"Como un torrente, arrojándose con impetuosidad en el océano, arrastra consigo cuanto encuentra a su paso, de la misma forma, o Jesús mío, el alma que se sumerge en el océano sin riberas de Tu Amor arrastra con ella todos sus tesoros. Señor, Tú lo sabes, no tengo otros tesoros que las almas que Te complació unir a la mía; esos tesoros, Tú mismo me los has dado…" (Santa Teresita de Lisieux)
María Valtorta (1897-1961): en 1909, cuando la Santa de Lisieux, fallecida algunos años antes, era conocida como "hermana Teresa del Niño Jesús", María Valtorta, que entonces contaba sólo con doce años, descubrió su autobiografía,"Historia de un alma", que se leía en el internado de Monza (Lombardía, Italia). Enseguida comprendió que "tenía que caminar por ese mismo camino para llegar a Jesús" y, después de muchos años, eligió a Teresita como su "madrina" para entregarse como alma víctima, como "hostia a Jesús". Así, siguiendo el ejemplo de Santa Teresita, el 28 de Enero de 1925 se ofreció como Víctima al Amor Misericordioso, renovando después cada día este acto de Ofrecimiento.
Desde el 1° de Abril de 1934, María Valtorta no se levantó ya más del lecho, dando inicio en un “intenso transporte de amor”, a su larga y penosa enfermedad. Se convirtió “en el instrumento de las manos de Dios”. Su misión era la de “sufrir, expiar y amar”.
En 1942, cuando hacía ya ocho años que estaba paralizada, conoció al Padre Romualdo M. Migliorini, un fraile servita ex misionero, que llegó en calidad de prior y párroco a Viareggio, donde la familia Valtorta se había establecido desde hacía tiempo, luego de varios cambios de residencia.
El Padre Migliorini se convirtió en guía espiritual de María y la indujo a escribir sus memorias. Ella, en poco más de un mes, volcó en los cuadernos que el mismo religioso le había proporcionado un raudal de recuerdos y sentimientos, revelando un excepcional talento literario al narrar sin reticencias su historia apasionadamente humana y heroicamente ascética.
Después de haber escrito desde su lecho de enferma la Autobiografía, comprendió cuál era el proyecto de Dios a su respecto. Ofreciendo sin reservas, junto con sus sufrimientos, sus dotes naturales, se convirtió en la "pluma del Señor" y en el instrumento de una manifestación sobrenatural que puede ser considerada única en la historia de la literatura cristiana.
Escribió sin interrupción desde 1943 hasta 1947, y con intermitencias en los años siguientes hasta 1951. Usaba los cuadernos que el Padre Migliorini le seguía proporcionando, en los cuales escribía fluidamente de su propio puño con una pluma estilográfica. Aun en las fases agudas de su enfermedad y, a veces, entre dolores atroces, no dictó nunca, para no ser reemplazada ni siquiera en el acto de escribir. Ella misma había fabricado una carpeta que apoyaba sobre sus rodillas, de modo que sirviera de soporte al cuaderno.
Su obra mayor es “El Evangelio como me ha sido revelado“ : en sus diez volúmenes narra el nacimiento y la infancia de María y de su hijo Jesús, los tres años de la vida pública de Jesús, su Pasión, Muerte, Resurrección y Ascensión al Cielo, Pentecostés, los albores de la Iglesia y la Asunción de María. Describe paisajes, ambientes, personas y acontecimientos con el brío de una representación. Delinea caracteres y situaciones con habilidad introspectiva. Expone alegrías y dramas con el sentimiento de quien es partícipe de ellos realmente.
Explica circunstancias históricas, ritos, costumbres, características ambientales y culturales sagradas y profanas, con datos y detalles que los especialistas exentos de prejuicios consideran irreprochables. Y, sobre todo, expone, a través de la extensa narración de la vida terrenal de Cristo, toda la doctrina del cristianismo que la Iglesia Católica nos transmite.
Los escritos de María Valtorta documentan esta "historia de amor y amistad" con la Santa de Lisieux, como se aprecia en los siguientes fragmentos de su obra místico-literaria.
"Cuanto más se acerca el místico con su deseo amoroso a Aquel a quien ama completamente, más se identifica su efigie espiritual con el Modelo. Mi pequeña gran Flor fue Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz. Y si Mi Rostro doloroso era el sol impreso en su corazón y que lo quemaba, para ustedes que aborrecen el dolor y que están consternados por la austeridad, tenía en su exterior espiritual el parecido con Mi dulce Infancia, la dulzura, la gracia, la sencillez... Esto es lo que quería y así la guié con inspiración, para darles un modelo que su incapacidad de hoy, su incapacidad espiritual, pueda seguir. Teresa es para todos. Todos pueden esforzarse por imitarla". (23 de Junio de 1944)
"Luego tres espíritus benditos, que entiendo que son mujeres, que me miran, asienten y sonríen. Parece que me están invitando. Son jóvenes. Pero ya me parece que los Bienaventurados son todos de la misma edad: jóvenes, perfectos y de igual belleza. Son copias menores de Jesús y María. No puedo decir quiénes son estas tres criaturas celestiales, pero como dos llevan palmas y una sólo flores (las palmas son el único signo que distingue a los mártires de las vírgenes), creo que no me equivoco al decir que son Inés, Cecilia y Teresa de Lisieux". (10 de Enero de 1944)
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