viernes, 18 de agosto de 2017

SANTO VIACRUCIS, Tercera Estación: "JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ", por el Doctor Plinio Corrêa de Oliveira

    Siguiendo el esquema de piedad de LA SEMANA DEL BUEN CRISTIANO, dedicamos este día viernes al Sacratísimo Corazón de Jesús y a meditar en reparación al Mismo Corazón, los sufrimientos que padeció Nuestro Señor en Su Dolorosa Pasión.

     Un sencillo método, para aquellos que se inician en esta necesaria devoción o para aquellos que carecen de mucho tiempo, es centrarnos en una de las Estaciones del Santo Viacrucis, si bien siempre será lo ideal rezarlo completo, para poder lucrar las indulgencias que lleva concedidas.




     ¿Entonces Señor? ¿No podías abandonar vuestra Cruz? Pues si la cargasteis hasta que todas vuestras fuerzas se agotasen, hasta que por el peso insoportable del madero cayeses en el suelo, ¿no estaba totalmente probado que os era imposible continuar? Habíais cumplido vuestro deber. Que los ángeles del Cielo llevasen ahora por Vos la Cruz. Vos habíais sufrido en toda la medida de lo posible. ¿Podíais dar más?

     Sin embargo, obrasteis de otro modo, y disteis a mi cobardía una alta lección. Agotadas vuestras fuerzas, no renunciasteis al peso, sino que todavía pedisteis más fuerzas, para cargar de nuevo la Cruz. Y las obtuvisteis.

     Hoy en día es difícil la vida del cristiano. Obligado a luchar sin tregua contra sí mismo, para mantenerse en la línea de los Mandamientos, parece una excepción extravagante en un mundo que alardea, en la lujuria y en la opulencia, la alegría de vivir. Señor, nos pesa en los hombros la cruz de la fidelidad a vuestra Ley. Y a menudo el aliento parece que nos falta.

     En estos instantes de prueba, sofisma: “Ya hicimos todo lo que nosotros podíamos. Pues al fin y al cabo son muy limitadas las fuerzas del hombre. Dios lo tendrá en cuenta… Dejemos caer la cruz a la vera del camino y hundámonos suavemente en la vida del placer”. ¡Ah, cuántas cruces abandonadas a la vera de nuestros caminos, quizás a la vera de mis caminos!

     Dadme, Jesús, la gracia de quedarme abrazado a mi cruz, aun cuando yo desfallezca bajo el peso de misma. Dadme la gracia de levantarme siempre que haya desfallecido. Dadme, Señor, la gracia suprema de nunca salir del camino por donde debo llegar a lo alto de mi propio calvario.




Para leer las Estaciones del Vía Crucis publicadas hasta el momento
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