lunes, 20 de agosto de 2018

SAN BERNARDO DE CLARAVAL, Místico y Predicador




BREVE RESEÑA BIOGRÁFICA

          San Bernardo (Bernardo Fontaine) nace aproximadamente en 1090 en el castillo de Fontaine-lès-Dijon, (Borgoña). Hijo de un caballero que formaba parte del círculo del Duque de Borgoña, Bernardo nació perteneciendo al estamento nobiliario, al igual que su progenitor, aunque no a sus rangos más altos.

         Era el tercer hijo de los siete que tuvo el matrimonio. Ambos padres, aunque se cuenta que especialmente su madre, pronto advirtieron las extraordinarias cualidades intelectuales de su hijo y, por ese motivo, decidieron eximirlo de continuar la tradición familiar del oficio de las armas y hacer que se encaminara hacia una vida de estudio. Por ello, ingresó en la escuela de canónigos regulares de Châtillon-sur-Seine.

          En el año 1112 o 1113 ingresaría formalmente en la Orden del Císter, fundada bajo la Regla de San Benito, acompañado de varios de sus hermanos y otras personas que siguen su fervoroso ejemplo.

          Tan sólo dos años después de su ingreso en la Orden, en 1115, se fundan dos monasterios bajo los auspicios del Císter. Su fuerte personalidad llevó al Abad Esteban a encargarle la fundación del Monasterio de Claraval (Clairvaux). 

          partir del año 1119, el Císter inicia su expansión por Francia y otras áreas del continente europeo. A lo largo de su vida veremos como Bernardo combina armónicamente su faceta mística y la participación en la vida pública de la Iglesia, pues, pese a su deseo de llevar una vida de retiro espiritual, constantemente será reclamado como mediador, y su consejo se tornará imprescindible gracias a su sólida y esmerada formación teológica, además de ser el Predicador principal de la Segunda Cruzada.

          Uno de sus monjes, llegaría a ser Papa y reinó con el el nombre de Honorio III. Aprovechando su amistad con San Bernardo, le solicitó al Santo que escribiese un tratado con las obligaciones de los Papas; el Santo Abad escribió varios libros al respecto llamados "De consideratione", obra que fue consultada con posterioridad por muchos Pontífices.

         Murió en su Abadía el 20 de Agosto de 1153, cuando contaba 63 años de edad. Fue canonizado en 1174 por el Papa Alejandro III y proclamado Doctor de la Iglesia por Pío VIII en 1830.

         El amor que San Bernardo sentía por María Nuestra Señora quedó plasmado en aquellos versos que ya forman parte de la Piedad Tradicional "oh Clemente, oh Piadosa, oh Dulce Virgen María..." además de componer el conocido "Memorare", la súplica de los Esclavos de María.






              El alma fiel tiene su paraíso, pero espiritual y no terreno; y por eso mismo mucho más deleitable y escondido que el primero. Aquí el alma goza más que con todas las riquezas. De este paraíso brotan cuatro fuentes: la verdad, la caridad, la fuerza y la sabiduría. Estas fuentes ofrecen un agua medicinal al alma enferma. Las enfermedades que aquejan al alma son cuatro vicios: el temor, la concupiscencia, la maldad propia y la ignorancia. Cuando la vence el temor cae forzada en el vicio; el ímpetu de la concupiscencia la empuja al mal, la maldad propia la lleva voluntariamente al vicio, y la seducción del error la hace deslizarse en el mal. 

               A las almas aquejadas y angustiadas por estas enfermedades el Profeta les da este consuelo: Sacaréis agua con gozo de las fuentes del Salvador. Contra la pusilanimidad, consecuencia del vicio del temor, el agua de los auxilios que se toma en la fuente de la fortaleza. Contra la concupiscencia del placer terreno, el agua de los deseos en la fuente de la caridad. Contra la malicia de la maldad voluntaria, el agua de los juicios en la fuente de la verdad. Contra el error de la ignorancia, el agua de los consejos en la fuente de la sabiduría.

               Y todo esto se hará con gozo, pues lo que antes gemía bajo el peso de los vicios ahora se goza con la adquisición de las virtudes. En las aguas de los consejos consigue la prudencia, en el agua de los auxilios la fortaleza, en el agua de los deseos la templanza, y en el agua de los juicios la justicia. Y de este modo, en la contrariedad vence la pusilanimidad con la fortaleza, en la prosperidad refrena la ligereza con la templanza, en la actividad excluye la maldad con la justicia, y en los momentos de duda la prudencia instruye su ignorancia. 

              Reanimada con estas aguas y ataviada con semejantes virtudes, dilátese y comprenda con todos los consagrados lo que es anchura y largura, altura y profundidad. Estas cuatro dimensiones de Dios se pueden abrazar con dos brazos: el amor y temor verdaderos. El temor abraza la altura y profundidad, es decir, el poder y la sabiduría; y el amor la anchura y largura, la caridad y la verdad. Si se teme a Dios es porque todo lo puede con su poder, y ese temor es auténtico si se cree que nada está oculto a su sabiduría. Si se ama a Dios es porque es el Amor, y ese amor es sincero porque es la verdad o la eternidad.

De los Sermones de San Bernardo



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