jueves, 25 de octubre de 2018

MILAGRO EUCARÍSTICO DE SAN ANTONIO MARÍA CLARET


                 Como marca nuestro esquema de Piedad de LA SEMANA DEL BUEN CRISTIANO, procuremos hoy Jueves vivir la jornada en el Misterio Eucarístico; el Buen Jesús que cada día baja a nuestros altares por manos de Sus Ministros, queda luego encerrado en el Tabernáculo, esperando pacientemente nuestra visita y compañía. 


                 Fue el Jueves el día elegido por Nuestro Señor para celebrar por vez primera la Santa Misa y el día fijado también para ordenar y consagrar Sacerdotes y Obispos a los Apóstoles, dándoles después la encomienda "Haced esto en memoria Mía...", indicando así Su deseo de la continuidad del Sacrificio Eucarístico hasta la consumación de los siglos, hasta que Él vuelva. 

                 Intenta santificar cada Jueves, ofreciendo tu corazón a Jesús en el Sagrario o al menos en un rato de silencio, en tu propia casa, figúrate ante el Tabernáculo y acompaña a Nuestro Señor en el nuevo Getsemaní de los Sagrarios que nadie visita. No olvides pedirle por la Santidad de Sus Sacerdotes, aquellos que más debieran amarle y que tanto necesitan del sustento de las oraciones...Con San Pedro, repítele  muchas veces a Jesús Sacramentado "aunque todos te abandonen, YO NO..."




                En Marzo de 1857, la Reina Isabel II de España nombraba Confesor Real al hasta entonces Arzobispo de Cuba, Antonio María Claret; el Santo Prelado aceptó pero entre sus condiciones estaba la de no vivir en Palacio, por lo que se le asignó la Parroquia de la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario, en La Granja de San Ildefonso, lugar de retiro de los monarcas españoles.

                 Fue precisamente en esta Iglesia del Rosario, en sus coloquios íntimos con el Señor en el Sagrario, que Dios le manifestó una gracia especialísima que el mismo Santo recogió por escrito:

        “El día 26 de Agosto de 1861, hallándome en oración en la iglesia del Rosario de La Granja, a las siete de la tarde, el Señor me concedió la gracia grande de la conservación de las especies sacramentales, y tener siempre día y noche el Santísimo Sacramento en mi pecho. Desde entonces debía estar con mucho más devoción y recogimiento interior. También tenía que orar y hacer frente a todos los males de España, como así me lo manifestaba el Señor en otras oraciones.”




                Años más tarde, en 1865, el Padre Claret se hallaba rezando ante su imagen predilecta, el Cristo del Perdón, cuando tuvo una revelación que le aconsejó abandonar la Corte Española, cuestión que no demoró en resolver seguro de que era esa la Voluntad de Dios. Con los años, los Padres Claretianos (Hijos del Corazón de María, fundados por el Padre Claret) colocarían en la misma Iglesia del Rosario un precioso azulejo que cuenta ambos acontecimientos.






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