viernes, 13 de diciembre de 2013

CRUCIFICADOS SIN CRUZ: TERESA NEUMANN ( 3ª PARTE )



      Teresa Neumann ha visto muchas veces la luz maravillosa que la envuelve y cura de sus dolencias y de la que sale una voz que le habla en alto alemán y la llama Rels, como la conocían en casa. Esta luz y estos prodigios se presentan siempre coincidiendo con fechas señaladas en la vida de Santa Teresita del Niño Jesús, y según Rels, es la propia Santa la que habla y con la que dialoga.

      Es precisamente Santa Teresita la que le advierte, en cada visita, que cada vez tendrá que sufrir más, puesto que el Señor había aceptado su ofrecimiento como víctima por los pecadores. De alguna manera, Santa Teresita, su Santa Patrona, será su mejor amiga y su consuelo en los años que le iba a tocar ser una crucificada sin cruz.

      En 1926, durante la Misa del Primer Domingo de Cuaresma, se sintió indispuesta y tuvo que abandonar la iglesia para meterse en cama. En la Semana Santa los padecimientos se recrudecieron; de alguna manera, Nuestro Señor la estaba preparando para la gran gracia de compartir con ella Sus Sagrados Estigmas Leamos con atención el relato que la misma Teresa Neumann dejó como testimonio de su entrega victimal:

      "A mediados de la Cuaresma, la noche del jueves al viernes, me hallaba en la cama, sin pensar en nada en particular. De repente, veo delante de mi al Salvador. Estaba postrado de hinojos (de rodillas) en el Huerto de los Olivos. Esta vista era muy clara: árboles, verdor, rocas...

      Al contemplar a Cristo sentí un dolor tal en el costado izquierdo, que creí entrar en agonía. En el mismo instante algo caliente me inundó el pecho: era sangre. Este estado continuó así hasta el día siguiente, hacia el mediodía. Me sentía extremadamente débil, pero disfrutaba de una tranquilidad deliciosa.

      La noche siguiente vi al Señor flagelado, atado a un poste, y la sangre brotó de nuevo de mi costado. Transcurrió una semana...y vi entonces cómo al Señor le ponían la corona de espinas, reproduciéndose en mí la misma manifestación de la sangre. El viernes precedente al Domingo de Ramos, le subir al Calvario. De mi costado brotó sangre nuevamente..."



      Teresa intentó ocultar aquel misterio a sus padres, que sufrían ante las continuas manifestaciones de dolor de su hija, y se puso de acuerdo con su hermana Crescencia para lavar la sangre en ausencia del resto de la familia. También se puso un chal sobre los hombros, a fin de poder disimular las posibles manchas de la sangre que brotaban de vez en cuando en su pecho.

      La sencilla campesina, ignora cuándo le aparecieron los otros estigmas, los de las manos y los pies: "Solamente sé que las tenía el viernes por la tarde. Durante el éxtasis, yo no podía pensar en mí, pues no veía más que al Señor. Cuando recobré el conocimiento, sentí que la sangre corría de las manos, de los pies y de los ojos; estando éstos todos cubiertos de ella, yo no podía darme cuenta de lo que ocurría."

Continuará...

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