jueves, 4 de noviembre de 2021

PRIMER JUEVES; SÚPLICA A JESÚS ETERNO SACERDOTE, por Santa Teresita de Lisieux

 

               Hoy, primer Jueves de Mes, dediquemos oraciones especiales por los Sacerdotes; en este Mes del Purgatorio, sería una ingratitud olvidar a aquellos Sacerdotes que alguna vez estuvieron presentes en nuestra vida, como aquél que nos bautizó, o los Sacerdotes que nos absolvieron de nuestros pecados; recordemos con afecto a los Sacerdotes cuya Misas asistimos, y aquel otro que nos dio por vez primera la Sagrada Comunión... a los Sacerdotes que nos enseñaron y nos instruyeron o nos animaron y ayudaron; a los Sacerdotes a quienes debemos algo en cualquier otro modo. 

               Tal vez hayan muerto, quizá sus almas están en el Paraíso o de repente esperan alivio y consuelo en el Purgatorio. Piensa que a los Sacerdotes, por ser privilegiados en las cosas de Dios, Nuestro Señor les exige más a la hora de su Juicio Particular, de ahí que muchos Sacerdotes vayan al Purgatorio y hasta al Infierno. URGE que reces hoy por la Santidad de los Sacerdotes pero también por el DESCANSO de aquellos que ya no están y mendigan oraciones desde el Purgatorio. ¿Negarás ayuda a aquellos Sacerdotes que tantos bienes espirituales te lograron alcanzar?



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               ¡Bendita sea eternamente la Misericordia de Nuestro Dios por habernos dado un Sacerdote Santo, Santísimo, que ofrece al Eterno Padre este Divino Sacrificio en todos los países, puesto que la Luz de la Fe ilumina hoy al mundo entero!

               Sí, en todo tiempo, todos los días y a todas horas; porque el sol no se oculta a nuestra vista sino para alumbrar a otros puntos del globo; a todas horas, por consiguiente, este Sacerdote Santo ofrece a Su Eterno Padre Su Cuerpo, Su Sangre, Su Alma, a Sí Mismo, todo por nosotros, y tantas veces como Misas se celebren en todo el Universo. ¡Oh, qué inmenso y precioso tesoro! ¡Qué mina de riquezas inestimables poseemos en la Iglesia de Dios!

               ¡Qué dicha la nuestra si pudiéramos asistir a todas esas Misas! ¡Qué capital de méritos adquiriríamos! ¡Qué cosecha de gracias recogeríamos durante nuestra vida, y qué inmensidad de Gloria para la Eternidad, asistiendo con fervor a tantos y tan Santos Sacrificios!

               Pero, ¿qué digo, asistiendo? Los que oyen la Santa Misa, no solamente desempeñan el oficio de asistentes, sino también el de oferentes; así que con razón se les puede llamar Sacerdotes: Fecisti nos Deo nostro regnum, et Sacerdotes. El celebrante es, en cierto modo, el Ministro público de la Iglesia, pues obra en nombre de todos: es el mediador de los Fieles, y particularmente de los que asisten a la Santa Misa, para con el Sacerdote invisible, que es Jesucristo Nuestro Señor; y juntamente con Él, ofrece al Padre Eterno, en nombre de todos y en el suyo, el precio infinito de la redención del género humano.

               Sin embargo, no está solo en el ejercicio de este Augusto Misterio; con él concurren a ofrecer el Sacrificio todos los que asisten a la Santa Misa. Por eso el celebrante al dirigirse a los asistentes, les dice: Orate, fratres: "Orad hermanos, para que mi sacrificio, que también es el vuestro, sea agradable a Dios Padre Todopoderoso". Por estas palabras nos da a entender que, aun cuando él desempeña en el Altar el principal papel de Ministro visible, no obstante todos los presentes hacen con él la ofrenda de la Víctima Santa.


EL TESORO ESCONDIDO DE LA SANTA MISA
de San Leonardo de Porto Mauricio



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