUELO: LAS INDULGENCIAS

        La Indulgencia es una remisión de una pena temporal, adeudada por los pecados, que la Iglesia concede bajo ciertas condiciones al alma en gracia, aplicándole los méritos y las satisfacciones abundantes de Nuestro Redentor Jesucristo, de la Virgen Nuestra Señora y de los Santos, los cuales constituyen su Tesoro y por lo cual anulan sobre la tierra en todo o en parte la deuda de un alma anulándola también en el Cielo. Hay indulgencia “Plenaria” y “Parcial”. Para ganar la indulgencia es necesario estar en estado de gracia y tener la intención de ganarla. Por la Comunión de los Santos podemos socorrer a los Difuntos, la Iglesia nos da la facultad de aplicarles este inmenso tesoro de misericordia, reduciendo así sus penas que son la satisfacción de las culpas cometidas durante la vida presente.





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