sábado, 29 de agosto de 2020

LAS LÁGRIMAS DEL CORAZÓN DE MARÍA (SIRACUSA)



“Ve a Siracusa, si tu Madre llora 
tiene algo importante que decirnos” 


Padre Pío






               Angelo Lannuso y Antonia Giusto eran un joven y modesto matrimonio que vivía en la calle Degli Orti, en la periferia de la ciudad de Siracusa;  su vida transcurría tranquila hasta que el 29 de Agosto de 1953 una imagen de yeso del Inmaculado Corazón de María que adornaba el cabecero de la cama de matrimonio, comenzó a llorar.  

              La noticia se extendió rápidamente y acudieron los vecinos y, poco después, una multitud, hasta el punto que tuvo que intervenir la policía para guardar el orden. Las lacrimaciones de la imagen se prolongaron durante cuatro días, siempre ante numerosos testigos.

               Varios enfermos que allí acudieron, en busca del consuelo y la ayuda de la Virgen que lloraba quedaron sanados y otras almas tibias o incrédulas de la Fe fueron convertidas. El Arzobispo de Palermo, Monseñor Ettore Baranzini, nombró una comisión de médicos para estudiar los milagros y concluyó: “No se puede negar que muchas curaciones corporales son gracias señaladas atribuidas a la intercesión de la querida Virgen”

               Analizadas las lágrimas en un laboratorio se concluyó que eran de origen humano. Por eso, el mismo Arzobispo declaraba el 12 de Diciembre de 1953: “Reunidos los Obispos de Sicilia y valorados atentamente los testimonios, hemos concluido unánimemente que no se puede poner en duda la realidad del llanto de la imagen del Inmaculado Corazón de María, que ha tenido lugar del 29 de Agosto al 1º de Septiembre de 1953”.





               El 17 de Octubre de 1954, el Papa Pío XII se refirió al prodigio de las Lágrimas de la Virgen a través de un Mensaje radiofónico, recalcando que las lágrimas vertidas por la Santa Madre en Siracusa eran muestras de compasión por Su Hijo Jesús y de profunda tristeza, por los pecados del mundo:

                         "Sin duda María es en el Cielo eternamente feliz y no sufre dolor ni tristeza; pero no es insensible, antes bien alienta siempre al Amor y la Piedad para el desgraciado género humano, a quien fue dada por Madre, cuando dolorosa y llorando, estaba al pie de la Cruz. ¿Comprenderán los hombres el lenguaje de aquellas lágrimas de María?

                         Eran sobre el Gólgota lágrimas de compasión por Jesús y de tristeza por los pecados del mundo. ¿Llora todavía por las renovadas llagas producidas en el Cuerpo Místico de Jesús? O ¿llora por tantos hijos a quienes el error y el pecado han apagado la vida de la gracia y ofenden gravemente a Dios? O ¿son las lágrimas de espera por el retorno de Sus hijos, un día fieles y hoy arrastrados por falsos encantos entre los enemigos de Dios?" 






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