jueves, 30 de marzo de 2023

EL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, HOSTIA DE AMOR, PRISIONERO EN EL SAGRARIO

 


               San Juan, queriendo hacernos conocer el Ser divino, queriendo resumir en un sólo término todas las grandezas, todas las bellezas, todos los atributos de Dios, dice: ¡Dios es Caridad!, ¡Dios es Amor! Y si queremos describir a Jesucristo, Dios y Hombre, con una sola palabra, si queremos todo lo que es en un solo vocablo, todo lo que hace y hasta Su razón de ser, podemos decir: ¡Jesucristo es Su Corazón, es el Sagrado Corazón!

               La Caridad divina, el Amor Infinito, es Dios todo entero; Dios, lo que es en Sí mismo y lo que hace hacia el exterior; Dios con Su Poder, Su Bondad, Su Justicia, Su Sabiduría; Dios que Es, Dios que crea, Dios que redime, Dios que ilumina y recompensa; Dios sin división, sin exclusión, sin reserva, espléndidamente resumido en una magnífica expresión: Deus Caritas est! ¡Dios es Amor!

               El Sagrado Corazón es Jesucristo en Su integridad, Dios y Hombre, Verbo Encarnado. No es sólo Su Corazón de carne que late en Su pecho, ese Corazón humilde y manso que adoramos como el símbolo y órgano de su incomparable Amor; es todo Su Ser divino y humano; Su Sivinidad, Su Alma, Su Cuerpo, cada uno de Sus sagrados miembros, todos Sus pensamientos, Sus actos, Sus divinas palabras. El Sagrado Corazón, es Dios hecho hombre, es Jesucristo humillado, vendido, crucificado, agonizante; es Jesús Eucaristía, inefable Hostia de Amor, Jesús inmolado en el Altar, Jesús prisionero en el Sagrario. 

               Si tenemos devoción al Sagrado Corazón, querremos hallarlo para adorarlo, amarlo, ofrecerle nuestras reparaciones y alabanzas, y ¿dónde iremos a buscarlo si no es en la Eucaristía donde está eternamente vivo? Si amamos a este Corazón adorable, querremos unirnos a Él, pues el amor busca la unión; querremos inflamar nuestro corazón con los ardores de este Divino foco.

               Pero para llegar a este Corazón Sagrado, para asirle, para ponerle en contacto con el nuestro, ¿qué habremos de hacer? ¿Escalaremos el Cielo para arrebatar el Corazón de Jesús triunfante en la Gloria? Sin duda que no. Iremos a la Eucaristía, iremos al Sagrario, tomaremos la blanca Hostia, y, cuando la hayamos encerrado en nuestro pecho, sentiremos al Corazón Divino latir verdaderamente al lado de nuestro corazón.


Madre Luisa Margarita Claret de la Touche




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