sábado, 29 de abril de 2023

CENTENARIO DE LA BEATIFICACIÓN DE SANTA TERESITA, Gloria y Ornamento de la Orden del Carmelo

 

               Conmemoramos hoy el Centenario de la Beatificación de Santa Teresita del Niño Jesús y de la Santa Faz, por el Papa Pío XI, el 29 de Abril de 1923. Un mes antes, sus virginales restos habían sido exhumados del cementerio de Lisieux, para ser trasladados al Convento que la vio nacer al Cielo.


Detalle de "La Apoteosis de Santa Teresita de Lisieux",
pintada por su propia hermana, Celine Martin, en 1923;
la piadosa imagen presidiría la ceremonia de beatificación.


               Los dos milagros exigidos para la Beatificación de Teresita fueron recogidos y escrupulosamente analizados por peritos médicos y eclesiásticos; el primer milagro atribuido a la intercesión de Santa Teresita fue con la hermana Luisa de Saint Germain, religiosa de las Hijas de la Cruz, que sufría de una grave úlcera hemorrágica en el estómago. Al recurrir a la intercesión de Santa Teresa de Lisieux, obtuvo salud perfecta. A petición de la Sagrada Congregación de Ritos, tres médicos unánimemente declararon que estaba sana.

              El segundo milagro, determinante para la Beatificación de Santa Teresita, fue la curación de un joven seminarista llamado Charles Anne. Charles fue víctima de hemoptisis pulmonar. Invocó la ayuda de Santa Teresa de Lisieux y quedó perfectamente curado, según testificaron tres médicos. El prestigioso médico De Charles testificó: "Los pulmones destruidos y arrasados habían sido reemplazados por nuevos pulmones, llevando a cabo sus funciones normales…" 

               El mismo día de la Beatificación se obraría un tercer milagro; en el momento en que el Romano Pontífice elevaba a los altares a Teresita de Lisieux, en Baviera, Alemania, Teresa Neumann, mística estigmatizada, tendrá una particular aparición de la nueva Santa, que le devolverá la vista perdida a causa de una rara enfermedad. La relación de ambas se extendería en el tiempo y seguro que también en la eternidad.

               La Causa de Beatificación había sido presentada oficialmente el 10 de Junio de 1914, ante el Papa San Pío X, que calificó a Teresita como "la Santa más grande de los tiempos modernos...". El Papa Benedicto XV había firmado dos años antes el Decreto de Heroicidad de Virtudes de la entonces Sor Teresita.

               El Papa Pío XI, que tenía una devoción especial a la que él llamaba, entre otros apodos, "mi pequeña Santa", no solo la beatificó, sino que la canonizaría dos años después.

               Celine Martin, hermana de sangre y de religión de Teresita, había pintado en 1921 una pequeña Apoteosis, que sería usada como tapiz el día de la Beatificación.




DE LA BULA DE BEATIFICACIÓN

               San Juan vio, en los Montes de Sión, el coro de Vírgenes que siguen al Cordero por dondequiera que va, y escuchó un Cántico muy dulce que nadie podría repetir. Esto demuestra cuánto estima Dios la flor de la virginidad, es decir, ese género de vida que se conforma más a la naturaleza angélica que a la naturaleza humana. 

               Esta vida, preciosa sobre todo por la gracia del Evangelio, la han abrazado con celo un gran número de muchachas jóvenes, siguiendo a la Virgen Augusta, Madre de Dios, a quien se considera con razón la autora de la belleza virginal. Visten sus túnicas blancas en la Iglesia de Dios. Desprecian las delicias y seducciones fugaces del mundo, por los Bienes Celestiales que no pasan. Así vemos, en la Iglesia Católica, los lirios blancos de las Vírgenes se mezclan con las rosas moradas de los Mártires. Ambos forman esa espléndida corona con la que está adornada la Inmaculada Esposa de Cristo.



Primera página de la Bula de Beatificación de Santa Teresita


               Ahora, en nuestro tiempo, se ha destacado, en este coro de vírgenes, Teresa del Niño Jesús, monja profesa, gloria y ornamento de la Orden del Carmelo, que, en pocos años, ha cumplido una larga carrera y elevado la el candor virginal que había dedicado al Divino Cordero, por el resplandor de las más bellas virtudes.


Papa Pío XI, 29 de Abril de 1923


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