jueves, 23 de diciembre de 2021

NO COMPROMETEREMOS LA VERDAD



               En estos tiempos especialmente, debemos tener caridad y prudencia para todos los que están abiertos a la Verdad y se mueven en el tiempo de Dios y no en el nuestro. 




                Muchos "tradicionalistas" han malinterpretado de alguna manera la caridad con el pensamiento post-Vaticano II, que es la razón de la división entre los diversos grupos "tradicionalistas". No comprometeremos la Verdad, pero entenderemos muy bien cuán confusos son estos tiempos, especialmente aquellos que vivieron los cambios después del Concilio Vaticano II. 

             Por lo tanto, nuestra misión es ser parte de la solución y no del problema. Nuestra preocupación es la salvación de las almas y no la condena de las almas, que está reservada solo para Dios. Por otro lado, no decir toda la verdad no es una opción para nosotros, pero dispensar la verdad de acuerdo con la situación de cada persona es clave en estos tiempos. Dios envió a muchos Santos diferentes que trabajaron de muchas maneras diferentes con la única Verdad.

          Son muchos los Católicos sinceros, que ante la carencia del ejercicio de su Autoridad en las jerarquías eclesiásticas, incluyendo en ellas al mismo Papa, para reprimir la herejía que cunde, abiertamente o solapadamente, en la Iglesia, fomentando no solamente la confusión, sino la defección de muchísimas almas, Sacerdotes y fieles, se preguntan con ansiedad si la Autoridad ha claudicado y, unida al enemigo, conspira, consciente o inconscientemente, en la destrucción de la Iglesia. 

           Y, ante esta tangible crisis de la Autoridad, todos se preguntan, ¿hasta dónde estamos obligados los súbditos a obedecer a los que mandan, cuando ellos se abstienen de mandar, cuando imponen reformas que están mudando totalmente las estructuras de la Iglesia, cuando soslayan la difusión de los más graves y evidentes errores, cuando, abusando de su autoridad, impiden la legítima defensa de la Verdad, cuando ponen los Divinos Misterios en las manos profanas, cuando toleran y respaldan esa obra nefanda de corrupción espiritual y moral de los jóvenes seminaristas, los futuros pastores de las almas?.



Padre Joaquín Sáenz y Arriaga




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