viernes, 24 de marzo de 2023

EL ARCÁNGEL DE LA ANUNCIACIÓN

 


"Yo soy Gabriel, el que está en la Presencia de Dios" 

(Evangelio de San Lucas, cap. 1, vers. 19)


               San Gabriel había sido ya enviado al Profeta Daniel para anunciarle la época en que el Cristo había de nacer; y a Zacarías, cuando estaba ofreciendo en el templo el incienso, para avisarle del nacimiento del Bautista Precursor del Mesías. "Sólo San Gabriel, cuyo nombre significa Fortaleza de Dios, fue hallado digno, entre todos los Ángeles, de anunciar a María el plan divino respecto a Ella", dice San Bernardo.

               San Gabriel se acerca con un santo respeto a la Virgen escogida desde toda la eternidad para ser en la tierra la madre de Aquél de quien Dios es Padre en el Cielo. La saluda con las palabras que le fueron dictadas por el Altísimo y que la Santa Iglesia gusta de repetir a menudo: "Dios te salve, llena de gracia; el Señor es contigo; bendita Tu eres entre todas las mujeres".

               Y como ve el Ángel que María se asombra de semejante salutación, explícale cómo ha venido a pedir su Fiat, para que se cumpla el Gran Misterio, que es la condición de la redención del humano linaje. "Yo soy Gabriel, el que estoy delante del Señor Dios, y que he venido a hablarte y a traerte esta feliz nueva".

               Pero María quiere permanecer siempre Virgen; y entonces el Ángel la ilustra acerca del Misterio, y le dice cómo ha de concebir por obra del Espíritu Santo, y que dará a luz un Hijo, al cual llamará Jesús, es decir, Salvador. Todo ello sin detrimento alguno del lirio virginal que ofreciera a Dios desde su más tierna infancia.

              María entonces obedece sin titubeo y con la más profunda humildad, diciendo: "He aquí la Esclava del Señor; hágase en Mí según tu palabra."

              Y en este momento se obró el más grande de todos los milagros, elevando Dios hasta Sí, en unión personal, al Fruto Bendito del seno de la Virgen. "Y el Verbo se hizo carne, habitando entre nosotros"; se desposó con la humanidad, con nuestra pobreza, con nuestra nada, y en cambio de ellos nos dio su divinidad.





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