viernes, 9 de julio de 2021

SANTA VERÓNICA GIULIANI, MÍSTICA DE LA PASIÓN DE CRISTO


               "Me parecía que Dios me mostraba una hermosa habitación, y por eso me decía: “esta es una habitación, donde se aprenden las enseñanzas divinas, para poder perfeccionar las almas amadas y aprender la verdadera y virtudes más perfectas…”. Me hizo entender que esta escuela era Su Santa Pasión..."



INFANCIA Y PRIMEROS FENÓMENOS MÍSTICOS

               Nació el 27 de Diciembre de 1660, en Mercatello (Italia) y murió para este mundo en 1727, en el Monasterio de las Clarisas Capuchinas de Città di Castello, donde pasó cincuenta de sus 67 años. Era la última de siete hermanas, de las que sobrevivieron cinco; otras tres de sus hermanas abrazaron también la vida monástica. Su familia, que era profundamente religiosa, le dio el nombre de Úrsula al ser bautizada. A los siete años queda huérfana de madre. Antes de morir ésta llamó a sus hijas y las encomendó a las Santas Llagas de Cristo Crucificado. A la pequeña Úrsula le correspondió la Llaga del Costado. Será su camino durante toda la vida: caminar hasta fundirse con el Corazón de su Esposo, Jesús.




               Siendo niña, ella misma nos relata que "Todavía no andaba, pero cuando veía las imágenes donde estaba pintada la Virgen Santísima con el Niño en brazos, yo me agitaba hasta que me acercaban a ellas para poder darles un beso. Esto lo hice varias veces. Una vez me pareció ver al Niño como criatura viviente que me extendía la mano; y me acuerdo que me quedó tan vivo este hecho que, dondequiera que me llevaban, miraba por si podía ver a aquel Niño". No pocas veces, sin apenas saber hablar entablaba conversaciones con la Virgen y el Niño... "Yo soy toda tuya y Tú eres todo para mí, querido Jesús". Algo más mayor, cuando sólo contaba con tres o cuatro años, tiene un encuentro con Nuestro Señor, que se le aparece en forma de Niño Jesús: "Estando una mañana en el huerto entretenida gustosamente en coger flores, me pareció ver al Niño Jesús que cogía las flores conmigo; me fui hacia el Divino Niño para tomarlo, y me pareció que me decía 'Yo soy la verdadera flor'.  En aquel patio, que hoy forma parte de un monasterio de la Orden de las Clarisas, se erige un monumento que recuerda este celestial suceso."

                Prosigue la Santa diciendo: "Todo esto me dejó cierta luz para no buscar más gusto en las cosas momentáneas; me hallaba toda centrada en el Divino Niño. Se me había quedado tan fijo en la mente, que andaba como loca sin darme cuenta de lo que hacía. Corría de un lado para otro por ver si lograba encontrarlo... y sentía que no podía estarme quieta. Me paraba y luego volvía al huerto para ver si volvía".

               "Cuando tenía unos siete años  -escribe Santa Verónica-  me parece que por dos veces vi al Señor todo llagado; me dijo que fuese devota de su Pasión y enseguida desapareció. Esto sucedió por la Semana Santa. Me quedó todo tan grabado que no me acuerdo haberlo olvidado nunca. La segunda vez que se me apareció el Señor llagado de la misma manera, me dejó tan impresas en el corazón sus penas, que no pensaba yo en otra cosa"

               Ella misma nos narra su Primera Comunión, acontecida el 2 de Febrero de 1670: "Recuerdo que la noche antes no pude dormir ni un momento. A cada instante pensaba que el Señor iba a venir a mí.  Y pensaba qué le iba a pedir cuando viniese, que le iba a ofrecer. Hice el propósito de hacerle el don de toda mí misma; de pedirle Su Santo Amor, para amarle y hacer Su Voluntad Divina."

               Y prosigue "Cuando fui a comulgar por primera vez, paréceme que en aquel momento quedé fuera de mí. Paréceme recordar que, al tomar la Sagrada Hostia, sentí un calor tan grande que me encendió toda. Especialmente en el corazón sentía como quemárseme y no volvía en mí misma."

EN LAS CLARISAS CAPUCHINAS

               Después de vencer la oposición de su padre, consigue llevar a cabo su vocación ingresando en el Convento de las Clarisas Capuchinas de Città de Castello. Al entrar en Religión, deja atrás el nombre de Úrsula para recibir el de Verónica, que etimológicamente significa la “verdadera imagen”. Ella aspira con todo su ser a convertirse en una verdadera imagen de Cristo Crucificado, y esa fue la tarea de toda su vida religiosa. Durante los cincuenta años que permaneció en el Monasterio se dedicará con todas sus fuerzas a llevar a cabo este objetivo. 

               Obligada por obediencia a su Director Espiritual, inició en 1693 un Diario en el que reflejó sus experiencias místicas. A lo largo de veintidós mil páginas va narrando, sin signos de puntuación ni división de capítulos, su vida encerrada en el Monasterio, vida en la que se multiplicaron los fenómenos místicos, pero también las dificultades que a causa de ellos sufrió. Denunciada por su misma Abadesa, fue vigilada por el Santo Oficio; se le privó de la voz activa y pasiva, se le prohibió comulgar y hasta hablar con sus mismas hermanas, se la recluyó en una habitación para evitar que tuviera contacto con nadie. Sin embargo la actitud con la que recibió y vivió todas estas dificultades, actitud que brotaba y nacía de su amor a Cristo Crucificado, demostraron la veracidad de todos aquellos fenómenos que ni la razón ni los cuidados médicos podían explicar. 

JESÚS GRABA SU SOMBRE EN EL CORAZÓN DE VERÓNICA

               Enumerar aquí todos los fenómenos místicos con los que fue agraciada, es tarea complicada, por lo que me limito a citar tan solo los hechos místicos más sobresalientes a los ojos de nuestra pobre condición humana, pues tan importantes son aquellos dones que se reflejan exteriormente -caso de los estigmas- como los sufrimientos morales, con los cuales reparaba y redimía almas.

               "Tuve el recogimiento -nos cuenta en su Diario- con la visión de Nuestro Señor, de la Santísima Virgen y de muchos Santos. Me parece que mi Ángel Custodio me condujo delante de Jesús y de la Santísima Virgen; que ambos me tomaron en medio; del Corazón de Jesús salió un rayo resplandeciente que se dirigía a mi corazón; y que la Santísima Virgen con sus manos mostraba a su Hijo la llaga que tengo en mi corazón. 




               En un momento, se abrió esta llaga de modo que se veía todo el corazón; el Niño Jesús con uno de sus dedos, la marcó por encima, como si hubiese escrito Su Santísimo Nombre; su dedo parecía ser un afilado cortaplumas, con el que se formaban las letras del Santísimo Nombre de Jesús. En esto me pareció que él con un dedo, se tocaba Su Corazón, que aparecía con llaga sanguinolenta, y que con Su misma Sangre mojaba las letras que había hecho en mi corazón. Comprendí entonces, por vía de comunicación, que este Santísimo Nombre me ayudará en todos los sufrimientos y, especialmente, para combatir todas las insidias del demonio; porque en adelante, seré combatida con toda clase de tentaciones. Después de esto, Dios me confirmó mis dos oficios: la conversión de los pecadores, y la liberación de las Almas del Purgatorio...

               Quedé toda la noche con un dolor tan grande en el corazón, que pensaba morirme, y también sentía en él una cruz; porque me parecía que Jesús, después de haber marcado Su Santísimo Nombre, me puso también en él una cruz que todavía la siento y me da gran dolor. Lo mismo éstas que todas las demás penas, yo deseo que sean en penitencia de mis pecados".

LA ESTIGMATIZACIÓN DE SANTA VERÓNICA GIULIANI

               De nuevo me remito al Diario de la Santa capuchina para adentrarnos en el capítulo más cruento de los fenómenos sobrenaturales con los que el Cielo la colmó... "...me pareció que se me aumentó el deseo de unirme a Él lo antes posible. Más no miraba; que toda fija estaba en el Señor. En Él me pareció ver todo. Era tan hermoso, que decir no puedo. Las manos, los pies y el costado, es decir, Sus Llagas, eran tan brillantes que me parecían, que, en lugar de Llagas, hubiesen hermosas joyas. Solo la Llaga del Costado me pareció abierta, y de ella salían rayos como de sol. Cada uno de ellos daba más luz que el sol que vemos... Yo le decía: "Señor, te ruego por Tus Santas Llagas, perdona a Tus enemigos y dales luz... enemigos, así los puedo llamar, mientras están en Tu desgracia. Aquí estoy lista para todo, siempre y cuando se conviertan a Ti."




               En un instante, pareció que se me representaba adelante con Sus Santas Llagas todas brillantes, especialmente la de Su Santo Costado. En este punto, me mostró que allí dentro habitan muchas almas, las más queridas... vi salir de Sus Santísimas Llagas cinco rayos resplandecientes; y todos vinieron a mi alrededor. Y yo veía estos rayos convertirse como en pequeñas llamas. En cuatro estaban los clavos; y en una vi que estaba la lanza, como de oro, toda de fuego: y me traspasó el corazón, de parte a parte… y los clavos traspasaron mis manos y mis pies. Yo sentí gran dolor; pero en el mismo dolor, me veía, me sentía toda transformada en Dios...

               "Esposa mía – me susurra Cristo Crucificado – me son queridas las penitencias que haces por aquellos que son Mi desgracia…" Después, separando un brazo de la Cruz, me hizo señal de que me acercase a Su Costado… Y me encontré entre los brazos del Crucificado. Lo que sentí en ese momento no puedo contarlo: habría podido estar siempre en Su Santísimo Costado

EL MATRIMONIO MÍSTICO CON CRISTO SU ESPOSO

               Es importante señalar que no todas las experiencias místicas de Verónica se vieron ensombrecidas por el dolor; También hubo muchos consuelos celestiales que la dejaron llena de puro gozo, entre los que se encontraba su “Matrimonio Místico” con Cristo. Durante esta visión, Jesús le regaló un anillo que en ciertas ocasiones se hizo visible para otros. Una monja que lo vio repetidamente describió el anillo de la siguiente manera: “Este anillo rodeaba su dedo anular como lo hacen los anillos ordinarios. En él parecía haber una piedra levantada del tamaño de un guisante y de color rojo".




ABADESA EFICAZ; MUERTE Y GLORIFICACIÓN

               Al fin en 1716 es elegida Abadesa del Monasterio, ejerciendo ese oficio hasta su muerte en 1727. Su trabajo de formadora quedó plasmado en la vida de todas las hermanas, de las que alguna, como la Beata Florida Cevoli, ha sido inscrita también en el libro de los Santos. Su gobierno como Abadesa estuvo marcado por la prudencia espiritual y la practicidad. Ella misma era un ejemplo ideal de virtud y autosacrificio para que sus hijas espirituales la emularan, y también negoció renovaciones estructurales en el Monasterio para mejorar sus condiciones de vida (por ejemplo, instalaron tuberías en la tubería del agua). Su vida mística no le restó valor a sus deberes como Superiora.

               Falleció a consecuencia de un derrame cerebral; había pasado 50 años de vida consagrada, íntimamente unida a Cristo. Fue con Él, y a través de Él, que ella ministró generosamente las necesidades espirituales de la Santa Iglesia a través de la oración y el sacrificio. Su corazón estaba verdaderamente entregado a Jesús, su Amado Esposo.

               Santa Verónica Giuliani fue Canonizada por el Papa Gregorio XVI en 1839. Su cuerpo, que inicialmente fue exhumado  incorrupto , quedó reducido a huesos por una devastadora inundación que inundó Citta-di-Castello, incluido su Monasterio. El cráneo y los huesos que sobrevivieron al daño causado por el agua se incluyeron más tarde en una figura de cera con una máscara inspirada en las características reales de la Santa.




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