domingo, 31 de diciembre de 2023

En 2024 se cumple el 170 ANIVERSARIO DEL DOGMA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA NUESTRA SEÑORA



               ... ¿quién no ha experimentado que no hay un camino más seguro y más expedito para unir a todos con Cristo que el que pasa a través de María, y que por ese camino podemos lograr la perfecta adopción de hijos, hasta llegar a ser santos e inmaculados en la presencia de Dios? En efecto, si verdaderamente a María le fue dicho: Bienaventurada Tú que has creído, porque se cumplirá todo lo que el Señor te ha dicho, de manera que verdaderamente concibió y parió al Hijo de Dios; si realmente recibió en Su vientre a Aquél que es la Verdad por naturaleza, de manera que engendrado en un nuevo orden, con un nuevo nacimiento se hizo invisible en sus categorías, visible en las nuestras; puesto que el Hijo de Dios hecho hombre es autor y consumador de nuestra Fe, es de todo punto necesario reconocer como partícipe y como Guardiana de los Divinos Misterios a Su Santísima Madre en la cual, como el fundamento más noble después de Cristo, se apoya el edificio de la Fe de todos los siglos.

                ...nadie dudará que a través de la Virgen, y por Ella en grado sumo, se nos da un camino para conocer a Cristo, simplemente con pensar que Ella fue la única con la que Jesús, como conviene a un hijo con su madre, estuvo unido durante treinta años por una relación familiar y un trato íntimo. Los admirables Misterios del nacimiento y la infancia de Cristo, y, sobre todo, el de la asunción de la naturaleza humana que es el inicio y el fundamento de la Fe ¿a quién le fueron más patentes que a la Madre?. La cual ciertamente, no sólo conservaba ponderándolos en Su Corazón los sucesos de Belén y los de Jerusalén en el Templo del Señor, sino que, participando de las decisiones y los misteriosos designios de Cristo, debe decirse que vivió la misma vida que Su Hijo. Así pues, nadie conoció a Cristo tan profundamente como Ella; nadie más apta que ella como Guía y Maestra para conocer a Cristo.

               ¿No es María Madre de Cristo?. Por tanto, también es Madre nuestra. Pues cada uno debe estar convencido de que Jesús, el Verbo que se hizo carne, es también el Salvador del género humano, y en cuanto Dios-Hombre, fue dotado, como todos los hombres, de un cuerpo concreto; en cuanto Restaurador de nuestro linaje, tiene un cuerpo espiritual, al que se llama Místico, que es la Sociedad de quienes creen en Cristo. 

               Así pues, todos cuantos estamos unidos con Cristo y los que, como dice el Apóstol, somos miembros de Su Cuerpo, partícipes de Su carne y de sus huesos, hemos salido del Vientre de María, como partes del cuerpo que permanece unido a la cabeza. De donde, de un modo ciertamente espiritual y místico, también nosotros nos llamamos hijos de María y Ella es la Madre de todos nosotros. Madre en espíritu... pero evidentemente Madre de los miembros de Cristo que somos nosotros.

              Cristo está sentado a la derecha de la Majestad en los Cielos; María a su vez está como Reina a Su derecha, Refugio segurísimo de todos los que están en peligro y fidelísima Auxiliadora, de modo que nada hay que temer y por nada desesperar con Ella como Guía, bajo Su auspicio, con Ella como Propiciadora y Protectora.

               ...es auténtica la piedad hacia la Madre de Dios cuando nace del alma; y en este punto no tiene valor ni utilidad alguna la acción corporal, si está separada de la actitud del espíritu. Actitud que necesariamente se refiere a la obediencia rendida a los Mandamientos del Hijo Divino de María. Pues si sólo es amor verdadero el que es capaz de unir las voluntades, es conveniente que nuestra voluntad y la de su Santísima Madre se unan en el servicio a Cristo Señor. Lo que la Virgen prudentísima decía a los siervos en las bodas de Caná, eso mismo nos dice a nosotros: "Haced lo que Él os diga", y lo que Cristo dice es: "Si quieres entrar en la vida, guarda los Mandamientos" .

               Por eso, cada uno debe estar persuadido de que, si la piedad que declara hacia la Santísima Virgen no le aparta del pecado o no le estimula a la decisión de enmendar las malas costumbres, su piedad es artificial y falsa, por cuanto carece de su fruto propio y genuino.


Extractos de la Encíclica Ad Diem Illud Laetissimum
del Papa San Pío X, 2 de Febrero de 1904




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