martes, 14 de diciembre de 2021

MELANIA CALVAT, Vidente de Nuestra Señora de La Salette


"Es en la escuela del Calvario 
donde se aprende la rara ciencia 
del amor al sufrimiento 
y de la verdadera negación"

Mélanie Calvat



               Mélanie-Françoise Calvat nació el 7 de Noviembre de 1831 en Corps, Diócesis de Grenoble, la cuarta de diez hijos del leñador Pierre Calvat y Julie Bernaud. Debido a la pobreza de la familia numerosa, los pequeños solían ser enviados a mendigar a las calles del pueblo; Mélanie se puso al servicio de pastora con los campesinos de los alrededores. En la primavera de 1846 pasó a ser empleada de Baptiste Pra, en la aldea de La Salette, llamada Les Ablandins.

               El 18 de Septiembre de 1846 conoció a otro joven pastor, Maximino Giraud, de 11 años, en las laderas del monte Planeau, mientras ambos cuidaban las vacas de sus respectivos dueños. Providencialmente, Maximino estaba reemplazando al pastor enfermo del granjero Pierre Selme, que vivía en Les Ablandins.

               El niño era muy animado y trató de charlar con Mélanie, que en cambio tenía un carácter cerrado y era tímida y taciturna. Después de enterarse de que ambos eran de Corps, concertaron ir juntos a pastorear al día siguiente en el mismo prado.

               El Sábado 19 de Septiembre de 1846, después de haber comido una comida frugal y dormido al sol, creyeron haber perdido las vacas. Tan pronto como los volvieron a ver, reanudaron el descenso, cuando a mitad de la pendiente Mélanie se detuvo asombrada: cerca de la llamada “fuente pequeña”, junto a un montón de piedras, había aparecido un globo de fuego. Vacilantes y asustados, los muchachos se acercaron al globo luminoso, de donde apareció una mujer sentada, con la cabeza entre las manos, los codos en las rodillas, en actitud de profunda tristeza.

                 Los muchachos, por separado y juntos, testificaron que la Bella Dama, como la llamaron más tarde, había estado llorando "todo el tiempo que nos habló" e informaron del largo mensaje que habían recibido, entregado primero en francés, luego en el dialecto de la región. En un momento, volvió a hablar en francés, para revelar a los muchachos un Secreto que no podrían desvelar hasta 1858. Finalmente la vieron alejarse, mientras subía al lado opuesto de la montaña.

                Maximino, la misma tarde de ese día, para pedir disculpas al amo por la demora en regresar con los animales, narraron el encuentro. Pierre Selme, queriendo comprobarlo, fue con el niño a la familia de Jean-Baptiste Pra, donde trabajaba Mélanie: ella lo confirmó todo.

                Al día siguiente, Domingo, asistieron a Misa y le contaron al Párroco sobre el evento. A partir de ese día, toda la comunidad quedó conmocionada: se difundieron los rumores y el Alcalde de La Salette se subió a los Ablandin para interrogar a los chicos. Encontró solo a Mélanie, porque Maximino, habiendo terminado la semana de reemplazo, había regresado a Corps.

                Se inició un período de interrogatorios, presiones, amenazas, invitaciones a retractarse para ambos. En la tarde del 20 de Septiembre, los patrones de los dos, con un vecino, Jean Moussier, escribieron todo, mientras Mélanie dictaba las palabras escuchadas por la Bella Dama; finalmente, refrendaron el documento.

               A estas alturas, si no oficialmente, todo el mundo creía que la Bella Señora era la Santísima Virgen, que apareció ese Sábado por la tarde, cuando comenzaba el oficio litúrgico de la fiesta de Nuestra Señora de los Dolores.

               Después de cinco años de investigación, el 19 de septiembre de 1851, el Obispo de la Diócesis de Grenoble, Monseñor Philibert de Bruillard, pudo publicar su decreto, cuyo primer artículo decía: "Declaramos que la Aparición de la Virgen a dos Pastorcitos, el 19 de Septiembre de 1846, en una montaña de los Alpes, ubicada en la Parroquia de La Salette, lleva consigo todas las características de la verdad y los fieles tienen fundadas razones para creerla indudable y cierta".

                Los dos pastorcitos se conocieron justo el día antes del evento, pero después de la fase de investigación se vieron muy poco y se fueron por caminos separados: Mélanie estuvo cuatro años con las Hermanas de la Providencia en Corps, fue postulante y luego novicia en la misma congregación. Sin embargo, el nuevo Obispo de Grenoble, Monseñor Jacques-Achille-Marie Ginoulhiac, aunque reconoció su piedad y dedicación, se negó a admitirla a los votos religiosos, "para formarla en la práctica de la humildad y sencillez cristianas".

               Después de dejar a las Hermanas de la Providencia, Mélanie, en 1854, fue llevada a Inglaterra, donde sería acogida entre las Monjas Carmelitas de Darlington, donde tomó el hábito religioso, hizo sus votos y permaneció durante seis años con el nombre de Sor María de la Cruz.

               Mélanie, que debía dar a conocer el Secreto, fue prácticamente cautiva en el Convento; tuvo que tirar por la ventana notas de auxilio para que le abriesen las puertas; abandonaría el Carmelo en 1860 y fue a las Hermanas de la Compasión en Marsella como huésped libre. En 1861 se fue a Grecia a Cefalonia, donde, una vez que tomó el hábito de esas monjas, se convirtió en profesora de lengua italiana en un internado de niñas.



                Mientras tanto, el Secreto de La Salette se dio a conocer en su totalidad en 1858, el mismo año que las Apariciones de Lourdes. Por su tono áspero, despertó la ira de gran parte del episcopado francés, que alcanzó tonos sin precedentes. Mélanie fue considerada exaltada, loca, visionaria y el secreto "nacimiento de su mente trastornada".

                Mélanie regresó a Marsella en 1863 y después de unos días en Corps y La Salette, aceptó la invitación de Monseñor Francesco Saverio Petagna, Obispo de Castellammare di Stabia en la provincia de Nápoles, dejando Francia el 21 de Mayo de 1867. Permanecería en esa ciudad durante diecisiete años, alojándose en el Palazzo Ruffo, alquilado por el Obispo. El Padre Alfonso Fusco, Redentorista, sería su Capellán en la Capilla del palacio. Monseñor Petagna confió la dirección espiritual de la mujer al Padre Luigi Salvatore Zola, de los Canónigos Regulares de Letrán, Abad del monasterio napolitano de Piedigrotta.

                 En Castellammare, Mélanie compuso un memorial titulado "Visión de las costumbres y obras a las que se dedicarán los Apóstoles de los Últimos Tiempos" y esbozó la Regla para una posible congregación religiosa.

                Mientras tanto, el Abad Zola fue nombrado Obispo de Ugento en 1873 y, en 1877, Arzobispo de Lecce. En 1879 dio la aprobación eclesiástica a la publicación del Secreto de Mélanie, que, una vez más, causó sensación. En 1892, Mélanie abandonó Castellammare di Stabia y, por invitación de Monseñor Zola, se trasladó a la ciudad de Galatina en la Provincia de Lecce, donde permaneció cinco años en una casa alquilada.

               Al final de su estancia en Galatina, recibió la visita del Padre Aníbal María de Francia. Después de charlas edificantes, tanto presenciales como por carta, la convenció de reunirse con él en Messina, para que asumiera durante al menos un año la dirección formativa de las Hermanas que gestionaban la Obra Pía fundada por el Padre Aníbal.

                Mélanie llegó a Messina el 14 de Septiembre de 1897. El Padre Aníbal la admiraba mucho por "las llamas del Amor divino que brillaban en sus obras y palabras, por su heroica abstinencia en la comida y la bebida, y por su gran afecto por la Cruz y los sufrimientos".

                 El instituto superó las dificultades contingentes, fortalecido y difundido en su labor asistencial a favor de los huérfanos abandonados y en la educación de las niñas del pueblo, también gracias al aporte de Mélanie.

                 Volviendo una vez más a Francia, después de unos meses en Moncalieri en Piamonte, Mélanie se instaló con Don Combe, Párroco de Diou; en multitud de ocasiones fue invitada a hablar sobre la Aparición de La Salette en diversas conferencias.

                 Sintiendo que se acercaba el final de su vida terrenal, Mélanie dijo que no quería "morir entre los masones", por lo que le escribió a una amiga, Rosa Giannuzzo, para que contactara con su exconfesor, el Padre Alfonso Fusco, a fin de que éste le encontrara un lugar donde no la conocieran, para vivir sus últimos días escondida.

                 El Padre Fusco habló de ello con el Rector del Santuario de Pompeya, el dominico Padre Carlo Cecchini, quien le ofreció su hospitalidad. Sin embargo, como el famoso Santuario del Rosario era un destino de peregrinaje, Mélanie se negó. Precisamente en ese período, el Rector fue nombrado Obispo de Altamura en la provincia de Bari, por lo que renovó la invitación. Esta vez la mujer aceptó: llegó de Francia el 16 de Junio de 1904, desconocida para todos, mientras el Obispo se encontraba fuera de la Diócesis.

               Se alojó en varias casas, incluso en el palacio de las Damas Giannuzzi, que tal vez supieran algo. Rara vez salía de casa, casi exclusivamente para ir a la Catedral todas las mañanas, para asistir a la celebración de la Misa y recibir la Sagrada Comunión; después, se quedaba a rezar un buen rato en la Capilla de la Dolorosa.



                Golpeada por una fuerte fiebre, murió sola en la noche entre el 13 y el 14 de Diciembre de 1904; tenía 73 años. Su Funeral tuvo lugar el día 15 en la Catedral de Altamura, donde estuvo presente todo el Clero diocesano: en esa ocasión, el Obispo Cecchini reveló la identidad de esa dama francesa anónima. Luego, el cuerpo fue enterrado en la tumba familiar de la Familia Giannuzzi.

                Sus virginales restos serían trasladados a la Capilla de la casa religiosa que fundaron en Altamura las monjas del Padre Aníbal de Francia. El traslado de los restos de Mélanie se llevó a cabo a escondidas y de forma apresurada el 19 de Septiembre de 1918, cuando comenzaba la mal llamada "gripe española". Como resultado de esa epidemia, el cuerpo permaneció sin enterrar durante aproximadamente un año. Finalmente, el 2 de Octubre de 1919, vestida con el hábito de las Religiosas del Padre Aníbal de Francia.

               El 19 de Septiembre de 1920 se inauguró un monumento funerario, consistente en un bajorrelieve que representa el alma de Mélanie llevada al Cielo por la Virgen.


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