jueves, 8 de octubre de 2020

VENERACIÓN HACIA EL SACERDOTE QUE PORTA A JESÚS EN EL SANTÍSIMO SACRAMENTO




               Rodolfo, Conde de Habsburgo y Rey de Romanos, fundador de la Dinastía de los Austria, se divertía en una cacería, acompañado de su escudero Regulus

van Kyberg, cuando de repente oyó la campanilla anunciadora del Santísimo Viático; inmediatamente marchó hasta divisar a un Sacerdote con la Sagrada Hostia y acompañado por un acólito, que se disponían a cruzar un río; Rodolfo adoró de rodillas el Cuerpo de Cristo, cedió su cabalgadura al Sacerdote y les acompañó hasta la humilde casa del moribundo; de regreso a la iglesia, y al serle devuelta la cabalgadura, el piadoso Conde arguyó: "no permita Dios que yo ni alguno de los míos suba en ese caballo que sé de cierto que ha llevado a mi Criador" y regaló su caballo al Sacerdote. Esto ocurría hacia el año 1271; según se proclamó luego, y como premio a su gesto, el Altísimo habría favorecido a su descendencia con el inmenso Imperio de que gozaron.


               Los Habsburgos españoles, que siempre se distinguirían por su defensa de la Sagrada Eucaristía y de la Inmaculada Concepción de María Virgen, no tardaron mucho en imitar a tan ilustre predecesor. Cierta jornada en que el Emperador Carlos V atravesaba la Plaza Mayor de Valladolid tropezó con el Viático; apeándose del caballo, se hincó de rodillas en el lodo sobre la gorra que llevaba. Felipe II volvió a cumplir el mismo gesto en varias ocasiones, embarrándose como su padre, gesto piadoso que según los testigos de la época "se edificaron infinito todos sus vasallos y reinos."


               En 1596, mientras circulaba por Madrid Felipe II, ya muy atacado por la gota, hizo descender al Príncipe de la carroza para adorar al Santísimo; a continuación le pidió que siguiese al Sacerdote, descubierto y portando una vela, diciendo que si tuviera pies también él le acompañaría; entrando en casa del moribundo, el futuro Felipe III se colocó junto a su lecho, y según narran los biógrafos "con las rodillas en tierra, que nunca consintió que le pusiesen almohadilla".






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