jueves, 24 de mayo de 2012

NUESTRA SEÑORA, AUXILIO DE LOS CRISTIANOS



   Los católicos de la Iglesia de la antiguedad en Grecia, Egipto, Antioquía, Éfeso, Alejandría y Atenas acostumbraban llamar a la Santísima Virgen con el nombre de Auxiliadora, que griego, se dice con la palabra "Boetéia", que significa "La que trae auxilios venidos del cielo". Ya San Juan Crisóstomo, arzobispo de Constantinopla nacido en 345, la llama "Auxilio potentísimo" de los seguidores de Cristo.


   Así, vemos a Proclo, el gran orador que decía: "La Madre de Dios es nuestra Auxiliadora porque nos trae auxilios de lo alto".(Año 476). También San Sabas de Cesarea llama a la Virgen: "Auxiliadora de los que sufren", y narra el hecho de un enfermo gravísimo que llevado junto a una imagen de Nuestra Señora, recuperó la salud y aquella imagen de la "Auxiliadora de los enfermos", se volvió sumamente popular entre la gente de su siglo.(Año 532).

   Y como éstos, muchísimos ejemplos que atestiguan el título de Nuestra Señora como "Auxilio Christianorum", Auxilio de los Cristianos.


San Juan Bosco, uno de los mayores apóstoles de Nuestra Señora

LA VIRGEN PROTEGE AL PAPA FRENTE A NAPOLEÓN

   En el siglo XIX, el emperador Napoleón Bonaparte, llevado por la ambición y el orgullo, osó encarcelar al Sumo Pontífice, el Papa Pío VII.

   Varios años llevaba en prisión el Vicario de Cristo y casi había perdido la esperanza de lograr la libertad. El Sumo Pontífice hizo entonces una promesa: "Oh Madre de Dios, si me libras de esta indigna prisión, te honraré decretándote una nueva fiesta en la Iglesia Católica".

   Y muy pronto vino lo inesperado. Napoleón, que se jactaba de que "Las excomuniones del Papa no son capaces de quitar el fusil de la mano de mis soldados", vio con desilusión que, en los friísimos campos de Rusia, a donde había ido a batallar, el frío helaba las manos de sus soldados, y el fusil se les iba cayendo... y él, que había ido deslumbrante, con su famoso ejército, volvió humillado con unos pocos y maltrechos hombres.

   Para mayor humillación del emperador, al volver derrrotado, se encontró con que sus adversarios le habían preparado un fuerte ejército, el cual lo atacó y destruyó, acabando así con el fastuoso personaje que intentó destruir la Fe Católica. Fue luego expulsado de Francia, traicionado por los que otrora fueran sus más fieles colaboradores, y el que antes se atrevió a aprisionar al Papa, se vio obligado a acabar exiliado.

   El Papa pudo entonces volver a su sede pontificia y el 24 de mayo de 1814 regresó triunfante a la ciudad de Roma. En memoria de este noble favor de la Virgen María y para cumplir su promesa, el Papa Pío VII decretó que en adelante cada 24 de mayo, se celebrara en Roma la fiesta de María Auxiliadora en acción de gracias a la madre de Dios.

SAN JUAN BOSCO HABLA DE MARÍA AUXILIADORA

   "....aquí en nuestra casa son innumerables las gracias obtenidas y que se van obteniendo por muchos jóvenes, que invocaron a María con el título de Auxilium Christianorum, y obtuvieron gracias espirituales.

   Uno logró perder una mala costumbre, otro adquirió una virtud difícil de practicar…

   Sí, para entrar en el Cielo, basta invocar el nombre de María, preciso es decir también que Ella es poderosa.


   Su nombre es representado como puerta del cielo, y todos los que quieren entra en él deben encomendarse a María.


   Recurramos nosotros a Ella, especialmente para que nos ayude en el momento de la muerte.


   La Iglesia, en efecto, dice en otro lugar que María, por sí sola, es terrible como un ejército ordenado para la batalla, que lucha contra los enemigos de nuestra alma.


   Aunque, en el sentido literal de la Sagrada Escritura, estas palabras se refieren a los enemigos de la Iglesia, sin embargo el espíritu de la Iglesia misma las refiere también a nuestros enemigos particulares en las cosas del alma."




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1 comentario:

  1. Santísima Virgen, Madre de Dios, yo aunque indigno pecador postrado a vuestros pies en presencia de Dios omnipotente os ofrezco este mi corazón con todos sus afectos. A vos lo consagro y quiero que sea siempre vuestro y de vuestro hijo Jesús.

    Aceptad esta humilde oferta vos que siempre habéis sido la auxiliadora del pueblo cristiano.

    Oh María, refugio de los atribulados, consuelo de los afligidos, ten compasión de la pena que tanto me aflige, del apuro extremo en que me encuentro.

    Reina de los cielos, en vuestras manos pongo mi causa. Se bien que en los casos desesperados se muestra más potente vuestra misericordia y nada puede resistir a vuestro poder. Alcanzadme Madre mía la gracia que os pido si es del agrado de mi Dios y Señor. Amén.

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