Miércoles: dedicado a SAN JOSÉ; pedirle que nos mantenga castos, según nuestro estado y que nos otorgue la gracia de morir como él, en medio de Jesús y de María. Recordar a lo largo de este día, la vida de trabajo y contemplación de San José, su pobreza, humildad y valentía de proteger y defender a Jesús y a María.
San José es un santo que a pesar del privilegio que tuvo de vivir con Jesús y María, no por eso se vio exento de pasar también por la dura prueba. Al desposarse con María Santísima le viene una dolorosa situación que puso a prueba todas sus virtudes y su entereza.
Encuentra a su esposa encinta sin saber como ha podido suceder eso, ya que él no ha intervenido para nada. De lo que nos narra los evangelios se desprende que él no pregunta nada, sino que ve lo que ha ocurrido, calla y bebe el cáliz de la amargura en silencio.
Es ta forma de ser es característica de temperamentos bien blindados, bien equilibrados. Cualquier otra persona hubiera estallado en reproches, en celos, aparentemente su honor estaba ultrajado, pero él, hombre silencioso y prudente, sufre en silencio y a solas, sin buscar consuelo ajeno.
No entiende lo que pasa, pero no se altera. Su prudencia le hace tomar una sabia determinación ,repudiar a su esposa en silencio, hasta que por revelación de un ángel en sueños, la recibe sin temor alguno porque le ha sido revelado que lo engendrado en Ella, es obra del Espíritu Santo
Si grande fue la prudencia de este insigne santo , no menos fue su obediencia , una obediencia a ciegas que nos sirve a todos nosotros de ejemplo e imitación. San José apenas recibía una orden de Dios,la pone en ejecución, sin pararse a razonar, sin comentarios, con gran diligencia.
Todas las órdenes de Dios las recibía en sueños y su espíritu noble y recto, apenas valoraba que lo que había recibido era de Dios, lo ponía en práctica con obediencia a ciegas y con rapidez. Porque las órdenes de Dios no se deben hacer esperar, deben cumplirse inmediatamente y en esto San José nos da una lección única, no espera ni un instante , recibe en sueños la orden de levantarse, tomar al Niño y a su Madre para huir a Egipto, y no espera un solo instante, cumple esa orden con una obediencia heroica.
¡Qué difícil no hacer reproches en una situación así! ¡Qué difícil obedecer a ciegas!
ResponderEliminarCiertamente que algo así no se improvisa, sino que se forja en el silencio fecundo de la oración continuada