"Cuando te dirijas a la iglesia para oír la Santa Misa, piensa que vas al Monte Calvario para asistir a aquel Sacrificio sangriento que allí ofreció Jesús, pues el del Altar es el mismo que aquél, aunque con la diferencia de que en el Calvario se derramó la Sangre realmente (sacrificio cruento) y aquí, en el Altar, no se derrama (sacrificio incruento); allí en el Calvario se ofreció una sola vez y aquí, sobre el Altar, se ofrece todos los días...
...pero así éste como aquél le ofrece para salvarnos y redimirnos; en el Calvario se sirvió de la malicia de los judíos como de instrumentos, pero en el Altar se sirve del Amor excesivo con que nos ama, siendo este Amor quien le obliga a que renueve todos los días el mismo Sacrificio, y no una vez sola, sino tantas cuantas son las Misas que se celebran."
San Antonio María Claret
"Instrucción sobre la Santa Misa", en su libro "Camino recto y seguro".
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