martes, 24 de diciembre de 2019

FELICITACIÓN NAVIDEÑA


                Queremos desear a todos nuestros benefactores, amigos y lectores, una Santa Navidad y un Bendecido Año 2020; que el Divino Niño Jesús nazca cada día en nuestros corazones y qué mejor manera de conseguirlo, que buscarlo de la mano de María Nuestra Santa Madre, y también del ejemplo de Nuestro Padre San José, del que celebraremos el 150 Aniversario de la Proclamación de su Patronazgo sobre la Iglesia por el Papa Pío IX. 

               Que Jesús, María y José os bendigan en estas Navidades y que sean vuestros amores incondicionales para el próximo año...


LA ALEGRÍA DE LA NAVIDAD


               La Fiesta de la Santa Navidad tiene el privilegio —al menos es la impresión personal que tengo— de interrumpir el tiempo. Una persona puede estar en la peor situación aflictiva; al llegar la Navidad, se abre como que un paredón y las desgracias quedan del otro lado. ¡Repican las campanas, la Navidad comenzó! ¡Cristo nació: alegría para todos los hombres!





              Una alegría que no es la alegría vulgar del hombre que hizo un buen negocio, que venció una jugada política o se ganó la lotería. No. Es una alegría mucho más interna, mucho más leve, toda hecha de luz. Mientras que las otras alegrías están hechas de cosas palpables y de segundo orden, la alegría propia de la Navidad es toda hecha de luz — es el Lumen Christi, la luz de Nuestro Señor Jesucristo que brilló en la tierra la noche de Navidad. Luz que nunca más, año tras año, dejó de brillar, trayendo una verdadera alegría, una verdadera paz de alma hasta para las personas más atormentadas.

              En la época de mi infancia, la noche de Navidad era un paréntesis luminoso, lleno de algo que no se consigue describir, pero que todos sentían: era aquella suavidad, aquella paz, aquella dulzura que daba la impresión de que todo el cielo estrellado de la noche estaba como que impregnando la tierra de perfumes. Las campanas tocaban, el sonido se difundía y el júbilo impregnaba hasta los jardines. ¡Era una alegría enorme que circundaba a todos los hombres, porque Cristo nació, nació en Belén!



Doctor Plinio Corrêa de Oliveira



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