jueves, 13 de abril de 2023

LA FE PURA E INMACULADA. Un mal peor que la guerra



               ...no es solamente la sangrienta guerra actual la que trae a los pueblos en la miseria... Otro mal funesto ha penetrado hasta las mismas entrañas de la sociedad humana y tiene atemorizados a todos los hombres de sano criterio, ya que por los daños que ha causado y causará en lo futuro a las naciones... 

               En efecto, desde que se han dejado de aplicar en el gobierno de los Estados la norma y las prácticas de la Sabiduría Cristiana, que garantizaban la estabilidad y la tranquilidad del orden, comenzaron, como no podía menos de suceder, a vacilar sus cimientos las naciones y a producirse tal cambio en las ideas y en las costumbres, que si Dios no lo remedia pronto, parece ya inminente la destrucción de la sociedad humana. 

               He aquí los desórdenes que estamos presenciando: la ausencia de amor mutuo en la comunicación entre los hombres; el desprecio de la autoridad de los que gobiernan; la injusta lucha entre las diversas clases sociales; el ansia ardiente con que son apetecidos los bienes pasajeros y caducos, como si no existiesen otros, y ciertamente mucho más excelentes, propuestos al hombre para que los alcance. 

               Todos, por lo tanto, debemos esforzarnos en que por completo desaparezcan, restableciendo los Principios del Cristianismo, si de veras se intenta poner paz y orden en los intereses comunes.

               Queremos también que los Católicos se abstengan de usar aquellos apelativos que recientemente se han introducido para distinguir unos Católicos de otros, y que los eviten, no sólo como innovaciones profanas de palabras, que no están conformes con la verdad ni con la equidad, sino también porque de ahí se sigue grande perturbación y confusión entre los mismos. La Fe Católica es de tal índole y naturaleza, que nada se le puede añadir ni quitar: o se profesa por entero o se rechaza por entero: "Esta es la Fe Católica; y quien no la creyere firme y fielmente no podrá salvarse". No hay, pues, necesidad de añadir calificativos para significar la profesión Católica; bástale a cada uno esta profesión: Cristiano es mi nombre, Católico, mi apellido...


Papa Benedicto XV, Encíclica "Ad Beatissimi", 
1 de Noviembre de 1914


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