viernes, 3 de octubre de 2025

SANTA TERESITA DE LISIEUX, "...me es imposible sufrir, porque todo sufrimiento es dulce"


                    "¡Cuántas almas llegarían a la Santidad si fuesen bien dirigidas...! Sé muy bien que Dios no tiene necesidad de nadie para realizar Su Obra. Pero así como permite a un hábil jardinero cultivar plantas delicadas y le da para ello los conocimientos necesarios, reservándose para sí la misión de fecundarlas, de la misma manera quiere Jesús ser ayudado en su divino cultivo de las almas" 


Santa Teresita del Niño Jesús y de la Santa Faz



                  Fieles al Calendario Católico hacemos memoria hoy de Santa Teresita de Lisieux. María Francisca Teresa nació el 2 de Enero de 1873 en Francia. Hija de un relojero y una costurera de Alençon. Tuvo una infancia feliz y ordinaria, llena de buenos ejemplos. Teresita era viva e impresionable, pero no particularmente devota.

                  En 1877, cuando Teresita tenía cuatro años, murió su madre. Su padre vendió su relojería y se fue a vivir a Lisieux donde sus hijas estarían bajo el ciudadano de su tía, la Sra. Guerin, que era una mujer excelente. Santa Teresita era la preferida de su padre. Sus hermanas eran María, Paulina y Celina. La que dirigía la casa era María y Paulina que era la mayor se encargaba de la educación religiosa de sus hermanas. 

                   Años más tarde, Paulina ingresó en el Monasterio de las Carmelitas de Lisieux. Teresita, que contaba entonces con 9 años, se sintió inclinada a seguirla por ese camino. Era una niña afable y sensible y la religión ocupaba una parte muy importante de su vida.

                  Tenía Teresita catorce años cuando su hermana María se fue también al mismo Monasterio de Lisieux, al igual que Paulina. La Navidad de ese año, tuvo la experiencia que ella llamó su “conversión”. En su biografía cuenta que apenas a una hora de nacido el Niño Jesús, inundó la oscuridad de su alma con ríos de luz. Decía que Dios se había hecho débil y pequeño por amor a ella para hacerla fuerte y valiente.

                   Al año siguiente, Teresita le pidió permiso a su padre para ser religiosa carmelita, como sus hermanas, y su padre dijo que sí; no podía negarle deseo tan santo a su hija predilecta. Sin embargo, las Madres Carmelitas y el Obispo de Bayeux opinaron que era muy joven y que debía esperar.

                  Algunos meses más tarde fueron a Roma en una peregrinación por el Jubileo Sacerdotal del Papa León XIII. Al arrodillarse frente al Papa para recibir su bendición, rompió el silencio y le pidió si podía ser Carmelita a los quince años. El Papa quedó impresionado por su aspecto y modales y le dijo que si era la Voluntad de Dios así sería.

                  Teresita rezó mucho en todos los santuarios de la peregrinación y con aquél apoyo del Papa, logró entrar en el Carmelo de Lisieux en Abril de 1888. De sus inicios en el Carmelo la Maestra de Novicias dijo; “Desde su entrada en la Orden, su porte tenía una dignidad poco común de su edad, que sorprendió a todas las religiosas”. Profesó como Carmelita el 8 de Septiembre de 1890: su único deseo era llegar a la cumbre del monte del amor.

                  Cumplió con exactitud las Reglas y deberes de las Carmelitas. Oraba con un inmenso fervor por los Sacerdotes y los Misioneros. Debido a esto, sería proclamada después de su muerte, Patrona de las Misiones, aunque nunca había salido de su Monasterio.

                  Se sometió a todas las austeridades de la Orden, menos al ayuno, ya que era delicada de salud y las superioras se lo impidieron. Entre las penitencias corporales, la más dura para ella era el frío del invierno. Pero ella decía “Quería Jesús concederme el martirio del corazón o el martirio de la carne; preferiría que me concediera ambos”. Y un día pudo exclamar “He llegado a un punto en el que me es imposible sufrir, porque todo sufrimiento es dulce”.

                  En 1893, a los veinte años, la Hermana Teresa fue nombrada asistente de la Maestra de Novicias. Prácticamente ella era la Maestra de Novicias, aunque no tuviera el título. Con respecto a esta labor, decía que hacer el bien sin la ayuda de Dios era tan imposible como hacer que el sol brille a media noche.

                  Su padre enfermó perdiendo el uso de la razón a causa de dos ataques de parálisis. Celina, su hermana, se encargó de cuidarlo. Fueron unos año difíciles para las hijas. Al morir el padre, Celina ingresó en el mismo Monasterio de Lisieux, con sus hermanas.

                  Casi al mismo tiempo, Teresita se enfermó de tuberculosis. Quería ir a una Misión en Indochina pero su salud no se lo permitió; sufrió mucho los últimos 18 meses de su vida. Fue un período de sufrimiento corporal y de pruebas espirituales. En Junio de 1897 fue trasladada a la enfermería del Monasterio, de la que no volvió a salir. A partir de Agosto ya no podía recibir la Sagrada Comunión debido a la enfermedad y murió el 30 de Septiembre de ese año. Sus últimas palabras fueron "Oh, le amo, Dios mío, os amo".  Teresita sería canonizada por el Papa Pío XI el 17 de Mayo 1925, por lo que este año celebramos el Centenario del reconocimiento de su Santidad y con él la fiabilidad del Camino de Infancia Espiritual que nos enseñó la Santa de las Rosas. 



EL ESCUDO DE ARMAS DE SANTA TERESITA, 
explicado por ella misma

                   "El blasón JHS es el que Jesús se dignó entregar como dote a su pobre esposa... se ha convertido en Teresa del NIÑO JESÚS de la SANTA FAZ. Estos son sus títulos de Nobleza, su riqueza y su esperanza.

                  La vid que divide en dos el blasón es también figura de Aquel que se dignó decirnos: "Yo soy la vid, vosotros los sarmientos, quiero que deis mucho fruto".

                  Las dos ramas que rodean, una a la Santa Faz y la otra al Niño Jesús, son la imagen de Teresa, que no tiene otro deseo aquí en la tierra que el de ofrecerse como un racimito de uvas para refrescar a Jesús Niño, para divertirlo, para dejarse estrujar por Él a capricho y poder así apagar la sed ardiente que sintió durante Su Pasión.

                  El arpa representa también a Teresa, que quiere cantarle incesantemente a Jesús melodías de amor.

                  El blasón FMT es el de María Francisca Teresa, la florecita de la Santísima Virgen. Por eso, esa florecita aparece representada recibiendo los rayos bienhechores de la dulce Estrella de la mañana.

                  La tierra verde representa a la familia bendita en cuyo seno creció la florecita. Más a lo lejos se ve una montaña, que representa al Carmelo. Este es el lugar bendito que Teresa ha escogido para representar en su escudo de armas el dardo inflamado del Amor que ha de merecerle la palma del Martirio, en espera de que un día pueda dar verdaderamente su sangre por su Amado. Pues para responder a todo el Amor de Jesús, ella quisiera hacer por Él lo que Él hizo por ella... Pero Teresa no olvida que ella no es más que una débil caña, y por eso la ha colocado en su blasón.

                   El triángulo luminoso representa a la adorable Trinidad, que no cesa de derramar Sus dones inestimables sobre el alma de la pobre Teresita, que, agradecida, no olvidará jamás esta divisa: "El Amor sólo con Amor se paga."


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TU EJEMPLO FUE LO QUE ME ARRASTRÓ

SÓLO SU MISERICORDIA HA OBRADO TODO



XXX ANIVERSARIO DOCTOR PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA, Maestro, Profeta y Luchador de la Causa Católica



                    Plinio Corrêa de Oliveira fue un Cruzado del siglo XX: enfrentó con gallardía la marcha destructora de la Revolución anticristiana, combatiendo sucesivamente, y muchas veces al mismo tiempo, el pseudo-misticismo nazi, el hedonismo de la way of life norteamericana, la utopía igualitaria socialista y comunista, el progresismo católico que trataba de demoler a la Iglesia desde su interior. 

                    En las luchas y en las dificultades, al lado de la virtud de la fortaleza Plinio Corrêa de Oliveira ejercitó sobre todo la esperanza, movido por la convicción, como escribía a su madre en 1930, de que “de aquel a quien Dios da la Fe, Él mismo exige la Esperanza”. La confianza en la victoria final de la Contra-Revolución católica y en la venida del Reino del Inmaculado Corazón de María fue la virtud que Plinio Corrêa de Oliveira más profundamente infundió en sus numerosos discípulos esparcidos por el mundo, incluso fuera de las filas de las TFPs. 

                    Nutrió esta confianza en la fuente de Fátima y también en una devoción mariana que le fue especialmente querida: la de Nuestra Señora del Buen Consejo de Genazzano. De ella recibió en 1967, por ocasión de una grave enfermedad y de una aflictiva probación espiritual, una gran gracia interior: la certeza sobrenatural que no moriría sin haber cumplido la misión que la Divina Providencia le confió. Él cumplió esta misión y realizó plenamente su vocación.

                    De su Testamento espiritual extraemos algunos párrafos que bien pueden resumir su trayectoria en este mundo mortal: “No encuentro palabras suficientes para agradecer a Nuestra Señora el favor de haber vivido desde mis primeros días, y de morir, como espero, en la Santa Iglesia, a la cual dediqué, dedico y espero dedicar hasta mi último aliento, absolutamente todo mi amor. De tal suerte que las personas, instituciones y doctrinas que amé durante la vida, y que actualmente amo, las amo porque fueron o son según la Santa Iglesia, y en la medida en que fueron o son según la Santa Iglesia. Igualmente, jamás combatí instituciones, personas o doctrinas sino porque y en la medida en que eran opuestas a la Santa Iglesia.

                    “Agradezco de la misma forma a Nuestra Señora —sin que me sea posible encontrar palabras suficientes para hacerlo— por la gracia de haber leído y difundido el «Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen» de San Luis Grignon de Montfort, y de haberme consagrado a Ella como esclavo perpetuo. Nuestra Señora fue siempre la luz de mi vida, y espero que Ella en su clemencia sea mi luz y mi auxilio hasta el último instante de mi existencia...  a todos y a cada uno pido entrañablemente y de rodillas que sean sumamente devotos a Nuestra Señora durante toda la vida”


NUESTRA SEÑORA SUPERARÁ 
TODOS LOS OBSTÁCULOS


                    La Teología enseña que todas las gracias que nos vienen de Dios pasan siempre por las manos de María, de tal manera que nada obtendremos de Él, si María no se asocia a nuestra ora­ción, y todas las gracias que recibimos las debemos siempre a la intercesión de María. Así, la Madre de Dios es el canal de todas las oraciones que llegan hasta su Divino Hijo y el camino de todas las gracias que Este otorga a los hombres.

                    Evidentemente, esta verdad supone que en todas las oraciones que hagamos, pida­mos explícitamente a Nuestra Señora que nos apoye. Esta práctica sería sumamente loable. Pero, aunque no invoquemos decla­radamente la intercesión de Nuestra Señora podemos estar seguros de que seremos aten­didos porque Ella reza con nosotros, y por nosotros.

                    De ahí se saca una conclusión sumamente consoladora. Si tuviésemos que confiar solamente en nuestros méritos, ¿cómo podría­mos confiar en la eficacia de nuestra ora­ción? Se cuenta que cierta vez, Nuestro Señor se apareció a Santa Teresa trayendo en las manos unas uvas maravillosas. Pre­guntó la santa al Divino Maestro qué signi­ficaban las uvas, y El respondió que eran una imagen del alma de ella. Miró entonces la santa detenidamente a las frutas y en la medida en que las examinaba, su primera impresión, que fue magnífica, se deshacía, y daba lugar a una impresión cada vez más triste. Llenas de manchas y de defectos, las uvas acabaron por parecer repugnantes a la gran santa. Ella comprendió entonces el alto significado de la visión. Incluso las almas más perfectas tienen manchas, cuando son atentamente examinadas. Y ¿cuáles son las manchas que pueden pasar desapercibidas a la mirada penetrante de Dios? Por eso tenía mucha razón el Salmista cuanto exclamaba: «Señor si atendieses a nuestras iniquidades, ¿quién se sustentará en vuestra presencia?»

                    Y, si no hay nadie que no presente man­chas a los ojos de Dios, ¿quién puede esperar con plena seguridad ser atendido en sus ora­ciones?.

                    Por otro lado, Dios quiere que nuestras oraciones sean confiantes. No desea que nos presentemos ante su trono como esclavos que se aproximan con miedo de un temible señor, sino como hijos que se acercan a un padre infinitamente generoso y bueno. Esa confianza es incluso una de las condiciones de la eficacia de nuestras oraciones. Pero, ¿cómo tendremos confianza, si, mirando en nuestro interior, sentimos que nos faltan las razones para confiar? Y si no tenemos con­fianza, ¿cómo esperamos ser atendidos?.

                    De las tristezas de esta reflexión nos saca, triunfalmente, la doctrina de la Mediación Universal de María.

                    De hecho, nuestros méritos son mínimos, y nuestras culpas grandes. Pero, lo que por nosotros mismos no podemos alcanzarlo, te­nemos el derecho de esperar que las ora­ciones de Nuestra Señora lo alcance.

                    Y jamás debemos dudar de que Ella se asocia a nuestras oraciones cuando son con­venientes a la mayor gloria de Dios y a nues­tra santificación. De hecho, Nuestra Señora nos tiene un amor que sólo de modo imper­fecto puede ser comparado al amor que nos tienen nuestras madres terrenas. San Luis María Grignión de Monfort dice que Nuestra Señora tiene al más despreciable y miserable de los hombres un amor superior al que resultaría de la suma del amor de todas las madres del mundo a un hijo único. Nuestra Madre auténtica en el orden de la gracia nos engendró para la vida eterna. Y a Ella se aplica fielmente la frase que el Espíritu Santo esculpió en la Escritura: «Aunque tu padre y tu madre te abandonasen, Yo no me olvidaría de ti». Es más fácil ser abandonados por nuestros padres según la naturaleza, que por Nuestra Madre según la gracia.

                    Así, por más miserables que seamos, po­demos presentar con confianza a Dios nues­tras peticiones: siempre que fueran apoya­das por Nuestra Señora, encontrarán un valor inestimable a los ojos de Dios, que ciertamente obtendrá para nosotros el favor pedido.

                    Nos conviene meditar incesantemente so­bre esta gran verdad. Católicos que somos, debemos enfrentar en esta vida las luchas comunes a todos los mortales y, además de esto, las que nos vienen por el hecho de estar al servicio de Dios. Pero, aunque los horizontes parezcan estar a punto de des­cargar sobre nosotros un nuevo diluvio, aun­que los caminos se nos cierren al paso, los precipicios se abran y la propia tierra se mueva bajo nuestros pies, no perdamos la confianza: Nuestra Señora superará todos los obstáculos que estén por encima de nues­tras fuerzas. Mientras esta confianza no des­erte de nuestro corazón, la victoria será nues­tra, y de nada valdrán las tramas de nuestros adversarios: caminaremos sobre las áspides y los basiliscos y aplastaremos con nuestros pies los leones y los dragones.


Plinio Corrêa de Oliveira



jueves, 2 de octubre de 2025

LOS SANTOS ÁNGELES CUSTODIOS, PROTECTORES ANGELICALES



               Es una Verdad de Fe que los Ángeles, todo benditos que son, reciben una misión de Dios ante los hombres; las palabras de Nuestro Señor, la enseñanza de los Doctores y los Santos, la Autoridad de la Iglesia, no nos permiten dudar de esta realidad. 

               Si los demonios, en legiones innumerables, merodean a nuestro alrededor como leones dispuestos a devorarnos, según la palabra de San Pedro, es consolador para nosotros pensar que Dios nos ha dado defensores más numerosos y más poderosos que los demonios.

                A más tardar desde su nacimiento, todo hombre que viene al mundo es confiado a la Custodia de una mente celestial; los paganos, los herejes, los pecadores mismos no están privados de este beneficio de Dios. Incluso es cierto que varios personajes, debido a su situación, como los Reyes, los Pontífices, algunos Sacerdotes, o debido a las vistas especiales de Dios sobre ellos, como muchos Santos, a veces tienen varios Ángeles guardianes. Sin duda, no sólo los individuos, sino las Sociedades y las Instituciones, son confiados especialmente a la Custodia de los Ángeles; la Santa Iglesia, los Reinos, las Provincias, las Diócesis, las Parroquias, las familias, las Órdenes Religiosas, las Comunidades, tienen sus Protectores Angelicales.

                Los Ángeles nos preservan de una multitud de males y peligros, alejan de nosotros las ocasiones del pecado; nos inspiran en pensamientos santos y nos llevan a la virtud, nos sostienen en las tentaciones, nos fortalecen en nuestras debilidades, nos animan en nuestros desánimos, nos consuelan en nuestras aflicciones. Ellos luchan con nosotros contra el demonio y nos protegen contra sus trampas; si caemos, por fragilidad o por malicia, nos levantan por el remordimiento, por los pensamientos de la fe, por el temor a los juicios de Dios, y nos proporcionan varios medios de conversión: llevan nuestras buenas obras y oraciones a Dios, reparan nuestras faltas, interceden por nosotros ante la Divina Misericordia, suspenden la venganza celestial sobre nuestras cabezas; finalmente, nos iluminan y nos apoyan en la enfermedad y en la hora de la muerte, nos presencian el Juicio de Dios, visitan las almas del purgatorio.

               San Bernardo resume nuestra tarea en tres palabras: "Qué respeto, qué amor, qué confianza de nosotros no merecen los Ángeles: respeto a su presencia, amor por su benevolencia, confianza en su protección." Añadimos un cuarto deber, docilidad a su inspiración.


Abad L. Jaud, "Vida de los Santos para todos los días del año", Tours, 1950



miércoles, 1 de octubre de 2025

EL SANTO ÁNGEL CUSTODIO DE ESPAÑA



                    "Hoy se celebra en España la Festividad del Santo Ángel Custodio del Reino, con rezo propio y rito doble de segunda clase con octava. La Santidad de León XII concedió al Católico Rey Don Fernando VII y le asignó este día, para tributar las debidas gracias al Señor por los grandes y continuos beneficios que recibe la nación española por medio de su Santo Ángel tutelar. La Misa, a excepción de la Oración propia, es como la del día siguiente". 


("Año Cristiano", P. Juan Croisset, S.I., Barcelona, 1882)


                   La imagen del Santo Ángel Custodio de España se encuentra en la iglesia de San José de Madrid. La fiesta del Ángel Custodio del Reino fue concedida a España en el siglo XIX por el Papa León XII.

                   En el año 1897 el Obispo Manuel Domingo y Sol fundó la “Pía Unión de Oraciones al Santo Ángel de España", que años después estuvo presidida por la infanta Isabel de Borbón, hija de la Reina Isabel II de España.

                   Esta Pía Unión de Oraciones tenía en proyecto construir un gran monumento al Santo Ángel de España, y con esa finalidad se confeccionó una preciosa imagen como boceto del monumento. Esa imagen se encuentra en un altar lateral en la iglesia de San José, en calle Alcalá, 43, de Madrid.

                   Mons. Leopoldo Eijo Garay, primero Obispo de las diócesis de Tuy y Vitoria, y luego Obispo de Madrid-Alcalá, publicó en 1917 una extensa “Novena al Santo Ángel Custodio de España” de 105 páginas. (Puedes acceder a dicha Novena tocando AQUÍ)



Imagen tomada de la página elsayon.blogspot.com. Allí podrás
ver más detalles de la imagen del Santo Ángel Custodio de España


                    En el escudo del Santo Ángel de España se pueden ver representados los antiguos Reinos de Castilla, León, Navarra y Aragón. En el centro del escudo, y en la pared, la flor de lis de la casa de Borbón.

                    El altar del Santo Ángel Custodio de España fue inaugurado el 12 de mayo de 1920, en la iglesia de San José de Madrid, con asistencia de la Familia Real española. Ese mismo día el rey Alfonso XIII propuso la creación de la Asociación Nacional del Santo Ángel Custodio del Reino, que pronto se extendió en 40 provincias.

                     En la parte de abajo del Altar hay numerosos escudos de provincias y ciudades de España. La iglesia de San José fue de los pocos templos católicos que no fueron asaltados durante la Guerra Civil Española.